Es noticia
Las 'cripto' han quemado en 2022 más dinero que el PIB de España y 2023 puede ser peor
  1. Tecnología
El año fatídico del bitcoin

Las 'cripto' han quemado en 2022 más dinero que el PIB de España y 2023 puede ser peor

El precio de bitcoin se ha precipitado este año y nadie sabe dónde estará su suelo. En el camino, se ha llevado por delante varios proyectos mientras se destapaban escándalos. Sin embargo, eso no es lo más preocupante

Foto: Sam Bankman-Fried, frente a la Corte Federal de Manhattan. (Reuters/Jeenah Moon)
Sam Bankman-Fried, frente a la Corte Federal de Manhattan. (Reuters/Jeenah Moon)

Las criptomonedas llevan ya más de 14 meses en uno de los inviernos más duros de su historia, y nada hace presagiar que el otoño vaya a llegar pronto. Solo en el último año, la capitalización total de estas monedas digitales se ha desplomado, hasta el punto de perder tres quintas partes de su valor. Es decir, se han esfumado 1,4 billones de dólares, lo que equivaldría a haber engullido toda la riqueza de un país como España, cuyo PIB ronda esa misma cifra. Las razones de su caída han sido variadas, donde han destacado las quiebras y escándalos, aunque la palma se la ha llevado la bancarrota del exchange FTX, uno de los mayores desastres financieros conocidos. Aun con esas, ese no ha sido su mayor fracaso en 2022, sino no haber conseguido su gran promesa: convertirse en un valor alternativo a los mercados tradicionales.

Foto: El CEO y liquidador de FTX, John J. Ray III. (EFE/EPA/Will Oliver)

En realidad, la caída de las criptomonedas ha sido mucho más pronunciada, ya que comenzó en noviembre de 2021. En aquel momento, bitcoin (BTC) —el valor de referencia en este sector— alcanzaba los 68.000 dólares de cotización y la capitalización del resto de divisas rozaba los tres billones. Hoy ambas cifras se han reducido en torno al 75%. En el momento en el que se escriben estas líneas, BTC está rondando los 16.000 dólares, mientras que el resto del mercado apenas roza los 800.000 millones.

Ahora la duda es si conseguirá reflotar esta industria, que ha visto machacada su imagen el peor momento posible, hasta el punto de acabar menoscabando la confianza de quienes algún día confiaron en bitcoin como inversión. Es el caso de Tesla, que decidió vender sus posiciones después de haber perdido 1.200 millones en la jugada. En cambio, hay quien sigue apostando por estas monedas, como es el caso de El Salvador, un país que empezó a invertir semanas antes de que alcanzara el pico. Se estima que han comprado algo más de 2.000 bitcoins, aunque no existe una cartera pública en la que se pueda ver el número total y su precio de compra. Sea como sea, no han dejado de comprar (y asegurar que lo seguirán haciendo) ya que consideran que la resurrección de estas divisas es solo cosa de tiempo. Sin embargo, nada parece indicar que eso vaya a ocurrir pronto.

Los primeros sustos del criptoinvierno

Una vez tocó su máximo, bitcoin empezó a caer con fuerza, a la par que lo hacían las acciones de las tecnológicas. Es algo que se achacó a la inflación y la subida de tipos de interés, a lo que después se sumaría la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que aumentó aún más el miedo en todos los mercados. Aquello fue la antesala de los primeros sustos del criptoinvierno, que afectaron sobre todo a quienes habían entrado como aficionados con pequeñas cantidades, casi por curiosidad, aunque seguramente con la esperanza de llevarse un pico. Ahí está el caso de Coinbase, ahora el segundo mayor exchange del mundo, que empezó a encandenar caídas que, finalmente, le han hecho perder un 90% en bolsa.

La primera turbulencia llegó en mayo con el colapso de Terra y Luna, dos criptomonedas que tenían una estrecha relación entre sí y que habían llegado a estar entre las diez divisas digitales más usadas. La primera era una stablecoin, es decir, un tipo de moneda que se caracteriza por ofrecer estabilidad frente a las cripto convencionales. Al no contar con el respaldo de ningún banco central, tienen que buscar una forma de garantizar que si inviertes un euro, recibes ese mismo valor en la stablecoin. La empresa a cargo de este proyecto, TerraForm Lab, apostó por un modelo algorítmico, donde una serie de cálculos complejos eran capaces, en principio, de mantener el equilibrio.

