Estos bebés desnudos son los juguetes más cotizados del momento: "No duran ni 48 horas"
TikTok ha puesto de moda los Sonny Angel, unos querubines japoneses diseñados hace 20 años que triunfan entre los veinteañeros. Las pocas tiendas que tienen acceso a ellos están desbordadas desde hace un año
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Al entrar en la tienda, la adolescente otea los estands buscando un producto en concreto. No dice nada, pero al encontrarlo le sale una mueca gigante de asombro. Saca su móvil y empieza una videollamada con una amiga. "Mira todos los que tienen, dime cuál quieres", dispara al teléfono. La persona que atiende el local no se sorprende demasiado, ya se ha acostumbrado a reacciones similares a diario, y le ayuda en la compra. Hasta hace un año a su comercio para niños habían acudido muy pocas chicas como la que tiene delante, pero la fiebre por los muñecos Sonny Angel ha puesto todo patas arriba. "Mira, tienes ahí las series de cajas que tengo, los estuches y por aquí las pegatinas", le explica la encargada a la chica.
Tras el mostrador está Eva Fuentes, dueña de Älva for kids, un pequeño local de Malasaña que regenta desde hace casi 20 años. Con ese bagaje, le ha dado tiempo a saber de sobra quién y qué viene a comprar cada día. Pero en el último año ha tenido que añadir a su archivo de clientes perfiles como la joven asombrada y sus amigos. Todo por unos pequeños muñecos, los Sonny Angel, que miles de veinteañeros buscan sin parar por todo el mundo. Fuentes es una de las pocas que los vende físicamente y de forma oficial en España (en el centro de Madrid solo está ella y Circo Kids), por lo que su práctica tienda se ha convertido un centro de culto para adolescentes y veinteañeros coleccionistas. "Es un no parar, vienen grupos cada día y algunas mañana hay hasta colas", señala.
En los cerca de 40 minutos que pasamos con Fuentes en esta calurosa tarde de jueves, más de seis chavales pasan por su tienda preguntando por los Sonny. Inspirados en los querubines cristianos (van desnudos y tienen alitas), la cultura japonesa kawaii y con un tamaño que no supera los 8 centímetros, estos bebés son los juguetes más cotizados del momento. Un fenómeno que empieza a recordar al de figuras como los Funko Pop, con series limitadas y diferencias muy concretas en su vestimenta. Además, los famosos ya los coleccionan (en España los compran, por ejemplo, los presentadores de La Pija y La Quinqui) y empieza a haber fanáticos con cientos de bebés colgados por casa, como Bella Hadid. Hasta Dua Lipa salió hace unos meses en un sketch de Saturday Night Live haciendo de una joven que los coleccionaba.
En los números también se empiezan a parecer al movimiento de los cabezudos. De los alrededor de 20 euros que valen en el negocio local pueden pasar a valer cientos en mercados de segunda mano como Wallapop o Vinted. Dreams, la empresa japonesa que los fabrica y distribuye, aún no da cifras de sus resultados, pero en junio de 2023 rompió su stock y desde entonces hay problemas continuos con la distribución. Tantos, que a las tiendas llegan con cuentagotas y la mayoría limitan las compras. En Älva y Circo no puedes adquirir más de dos de cada serie y algunos específicos se limitan aún más. No es que estas dos empresas sean las únicas que hayan descubierto el fenómeno, es que la fábrica ya no distribuye a más puntos por miedo a una ruptura total en la cadena.
@pijayquinqui nuevo episodio con @mariaescarmiento y el nuevo miembro de nuestra familia 🪽🩷 #parati #fyp #foryou #podcast #podcastclips #unboxing #sonnyangel ♬ sonido original - La Pija y la Quinqui
¿Cómo llegan unos simples muñecos alegres a esta locura? Fuentes lo tiene claro: "Es puro TikTok". "Esa red funciona con un algoritmo tan feroz que una vez que ves un vídeo de algo, no para de enseñártelo hasta empujarte a consumir y entrar en ello, es lo que ha pasado con los Sonny Angel". Lo mismo opinan en Circo Kids, que en su tienda de la calle Argensola y en su local del barrio de Salamanca ven el mismo patrón. "No se entiende sin ese boom en TikTok. Nosotros vendemos estos Sonny Angel desde hace casi siete años y nunca había sido algo que saliera demasiado, ahora no duran ni 48 horas. Todo porque se ha puesto de moda en la red social", detalla Sofía Magaña, su dueña.
