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Por qué si vives en Malasaña o Chamberí vas a sufrir un peor verano que en Usera
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El verde es la clave

Por qué si vives en Malasaña o Chamberí vas a sufrir un peor verano que en Usera

Un estudio explica que las diferencias de temperaturas entre barrios de ciudades como Madrid pueden superar los 8 grados. Las islas de calor afectan mucho más al corazón de los municipios

Foto: Un hombre se refresca en una céntrica zona de Madrid. (EFE/Mariscal)
Un hombre se refresca en una céntrica zona de Madrid. (EFE/Mariscal)

Con la llegada del verano, algunas ciudades tienen que enfrentar un intenso calor que no da tregua a sus habitantes. Los días se convierten en penitencia a pleno sol que en muchos casos no da tregua por la noche. Sin embargo, no en todas las zonas de la ciudad se vive igual. Alguien que viva a unos pocos minutos de tu casa podría estar pasándolo mucho peor que tú, por muy complicado que te parezca. Un estudio publicado recientemente explica que en un lugar como Madrid la diferencia entre algunos barrios es de más de 8 grados, siendo más castigado el que vive en una zona céntrica como Malasaña o Gran Vía y el más beneficiado el que vive en una zona como Usera o Plaza Castilla.

El calor no se da en el centro de las grandes ciudades por casualidad. Sin ir más lejos, el uso de materiales oscuros, poco porosos, la falta de vegetación y la actividad humana son solo algunas de las causas que originan las llamadas islas de calor. Además, al considerar el calor adicional generado por el tráfico y otras actividades humanas, las temperaturas en estas áreas se elevan significativamente en comparación con las zonas menos urbanizadas.

Por el día, pero también por la noche

Al pensar en el calor, uno se imagina los rayos del sol, el suelo brillante y ondas en el aire. Sin embargo, las altas temperaturas también se mantienen durante la noche, y pueden ser igual de peligrosas que durante el día. ¿Cómo se explica este fenómeno? Las áreas con abundante asfalto, edificios y autopistas capturan más calor solar que aquellas que cuentan con amplios parques, ríos y calles rodeadas de árboles, pues estos elementos participan en el enfriamiento de la zona. Durante la noche, cuando se espera que las temperaturas bajen, el calor acumulado se libera nuevamente al ambiente, dando paso a un grave problema: la falta de sueño.

placeholder El termómetro de una farmacia marca 27 grados por la noche en la madrugada. (EFE/Sxenick)
El termómetro de una farmacia marca 27 grados por la noche en la madrugada. (EFE/Sxenick)

Al final, si uno no puede dormir bien, la calidad de vida durante el día empeora. Y, por si no fuera suficiente, un estudio publicado en The Lancet también ha señalado que el exceso de calor nocturno está significativamente asociado a riesgos de mortalidad, aumentándolos hasta un 50%.

El análisis refleja que, para 2100, la frecuencia de noches tropicales aumentará un 30% y la intensidad del calor un 50%, pudiendo multiplicar el riesgo de muerte por seis en comparación con 2016 e incrementando también otros peligros, como la carga de enfermedades relacionadas con la morbilidad o los problemas cardiovasculares.

Madrid está que arde

Según el análisis, en la mayoría de las ciudades estudiadas las zonas más calurosas tenían menos de un 6% de vegetación, comparado con el 70% en las más frescas. Y el centro urbano Madrid no solo estaba muy caliente, sino que, en comparación con sus alrededores, las temperaturas alcanzaron 8,5 grados más, convirtiéndolo así en el foco de isla de calor urbano más extremo de las seis principales ciudades del mundo. La diferencia en el centro urbano y los alrededores de otras ciudades como Mumbai, la segunda que más diferencia albergaba, es de 7 ºC, mientras que en Nueva York y Londres se registraron picos de hasta 4,5 ºC más.

En la capital española, el lugar donde se dio la temperatura más alta es en la plaza Juan Pujol de Malasaña. En este punto de Madrid, la superficie solamente cuenta con un 3% de vegetación. Este punto es 8 grados más caliente que en el lugar donde se dio la temperatura más baja, en el Norte de Casa de Campo. Allí, aunque tampoco haya agua, la vegetación ocupa el 89% de la superficie. Los elementos que marcan la diferencia parecen evidentes.

