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Censura y circo: por qué Musk está a punto de dejar el mando de Twitter tras solo 53 días
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Censura y circo: por qué Musk está a punto de dejar el mando de Twitter tras solo 53 días

Las últimas horas en Twitter han sido de las más caóticas que se han vivido en la red social, con una nueva política de prohibir enlaces a la competencia o la encuesta para 'decidir' si deja de ser el jefe de la red social

Foto: Elon Musk, en una imagen de archivo. (CP)
Elon Musk, en una imagen de archivo. (CP)

No se puede decir que Elon Musk no avisara de lo que estaba por venir. "Tened en cuenta que vamos a hacer muchas tonterías en los próximos meses. Mantendremos lo que funciona y cambiaremos lo que no", dijo poco después de convertirse en el dueño de Twitter. Aquello fue hace 53 días y desde entonces su gestión ha sido un auténtico caos en el que los volantazos se han convertido en el pan de cada día.

De hecho, aunque nadie que no sea él mismo sabe qué está pasando exactamente en la empresa, los últimos días parecen la enésima confirmación de que la compañía se le ha ido completamente de las manos. El desgobierno de Twitter ha alcanzado un nivel tal que hasta los que siempre le han apoyado parecen empezar a dudar de muchas de sus decisiones, algo que parece haber acelerado la posibilidad de que Musk se eche a un lado y deje de estar al frente de la compañía por la que pagó 44.000 millones hace menos de dos meses.

Los hechos parecen haberse precipitado en un fin de semana de alta tensión durante el que, por cierto, el magnate tuvo tiempo para acudir a la final del Mundial de fútbol en Qatar. Su acompañante fue Jared Kushner, yerno y exasesor presidencial de Donald Trump. El segundo hombre más rico del mundo hizo saber que estaba viendo el Argentina-Francia, ya que publicó varios tuits durante el partido. Hasta aquí, todo parece normal. Lo que nadie esperaba es que Twitter aprovechara la tanda de penaltis para anunciar que prohibía la presencia de sus competidores en la plataforma. Y no fue lo único. También iba a suspender aquellas cuentas que compartieran enlaces o sus nombres de usuarios en lugares como Facebook, Instagram o Mastodon, vista como la principal alternativa a la red social del pájaro azul. Días antes, ya impedía que se publicaran links que dirigieran a esta última. En donde muchos veían una decisión autoritaria de Musk, otros veían una decisión lógica del magnate. Él mismo la justifica diciendo que esto iba de evitar "hacer publicidad gratis para la competencia, algo que es extremo hasta el absurdo".

Obligado a recular

Son una serie de medidas sin prácticamente precedentes en el gremio y que, además, irían en contra de la nueva regulación de servicios digitales de la Unión Europea. Estos planes causaron tal revuelo que, horas después, el comunicado de Twitter fue eliminado y matizado. El dueño de la compañía tuvo que recular y disculparse, asegurando que solo se suspenderán cuentas cuando "hagan spam" y "el propósito principal sea la promoción de competidores". Prometió, además, que "habrá una votación para cambios de política importantes".

Foto: Ilustración: P. L. Learte
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Esta vez, la decisión de Musk había provocado que se plantasen hasta quienes le jaleaban hasta la última de sus decisiones. Entre quienes han decidido bajarse del barco está Paul Graham, fundador de Y Combinator, la aceleradora de empresas más prestigiosa de Silicon Valley. "Esta ha sido la gota que colmó el vaso", aseguró. "Me rindo. Puedes encontrar un enlace a mi cuenta en Mastodon en mi web". Poco después, su perfil fue suspendido, aunque la sanción duró solo unas horas. Da igual que le hayan levantado el castigo, porque Graham ya ha mostrado su disposición de no volver.

Estas palabras contrastan con lo que decía hace apenas un mes. "Es llamativo cuántas personas que nunca han dirigido ningún tipo de empresa creen que saben cómo dirigir una empresa de tecnología mejor que alguien que ha dirigido Tesla y SpaceX", dijo entonces. "Es una mala política y debe revertirse. La forma correcta de competir es construir un mejor producto, no restringir el uso de su producto", afirmó por su parte el inversor Balaji Srinivasan, ex socio general del fondo Andreessen Horowitz —uno de los más importantes de Silicon Valley— y ex director técnico de Coinbase, que no ha dudado en sumarse a las voces críticas con la deriva del nuevo dueño de Twitter.

Las quejas no se han limitado únicamente al mundillo tecnológico, sino que parecen extenderse más allá. "Voy a tomarme un descanso de Twitter. No me gusta lo que les está pasando a mis compañeros periodistas y ha dejado de ser tan divertido como antes", tuiteó hace unos días el actor Ben McKenzie. El intérprete hacía referencia a la suspensión de las cuentas de varios periodistas estadounidenses que se encargan de cubrir la actualidad de Twitter para medios de la talla del The New York Times, The Washington Post o la CNN. Según Musk, la razón es que habían dado cancho a la cuenta que difundía información los trayectos de su avión privado, que fue prohibida poco antes. De nuevo, hizo una encuesta para preguntar qué hacer de estos comunicadores. El 95% de 3,7 millones de participantes respondió a favor de que volvieran a la normalidad.