Es fácil comprobar que todo viene de un mismo sitio, porque en el tiempo que pasamos en Circo Kids, dos veinteañeros hacen cola para comprar tres cajas de Sonny. Una de ellas es de México, tiene 26 años y ha llegado a la tienda gracias al propio TikTok. "En mi país no se venden, solo los puedes comprar en reventa, por eso cuando decidí venir a Madrid de viaje sabía que iba a intentar comprar alguno, me saltó un vídeo donde aparecían los puntos que tenían", cuenta. El otro es un joven de 23 que va buscando un modelo concreto, una versión que se pega en móviles y pantallas con la cabeza del churumbel y su sombrero asomando por encima. Son los Hippers, uno de los modelos más cotizados y que ya tiene incluso Victoria Beckham pegado en su móvil. "Vengo mandado por otro negocio que me ha dicho que no le quedaban y que probase aquí. Es el primero que compro en mi vida y sí, lo vi en TikTok".
Victoria Beckham tiene un Sonny Angel en su teléfonoooooo omg queen 😭😭😭😭 pic.twitter.com/haI1k3CCf1
— ivanajose (@ivvanaj) April 27, 2024
TikTok y el algoritmo feliz
El comercio de la que viene el joven es Älva for Kids. Entre las dueñas se intercambian clientes e intentan ayudar lo máximo para que nadie se quede sin su muñeco. "Yo estoy muy metida en el asunto, tengo un canal de difusión en WhatsApp con casi 600 personas y voy avisando del stock que tengo. Pero es que cuando aviso al día siguiente hay cola esperando a que abra, me pasó este martes por la mañana", cuenta Fuentes. "La suerte es que ahora están mandando más de diferentes series y puedes aguantar un poco, pero de los Hippers, por ejemplo, ya no tengo hasta el próximo pedido que llegue". El canal de difusión lo tiene anunciado en el propio mostrador con un QR y con un Sonny enganchado en el cartel. Es uno de los muchos que tiene por toda la tienda.
Todo lo que rodea a los Sonny es tan curioso y difícil de entender sin TikTok que la realidad es que su diseño cumple 20 años y nunca habían estado tan de moda. Los creó Toru Soeya (Sonny) en 2004, y sacó su nombre de su apodo. Durante años pasaron sin demasiado tirón hasta que el algoritmo decidió cambiar su historia. Eso sí, aunque son antiguos, tienen ciertas características que encajan a la perfección con el fenómeno de la red que marca la vida de la Generación Z. Vienen en cajas sorpresa, por lo que tiene ese punto de lotería y experiencia novedosa, son alegres y adorables, generan nostalgia y son integradores. Es decir, que los puede comprar cualquiera, sea como sea. "Yo he tenido aquí desde niñas híper pijas, a chicos y chiques de lo más underground que te puedas encontrar. Y muchos padres, hasta tipos de Jordania que solo me sabían enseñar la foto del juguete para su hija", cuenta Fuentes.
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No son los únicos juguetes que viven una situación similar. Fuentes también vende algo de Sylvanian Families, otros muñecos con muchos años, que ya tuvieron su éxito en España hace tiempo, pero que han vuelto con TikTok. De nuevo, es un fenómeno similar, con cajas sorpresa, ediciones limitadas y diseños alegres de pequeños animales animados. Estos sí, han llegado a grandes almacenes como El Corte Inglés, pero tampoco tienen casi stock. Por último, está el caso de Miniso, un comercio de origen chino especializado en cajas sorpresa. La compañía fue creada por el empresario Ye Guofu en 2013 y ya tiene 40 sucursales en nuestro país.
Por todo ello, Fuentes pide que no se juzgue a las personas que compran Sonny como marcianos, o compradores compulsivos. Habla de que son pura felicidad. "Es un regalo híper sencillo, bonito, alegre, no muy caro... La gente que los compra solo busca felicidad y es lo que ofrecen, no hay que buscarle más explicaciones". Ella también vende otro modelo de la misma compañía, los Smiski, dirigidos a un público más adulto, pero que sigue patrones muy parecidos. "Son para decorar tu casa cuando te independizas, tener un detalle llamativo o diferente. Y de nuevo vienen en cajas sorpresa y son graciosos", señala.