Foto: Foto: Reuters/Soe Zeya Tun.

Ahí es donde entraba en juego Luna, la otra criptomoneda de TerraForm Lab, que servía para respaldar el valor de su compañera Terra. Con este método, si la demanda de Terra le hacía superar el precio del dólar, un algoritmo eliminaba unidades de Luna de la circulación para convertirlas en Terra para corregir la situación. En el caso contrario, la operación se repetía a la inversa. Aquello se estropeó cuando el precio de Luna bajó más de la cuenta, ya que la compañía hizo una importante rebaja de los intereses de sistema de préstamos (aquí se explica su funcionamiento en detalle), que era el pilar de su negocio.

Fue el comienzo del fin para aquel proyecto que, para más inri, tenía sus reservas de fondos en bitcoins. Tras el desplome de esta criptomoneda, ese dinero valía entonces la mitad y complicaba aún más la situación, tanto de esta empresa como de otras que dependían de él, como fue el caso de Voyager Digital o Three Arrow Capital, un fondo que manejaba cerca de 10.000 millones de dólares.

placeholder Centro de minado de criptomonedas. (EFE/EPA/Liu Xingzhe)
Centro de minado de criptomonedas. (EFE/EPA/Liu Xingzhe)

Poco después, llegaba el primer gran corralito del criptoinvierno. Lo hizo Celsius, una de las prestamistas de criptomonedas más importantes del sector, un estatus que se había ganado con un modelo peculiar. Este consistía en que sus clientes les dejaban criptomonedas en depósito a cambio de un determinado importe en dólares. Aunque para personas ajenas al mundillo pueda parecer raro, en realidad es algo habitual para quienes no quieren sacar su dinero del mundo cripto, algo que conlleva determinadas comisiones. De nuevo, sus tipos de interés eran mucho más altos que en finanzas tradicionales, algo que conseguían con un modelo similar al de Terra y Luna: invirtiendo en el sector, algo que no les salió demasiado bien cuando las cosas empezaron a torcerse. Finalmente, acabaron anunciando su entrada en bancarrota.

Sin ir más lejos, una de sus apuestas había sido la industria del minado de criptomonedas, clave tanto para generar nuevas monedas como para validar las transacciones. Tras un crecimiento explosivo que les llevó a acaparar los componentes tecnológicos más cotizados, la caída de los precios y la subida de las tarifas energéticas acabaría haciendo que este nicho también cayera en saco roto. No ha sido lo único ya que ether, la segunda divisa digital más grande, cambió completamente su mecánica interna, haciendo que la capacidad de computación dejara de ser relevante. Eso sí, se esperaba que iba a provocar una subida de su precio, algo que no ha sucedido por ahora.

El escándalo de FTX

Sin embargo, aquellas caídas quedaron relegadas cuando llegó la caída de uno de los pesos pesados de las criptomonedas, FTX, la que para muchos era la gran empresa estadounidense del sector. Si bien su ascenso había sido meteórico, alcanzando esa posición en menos de dos años, lo cierto es que su caída fue aún más rápida. En apenas unos días, su fundador, Sam Bankman-Fried, pasó de ser el niño mimado de las criptomonedas a uno de los mayores defraudadores financieros de la historia del país.

A principios de noviembre, el medio especializado CoinDesk había publicado un análisis que mostraba la exposición total del balance de Alameda Research, una especie de brazo inversor de FTX, aunque la relación de ambas nunca ha sido clara. Binance, su principal competidor, aireó las dudas sobre las cuentas y, después, hizo una oferta de compra que retiró en cuanto echó un vistazo a las tripas de la firma. Mientras tanto, el pánico entre los clientes desembocó en una retirada masiva de fondos que dejó secas sus cuentas. Apenas unos días más tarde, entraba en bancarrota.

Foto: Sam Bankman-Fried. (Getty)

"Nunca en mi carrera he visto un fallo tan rotundo de los controles corporativos y una ausencia tan manifiesta de información financiera fidedigna", dijo nada más echar un vistazo a las cuentas John J. Ray III, que fue nombrado liquidador de la empresa en cuanto se declaró en quiebra. No se trata de un perfil cualquiera, sino de uno de los profesionales más reputados y con más experiencia en estas tareas, dos circunstancias que hacen que cobre 1.300 euros por hora trabajada. La tarifa puede parecer disparatada, pero también lo es el enredo que tiene que resolver.

