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De Terra a El Salvador: todo lo que el criptoinvierno se está llevando por delante
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EL GOTEO DE CORRALITOS CRIPTO

De Terra a El Salvador: todo lo que el criptoinvierno se está llevando por delante

Las criptomonedas siguen sin tocar suelo. El bitcoin acaba de registrar el peor trimestre desde 2011 y está arrastrando a todo tipo de proyectos vinculados, como los NFT o algunos fondos de inversión, pero también a todo un país

Foto: Una panadería que acepta pagos en bitcoins, en Santa Tecla (El Salvador). (EFE/Rodrigo Sura)
Una panadería que acepta pagos en bitcoins, en Santa Tecla (El Salvador). (EFE/Rodrigo Sura)
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El criptoinvierno cada vez se vuelve más gélido. El bitcoin acaba de cerrar su peor trimestre desde 2011, cuando aún era una moneda digital desconocida para la inmensa mayoría de la población. En aquel entonces, la crisis se tradujo en una caída desde 31 a dos dólares en la recta final del año. Ahora, su valor se ha desplomado de casi 46.000 dólares a que cotizaba en abril a poco más de los 19.000 con que cerró junio. Eso supone un 58% menos de valor, algo que ha provocado un efecto dominó en el resto de divisas digitales, que han sufrido retrocesos de magnitudes similares. El gran desplome, que muchos interpretan como el estallido definitivo de la burbuja, ha provocado que empresas, fondos de inversión y proyectos cripto estén siendo, literalmente, arrasados. La onda expansiva también ha castigado a El Salvador, el país que optó por convertirse en el mayor laboratorio para estas divisas hace pocos meses.

Esta semana ha arrancado de forma idéntica a la anterior y hemos asistido al enésimo corralito de esta crisis. El pasado viernes, la 'fintech' Voyager Digital anunciaba que suspendía retiros, operaciones y depósitos en su plataforma, alegando las "condiciones actuales del mercado". Este lunes, Vauld —otra compañía del sector— se ha visto obligada a hacer un movimiento idéntico, algo que ha achacado a los "desafíos financieros". Es un eufemismo para tapar la fuga másiva de depósitos. En apenas tres semanas, sus clientes han retirado un total de 198 millones. Una estampida de liquidez que se une a un recorte del 30% de su plantilla, un tijeretazo acometido a mediados de junio. En aquella ocasión, aseguraron que no tenían problemas financieros. Ahora, parece difícil mantener esta defensa.

Foto: Foto: Reuters/Jose Cabezas.

No son ni mucho menos los únicos que han sufrido movimientos tectónicos en estos últimos días. Tras varios días de dimes y diretes, el tercer 'exchange' más importante del mundo, FTX, ha concedido una línea de crédito de 400 millones de dólares para garantizar la operatividad de BlockFi, empresa que también anunció importantes recortes de plantilla del 20% hace poco. FTX ya había dado un préstamo a Voyager Digital semanas atrás, pero la diferencia es que esta vez el acuerdo incluye una opción de compra por 240 millones. Para hacerse una idea de la pérdida de expectativas, hay que recordar que BlockFi llegó a estar valorada en 4.800 millones hace menos de un año.

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Bienvenidos al gran 'criptodominó'

En realidad, todos estos episodios son partes de una misma historia. De un gran efecto dominó. La situación de Vault, Voyager Digital y BlockFi es prácticamente calcada la que ya atravesó Celsius, la primera en hacer un criptocorralito en esta crisis, un episodio que se tradujo en nuevas bajas del valor del bitcoin. En todos los casos, el atractivo de las compañías reside en la oferta de créditos con un modelo peculiar. Básicamente, consiste en que sus clientes dejan criptomonedas en depósito para recibir un determinado importe en dólares. Se trata de una solución habitual para aquellos que no quieren sacar dinero del entorno cripto, pues eso conlleva pagar determinadas comisiones. De este modo, quien quiera obtener uno de estos créditos tiene que avalar la operación depositando una cantidad de criptos que cubra un determinado porcentaje de lo que se pide.

