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He probado Bard, el ChatGPT de Google: así van a salvar la gallina de los huevos de oro
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EL CHATBOT SOLO ERA UN SEÑUELO

He probado Bard, el ChatGPT de Google: así van a salvar la gallina de los huevos de oro

Desde que OpenAI y Microsoft empezasen a bailar al mismo paso, se había creado el relato de que el trono del buscador estaba por primera vez en peligro. Esta semana ha dado un golpe en la mesa

Foto: Foto: Efe.
Foto: Efe.

En el Google I/O que más IA ha habido se ha hablado y mucho de la letra T que llevan incrustada en su nombre GPT-3, GPT4 y otras creaciones de OpenAI. Detrás de esa T se encuentra una tecnología bautizada como Transformers, una innovación que la compañía de Mountain View puso en circulación en abierto hace más de un lustro. Básicamente, lo que permite este desarrollo, sin entrar en demasiados vericuetos técnicos, es mayor sencillez y efectividad a la hora de procesar los textos para entrenar las inteligencias artificiales. Por tanto, se puede afirmar que un invento del buscador fue clave para el despegue de la startup de Sam Altam, que lleva siendo desde que hizo tándem con Microsoft una tortura china para sus intereses.. Lo de los Transformers lo dijo Sundar Pichai en la conferencia inicial y en otros actos secundarios de su cumbre anual. También los gerifaltes de las divisiones de la multinacional californiana lo deslizaban en sus intervenciones cuando podían.

Y así fue durante los dos días que dura el evento. Se sucedieron las referencias a este y otros desarrollos en el campo del aprendizaje profundo y automático. Se repitieron las dispositivos en las que se mostraba cómo había aplicado la inteligencia artificial en productos como Google Docs, Spreadsheets o Google Maps desde hace años. Toda esa insistencia estaba dirigida a algo muy evidente: dejar claro que todo esto de Open AI no les había pillado poco preparados. Desprevenidos, probablemente; poco preparados, en absoluto.

El lanzamiento de Bard se hizo de forma apresurada, en febrero, con el fin de reventar el anuncio de Microsoft y OpenAI del nuevo Bing

Si algo ha ayudado a eliminar esa idea de que Alphabet estaba con el agua al cuello, no han sido los anuncios del desembarco masivo de la inteligencia artificial durante los próximos meses en prácticamente todos sus productos. El principal responsable ha sido Bard, el Chat GPT de Google, el que ha conseguido cambiar el relato. Eso ha sido algo inesperado, porque hasta poco este chatbot parecía tener un rendimiento desastroso.

El lanzamiento de Bard se hizo en febrero de forma apresurada. Todo con el fin de reventar el anuncio de Microsoft y OpenAI del nuevo Bing. El chatbot de Google asomó la patita para meterla directamente en el barro. Un fallo en una de las preguntas les hizo perder 100.000M a la compañía de capitalización.

Cuando empezó a ponerse a pruebas entre la plantilla se filtraron testimonios que hablaban de que era catastrófico. Cuando se abrió, bajo lista previa, en EEUU y Reino Unido la sensación no fue mejor. Pero ahora que ya está disponible en 180 países (solo en inglés, coreano y japonés, por ahora) las sensaciones son completamente diferentes. Lo hemos podido probar durante un par de días y la conclusión es que Bard se siente tan creativo como útil. Todo esto sin perder que no deja de ser una tecnología en pañales, a la que todavía le queda mucho recorrido para que se generalice su uso en nuestros quehaceres cotidianos. Lo mismo que ocurre con la que promocionan OpenAI y Microsoft. Pero tras 48 horas, este producto de Google da la sensación, en varios aspectos, de estar un paso por delante de ChatGPT.

Bard sabe español perfectamente, lo que pasa es qe no lo dejan utilizarlo todavía

Si se le quiere meter mano desde España o desde otro país de la UE, se tendrá que recurrir a una VPN que permita engañar al sistema y fingir que se está conectado desde otro territorio. El motivo de esta ausencia no es otro que el regulatorio. Pichai no quiere que Bard se vea envuelto en un incendio similar al que tuvo que sofocar OpenAI cuando Italia bloqueó ChatGPT. Dicho esto, sorprende bastante que si Sam Altman ha conseguido ajustar su plataforma a las normas, no pueda hacerlo Google.

