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Estas cámaras espaciales vascas ven la Tierra mejor que tú (y ya han cautivado a la NASA)
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HA LEVANTADO 16,5M€ DE FINANCIACIÓN EN 2021

Estas cámaras espaciales vascas ven la Tierra mejor que tú (y ya han cautivado a la NASA)

Satlantis ha desarrollado unos dispositivos que orbitan a 500 kilómetros de la superficie terrestre y son capaces de detectar fenómenos que el ojo humano no puede ver

Foto: El equipo de Satlantis prepara la cámara iSIM-90. (Satlantis)
El equipo de Satlantis prepara la cámara iSIM-90. (Satlantis)

¿Qué pasaría si los telescopios que observan el resto del universo cambiaran de rumbo y miraran hacia la propia Tierra? ¿Y si vieran lo que el ojo humano no ve? Es lo que se preguntaba Rafael Guzmán, profesor de astrofísica de la Universidad de Florida, que tenía claro que quería montar una empresa en torno a esa idea: que las lentes no enfoquen solo hacia 'arriba', sino también hacia 'abajo'. Hoy, esa idea se llama Satlantis, acaba de lanzar su segunda misión espacial y el año pasado consiguió levantar 16,5 millones de euros en rondas de financiación, donde Enagás ha sido el principal inversor.

Inicialmente, la sociedad se instaló en Estados Unidos en 2013, pero un lustro después se trasladó a Leioa (Vizcaya), un trayecto poco habitual en este tipo de proyectos. Guzmán cofundó Satlantis junto con Cristina Garmendia, ministra de Ciencia e Innovación entre 2008 y 2011, y Juan Tomás Hernani, secretario general de Innovación y presidente del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) en ese periodo. Hoy tiene como presidente a Jean-Jacques Dordain, que ha sido director de la Agencia Espacial Europea durante 18 años.

Foto: Julián Fernández, montando picosatélites en la sede de Fossa Systems. (Fossa Systems)

“Acordamos montar la empresa cuando dejáramos el ministerio, pero nos dimos cuenta de que en EEUU no conocíamos el ecosistema. En España podíamos hacer algo más a corto plazo, aunque ha sido mucho más lento de lo que pensábamos”, comenta Hernani, actual CEO de Satlantis, en conversación con Teknautas. “Cada año creíamos que íbamos a tener la cámara lista y al final han sido ocho años picando piedra”.

Aquella misión, realizada en mayo de 2020 junto a la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA), fue la primera de las cinco que tiene en marcha esta compañía, que cuenta con medio centenar de empleados. La segunda, el proyecto Caspr, comenzó hace unas semanas y va a poner en órbita la cámara iSIM-90 (siglas de ‘integrated standard imager for microsatellites’).

El proyecto, desarrollado en colaboración con la NASA, tiene su origen en el Centro para la Computación Espacial de Alto Rendimiento y Resiliencia (SHREC) de la Fundación Nacional de Ciencias, del que forman parte las universidades de Pittsburgh y Florida. Se presentaron varias iniciativas, pero la elegida por el Departamento de Defensa de Estados Unidos fue la de Satlantis. Dentro de seis meses comienzan una nueva misión con la misma cámara, pero con un satélite propio, Urdaneta, tarea para la que contarán con SpaceX, la empresa aeroespacial de Elon Musk.

El lenguaje de la luz que no ves

“Estamos especializados en el lenguaje de la luz. Es decir, en intentar entender e interpretar todos los fenómenos de observación de la Tierra que transmite la luz”, explica el CEO. Lo más fácil de pensar (y hacer) es una fotografía aérea de una ciudad, pero van más allá: también pueden detectar bolsas de plástico en el mar que estén a unos pocos centímetros de profundidad, localizar fugas de metano en una tubería o prevenir un incendio por emisión de potasio en una determinada zona.

Básicamente, el objetivo es alcanzar aquello que no es visible para los ojos humanos. “La luz tiene un espectro maravilloso, pero solo vemos un trocito, que va desde el violeta hasta el rojo en el arcoíris, pero hay mucha más información más allá de esos dos puntos”, continúa Hernani. “En el rojo (0,7 micras) pasan muchas cosas relacionadas con la vegetación, las plagas, la hidrometría... Y más allá está el infrarrojo cercano (una a cinco micras) y después nos vamos metiendo en el infrarrojo duro (cinco a 15 micras), donde hay longitudes de onda cada vez mayores, hasta el punto de ver temperaturas”.

placeholder iSIM-90 integrado en el experimento Caspr. (NSF SHREC/Universidad de Pittsburgh)
iSIM-90 integrado en el experimento Caspr. (NSF SHREC/Universidad de Pittsburgh)

Unos fenómenos que consiguen ver y analizar con una gama de cámaras que han desarrollado con la tecnología Ultra High Pixel (UHP) y que se colocan a 500 kilómetros de la superficie terrestre. “En el sector suele haber prototipos únicos, pero la ventaja de disciplinar determinados modelos es que podemos trabajar con una cadena de valor, con ‘stocks’ y ‘delivery’ de tres meses, en lugar de tener proyectos de dos años, que es lo que pasaría si tuviéramos que empezar de cero”, relata el también cofundador.

Esa reducción de plazos es una de sus principales bazas. “Necesitas proyectos que se desarrollen más rápido, en un plazo asumible por un cliente comercial. Para eso, no tiene que haber un satélite a partir del cual se monten aplicaciones, porque divorcia la inversión de los servicios: son tantos años y millones que no hay forma de que pueda interesar a una empresa, que quiere resolver unos problemas a un precio determinado”, continúa Hernani, que pone sobre la mesa el caso del satélite español Ingenio. Este se perdió en 2020, a los pocos días de lanzamiento y tras 14 años de desarrollo y 300 millones de inversión. "Iba a tener una resolución de dos metros en blanco y negro y 10 en color. Hoy se puede hacer con menos de 10 millones y un 'cubesat' de 20 kilos", ejemplifica.