Desde entonces, el agujero de FTX se ha ido ensanchando hasta superar los 11.000 millones de dólares, aunque el caos es tal que, por ahora, imposible determinar su magnitud, aunque sí está claro es que, salvo milagro, el roto será mucho mayor. Por ahora, ya se ha llevado por delante todo el patrimonio del que fue el multimillonario más joven de las criptomonedas, que ya ha sido extraditado a Estados Unidos, donde ha sido puesto en libertad bajo fianza. Todo apunta a que se autodeclarará culpable en los próximos días, algo que ya hicieron dos de sus colaboradores más cercanos. La gran incógnita ahora es cuánto dinero queda en las cuentas del exchange y cuándo podrá devolverse, aunque sea una mínima parte, a clientes y prestamistas. El proceso, en cualquier caso, puede dilatarse durante años.

El verdadero problema de las criptomonedas

Más allá de los golpes y caídas, hay un aspecto clave para entender el rumbo de bitcoin y su futuro. La criptomoneda por excelencia fue concebida (y así lo defienden sus más acérrimos) para crear un sistema financiero alternativo al tradicional, de modo que funcionara bajo sus propias lógicas y no necesitara ningún tipo de intermediarios. Así, se convertiría en un valor refugio o, como aseguraban muchos, el oro digital. El problema ha sido que, a medida que atraía cada vez más dinero, también llegaban más inversores convencionales, como Sequoia Capital o Andreessen Horowitz (a16z), algo que ha acabado ligando su destino al de estos mercados.

Este año, la correlación entre el precio de las criptomonedas y el índice S&P 500 ha alcanzado máximos históricos. Buena parte de las grandes bajadas en criptos en los últimos meses han tenido como precedente las subidas de tipos de interés —es decir, el encarecimiento de las deudas— anunciadas por los principales bancos centrales, como la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco Central Europeo. De hecho, es lo que explica que el hundimiento de las criptomonedas empezara días antes del anuncio de Celsius. Son una serie de circunstancias que hacen cuestionarse si estos activos conseguirán recuperarse en algún momento y si, cuando lo hagan, lo harán con tanta fuerza como hasta ahora. Además, cabe recordar que mientras que la volatilidad del bitcoin se ha reducido, la de las bolsas se ha disparado.

También estará por ver qué ocurre con la concentración de poder por parte de Binance que, tras la caída de Bankman-Fried, ya no tiene quien le pueda hacer sombra. De todos modos, la firma fundada por Changpen Zhao tampoco ha brillado por la transparencia en sus cuentas. Es algo que hace que, hoy en día, sea imposible saber cuáles son sus reservas y, por tanto, nadie tiene claro el grado de solvencia de este exchange. Los movimientos que ha hecho en esta dirección han dejado mucho que desear, levantando unas dudas que por ahora no tienen más base que la lógica sospecha: a estas alturas, ya nadie se fía de nadie.

Todo lo ocurrido durante este criptoinvierno va a acelerar los procesos de regulación de los criptoactivos tanto en Europa como en Estados Unidos, algo que dejará al sector aún más cerca de los sistemas financieros tradicionales, pero más lejos de situaciones como las que se han visto este año. Por ejemplo, una vez entre en vigor la regulación europea para los criptoactivos, conocida por su acrónimo MiCa, obligará a las empresas a presentar auditorías en las que se refleje la situación de la empresa. Es algo que podría haber paliado o, al menos, menguado, una situación como la de FTX. Lo que está claro es que el aumento de los controles les dejará aún más lejos del sueño de conseguir una alternativa económica descentralizada, algo que ahora parece más remoto que nunca.

Las criptomonedas llevan ya más de 14 meses en uno de los inviernos más duros de su historia, y nada hace presagiar que el otoño vaya a llegar pronto. Solo en el último año, la capitalización total de estas monedas digitales se ha desplomado, hasta el punto de perder tres quintas partes de su valor. Es decir, se han esfumado 1,4 billones de dólares, lo que equivaldría a haber engullido toda la riqueza de un país como España, cuyo PIB ronda esa misma cifra. Las razones de su caída han sido variadas, donde han destacado las quiebras y escándalos, aunque la palma se la ha llevado la bancarrota del exchange FTX, uno de los mayores desastres financieros conocidos. Aun con esas, ese no ha sido su mayor fracaso en 2022, sino no haber conseguido su gran promesa: convertirse en un valor alternativo a los mercados tradicionales.

Inversores
El redactor recomienda