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La crisis del 'streaming', vista por el español que lleva años de lucha con los algoritmos de Netflix
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La crisis del 'streaming', vista por el español que lleva años de lucha con los algoritmos de Netflix

La estampida de suscriptores del rey de este negocio ha puesto a toda la industria en alerta. Alejadas de la lucha entre gigantes, plataformas como Filmin pelean por retener lo cosechado hasta ahora. Este es su plan

Foto: Jaume Ripoll, director editorial de Filmin. (Foto cedida)
Jaume Ripoll, director editorial de Filmin. (Foto cedida)

La industria del 'streaming' vive en un eterno estado de ansiedad desde el pasado 19 de abril. Aquella noche de primavera, el rey de este negocio, Netflix, dio a los inversores una amarga cucharada de aceite de ricino en forma de resultados trimestrales. Los planes para el arranque del año pasaban por engordar su parroquia con 2,5 millones de cuentas y, sin embargo, se encontraron un boquete por el que se fugaron 200.000 suscriptores, algo que no había ocurrido en toda una década. Los mercados no tardaron en hundir las acciones de la compañía de Reed Hastings, quien se ha tenido que apretar el cinturón un par de agujeros. Algo que acabó acarreando cientos de despidos y cancelaciones de algunas producciones.

Las alarmas sonaron en esa casa, pero también fuera de ella. El eterno rival, HBO Max, plataforma propiedad del grupo resultante de la fusión de Warner Bros y Discovery, se ha propuesto ahora ahorrar 3.000 millones de dólares. Algo que le ha llevado a cancelar 'Originals' en varios países europeos (España se salva de la quema de momento) como medida de contención de gasto. Disney +, que parecía a salvo de las turbulencias, es posible que dentro de poco también tenga que enfrentar movimientos tectónicos similares. En La India, un mercado que suele tener un efecto similar a la hormona del crecimiento, han perdido los derechos de su contenido estrella: la liga nacional de críquet. Algo que los mentideros especializados han interpretado como la antesala de millones de bajas.

Foto: 'La casa de papel'. (Netflix)

El otro gran contendiente de esta lucha, Prime Video, parece por el momento alejado del ojo del huracán, más que nada porque su nave nodriza, Amazon, tiene entre manos otros problemas más urgentes que resolver. Y en medio de todo este quilombo y dudas sobre el futuro más inmediato de esta industria, hay un puñado de plataformas, más pequeñas y con menos recursos, que luchan por no perder lo cosechado en los últimos años.

Una de ellas es Filmin, la plataforma española de vídeo bajo demanda fundada hace 15 años en Barcelona. Esta compañía llegó al arranque de 2022 en plena forma. Según las estadísticas que publica JustWatch, uno de los termómetros que se suelen tomar de referencia en un sector que no resulta del todo transparente con sus cifras de usuarios, esta 'app' estaría luchando de tú a tú con Telefónica y su Movistar +, a los que habría superado en la recta final del pasado año al cosechar un 7% de cuota de mercado. "A día de hoy, es prácticamente imposible vislumbrar lo que va a ocurrir en los próximos meses", afirma Jaume Ripoll (Mallorca, 1977), uno de los cofundadores de Filmin, en una conversación con Teknautas con el objetivo de tomar el pulso a este negocio.

PREGUNTA. ¿No es un poco exagerado que por 200.000 bajas de Netflix, que tiene más de 200 millones de suscriptores, se haya montado todo este revuelo?

RESPUESTA. Yo me puedo poner en la piel de otros, pero el hecho realmente noticiable no eran esas bajas, sino la caída de dos millones que esperan anunciar en el siguiente trimestre [Netflix presenta resultados este martes]. Esto, lo mires como lo mires, marca un cambio de tendencia de lo que hemos vivido en los últimos años, en donde las plataformas no dejaban de sumar crecimientos exponenciales.

P. Dos millones de más de 200 es menos de un 1%. Sigue pareciendo una caída mínima.

R. Nos encontramos con un pequeño parón en una industria que no podemos olvidar que ha invertido muchísimo dinero en crear contenido original para diferenciarse. Eso es lo que provoca esta pequeña alarma y que muchos se pregunten qué pasará. Hay mucho que va a influir. Tenemos un escenario donde ya hay un alto nivel de competencia por el número de plataformas, donde la inflación no da un respiro y un conflicto bélico en Ucrania que inevitablemente nos va a pasar factura a todos.