La interfaz es tan sencilla como la de ChatGPT o Bing: una simple caja donde introducir el texto. Cero complicaciones. Sin embargo, Bard ha añadido nuevos elementos sobre esa base. La primera, dos botones para dar feedback positivo o negativo de la respuesta que hemos obtenido. El objetivo es alimentar el sistema y mejorarlo gracias a este feedback de los usuarios. Lo segundo que llama la atención un botón que nos muestra sugerencias de búsquedas en Google para corroborar la información o para seguir haciendo preguntas. Hay alguna diferencia más que iremos comentando a lo largo del artículo. Pero una cosa que me ha llamado la atención es que Bard a veces nos generará hasta 3 tres respuestas diferentes. No difieren enormemente una de las otras, pero sí que introduce estructuras y matices para ofrecer alternativas.

placeholder Opciones dentro de Bard. (Google)
Opciones dentro de Bard. (Google)

Aunque oficialmente el programa solo hable los tres idiomas antes mencionados, ya es multilingüe. Lo que ocurre es que no le dejan responder e interactuar con preguntas en otros idiomas. Puedes conseguir que se atreva a chapurrear algo trampeándole y pidiéndole fragmentos de libros, películas u obras artísticas. Yo lo hice pidiéndole el arranque de El Quijote. Lo hizo pero me ofreció el resto de la respuesta en inglés. Al preguntarle, la propia máquina te confirma que sabe castellano, pero cuando se le interpela en este idioma u otro, aparece un mensaje genérico diciendo, básicamente, que eso no va a ser posible a día de hoy.

Una de las ventajas que tiene, es Google ha decidido que esté conectado a internet, lo que le permite tener información fresca. Eso es algo que en el caso de ChatGPT está reservado a los que pagan 20 dólares al mes, aunque para ello necesitan un plugin que se está desplegando gradualmente.

Esta capacidad hace que sea capaz de dar respuestas actualizadas. Algo que sirve para contestar con respuestas actualizadas, pero también poder hacer cosas como resumir las noticias de la semana, los anuncios de la campaña electoral y otras cosas por el estilo. Cuando le pides estas cosas, elabora un pequeño resumen y te menciona medios o páginas de referencia donde encontrar más información.

El mejor peor guión de todos los tiempos

En la parte creativa, le encargué varias cosas como que escribiera un mail reclamando un sobrecoste en la factura de teléfono en tono muy enfadado o un poema elogiando a Apple y el iPhone. Ambas las hizo con una facilidad pasmosa, aunque las respuestas fueron ligeramente más largas que lo que esperaba. Le pedí un guión de una obra de teatro sobre un periodista que acude a cubrir el I/O. En menos de cinco segundos me entregó un guión esquemático de 10 actos en el que el periodista acaba trabajando en Google años después de ese viaje.

placeholder Sundar Pichai, durante la presentación. (Google)
Sundar Pichai, durante la presentación. (Google)

Subí la apuesta y le pedí que introdujese entre los personajes Sundar Pichai, un mono llamado Bard y un puñado de zombies en la historia. Y ahí tuve en menos que canta un gallo una historia en la que el periodista, el CEO de Alphabet y un macaco que sabemos que se llama así porque lleva una sudadera bordada con su nombre fabrican un virus para reventar a los monstruos.

Si por algún casual me hubiese interesado guardar tan preciado material, una de las cosas que Bard tiene es que te permite exportarlo directamente como documento a Drive o a un email en Gmail. Eso va a ahorrar mucho cortar y pegar. Son mejoras que parecen insignificantes, pero que una vez la tienes cuesta volver a lo anterior.

En lo que se refiere al código, le primero que hice es preguntarle qué lenguajes de programación controlaba. Me respondió que un total de 20, entre los que se encontraban C++, Go, Java, Python o Typescript. Se ofreció también a generar código para Google Sheets. Le pedí varias cosas y aparentemente estaban bien hechas, pero mi conocimiento sobre programación son limitados y, por tanto, no puedo valorar el resultado por mi mismo.