El calor, un enemigo mortal

Estar al tanto de las consecuencias de este efecto es decisivo a la hora de afrontar futuros problemas derivados del aumento de las temperaturas. En este contexto, hay muchas empresas e instituciones que están buscando soluciones con las que poder relajar el aumento de las temperaturas de las urbes, y el diagnóstico es el primer paso.

En esta línea, un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona realizó un análisis de 93 ciudades europeas con datos del 2015 (que, según su autora, son generalizables en el presente) para conocer el efecto Isla de Calor Urbano. Entre estas ciudades, 9 son españolas, y las más afectadas son Málaga, Barcelona, Palma de Mallorca, Sevilla, Madrid y Valencia (en este orden), que superan las 20 muertes por cada 100.000 habitantes a causa del efecto ICU.

En total, se pueden atribuir 6.700 muertes prematuras al incremento de las temperaturas en las áreas urbanas en Europa, lo que equivale al 4,3% de la mortalidad total en los meses de verano y al 1,8% de la mortalidad a lo largo del año. El estudio señala que un incremento del 30% de la vegetación en las ciudades europeas podría haber evitado 2.644 de estas muertes.

Yéndonos a la capital de España, con datos de 2022 en su día más caluroso del año (durante una ola de calor en verano), las diferencias del centro y la periferia son mucho más palpables. Así lo demuestra un estudio comparando las temperaturas en los principales centros urbanos de grandes ciudades a lo largo del mundo de Arup.

Una receta para enfriar las cosas

“La clave principal está en el verdor, o sea, en la vegetación de todo tipo: hierbas, flores, plantas, árboles y arbustos; y también en lo azul, pues el agua también contribuye, lógicamente, a generar frescor”, señala Antonio Bezanilla, arquitecto y antiguo Director de Urbanismo de Santander. Al fin y al cabo, las temperaturas de las superficies en diferentes materiales pueden variar decenas de grados según si están al sol o a la sombra. En una temperatura ambiente de 37 grados, por ejemplo, el asfalto puede pasar de los 39 a los 70.

Y los árboles no sirven solo para dar sombra, sino también porque las plantas tienden a enfriar el ambiente, como demuestran los refugios climáticos que se han implantado en la capital española. Las reglas simples, como la del 3/30/300, son las más eficaces: “Que desde tu vivienda veas 3 árboles, tengas una cobertura vegetal (suelo verde o copas de árboles) del 30% de tu barrio y estés a no más de 300 metros de distancia de un parque de cierta entidad”, explica Bezanilla como una forma de alcanzar los estándares de calidad.

El “urbanismo regenerativo” –en sustitución al “urbanismo táctico” que, como explica el experto, se acuñó durante la pandemia y, para él, resulta poco representativo– es la mejor forma de adaptar la convivencia entre lo natural y lo urbano, cumpliendo con retos ecológicos, económicos y sociales. La implementación de componentes arbóreos forman parte de esta transformación, así como también lo son los cambios en las estructuras urbanas.

placeholder Refugio climático del Círculo de Bellas Artes. (Europa Press/Gustavo Valiente)
Refugio climático del Círculo de Bellas Artes. (Europa Press/Gustavo Valiente)

“Transformar la ‘dureza’ de la urbanización más tradicional de baldosa y asfalto en suelos más blandos, más permeables, más verdes y muchísimo más arbolados, sin duda constituye la guía básica para mejorar esa temperatura del espacio público. También colaboraría, en otra escala y ubicación, la progresiva transformación (cuando sea posible) de las cubiertas planas más tradicionales en cubiertas vegetalizadas, aunque la incidencia directa sobre una mejor temperatura de la vía pública a la escala de las personas la aportarán con mayor rendimiento las acciones a nivel de calle”, declara Bezanilla.

Muchas ciudades a lo largo del mundo ya han emprendido iniciativas para soslayar los efectos de los rayos del sol y la absorción del calor de los suelos. Uno de ellos es, por ejemplo, la pintura blanca por las calles de Los Ángeles, implementada de forma exitosa. Mientras que el asfalto absorbe un 96% del calor del sol, una superfiicie blanca puede rechazar hasta el 90%.

