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El problema de Elon Musk no es solo Twitter: por qué Tesla no levanta cabeza
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HA PERDIDO UN 40% EN BOLSA

El problema de Elon Musk no es solo Twitter: por qué Tesla no levanta cabeza

Muchos pensaban que el intento de cancelar la compra de Twitter iba a suponer que Tesla resurgiera. En realidad, es solo uno de los retos que tiene que afrontar la automovilística

Foto: El CEO de Tesla, Elon Musk, durante una presentación de la compañía. (Reuters/Aly Song)
El CEO de Tesla, Elon Musk, durante una presentación de la compañía. (Reuters/Aly Song)

El 4 de abril de 2022 debe llevar tiempo anclado en la cabeza de Elon Musk. Fue la fecha en que se convirtió en el máximo accionista de Twitter, la empresa que acordó comprar a un precio inflado y que ahora está tratando de rebajar a la desesperada. No fue lo único que cambió ese día. También fue el último pico de cotización de Tesla, la compañía de automóviles liderada por el hombre más rico del mundo. Muchos creyeron que la paralización del acuerdo de adquisición de la red social, un asunto que acaba de ser judicializado, sería suficiente para reflotar la valoración de esta firma, pero no está siendo así. Ahora muchos se preguntan qué está pasando en una de las empresas que más expectativas habían levantado desde el inicio de la pandemia.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que Tesla es una compañía tan peculiar como su dueño. Buena parte de la culpa la tiene su perfil híbrido, entre una empresa automovilística que apuesta por el coche eléctrico y una tecnológica que desarrolla sistemas de conducción autónoma. Así, una de sus principales bazas fue parecer indemne a la crisis de suministro, que ha sido letal para otros fabricantes. "La automoción ha padecido la falta de semiconductores, algo que no les ha ocurrido a ellos, gracias a la gestión de 'stock' que tenían", comenta Cristian Castillo, ingeniero industrial profesor de Logística y Producción en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Foto: Elon Musk. (Getty/Win McNamee)
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Ahora la situación ha cambiado. Las entregas de coches de esta empresa se han reducido en los últimos meses, algo de lo que ha tenido buena parte de culpa el cierre temporal por covid de su fábrica en Shanghái, la más productiva de la marca. "Esa resistencia que había mostrado hasta ahora se ha acabado derrumbando con los últimos confinamientos en China, que ya les está afectando a nivel productivo", incide Castillo. En un contexto así, la compañía ha tenido que recurrir a soluciones de emergencia como reducir la electrónica de algunos de sus modelos, cambios que pueden afectar a futuras actualizaciones para mejorar la conducción autónoma del vehículo.

Tesla también tiene plantas en Texas (Estados Unidos) y Berlín (Alemania), pero están muy lejos con respecto a su capacidad. "Conseguir que sean rentables y que Shanghái vuelva a funcionar plenamente es nuestra mayor preocupación", reconoció el propio Musk hace unos días, detallando que estas dos fábricas están "perdiendo miles de millones de dólares, porque hay muchos gastos y apenas resultados".

Una subida tan rápida como la bajada

Aquella ventaja inicial hizo que sus resultados fueran mucho mejores que los de la competencia durante los meses más duros del covid, por lo que su precio en bolsa empezó a multiplicarse, un efecto alcista que se reforzó por las buenas perspectivas sobre las tecnológicas, que no dejaban de batir récords de resultados en ese periodo. De este modo, Tesla alcanzó su pico más alto de cotización el pasado noviembre, cuando alcanzó los 1.229 euros por acción, multiplicando por 10 el precio que tenían 18 meses antes. Ahora, la fiesta se ha acabado. También por el lado de las inversiones. El Nasdaq ha caído cerca de un 28% en lo que va de año, pero Tesla —que cotiza en esta misma bolsa— lo ha hecho de forma más pronunciada, rozando el 40%, lo que supone perder cerca de 350.000 millones de cotización.

Castillo considera que no hay una única explicación a esta caída, sino que ha sido un conjunto de circunstancias bien conocidas por todos: las consecuencias del covid, la guerra de Ucrania y, en definitiva, una mala situación económica generalizada, con la inflación y los tipos de interés disparados y la amenaza de recesión a la vuelta de la esquina. "Se entremezcla la propia problemática del sector y de la economía en general con el papel del CEO, que es un perfil quizá demasiado polémico y, en un mercado tan volátil, algo así puede tener mucho impacto", incide este profesor, antes de recordar que, en este contexto, los inversores tienden a adoptar un perfil más conservadores. Para Castillo, lo lógico sería que se acabara "redimensionando cuando vuelva una situación más normalizada".

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Foto: Reuters/Aly Song.