En este sentido, cabe recordar que el multimillonario se había definido como un "absolutista de la libertad de expresión". "Si el propietario de Twitter, Elon Musk, quiere fomentar de verdad una plataforma que permita la libertad de expresión para todos, no tiene sentido eliminar a los periodistas de ella", criticó el Comité para la Protección de los Periodistas, una de las organizaciones más importantes del sector en Estados Unidos.

Foto: Foto: Dado Ruvic (Reuters)

Después, el sábado, una redactora de The Washington Post fue suspendida después de haber escrito un tuit de respuesta en el que le pedía declaraciones para un artículo. Musk volvió a esgrimir la excusa de que había compartido datos de sus vuelos, aunque no hay constancia de que eso hubiera pasado. El creador de Dogecoin y ferviente defensor del multimillonario, Shibetoshi Nakamoto, definió esta restricción como "bochornosamente malas", citando un comentario del exempleado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward Snowden.

La trampa de las encuestas

Las encuestas de Twitter han sido de la herramienta de Musk para hacer creer que toma decisiones basándose en lo que votan sus seguidores. Solo hay que recordar que, antes de que anunciara su interés en comprar Twitter, publicó varios sondeos en los que consultaba distintos aspectos sobre la red social. En realidad, su plan llevaba tiempo fraguándose, pero de forma soterrada, ya que había estado comprando acciones de la empresa durante semanas, pero sin ni siquiera notificarlo en plazo al regulador, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés).

Es lo mismo que ha hecho esta vez. Horas después de la polémica, el multimillonario publicó una encuesta en la que hacía la siguiente pregunta: "¿Debería dejar de ser el jefe de Twitter? Respetaré los resultados de la encuesta", dijo. Doce horas después, algo más de 17,5 millones de personas —cerca del 8% del total de usuarios— votó a favor de que diera el paso atrás.

En realidad, se trata de algo que estaba en los planes del propio Musk desde el día en que apareció con un lavabo en mano en la sede central de Twitter en San Francisco, California. Ya entonces reconoció que su intención era ser el director ejecutivo durante un periodo limitado de tiempo, de modo que estaría al frente hasta que encauzara la situación y, después, designaría un nuevo jefe, lo que le permitiría centrarse en sus otros proyectos. El gurú tecnológico Jeff Jarvis ha sido claro en este punto. "Musk ya había tomado antes esta decisión, o los inversores saudíes la habían tomado por él", ha explicado, destacando que "cualquier sucesor solo será una marioneta".

Sin embargo, el multimillonario también ha manifestado sus dudas sobre si hay alguien que pueda ocupar su puesto. "No se trata de encontrar un director ejecutivo, se trata de encontrar un director ejecutivo que puedan mantener Twitter con vida", escribió en la red social, donde el profesor del MIT Lex Friedman se ofreció como voluntario. "Te tiene que gustar mucho el dolor. Y hay una pega: tienes que invertir tus ahorros de una vida en Twitter, pues está en la vía rápida hacia la bancarrota desde mayo. ¿Sigues queriendo el trabajo?", le contestó. "Nadie quiere el trabajo que verdaderamente mantendría con vida a Twitter. No hay sucesor", dijo después.

El factor Tesla

Hay otro factor que ha podido influenciar el nuevo volantazo de Musk: Tesla. "Centrar la atención en Twitter y no en Tesla, la niña de oro, ha sido otro gran problema para los inversores y es probable que esté detrás de este resultado de la encuesta, ya que muchos leales a Musk quieren que deje de ser presidente ejecutivo de Twitter", han explicado los analistas Daniel Ives y John Katsingris, de la firma de inversión Wedbush Securities.

Foto: El CEO de Tesla, Elon Musk, durante una presentación de la compañía. (Reuters/Aly Song)
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La cotización de la firma va cuesta abajo y sigue sin tocar suelo. En lo que va de año, se ha dejado un 62% de su valor. Aunque lo cierto es que hay distintos factores que lo han provocado, hay uno claro: Twitter es un agujero de atención para Musk, que antes de la compra también dirigía otros proyectos, como Starlink y Space X. Es más, existe una clara correlación entre los vaivenes del proceso de adquisición, uno de los más controvertidos de la historia de las tecnológicas, y las subidas y bajadas de Tesla. Sin ir más lejos, nada más acabar la encuesta en la que preguntaba sobre su futuro al frente de la red social, los títulos de esta firma se dispararon".

Hace unos días, Musk decidió vender 3.600 millones de dólares en acciones de Tesla, algo que ha hecho varias veces este año. Se estima que ha conseguido un total de 23.000 millones en efectivo de esta forma, pese a que en abril se comprometió a no hacerlo.

No se puede decir que Elon Musk no avisara de lo que estaba por venir. "Tened en cuenta que vamos a hacer muchas tonterías en los próximos meses. Mantendremos lo que funciona y cambiaremos lo que no", dijo poco después de convertirse en el dueño de Twitter. Aquello fue hace 53 días y desde entonces su gestión ha sido un auténtico caos en el que los volantazos se han convertido en el pan de cada día.

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