Una celda como el baño de su chalet: la nueva vida de la gran estafadora de Silicon Valley

No hay más demora para Elizabeth Holmes. Dieciséis meses después de que fuera condenada a 11 años de prisión, la fundadora de Theranos tendrá que ingresar en la cárcel para mujeres de Bryan (Texas) este mismo martes. Se trata del capítulo final de quien un día fue vista como la reina de los emprendedores en Silicon Valley, gracias a lo que parecía un novedoso sistema de análisis sanguíneo. Solo había un pequeño fallo en todo su modelo: todo era mentira, salvo alguna cosa. Es lo que va a hacer que, en apenas 24 horas, pase de dormir en un chalet que alquilar por 13.000 dólares al mes a una celda.

En enero de 2022, Holmes fue declarada culpable de once cargos de fraude y conspiración por la actividad de Theranos, una empresa que llevó a que Holmes, ahora con 39 años, acumulara un patrimonio de cerca de 4.500 millones de dólares. La cárcel, por cierto, no es lo único que implica su condena, ya que la que fue su mano derecha (y su expareja) Ramesh Balwani, también tendrán que pagar una indemnización de 452 millones de dólares a inversores. Entre ellos, el magnate Rupert Murdoch. En cualquier caso, si bien la condena es de 11 años, esta puede menguar por buena conducta durante su estancia en prisión.

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Desde entonces, Holmes ha hecho distintas apelaciones para tratar de evitar (o, al menos, retrasar) su entrada en prisión, que tendrá lugar a lo largo de este martes. Una vez allí, tendrá que compartir celda con hasta tres prisioneras más. Eso sí, en un habitáculo que será tan grande como uno de los baños de la casa en la que vivía hasta ahora, según ha destacado The Wall Street Journal.

"Cada habitación tiene dos juegos de literas con colchones del grosor de una mano", ha explicado el periódico estadounidense. "En la celda hay taquillas para guardar objetos personales, una silla plegable para cada recluso, una mesa y ninguna puerta. Las sillas deben plegarse y apilarse contra la pared cuando no se utilizan. Los baños están al final del pasillo".

Según la normativa de la prisión, todos los días se tendrá que levantar a las 6 de la mañana para hacerse la cama, fregar el suelo o sacar la basura. Y si no lo hace, será sancionada. Holmes no tendrá libertad de movimientos por las zonas comunes y tendrá un horario controlado, además de tener que pasar por un mínimo de cinco recuentos de presos cada día. Se le permitirá que tenga algunos dispositivos tecnológicos –en concreto, un reproductor de MP3, una radio y un reloj– con ella, pero no podrá usarlos al mismo tiempo.

En la prisión de Bryan hay cerca de 720 presos, donde la mayoría fueron encarcelados por lo que se conoce como crímenes de cuello blanco, además de trapicheo con drogas o inmigración ilegal. Una de las razones por las que se ha elegido esta prisión es que facilita las visitas familiares, ya que Holmes ha sido madre durante el proceso judicial y tiene dos hijas de menos de 2 años de edad, que en principio podrían visitarla los fines de semana y festivos.

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"La prisión ofrece a los reclusos una pista para hacer footing y televisores en un pabellón. Los reclusos también pueden participar en actividades de arte y pasatiempos o leer libros de la biblioteca, donde a principios de este año un recluso encontró un ejemplar de Mala sangre, el bestseller que documenta el ascenso y la caída de Theranos", ha ironizado el periódico estadounidense sobre la que un día fue considerada 'la Steve Jobs de la biotecnología'.

Cabe recordar que el producto estrella de Theranos era un dispositivo llamado nanotenedor —y bautizado comercialmente como Edison— que, en teoría, conseguía hacer análisis de sangre con un pequeño pinchazo que recogía unos microlitros de sangre. Meses después, The Wall Street Journal reveló que se habían encontrado "graves deficiencias" en uno de los laboratorios de la empresa.

El golpe final, eso sí, lo dio un extenso informe del Gobierno de EEUU que sacaba a la luz los grandes fallos a la hora de tomar las muestras, como no almacenar la sangre a la temperatura correcta, tener un personal poco cualificado y entrega de resultados que se sabía que podían ser erróneos. Así, Holmes fue condenada por falsificar informes y demostraciones, ocultar el uso de dispositivos de terceros –la tecnología propia no daba para más– y exagerar los beneficios de la compañía.