Me he librado de mi portátil y no ha sido por el iPad Pro: probamos la última Surface Pro de Microsoft
Sufre de algunas pequeñas carencias, pero el nuevo Surface Pro de Microsoft es una bestia tremendamente versátil.
Tengo mente maquera. No te voy a engañar. Llevo demasiados años usando Mac minis y MacBooks, tanto para uso personal como profesional, lo que hace que tenga totalmente integrados en mi cabeza gestos, atajos de teclado y todo el modus operandi del entorno manzanero.
Por ello, cuando me toca probar un producto con Windows, resoplo. Lo hago porque sé que tardaré días en sentirme cómoda; porque por muy bien que esté, siempre habrá algo que me terminará llevando de vuelta a macOS; porque le sigue faltando ese toque de intuición que siempre he aplaudido en la propuesta de Apple.
Por ello entenderás que mi entusiasmo y sorpresa tras días probando el nuevo Surface Pro son mayúsculos: por primera vez esa sensación de desamparo no me ha invadido ni he querido salir huyendo en busca de la tecla “Command”. La edición número 11 del Surface Pro es sólida, atractiva y ofrece todo lo necesario para que de verdad -pero de verdad de la buena, ¿eh?- sientas que trabajar en una tablet con teclado acoplado es más que posible.
La nueva era los Surface
No hacía ni dos meses que Microsoft había presentado su Surface Pro 10, más orientado al entorno profesional, cuando nos deleitó con una nueva propuesta. Se trataba del Surface Pro -sí, a secas, sin número-, la edición número 11 de su icónico dispositivo y un producto que en cierta manera pretende cambiar las reglas del juego. ¿Cómo? Pues apostando por los procesadores Snapdragon X (Plus o Elite), una solución ARM que pretende rivalizar directamente con los chips M3 de Apple, dejando de lado a Intel.
Tal es así que, como digo, ni siquiera este Surface tiene número, presentándose directamente como el nuevo Surface Pro, toda una declaración de intenciones de la nueva era que se abre dentro del catálogo de Microsoft.
Más allá de las florituras de nombres y momentos vitales en la vida de una tablet, lo cierto es que la nueva Surface sigue persiguiendo ese objetivo que muchos nos hemos propuesto y que a veces parece que es imposible alcanzar: abandonar el PC de siempre, y apostar por un equipo mucho más portátil sin sacrificar por ello rendimiento ni prestaciones.
En el caso del modelo concreto que he probado, he estado usando la versión con procesador Snapdragon X Elite (con 12 núcleos a 3,40 GHz) junto a 16 GB de RAM y 512 GB de almacenamiento -que, por cierto, puedes reemplazar con solo levantar una pestaña trasera: bravo, Microsoft, bravo. Windows 11 Home es el encargado aquí de gestionar todos los recursos y personalizar todo el entorno, garantizando una experiencia que ha sido increíblemente satisfactoria.
El equipo se siente rápido, potente y jamás dudas de que no vaya a ser capaz de ejecutar alguna tarea. Su silencio además es sepulcral, nunca notas que se caliente y todo fluye como la seda. Pasar de su manejo con el teclado y trackpad a los toques de pantalla se siente algo natural e intuitivo, ofreciendo de esta forma lo mejor de ambos mundos. Porque seamos francos: manejarse de manera táctil por una pantalla es muy cómodo, pero hay veces -como escribir por ejemplo tu experiencia usando una Surface Pro, guiño, guiño- en las que donde se ponga un teclado y un ratón no hay nada que lo sustituya.
Y eso que su "Keyboard with Slim Pen", que es el modelo que he estado probando, aún tiene algo de margen de mejora. Me ha gustado mucho su acabado, el hueco para colocar el lápiz (del que te hablaré un poco más adelante) que evita que lo tengamos que llevar acoplado en un borde de la pantalla y, en líneas generales, su experiencia de escritura, con unas teclas amplias, bien separadas y de recorrido muy cómodo. Su trackpad, sin embargo, sigue sin ser tan ideal. Es cierto que estos han mejorado mucho desde sus primeras generaciones, pero aún sigo teniendo la sensación de que no llega a la excelencia de manejo del de un MacBook, donde la sensibilidad y precisión (incluso en su clic) son superiores.
En cuanto a su pantalla, es imposible ponerle pegas. La configuración de procesador Snapdragon X Elite trae consigo de serie el panel OLED (mientras que el Snapdragon X Plus viene con LCD), un PixelSense Flow de 13 pulgadas a 120 Hz con una fantástica resolución (2.880 x 1.920 píxeles), colores y brillo. Consumir contenido multimedia (ya sea viendo vídeos o jugando) es una gozada, entre otras cosas además por su formato 3:2, con el que siempre tienes la sensación “que caben más cosas”, disfrutando así de una mayor amplitud. La sensibilidad es fantástica tanto con el juego de tus dedos como con su antes mencionado Slim Pen.
Este se aleja un poco del diseño habitual de lápiz redondeado, que personalmente prefiero, pero aún así no es difícil acostumbrarse a él y en seguida le pillas el agarre. Como apuntaba, su uso en la pantalla es satisfactorio y preciso, y a veces parece que estuvieras escribiendo o dibujando directamente en papel. Es increíble cómo ha ido mejorando este accesorio con el paso de los años y la herramienta tan poderosa en la que se ha convertido para muchos usuarios hoy en día.