(Esta entrevista se realizó antes de la presentación de resultados trimestrales de Netflix, en la que finalmente, sus peores previsiones no se cumplieron. En lugar de perder dos millones de usuarios, el número de bajas se detuvo en 970.000, algo que fue recibido con optimismo por los mercados)

placeholder Colecciones del catálogo de Filmin.
Colecciones del catálogo de Filmin.

P. Usted comenzó 2022 diciendo que iba a ser "un año de crecimiento". No había ni guerra ni la inflación estaba en los niveles actuales. ¿Sigue manteniendo esa premisa?

R. Sí, absolutamente. Nuestro propósito sigue siendo cerrar con crecimiento positivo, tanto en suscriptores como en facturación. Estamos haciendo un esfuerzo muy considerable con las obras que seguimos estrenando, tanto de películas y documentales como series. Creo, sinceramente, que pocas compañías en el mundo pueden jactarse de tener tres estrenos exclusivos por semana. Si a eso le sumamos que tenemos 15.000 títulos en nuestra plataforma, tenemos material para tener un alto índice de fidelidad entre los que pagan Filmin.

Algoritmos versus selección humana

Ripoll es una persona clave para entender el buen estado de salud de la compañía española. Es el director editorial de una plataforma que ha apostado principalmente por construir un catálogo a golpe de contenido de terceros, bien sea cine clásico, independiente, grandes producciones, series, documentales... Y no se ha hipotecado creando el suyo propio constantemente (aunque ha hecho algún pinito en este sentido). Otra diferencia notable es que han fomentado la curación humana del catálogo en contraposición a otros gigantes de la industria, que han fiado gran parte de la responsabilidad de enganchar y retener al usuario a un entramado de algoritmos. Probablemente Netflix haya sido el que más lejos haya llevado esta apuesta por la tecnología.

La compañía estadounidense, tal y como cuenta Elena Neira en el libro 'Streaming Wars', ha creado toda una ingeniería de la atención en la que monitoriza todos los pasos de los usuarios para saber todo sobre sus hábitos: qué ve, cuándo, durante cuánto tiempo, dónde lo ve. Fruto de estos esfuerzos han nacido cosas como el botón de 'Reproducir algo aleatoriamente', ya que han detectado que si en 90 segundos el usuario no encuentra lo que quiere empieza a frustrarse y se corre el riesgo de que acabe por apagar la televisión.

También un sistema de etiquetado de contenidos con el que buscar hacer la cuadratura del círculo y poder recomendar series en base a lo que has visto o lo que han visto otros usuarios con gustos similares para que la rueda no se detenga. Algo así como el 'Otros usuarios también han comprado' de Amazon, pero en versión cinéfila.

"Si fías todo o casi todo a los algoritmos, probablemente estás condenando al espectador a una especie de cámara de eco. El algoritmo nunca contradice, siempre reafirma. Y eso no deja de provocar ciertas contradicciones si lo que se busca es la expansión de uno mismo como espectador", explica Ripoll, que se define como "entusiasta del papel humano en la prescripción de contenidos". Esta filosofía se materializó en las llamadas 'Colecciones', selecciones de contenidos que pueden hacer por una efémeride concreta, en torno a un creador o seleccionadas por un artista, por citar algunos de los supuestos. "Se trata de quitar prejuicios y ayudar a descubrir obras nuevas, que te saquen de tu zona de confort. Los datos nos han mostrado que muchos espectadores nunca habrían dado con mucho contenido si no llega a ser por este sistema".

El mallorquín reconoce, sin embargo, que es imposible prescindir de estas fórmulas y sistemas de recomendación automatizados para gestionar un fondo de armario como el de su plataforma. "El algoritmo puede responder también a un problema fundamental: cómo resolver la usabilidad de las plataformas con mucho contenido, que en nuestro caso son 15.000 películas. No se puede entender esta discusión entre algoritmo y recomendación de personas como un código binario. Hay que recurrir a los dos, porque si no también puedes producir frustración en consumidores más casuales".

placeholder Foto: Reuters/Dado Ruvic.
Foto: Reuters/Dado Ruvic.

P. Ha repetido mucho lo de las 15.000 contenidos y lo variado de su catálogo. Sin embargo, muchos espectadores les siguen calificando como una opción para cinéfilos o amantes del cine independiente.