Aunque esta es una parte importante, lo grueso del negocio está en que sus tipos de interés son mucho más altos que los que paga en la banca tradicional por los depósitos, ofreciendo rentabilidades anuales incluso por encima del 10%. Lo que muchas veces no está tan claro es cómo compensan exactamente esas grandes diferencias entre lo que reciben y lo que dan, aunque sí que suelen depender de inversiones en distintos proyectos cripto. Un detalle a tener en cuenta casi un mes después de congelar las cuentas de sus usuarios, Celsius apenas ha dado detalles de cuál es su situación actual, aumentando esa sensación de opacidad e incertidumbre.

Foto: Foto: Reuters/Dado Ruvic.

Ahora, todas las miradas se han dirigido a Three Arrow Capital (3AC), un fondo de inversión, considerado uno de los más relevantes ya que manejaba 10.000 millones de dólares. Días antes de cortar el grifo, Voyager Digital publicó que dicha gestora no había pagado un préstamo de 700 millones. BlockFi dijo que sus problemas se debían al impago de un "gran cliente", sin indicar cuál, aunque muchos sospechan que puede ser 3AC. Apenas unos días después, un tribunal de las Islas Vírgenes Británicas ordenó liquidar la sociedad para que los acreedores pudieran cobrar con los activos que la firma tiene domiciliados en el archipiélago. El viernes fue el propio fondo el que se declaró en bancarrota en Estados Unidos para evitar que ocurriera lo mismo allí.

Una de las claves de la situación de Three Arrow Capital y, por ende, el resto de compañías que ha arrastrado al pozo está en el colapso de la 'stablecoin' terra y su 'token' asociado, luna. Tras haber estado entre las 10 divisas digitales más usadas, en apenas una semana perdieron más del 99% de su valor. Sin ir más lejos, 3AC había colocado una parte sustancial de sus inversiones en este proyecto, que pasó de ser una consecuencia de la caída del bitcoin para convertirse también en causa.

Foto: Foto: Reuters/Soe Zeya Tun.

Uno de los aspectos más novedosos de este criptoinvierno está siendo su relación con la economía tradicional pues, hasta ahora, los mercados de criptoactivos habían seguido su propio camino y no se veía mucho paralelismo con lo que ocurría en las bolsas. En cambio, esta crisis ha llevado a una correlación máxima entre el bitcoin y Nasdaq, el parqué en el que cotizan las principales tecnológicas, afectadas por la mala situación económica generalizada, con avisos de recesión, una inflación disparada y la subida de tipos de interés altos. Si todo eso afecta a la criptomoneda por excelencia, todo lo que se mueve en el mundo cripto va detrás.

Ahí está el caso de Coinbase, el tercer 'exchange' más importante, que ya anunciado un recorte del 18% de la plantilla, lo que supone un total de 1.100 despidos. Meses atrás, había tenido un volumen de contratación tan grande que, en realidad, ahora vuelven a contar con el mismo número de empleados que en marzo. Quizá sea más preocupante lo que está ocurriendo con su cotización en bolsa, donde se ha dejado un 80% en lo que va de año. Otras casas de cambio menos relevantes, como Crypto.com o Gemini, también han anunciado políticas similares para reducir la factura de las nóminas.

La caída libre de los NFT

Los NFT ('tokens' no fungibles, por sus siglas en inglés) son otro de los reflejos más claros de lo que está sucediendo. Durante el año pasado, estos activos digitales se convirtieron en una de las grandes fiebres tecnológicas. Si no está familiarizado con los NFT, debe pensar en ellos como una acreditación para identificar y autentificar la propiedad de un determinado elemento digital, sea un artículo periodístico, un vídeo o un dibujo. Estos se acuñan —es decir, se registran— mediante tecnologías Blockchain, que teóricamente no están dominadas por un actor central. Después, adquieren un valor de mercado que fluctúa según oferta y demanda, similar a lo que podría ser un mercado bursátil, por lo que es habitual que se usen con afán especulativo.

Foto: Mark Zuckerberg en la presentación del nuevo nombre de Facebook. (Reuters/Meta)

El mayor hito lo marcó el diseñador Beeple, que vendió una de sus obras digitales por 69 millones de dólares, algo que hizo despertar el interés en el sector. Después, le siguió el lanzamiento de colecciones como CryptoPunks o Bored Ape Yacht Club, que cautivaron a famosos y multiplicaron su precio de forma desorbitada. Así fue como alcanzaron su pico el pasado enero, cuando el total de ventas alcanzó los 12.600 millones de dólares. Según la consultora Chainanalysis, este mes han cerrado en 830 millones, su nivel más bajo desde hace un año, cuando fueron 648. Entonces, estaban a punto de dar el pelotazo. "Este descenso está claramente vinculado a la desaceleración más amplia de los mercados de criptomonedas", explican desde la firma.