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Magaña recuerda el caso de los turistas. La tienda se llena semanalmente de decenas de viajeros jóvenes en busca de estos muñecos. "Se ha convertido también en un regalo de viaje, y sobre todo es que hay mucha escasez, apenas hay sitios que consigan producto, así que cuando están en una ciudad en la que saben que hay, porque lo saben, van a por ellos. Incluso vienen con encargos que luego disfrutan juntos", cuenta. "Pero es que la locura ha llegado tan lejos que el otro día vi a un directivo con uno de estos enganchado a su móvil y claro, aluciné. Seguramente su hija o tal se lo había comprado en mi negocio. Esto está llegando a límites insospechados", cuenta.
¿Cómo se digiere todo esto?
La visión de Magaña sobre el fenómeno es algo menos optimista que la de Fuentes. Piensa que es flor de unos pocos días, aunque ya lleva más de un año arrasando en medio planeta. Sin embargo, tiene claro que hay que aprovechar el tiempo que queda. "Nosotros tenemos muchas cosas en nuestras tiendas para niños, esto nos ha abierto la puerta a un público diferente que encima puede traer a padres, hermanos y demás a los que les puede interesar nuestro comercio y nos pone en el mapa", comenta. "Es verdad que hay problemas con stocks y demás, pero bueno, lo que es claro es que ya sea por suerte o por ojo supimos estar en el momento adecuado y ahora somos de los pocos afortunados que pueden venderlos".
El que solo unas pocas tiendas pequeñas puedan tener estos productos tranquiliza mucho a los comercios y es incluso una directriz de las altas esferas de la compañía, como contaban a varios medios estadounidenses. Además, los precios están más o menos pautados: entre 18 y 20 euros por muñeco de venta al público dependiendo del modelo. Pero no es todo tan feliz como un Sonny Angel. Sus vendedores también tienen miedo a la reventa y por eso controlan tanto que no se lleven más de la cuenta y hasta ponen carteles anunciando que son sitios oficiales. Prácticamente han suspendido la venta online y los choques con los distribuidores son tediosos.
En España no hay sede de Dreams, una empresa que solo tiene presencia oficial en Japón, Corea y EE. UU. Aquí llegan con una compañía intermediaria que tiene los derechos y radica en Francia. El Confidencial ha intentado ponerse en contacto con esta empresa, pero no ha recibido respuesta al cierre de este artículo. Desde allí cubren Francia, Italia, Portugal y España y su web es un buen ejemplo del temor al mercado secundario y las copias. Tienen hasta un mapa para mostrar qué comercios son oficiales. Por último, que la firma tenga nula presencia en Sudamérica también dispara el consumo en las pocas tiendas españolas que los sirven.
Para gente como Fuentes, su situación actual mezcla la suerte de haberse posicionado a tiempo con la responsabilidad de gestionar toda la ilusión y el interés de los clientes. "Yo los empecé a vender hace un año por una amiga que tiene una tienda en Barcelona y me dijo que no paraban de pedirle muñecos desde Madrid. Obviamente, mira el boom que me he encontrado, pero también he tenido claro siempre que no quiero que mi comercio sea un sacacuartos, así que con todo eso voy lidiando", añade.
Son casi las siete de la tarde y otras tres jóvenes de unos 20 años se presentan en la tienda de Fuentes. Empiezan a preguntar por los Sonny y la tendera les saca las pegatinas, vende tres por un euro. Habla con ellas y les muestra tanto sus figuras como sus estuches. "¿De Sylvanian también tienes algo?", le preguntan. "Pegatinas y eso sí, pero los sobres están agotadísimos, salvo, quizá, en un local en Chamberí. Intentad preguntar allí", les aconseja. "Ves, toda esta interacción es algo que también fomentan estos muñecos", termina Fuentes.
Al entrar en la tienda, la adolescente otea los estands buscando un producto en concreto. No dice nada, pero al encontrarlo le sale una mueca gigante de asombro. Saca su móvil y empieza una videollamada con una amiga. "Mira todos los que tienen, dime cuál quieres", dispara al teléfono. La persona que atiende el local no se sorprende demasiado, ya se ha acostumbrado a reacciones similares a diario, y le ayuda en la compra. Hasta hace un año a su comercio para niños habían acudido muy pocas chicas como la que tiene delante, pero la fiebre por los muñecos Sonny Angel ha puesto todo patas arriba. "Mira, tienes ahí las series de cajas que tengo, los estuches y por aquí las pegatinas", le explica la encargada a la chica.