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Se vende 'startup' española en ruinas: compra por 150 euros su 'app' y usuarios
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EL DESGUACE DE UNA APLICACIÓN

Se vende 'startup' española en ruinas: compra por 150 euros su 'app' y usuarios

Llollo era una plataforma que ofrecía un servicio de aparcacoches que llegó a levantar 2,5 millones. Ahora están subastando todos sus recursos: desde la marca a coches averiados

Foto: Una de las imágenes promocionales de Llollo. (Llollo)
Una de las imágenes promocionales de Llollo. (Llollo)

Una aplicación para móviles y una base de datos de entre 14.000 y 19.000 personas por 150 euros. Ese es el precio de inicio en la subasta que se ha fijado para el desguace de Llollo, una app de aparcacoches que llegó a levantar dos millones de euros, pero que entró en concurso voluntario de acreedores a finales de 2020. A su vez, en este proceso de liquidación, también se han puesto a la venta un coche y una furgoneta de la compañía, que por ahora son los que están concentrando la práctica totalidad de las pujas.

El modelo de Llollo consistía en una app para móviles con el que se contrataba un conductor que se encargaba de recoger y aparcar el coche de los usuarios en la estación de Atocha y el aeropuerto de Barajas. "Estamos revolucionando la forma de aparcar a través de la tecnología. Con un solo clic recogemos, aparcamos y devolvemos tu coche en la puerta de la terminal, sin necesidad de pagos en efectivo, pérdidas de tiempo ni de traslados", dicen aún la web de la app, que sigue estando operativa. Este periódico ha intentado, sin éxito, contar con el punto de vista de los fundadores de esta startup, que vendieron el proyecto meses antes de que se declarara insolvente.

Foto: Elon Musk, en una imagen de archivo. (Reuters/Patrick Pleul)

Esa aplicación es lo que se vende ahora en un lote que, en el momento en el que se escriben estas líneas, solo ha tenido tres pujas, que le han dejado en un precio de 170 euros. Se puede encontrar en la plataforma de subastas Escrapalia, que se lleva una comisión del 15% de la venta y trabaja habitualmente con administradores concursales. "No sé si alguien ha subastado alguna vez una app y una base de datos en España, pero nosotros es la primera vez que lo vemos", reconoce Patricia Vela, del Departamento de Marketing de esta empresa.

De hecho, la información personal de los usuarios es uno de los aspectos más llamativos en este particular desguace, en el que se dan distintos detalles sobre quiénes forman parte de esa base de datos, como que "un alto porcentaje" eran residentes de la Comunidad de Madrid que habían usado el servicio en algún momento entre 2017 y 2020, año en que dejaron de operar. El archivo, según explican, incluye información como nombres, apellidos, correo electrónico, teléfono móvil, matrícula del vehículo o "tarjeta de crédito en muchos casos".

Samuel Parra, abogado especializado en derecho digital, tampoco ha visto casos parecidos. Sin embargo, aclara que las ventas de bases de datos no tienen por qué ser problemáticas. "Aunque la compre el mejor postor, eso no quiere decir que se vaya a descargar la base de datos automáticamente. Hay que pasar por un proceso legal", explica este letrado, que también ha trabajado como asesor en compraventa de portales y aplicaciones. "Hay que informar al usuario y darle la posibilidad de que se eliminen sus datos en un plazo de unas semanas. Mientras se haga así, no va a vulnerar ninguna normativa, porque de lo contrario sería ilegal".

"Nosotros no manejamos la base de datos, ni tenemos acceso a ella. Cuando haya un comprado, el comprador será la que tenga la potestad sobre ella, después de seguir unos procedimientos", explican en Escrapalia, donde detallan que la iniciativa vino del propio administrador concursal. "Ellos nos dicen qué tienen y unas valoraciones mínimas", detalla.

En cambio, las pujas que sí han funcionado mejor es la de los tangibles de la empresa, que se reducen a dos vehículos con varias averías y desperfectos: un coche BYD e6, con 128.611 kilómetros, y una furgoneta Ford Transit CU, 375.657 km. El primero salió a la venta por 160 euros y el segundo por 1.250 y ahora, tras varias decenas de pujas, en 1.150 y 3.900 euros.

Cómo Llollo provocó una compra de 100M

"Era una startup con proyección y se estaban extendiendo", explican en la plataforma de subastas cuando les preguntan por Llollo. Además de la financiación obtenida, la empresa —fundada en 2015— llegó a emplear a cerca de un centenar de personas. Si bien en un inicio trabajaban en varias zonas del centro de Madrid, la propia complejidad operativa hizo que se limitaran a Atocha y Barajas. De este modo, el personal encargado de aparcar los coches se concentraba en dos puntos concretos en lugar de tener que desplazarse.

Fue así como consiguieron aparcar cerca de 5.000 coches al mes y ser rentables en su tercer año de vida. Sin embargo, poco después optaron por caminar por otros derroteros. "Las dos empresas que copiamos en EEUU quebraron al año o dos años (...) porque el negocio de cara al servicio es extremadamente complejo", explicaba Hans Christ, cofundador, en una entrevista en 2019. La diferencia era que allí ofrecían servicio de aparcacoches en cualquier lugar, algo que dificultaba enormemente la logística y, también, lanzaba un aviso a Llollo: su modelo no iba a poder escalar a lo grande, ya que siempre estarían atados a lugares como estaciones o aeropuertos.

Foto: Hans Christ (izquierda) y Alejandro Vigaray.

"Tomamos una decisión arriesgada. Habíamos logrado construir una empresa rentable, funcionaba, tenía una marca, el servicio era brutal y teníamos un superequipo. Pero, ¿por cuánto íbamos a tener éxito, tanto para nosotros como los inversores?", se preguntaba Christ, que ya miraba al mercado de alquiler de coches y las posibilidades de negocio que podía ofrecer su digitalización, donde había un importante margen de mejora. "Estamos hablando de un tamaño de mercado de aparcar coches en Madrid, España y quizá Europa, comparado con un mercado de 500.000 millones en Europa", se sinceraba.

Fue así como los propios fundadores de Llollo acabaron creando Bipi, otraa startup, que desarrolló un modelo de suscripción de coches allá por 2017. En un principio, las plantillas eran transversales a ambas firmas y, de hecho, los clientes de Lollo eran los primeros en probar este nuevo servicio, pero el rápido despegue de este nuevo servicio provocó que acabaran perdiendo definitivamente el interés en la app de aparcacoches.

Así, en 2019 decidieron vender Llollo a "uno de los operadores de parking más importantes de Madrid", aunque no indicaron su nombre. No obstante, poco después estalló la pandemia y, a finales de año, ya se había declarado en concurso voluntario de acreedores. Bipi, por su parte, ha corrido mucha mejor suerte. Tal y como adelantó El Confidencial, la startup fue vendida al grupo Renault por 100 millones de euros, después de haber levantado 25 millones en rondas de financiación.

Una aplicación para móviles y una base de datos de entre 14.000 y 19.000 personas por 150 euros. Ese es el precio de inicio en la subasta que se ha fijado para el desguace de Llollo, una app de aparcacoches que llegó a levantar dos millones de euros, pero que entró en concurso voluntario de acreedores a finales de 2020. A su vez, en este proceso de liquidación, también se han puesto a la venta un coche y una furgoneta de la compañía, que por ahora son los que están concentrando la práctica totalidad de las pujas.

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