También es cierto que, más allá de lo ocurrido con las criptomonedas, los NFT han tenido sus propios problemas internos. En enero, el 'marketplace' OpenSea —la mayor web de compraventa de NFT— reconoció que el 80% del contenido que alojaban eran obras falsas, plagiadas o, directamente, relacionadas con algún tipo de estafa. Además, los distintos problemas técnicos que habían facilitado robos y ventas muy por debajo del precio de mercado.

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Foto: Reuters/Florence Lo.

Sea como sea, hoy solo un tercio de los NFT tiene algún tipo de valor, según un informe de la consultora Nansen, que muestra un panorama desolador para el resto: un 33% no valdría nada y los otros tantos tendrían un precio por debajo de lo que costó acuñar el propio 'token'.

¿Qué pasa con El Salvador?

El Salvador se convirtió hace nueve meses en el primer país del mundo en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal, pese a que la pobreza alcanza a un cuarto de la población y donde solo una de cada tres personas tiene cuenta bancaria. De forma paralela, compraron cientos de unidades como inversión cuando su precio alcanzaba máximos históricos. Después, han seguido comprando y, aunque no existe una cartera pública donde se puedan ver qué cantidad tienen exactamente y a qué precios la compraron, ellos aseguran que son ya más de 2.000 unidades.

Otra de las claves fueron los llamados bonos volcánicos, un tipo de producto financiero que utilizaría bitcoins para financiarse al margen de los actores tradicionales, como el Fondo Monetario Internacional o las grandes agencias de calificación de deuda. De hecho, la cantidad que preveían recaudar con estos activos era muy similar a la que necesitan del FMI, unos 1.300 millones de dólares. Y, es más, el anuncio se produjo en mitad de unas negociaciones en la que el país latinoamericano quería reducir su deuda, cercana al 90% del PIB. Tras muchas demoras, no se ha vuelto a saber nada de estos.

Foto: Mónica Taher, durante la entrevista con El Confidencial. (Ana Beltrán)

"Hoy en día, lastimosamente, no puedo comentar nada al respecto", respondió Mónica Taher, directora de Asuntos Tecnológicos y Económicos Internacionales para la Secretaría de Comercio e Inversiones de El Salvador, cuando este periódico la preguntó por la situación de este proyecto el pasado marzo. Eso sí, aseguró que las cuentas del país en bitcoins ya estaban "en negro". Desde entonces ha tenido su mayor caída desde 2011 y, según las estimaciones, habrían perdido la mitad de los 103 millones de dólares que se estima que invirtieron en apostar por esta criptomoneda.

Por ahora, no parece que nada de esto preocupe al presidente del país, Nayib Buekele, que hace unos días anunció que habían comprado otros 80 bitcoins a precio de 19.000 dólares, por lo que se dejaron cerca de un millón y medio en la adquisición. "Gracias por vender barato", dijo, pues uno de sus argumentos es que acabará subiendo hasta romper los máximos actuales. Días antes, dejó una frase que seguro que no convenció a muchos salvadoreños: "Dejen de ver la gráfica y disfruten la vida".

El criptoinvierno cada vez se vuelve más gélido. El bitcoin acaba de cerrar su peor trimestre desde 2011, cuando aún era una moneda digital desconocida para la inmensa mayoría de la población. En aquel entonces, la crisis se tradujo en una caída desde 31 a dos dólares en la recta final del año. Ahora, su valor se ha desplomado de casi 46.000 dólares a que cotizaba en abril a poco más de los 19.000 con que cerró junio. Eso supone un 58% menos de valor, algo que ha provocado un efecto dominó en el resto de divisas digitales, que han sufrido retrocesos de magnitudes similares. El gran desplome, que muchos interpretan como el estallido definitivo de la burbuja, ha provocado que empresas, fondos de inversión y proyectos cripto estén siendo, literalmente, arrasados. La onda expansiva también ha castigado a El Salvador, el país que optó por convertirse en el mayor laboratorio para estas divisas hace pocos meses.

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