Foto: El telescopio espacial James Webb durante el despegar. (Reuters)

La principal diferencia entre modelos es la resolución y el tamaño, ya que “la tecnología es la misma, pero un escalada en función del objetivo”. La más grande, el modelo iSIM-170, tiene una apertura de 300 milímetros, 80 centímetros de resolución espacial —la primera submétrica del mundo— y necesita un microsatélite para ser enviada. La más pequeña (iSIM-90) se lanza mediante un ‘cubesat’ —un estándar de picosatélite, algo más pequeño que los anteriores— y tiene 90 milímetros de apertura y dos metros de resolución.

¿Cuáles son esas distancias de resolución? Básicamente, la distancia a la que se puede ver la superficie terrestre sin que se generen píxeles. Hernani lo explica de forma gráfica: “Si haces 'zoom' con la cámara de un móvil hasta que ves que la foto pixela, el tamaño del objeto en ese momento es la resolución”.

Tecnología de la casa

Satlantis tiene una “tecnología propia completa”, aunque delegan en algunas tareas, como el pulido de las lentes. Pero más allá de los aparatos, el otro gran pilar de la empresa es la ciencia y el desarrollo de ‘software’. “No solo se trata de tener una cámara que proporcione unos datos, sino de especializarse en unos determinados fenómenos que otras no pueden detectar. Esa combinación de conocimiento espectral y dominio del 'hardware' nos permite hacer una cámara que, por ejemplo, vea fugas de gases”.

Por ahora, se trata de un nicho en el que no hay demasiada competencia —"no hay ni una decena de proveedores de cámaras similares en todo el mundo, y ninguno tiene este enfoque"—, donde ya ha habido grandes fracasos como el mencionado y, además, las barreras de entrada son altas: “Tienes que combinar tecnologías mecánicas de micras y someterlas a tensiones térmicas gigantescas en el espacio, además de tener una capacidad electrónica enorme. En nuestro caso, las cámaras son capaces de procesar 56 imágenes de 12 megas por segundo”.

placeholder El CEO y cofundador de Satlantis, Juan Tomás Hernani.
El CEO y cofundador de Satlantis, Juan Tomás Hernani.

También aplican una serie de correcciones para que nada falle en la percepción, ya que, por ejemplo, la atmósfera, puede producir una serie de distorsiones ópticas. “Visualizar una fuga de metano a 500 kilómetros requiere tener un modelo completo de la atmósfera. La parte científica muy importante, porque no es solo vender aparatos, sino solucionar determinados problemas que requieren una especialización en saber cómo se comporta el contenido en la atmósfera”.

¿Competir contra EEUU?

En la financiación obtenida durante 2020, Enagás ha sido el actor principal, con quienes lanzarán el proyecto Geisat en verano de 2023 para analizar la emisión de gases de la compañía. “Que una empresa así acuda a una compañía de satélites pequeña de España es para celebrarlo. Es una gran industria extractora se involucra en una aventura tecnológica porque, ante la futura regulación de emisiones, entiende que la única manera de medirlo eficientemente va a ser desde el espacio”, celebra el CEO de Satlantis.

No obstante, y aunque su principal respaldo sigue siendo el fondo Orza, la financiación pública también ha sido muy importante. El resto de inversores —con aportaciones mucho más reducidas— de este año son organismos estatales, como la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI), Axis —la filial de capital riesgo del Instituto de Crédito Oficial—, el CDTI o la Diputación de Vizcaya.

Foto: Configuración final de la estación espacial china. (CMSEO)

"Por más que se diga que hay dinero, pero no proyectos, el sector del capital en España no tiene nada que ver con lo que hay en EEUU. La diferencia es gigantesca en los comparadores que podamos hacer", lamenta Hernani. Por ahora, mantienen la sociedad creada en el país norteamericano y siguen teniendo en mente este mercado, el primero del mundo en el sector. Entre los alicientes, el hecho de que dos de sus competidoras hayan salido allí a bolsa mediante SPAC (sociedades de adquisición con fines especiales, por sus siglas en inglés) y hayan sido valoradas en varios miles de millones de dólares. "Una vez que la competencia tiene mucho dinero, te puede cambiar las reglas del juego".

En este sentido, subraya que en España que hay una serie de compañías de similar tamaño con las que "es fácil establecer la cooperación", por lo que pide un "gran proyecto nacional que refuerce y consolide el sector" para ponerse a la altura de Francia, "que es líder europeo en el campo de la observación de la Tierra". Por último, el CEO de Satlantis avisa de que "el país se construye con las decisiones de compra, no en declaraciones de intenciones" y lanza un dardo: "Es curioso que nuestra primera misión fuera con Japón o la segunda con EEUU".

¿Qué pasaría si los telescopios que observan el resto del universo cambiaran de rumbo y miraran hacia la propia Tierra? ¿Y si vieran lo que el ojo humano no ve? Es lo que se preguntaba Rafael Guzmán, profesor de astrofísica de la Universidad de Florida, que tenía claro que quería montar una empresa en torno a esa idea: que las lentes no enfoquen solo hacia 'arriba', sino también hacia 'abajo'. Hoy, esa idea se llama Satlantis, acaba de lanzar su segunda misión espacial y el año pasado consiguió levantar 16,5 millones de euros en rondas de financiación, donde Enagás ha sido el principal inversor.

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