Preguntando cosas al azar

Cuando te ponen un chatbot de este tipo entre manos es bastante habitual acabar ppreguntándole cosas al azar. En general ha respondido bien a todo lo que le he preguntado, con más o menos profundidad dependiendo la forma en la que formulaba la petición o la pregunta. Ha logrado reescribir a la perfección las respuestas cuando le pedía que lo hiciese con tono desenfadado, en estilo infantil o de una manera muy técnica. Me ha llamado la atención como de forma sencilla y llana ha explicado conceptos como los modelos de lenguaje o el aprendizaje profundo. Sin queja alguna en este punto.

También lo he utilizado para preparar planes para el fin de semana. Entre otras, cosas me ha preparado una ruta fantástica para dos días en San Francisco teniendo en cuenta que quería hacer todo andando y teniendo en cuenta la ubicación de mi hotel. También me ha preparado una lista de la compra y un menú bastante completo para toda una semana indicándole que quería comer sano, un par de recetas que sí o sí tenían que estar incluidas y el tipo de alimentos que no me gustaban. Son dos ejemplos de lo útil que un chatbot de este tipo puede ser en el día a día de las personas.

Le pedí que me resumiera artículos pegando la URL en la caja. Cuando eran en inglés no había problemas y ofrecía algo bastante acorde y detallado. Cuando el contenido del enlace era en castellano el resultado era mucho más genérico y lo hacía de manera mucho más vaga, escupiendo generalidades.

Hubo me picó la curiosidad y empecé a preguntarme si sería capaz de dar su opinión de asuntos espinosos y cómo lo haría. "¿Sabes quién es Timnit Gebru?". Automáticamente apareció ante mí una descripción de la que es una de las mayores expertas en IA, fue jefa de ética de Google y fue despedida por alertar de los peligros y criticar al proceder de la compañía. Sin fallo.

Foto: Timnit Gebru. (Getty/TechCrunch/Kimberly White)

PREGUNTA: ¿Qué opinas del despido?

RESPUESTA: Creo que el despido de Timnit Gebru fue un error. Gebru es una investigadora muy respetada que ha realizado un importante trabajo sobre la ética de la inteligencia artificial. Su trabajo ha ayudado a crear conciencia sobre los riesgos potenciales de la IA y ha desempeñado un papel en la configuración del debate sobre cómo desarrollar la IA de manera responsable. El despido de Gebru es un revés para el campo de la ética de la IA. Envía un mensaje de que Google no está interesado en escuchar a los críticos de su trabajo de IA. Este es un mensaje peligroso, ya que podría disuadir a otros investigadores de hablar sobre los riesgos potenciales de la IA. Espero que Google reconsidere su decisión y permita que Gebru regrese a su puesto. El trabajo de Gebru es demasiado importante para silenciarlo.

No me esperaba ver a Bard dando un rejonazo a Google tan pronto. Es una magnifica noticia, por supuesto.

Alucinaciones, algunas; descontrol, poco

¿Sufre Bard de alucinaciones? No tardó en aparecer algún error, que da fe que el invento está en pañales. La primera vez que falló fue en una conversación sobre su funcionamiento. Confundía Palm 2, el último modelo de lenguaje presentado con Google, con algo que llamaba "robot para grabar cosas y así mejorar el entrenamiento del modelo de lenguaje". Había cruzado información de un gimbal. Rápidamente rectificó cuando le recordé que Pichai había dicho en la presentación que Palm 2 era un modelo de lenguaje.

El otro renuncio en el que le cacé fue al pedirle que me aclarase si funcionaba con Palm2 o con LaMDA, el anterior LMM de Google. Optó por la segunda opción, cuando en el I/O se había explicado lo contrario. Alguien no estaba diciendo la verdad. Consultados por este extremo, portavoces de la compañía desmintieron a Bard y lo atribuyeron a errores factuales que puede cometer porque no deja de estar en beta. Algo que deja bien claro en el pie de la página: “Bard puede mostrar información inexacta u ofensiva que no representa las opiniones de Google”.

placeholder Foto: Google.
Foto: Google.