En España, ejemplo más paradigmático son las Supermanzanas de Barcelona. En esta ciudad, algunas de las plazas se están transformando en ejes verdes por los que antes circulaban coches y por los que ahora el transeúnte es el protagonista. También hay casos de urbanismo regenerativo en otras ciudades, como en el barrio La Pinada, en Valencia, donde han rodeado veinticuatro hectáreas de viviendas de jardines, huertos urbanos y techos ajardinados, o el parque Martiricos, en Málaga, con más de 12.000 metros cuadrados de césped y otros más de 4000 de plantas tapizantes.

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Calle Consell de Cent de Barcelona. (EFE/Quique García)

Si bien Bezanilla sentencia claramente que “la mejor sombra es la de un árbol”, también explica que “las ciudades adolecen de presencia de árboles y de espacios verdes” y que “las políticas urbanas tradicionales han favorecido la expansión del modelo basado en el desplazamiento en coche casi puerta a puerta frente a la ampliación de los espacios destinados al peatón y a la movilidad más blanda”, como bicicletas o patinetes en velocidades moderadas. Las consecuencias, además, no son iguales para todos.

Enfermos, ancianos y niños

En los meses de junio, julio y agosto de 2023, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto Carlos III de Madrid estimó que 2.818 muertes podían atribuirse a las temperaturas. Las instituciones hacen recomendaciones sobre cómo adaptar la vida a estas circunstancias, pero los riesgos no pueden superarse sin tomar medidas estructurales en la urbe.

Foto: El informe de la ONU destaca el impacto del calor extremo en los trabajadores. (EFE/Miguel Ángel Molina)

El análisis de los ingresos hospitalarios de emergencia a causa del calor extremo refleja quiénes son las personas más vulnerables. La doctora Wiam Ben Allal, médica de familia, explica a este medio que el calor “puede afectar más a ciertos grupos de personas debido a diversas razones fisiológicas y sociales”.

La doctora se refiere a las personas mayores “porque la capacidad de termorregulación disminuye con la edad”; a niños porque “su sistema termorregulador es inmaduro y su capacidad para sudar y enfriar su cuerpo es limitada”; y a personas con sobrepeso, porque “el exceso de grasa actúa como un aislante, dificultando la disipación del calor”.

Hay que tener cuidado cuando uno se expone al calor, especialmente si se cuentan con problemas de corazón o de vasos sanguíneos. “Las altas temperaturas pueden empeorar las enfermedades cardiovasculares. El calor obliga al corazón a trabajar más para mantener la temperatura corporal, lo que puede ser especialmente peligroso para personas con enfermedades cardíacas existentes”, cuenta la experta. Además, “las temperaturas elevadas también están asociadas con un aumento en los niveles de estrés, ansiedad y depresión. Por otro lado, la deshidratación causada por el calor extremo puede llevar a un aumento en los casos de enfermedad renal aguda”.

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Un niño se refresca en una plaza de la ciudad cántabra de Torrelavega. (EFE/Pedro Puente Hoyos)

Las previsiones del futuro no son optimistas: un reciente artículo del Euro-Mediterranean Center on Climate Change italiano refleja que, para 2050, más del 23% de la población mayor de 69 años vivirá en climas con exposición a temperaturas de 37,5 grados, comparado con el 14% de 2020. De hecho, en la zona estudiada de Madrid por Arup, se detectó que 313.000 ancianos (mayores de 65 años) y 178.000 niños (menores de 15 años) vivían en un "punto caliente" con un ICU de 7 °C o más.

Frente al aumento de las temperaturas, es crucial que las ciudades busquen soluciones efectivas para mitigar el calor extremo. Iniciativas como la creación de espacios verdes y el uso de materiales reflectantes pueden marcar la diferencia. En un contexto de aumento incesante de las temperaturas, actuar ahora es vital para construir ciudades más resilientes y habitables.

Con la llegada del verano, algunas ciudades tienen que enfrentar un intenso calor que no da tregua a sus habitantes. Los días se convierten en penitencia a pleno sol que en muchos casos no da tregua por la noche. Sin embargo, no en todas las zonas de la ciudad se vive igual. Alguien que viva a unos pocos minutos de tu casa podría estar pasándolo mucho peor que tú, por muy complicado que te parezca. Un estudio publicado recientemente explica que en un lugar como Madrid la diferencia entre algunos barrios es de más de 8 grados, siendo más castigado el que vive en una zona céntrica como Malasaña o Gran Vía y el más beneficiado el que vive en una zona como Usera o Plaza Castilla.

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