En términos de autonomía tampoco puedo quejarme. Es complicado medir este tipo de cosas ya que el uso que se le da a un equipo así es tremendamente variado (y los test de batería me parecen demasiado fríos), pero he podido disfrutar todo un día completo de uso, escribiendo, navegando, conectada al WiFi, haciendo garabatos (unas líneas más abajo entenderás mejor esto, tranquilo) y con el brillo al 50%. No vas a tener pegas en ese aspecto.
Copilot+, la IA omnipresente
Algo de lo que también presume Microsoft con esta “nueva era” es de la incorporación de CoPilot+, su apuesta dentro del mundo de la inteligencia artificial. Es cierto que en las funciones en las que se ha integrado hace un trabajo bastante bueno. Por ejemplo en la videollamadas (donde su camara, por cierto, es fantástica) puede desde desenfocar el fondo a “mantener el contacto visual”, haciendo parecer que sigues mirando a pantalla aunque en realidad dirijas tus ojos hacia abajo.
A la hora de dibujar, puedes también echar mano de la IA con “Cocreador” y transformar un simple garabato en un dibujo por derecho con solo dar ciertas indicaciones y ajustar el nivel de “creatividad” que quieres aplicar -si quieres que la IA haga más o menos trabajo por ti, vaya. Vamos, que ahora estoy cerca de creerme artista y me paso el día “dibujando” monigotes.
Lamentablemente, estas acciones quedan en simples anécdotas (especialmente si ni siquiera sueles hacer videoconferencias o dibujar), sintiendo que ni por asomo la presencia de Copilot+ es algo diferencial o suficientemente importante como para ser motivo de compra.
No dudo que podrá serlo en un futuro (una de las prestaciones que más ganas tengo de probar es la de Recall (Recuerdos), una especie de recordatorio instantáneo de toda nuestra actividad con el equipo que aún está inoperativa), pero por ahora se sigue sintiendo como algo que está por explotar.
La versatilidad por bandera, su mayor razón de compra
Llegados a este punto toca responder a la pregunta a la que nos comprometemos en esta sección. ¿Merece la pena su compra? Y la respuesta, sin que me tiemble el pulso, es que sí.
Creo que el Surface Pro reúne en un mismo producto todo lo que soñamos los que gustamos de usar una tablet y que al mismo tiempo nos sentimos atados a un escritorio con nuestro PC o portátil. El dispositivo es perfecto para usar, por un lado, en entornos de trabajo, con solo incorporarle un teclado y disfrutando así de un ecosistema completo y 100% Windows, sin medias tintas. La experiencia es exactamente la misma que si estuvieras en tu ordenador -por cierto, viene con dos puertos USB-C aunque sin conector de 3,5 mm como ya pasaba en el Surface Pro 9.
Por si esto fuera poco, cuando lo desees, puedes liberarlo de cualquier acople y disfrutar de una esplendorosa tablet, increíblemente amplia y cómoda para ver películas o incluso jugar, pero al mismo tiempo, cómoda de transportar -no, no es un iPad Pro con sus 500 gramos de peso de medio, pero te aseguro que tampoco te va a importar.
Entiendo que su arquitectura ARM puede generarte dudas. Hay aplicaciones (pocas) que aún no han sido adaptadas, pero es probable que solo lo sufras si tienes necesidades muy específicas y más profesionales ya que hablamos de compatibilidades con soluciones concretas.
Para todo lo demás, creo que es un producto muy redondo. Es verdad que no ha innovado mucho en diseño (sigue siendo un equipo de muy alta calidad y atractivo, pero que ha evolucionado poquísimo tras varias generaciones) y que no trae conectividad 5G, pero lo compensa con todo el resto de cualidades.
Ahora eres tú el que debe valorar si también te merece la pena su inversión, que baja, precisamente, no es: la configuración que he disfrutado tiene un precio de 1.799 euros, al que hay que sumar el pack de teclado y lápiz, cuyo coste es de 309,99 euros. Al final, la broma te sale por 2.108,99 euros. Nadie dijo que la versatilidad fuera barata.
Y si quieres una tablet con teclado pero no te gusta la Surface, ¿qué opciones hay? El Huawei MatePad 11.5S Edición PaperMate es una solución muy atractiva y trae en el saco el Pen y la funda-teclado. El dispositivo disfruta de 8 GB de RAM, 256 GB de capacidad interna y de una pantalla FullView de 2,8K que es una gozada.
En el segmento manzanero, tienes el iPad Pro (2024) con 512 GB, chip M4 y pantalla Ultra Retina XDR por 1.679 euros. Eso sí, el teclado y el lápiz los tienes que comprar aparte. Ojo con eso.
Samsung tiene un convertible 2 en 1, que no es una tablet con teclado en sí, pero por el que merece la pena hacer la vista gorda. El Galaxy Book4 360, que cuesta la mitad que el Surface, viene con procesador Intel, 8 GB de RAM, 512 GB de almacenamiento y un pantallón de 15,6”, que se dice pronto.
La Lenovo Tab P12 se presentó el año pasado y ofrece un rendimiento bastante bueno. Su diseño es elegante, el dispositivo manejable y sus complementos (lápiz y teclado) aportan un plus a la experiencia sin encarecer demasiado el producto. Lo puedes encontrar por 430 euros.
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Tengo mente maquera. No te voy a engañar. Llevo demasiados años usando Mac minis y MacBooks, tanto para uso personal como profesional, lo que hace que tenga totalmente integrados en mi cabeza gestos, atajos de teclado y todo el modus operandi del entorno manzanero.