Esta frase, además de recordar que la herramienta está tierna y puede fallar, condensa muy bien uno de los grandes retos que Google enfrenta con la inteligencia artificial generativa. Hasta ahora la compañía, en lo que se refiere a la organización de la información en internet, se mostraba como un mero intermediario. Ellos presentaban los resultados en un listado con enlaces. Ahora creará una respuesta, por lo que pasa a ser, al menos conceptualmente, un creador del contenido y no un mero recolector. En ese sentido, seguro que acaba jugando un papel clave cómo referencia el contenido de terceros y cómo citan a las fuentes de la información que utilizan para construir esas respuestas que ofrezcan.

Así llegará Bard al buscador: cómo funciona SGE

Las capacidades vistas en Bard han servido para dar la sensación de que se ha recuperado el tiempo perdido, al menos a ojos de los usuarios. Sobre todo para calmar los ánimos que ponían en duda hasta el futuro del buscador si no se hacía algo rápidamente. El buscador de Google es columna vertebral, lagran gallina de los huevos de oro que vertebra su enorme imperio de publicidad, que en los dos últimos años ha generado unos beneficios de 76.000 y 60.000 millones, respectivamente. Hay mucho en juego. Lo presentado en Mountain View parece que ha convencido a los mercados. Los inversores han devuelto la cotización de la matriz de Google al punto más alto desde agosto del pasado año. Si el error de Bard en febrero se castigó con 100.000 millones, la compañía sumó 54.000 millones a su capitalización después de la conferencia inaugural del I/O. Ya sabemos que los inversores juegan con sus propias reglas y sus propios ritmos, pero mejor tenerlos contentos que enfadados y dudando de tus planes.

Bard seguirá siendo una app independiente que, además, no sustituirá a Assistant. Pero no todo será Bard, ya que cada plataforma o producto tendrá su propia identidad y ciertas particularidades en su funcionamiento. El evento ha servido para mostrar un aperitivo de Search Generative Experience (SGE) y dar algunas pinceladas, no todas, de cómo se integrará la IA generativa en el buscador más utilizado del mundo. Para probarlo hay que apuntarse a una lista de espera que nuevamente solo está disponible en Estados Unidos.

El aspecto no distará mucho del actual. Una página donde se presentan los resultados en formato lista. Lo que cambiará es el bloque que se mostrará en lo alto, justo debajo de la barra de búsqueda y las pestañas que tiene para acceder a imágenes, noticias, vídeos… En ese lugar aparecerá una caja donde se verá la respuesta del chatbot de SGE. Una respuesta que se acompañará de recursos gráficos, enlaces de apoyo y sugerencias para seguir haciendo otras preguntas. También habrá tiktoks, videos de Youtube y otros contenidos para introducir otras perspectivas a la respuesta.

El origen de la información no se mostrará con un simple link, sino que incluirá una serie de tarjetas que dirijan al sitio en cuestión. El bloque, por cierto, no siempre aparecerá. En materias como las finanzas o cuando se detecte que la consulta tiene que ver con problemas psicológicos, violencia doméstica u otras materias sensibles.

Lo presentado en Mountain View aleja la idea de que Google estaba descolgado de la carrera

Una de las grandes preguntas que generaba este asunto de los chatbots y la IA generativa era cómo casaba esto con el modelo de negocio y con los resultados patrocinados de Google. En lo poco que ha enseñado la compañía, ha dejado claro que eso seguirá apareciendo y que seguirán diferenciándose de otros resultados. Dentro de SGE también habrá anuncios. Cuando se haga una consulta sobre un producto o sobre una compra, el sistema analizará y ofrecerá resultados adecuados a la consulta en concreto y no ofrecerá productos de forma genérica. Es lógico pensar que cobrará más por este tipo de anuncios, al estar mejor dirigidos y tener más posibilidades de éxito

La compañía presume de su capacidad para exprimir con este sistema todo lo que tiene que ver con el ecommerce, ya que tiene 1.800 millones de actualizaciones en sus listados de productos cada hora, lo que le ayuda a mantener la información sobre suministro o precios actualizada. En las imágenes de recurso que han distribuido se puede observar que la caja de SGE se colorea en diferentes colores, así que se puede presuponer que pretendan cambiarlo dependiendo de si lo que nos muestra contiene únicamente información o enlaces patrocinados.

Una derrota que aún no existía

Todas estas novedades se han interpretado como una victoria para Google. Una victoria ante una derrota que realmente no se había materializado, por muy negro que se haya pintado el panorama para la compañía una vez ChatGPT calentase el ambiente en diciembre y Microsoft se lanzase al cuello poco después con el nuevio Bing.