"Antes se recuperaba fácil de las caídas, porque siempre había quien aprovechaba para comprar barato, pero ahora sigue cayendo", comenta Castillo, que no descarta que también haya tenido influencia el interés de Musk por las criptomonedas, que llevó a que la compañía apostara por estos activos con fondos propios. "Hubo una serie de inversiones que no estaban previstas y también fueron inflando la valoración de la compañía", agrega el ingeniero. Curiosamente, bitcoin alcanzó su máximo histórico en los mismos días que Tesla, y ahora ha hecho que la firma pierda cerca de 1.200 millones de dólares.

Uno de los planes de choque de Tesla que está barajando es una división de acciones. Esta consistiría en partir en tres cada título, de modo que sea más atractivo comprarlos para pequeños inversores que, a los precios de hoy, tendrían que aportar poco más de 200 euros para entrar en la compañía. Esta receta puede servir para mantener su cotización a flote.

Foto: Tesla está empezando a perder su hegemonía frente a China y otras grandes marcas internacionales. (EFE)

No es la única medida que han tomado de hacer frente a la situación. Hace un par de semanas, Tesla cerró sus oficinas en San Mateo (California), lo que supuso el despido de 200 empleados que trabajaban en el desarrollo del asistente Autopilot. Es una medida casi sin precedentes en la empresa, pero solo parece el principio, ya que la idea es reducir toda su plantilla cerca de un 3%. Algunos de los afectados, por cierto, ya han demandado a la firma por no haber notificado el fin de su contrato con el tiempo establecido por la ley.

Por si fueran pocos problemas, Tesla también está pendiente de afrontar varios juicios por accidentes mortales provocados por su sistema de conducción automática. El pasado febrero, se presentaron cargos contra la empresa por este 'software', que está instalado en cerca de 765.000 coches en todo el mundo. En este caso, el Tesla chocó con otro vehículo cuando funcionaba con este modo, provocando la muerte de sus ocupantes, mientras que los causantes solo tuvieron lesiones leves. Antes, ya se habían producido otros casos similares que acabaron en pleito, aunque lo cierto es que se trataba de usuarios de prueba, no clientes finales.

Twitter sigue siendo un problemón

Pese a que Tesla fue bajando progresivamente desde su máximo de cotización, lo cierto es que pareció capear el temporal durante los primeros meses de 2022. Cuando estaba a punto de marcar un nuevo máximo, llegó uno de esos giros de los acontecimientos que tanto gustan a Musk, pero que acabaron dando al traste con aquellos brotes verdes. El magnate acababa de comprar por sorpresa el 9,2% de Twitter y, poco después, anunciaría que quería hacerse con el 100%. Desde entonces, la correlación entre el culebrón de la red social y las acciones del Tesla ha sido más que evidente.

Los analistas tenían claro las razones por las que a los inversores de la automovilística no les gustó esta ocurrencia del multimillonario. La primera sería que Twitter es una empresa con demasiados problemas como para ocupar un nuevo hueco en la apretada agenda de un magnate que, además de afrontar todos los retos de Tesla, también es propietario de compañías como SpaceX o Starlink.

La segunda llegó poco después, cuando tuvo que pedir un crédito para financiar la adquisición porque, pese a ser el hombre más rico del mundo, gran parte de la fortuna de Musk está invertida en las acciones de Tesla, que tuvo que aportar sus títulos como aval. Aquello dio otro empujón hacia abajo en la cotización de la automovilística. De hecho, su mayor recuperación desde que empezó este desaguisado se produjo, precisamente, con el anuncio de que las acciones de Tesla dejarían de ser su garantía para el préstamo.

Ahora que ha cancelado la compra de Twitter, muchos esperaban que los valores fueran a subir, pero se han quedado prácticamente igual. El motivo está claro. Por mucho que quiera, no es tan fácil salir así como así de una operación de 44.000 millones. De hecho, Twitter ya ha demandado al multimillonario. "Musk aparentemente cree que él, a diferencia de cualquier otra parte sujeta a la ley de contratos de Delaware, es libre de cambiar de opinión, destrozar a la empresa, interrumpir sus operaciones y destruir el valor de los accionistas", ha explicado la empresa. Por contra, Musk no parece tenga más motivos para romper el acuerdo que haberse comprometido a pagar un precio inflado y el vago argumento de las cuentas falsas. Pese a ello, no parece que un pleito de esta envergadura haya preocupado por ahora a los inversores, pero lo que sí está claro es que queda culebrón para rato.

El 4 de abril de 2022 debe llevar tiempo anclado en la cabeza de Elon Musk. Fue la fecha en que se convirtió en el máximo accionista de Twitter, la empresa que acordó comprar a un precio inflado y que ahora está tratando de rebajar a la desesperada. No fue lo único que cambió ese día. También fue el último pico de cotización de Tesla, la compañía de automóviles liderada por el hombre más rico del mundo. Muchos creyeron que la paralización del acuerdo de adquisición de la red social, un asunto que acaba de ser judicializado, sería suficiente para reflotar la valoración de esta firma, pero no está siendo así. Ahora muchos se preguntan qué está pasando en una de las empresas que más expectativas habían levantado desde el inicio de la pandemia.

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