R. Nosotros también tenemos series en exclusiva que son auténticos fenómenos de masas en otros lugares. Te podría mencionar algunas como 'Furia' o 'The Split'. La historia es que muchas veces el usuario, cuando no ve un rostro conocido, puede caer en eso de decir que es una producción independiente. Pero ese es un término que plantea muchas dudas. ¿Dirías que el Primavera Sound es un festival independiente? Quizás en sus orígenes lo era y conserva esa etiqueta a pesar de que ves artistas tan diversos como Miley Cirus o The Blaze. Esa etiqueta es muy relativa.

P. Independiente o no, lo cierto es que Filmin es una plataforma mucho más pequeña que tiene que competir con presupuestos muchísimo más altos y en tiempos de vacas flacas. ¿Esto cómo se hace?

R. Te diría que como en el fútbol cuando no eres ni el Atlético, ni el Barça ni el Real Madrid. Con muy buenos ojeadores que te permitan descubrir nuevos contenidos que te permitan mantener la coherencia y el nivel del catálogo.

Foto: EC Diseño.
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P. ¿Le sorprende que muchos, en este contexto de subida del coste de la vida, hayan optado por darse de baja en las plataformas de 'streaming'?

R. Eso te ocurrirá depende de a quién le preguntes. De todas formas, cuando hablamos de ahorrar en términos de ocio, cancelar una suscripción que te puede costar ocho euros al mes, cuatro si la compartes, tiene un poco de efecto placebo. Lo haces y piensas que estás recortando gastos, pero en términos absolutos es algo muy pequeño frente a otras cosas.

P. Sea como sea, lo que parece poco viable es estar suscrito a cinco plataformas a la vez. Y no hablo solo de dinero, hablo de tiempo para ver todo lo que queremos.

R. Todas las plataformas tenemos que convivir y nos tenemos que acostumbrar a que muchos usuarios se den de alta según el mes y los estrenos de cada plataforma. Pero esa infidelidad del suscriptor ya existía. Quizás ahora vaya a más y aquí lo que toca hacer es convencer que donde mejor van a estar es en tu plataforma.

placeholder Vista de la Xiaomi TV F2. (M. McLoughlin)
Vista de la Xiaomi TV F2. (M. McLoughlin)

P. Por tanto, ahora que los crecimientos brutales parece que se han estancado, ¿la cosa va de retener y no de cazar?

R. Estamos entrando en una fase que, en la industria en general, no va a ser tanto de crecer en usuarios, por la coyuntura que atravesamos. Habrá crecimientos, pero mucho más moderados. Y esto tiene una lectura secundaria en la que muchos quizá no hayan reparado. En los últimos años, se ha diseñado una estructura de inversiones en producción propia para tratar de diferenciarse que se sostenía en esas tasas de crecimiento. Eran inversiones muy elevadas que han mantenido en movimiento, en lugares como España, una gran parte de la industria audiovisual. Y eso ahora, probablemente, sea insostenible.

P. Por último, ¿qué ocurre con las salas? ¿Habrá cambios? Muchos señalan que el pinchazo de Disney con 'Lightyear' en el cine es porque han sido muy agresivos a la hora de recortar el tiempo entre que se estrenan sus películas y el momento en que pasan a estar disponible en la plataforma.

R. Creo que el pinchazo de 'Lightyear' no tiene que ver con las ventanas de distribución, sino con otros motivos. El público desconoce cuándo estará en la plataforma. Y además tenemos otros ejemplos como la última película de 'Los Minions' o 'Doctor Strange', que han obtenido muy buenas cifras de taquilla. Está todo cambiando y es difícil acertar con qué pasará. Creo que el periodo que más se ajustaría a los tiempos que estamos viviendo son 45 o 60 días. Eso permite tener a las películas cierto rendimiento en salas pero rápidamente seguir siendo explotadas en otros soportes. Lo que está claro que está obsoleto son las ventanas de 112 días, porque perjudicas al distribuidor, al creador y también al espectador, que es probable que hasta se olvide de la cinta en esas semanas.

La industria del 'streaming' vive en un eterno estado de ansiedad desde el pasado 19 de abril. Aquella noche de primavera, el rey de este negocio, Netflix, dio a los inversores una amarga cucharada de aceite de ricino en forma de resultados trimestrales. Los planes para el arranque del año pasaban por engordar su parroquia con 2,5 millones de cuentas y, sin embargo, se encontraron un boquete por el que se fugaron 200.000 suscriptores, algo que no había ocurrido en toda una década. Los mercados no tardaron en hundir las acciones de la compañía de Reed Hastings, quien se ha tenido que apretar el cinturón un par de agujeros. Algo que acabó acarreando cientos de despidos y cancelaciones de algunas producciones.

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