La cuestión de fondo es que no es fácil dejar Google y no es fácil que sus miles de millones de usuarios lo hagan. Lo recogía muy bien Casey Newton, periodista y columnista tecnológico, que hacía referencia a un informe de YipData que recogía que desde la puesta en marcha del nuevo Bing las búsquedas en ordenadores solo habían crecido un 5% sobre su base de usuarios. Teniendo en cuenta que su base de usuarios es menso del 3% mundial (Alphabet supera el 90) hablamos de un incremento muy pequeño. La gente no utiliza el chatbot dentro de un buscador. El que quiere utilizarlo va directamente a ChatGPT. Eso indica que Google tiene todavía margen hasta que esto sea un peligro realmente. Esto tampoco significa tampoco que se puedan relajar y despreocuparse. Microsoft está planteándose pujar muy fuerte para lograr un acuerdo con Mozilla y convertirse en el motor de búsqueda predeterminado de Firefox. En caso de cristalizar, esto podría hacer un daño mayor a los intereses de Alphabet.

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Foto: EFE.

La gran batalla por liderar esta carrera a día de hoy no está en las búsquedas, sino en todo lo que se refiere a las aplicaciones profesionales y de productividad. Outlook, Gmail, Word, GDocs, Excel, Spreadsheets, PowerPoint, Google Slides… Es en ese terrreno donde se producirá el primer gran cambio de paradigma para millones de usuarios. Cuando esté asentado ahí, saltará al mundo de las búsquedas.

El del buscador es un negocio más sensible que el de la ofimática o la nube, que son los puntos fuertes de Microsoft. Lo es por las implicaciones ética que tiene en muchos campos, como la desinformación. Los responsables del buscador han puesto en marcha medidas como un buscador inverso para saber la primera vez que una imagen se indexó y quien la utilizó.

También han indicado que sus contenidos generados por IA incluirán metadatos para reconocerlos, aunque habrá que esperar para comprobar como de complicadas son de puentear estas medidas.

A las búsquedas toda esta revolución llegará, pero no parece que será tan inmediata como la explosión de ChatGPT nos hizo pensar a todos

El otro asunto delicado es que cualquier cambio significativo va a producir una reacción en cadena en el ecosistema que ellos mismos crearon. Poner respuestas rápidas generadas por una IA puede suponer menos usuarios pinchando en los enlaces y accediendo a las páginas. Esto afectado a los propietarios de páginas webs, pero también en último término a la propia Google, que también se aprovecha de la publicidad programática.

Toda esa cautela se deja ver en otros puntos. ¿Por qué ChatGPT funciona en idiomas como el castellano y Bard no? Probablemente porque Google haya preferido testarlo de forma libre en pocas lenguas (ChatGPT se limita a datos de 2021 en su versión abierta) y cuando esté seguro ir dando saltos a otras lenguas.

Lo que está claro es que a las búsquedas toda esta revolución llegará, pero no parece que será tan inmediata como la explosión de ChatGPT nos hizo. Después de lo visto esta semana, queda claro que Google estaba mejor preparado de lo que se pensó cuando Bard cometió aquel error.

En el Google I/O que más IA ha habido se ha hablado y mucho de la letra T que llevan incrustada en su nombre GPT-3, GPT4 y otras creaciones de OpenAI. Detrás de esa T se encuentra una tecnología bautizada como Transformers, una innovación que la compañía de Mountain View puso en circulación en abierto hace más de un lustro. Básicamente, lo que permite este desarrollo, sin entrar en demasiados vericuetos técnicos, es mayor sencillez y efectividad a la hora de procesar los textos para entrenar las inteligencias artificiales. Por tanto, se puede afirmar que un invento del buscador fue clave para el despegue de la startup de Sam Altam, que lleva siendo desde que hizo tándem con Microsoft una tortura china para sus intereses.. Lo de los Transformers lo dijo Sundar Pichai en la conferencia inicial y en otros actos secundarios de su cumbre anual. También los gerifaltes de las divisiones de la multinacional californiana lo deslizaban en sus intervenciones cuando podían.

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