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El 'cadáver de chatarra' que recuerda por qué las bicis compartidas no funcionan en España
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UN NEGOCIO QUE NO VA SOBRE RUEDAS

El 'cadáver de chatarra' que recuerda por qué las bicis compartidas no funcionan en España

Paseando por Madrid, Valencia o Wallapop, uno se encuentra cientos de bicis chinas que fueron abandonadas, robadas o revendidas. Solo los servicios municipales con base fija han sobrevivido

Foto: Una de las bicis de OFO 'abandonadas' en Madrid, que lleva semanas en la misma posición, sin moverse. (Foto: Michael Mcloughlin)
Una de las bicis de OFO 'abandonadas' en Madrid, que lleva semanas en la misma posición, sin moverse. (Foto: Michael Mcloughlin)

"Sí, señor. Seguimos teniendo esa promoción", cuenta una vendedora de un 'outlet' de sofás de Estepona al otro lado del teléfono. "Sí, es el 'chaise' de la imagen. De tres plazas. En varios colores... Sí, sí, se lleva la bici de regalo también", explica. "¿Bici de alquiler? No, no. Están nuevas. Estupendas", añade cuando se le pregunta por el origen. "¿De OFO? De algo me suena el nombre ese. No sé. Mire, si le soy sincera, a mí me la traen y me dicen que para la oferta", añade. A simple vista, la bici que regalan con esta compra no esconde mayor misterio. A ojo del común de los mortales, es un modelo de paseo.

Pero hay varios detalles que delatan que no es una bici más. En primer lugar, su amarillo chillón. En segundo término, una chapa metálica en la parte delantera que reza 'Comparte más, consume menos'. Ese era el mantra comercial de OFO, una compañía china de bicicletas compartidas, que apareció en España en la segunda mitad de 2017 con el fin de inundar las grandes ciudades españolas con sus flotas.

Foto: Sillines dados la vuelta para avisar de problemas en la bici. (Foto: M. Mc.)
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Lo sorprendente es que hace tres años que se fueron, que echaron la persiana, porque aquello resultó ser un negocio ruinoso. No fueron los únicos. Quizá su caso fue el más llamativo de un pelotón de plataformas que irrumpieron en sitios como Madrid, Valencia, Granada o Málaga, entre otros puntos de la Península. Pero tan rápido como llegaron se fueron. En junio de 2018, plegaron velas. Y lo hicieron casi sin recoger los restos, dejando tras de sí miles de bicicletas abandonadas a su suerte, muchas de ellas en perfecto estado. Algunas han encontrado su hueco, como en Estepona o en varios centros de alquiler de bicis en Valencia, sin embargo, otras no han corrido tanta suerte.

"Una semana antes estábamos en una reunión de la compañía en la que hablamos de que nos íbamos a expandir a 20 ciudades más en España. Siete días después, nos dicen que se acabó el dinero, que no ibaa a haber más rondas de inversión y que en unos días estábamos todos fuera", cuenta un exempleado de esta compañía. Calcula que tenían unas 5.000 bicis en circulación en ese momento.

placeholder Detalle del anuncio. (Foto: EC)
Detalle del anuncio. (Foto: EC)

"Se intentaron recoger bastantes", asegura. "Las que estaban en peor estado se llevaron a la chatarra. Las mejores se llevaron a ciudades donde iban a seguir operando. De las que estaban bien, bastantes se donaron a asociaciones y ONG. También intentamos vender a 'riders' de Glovo, algunas colocamos, tampoco muchas, que no les hacían mucha gracia", recuerda.

De las calles de Madrid a Wallapop

Pero en absoluto lograron recoger todos los restos de aquel naufragio. "Muchas se habían robado. Esas las dimos por perdidas", añade. "Pero es que también teníamos 10.000 bicis en Valencia que se habían enviado desde China meses antes. Claro, se decidió mandar los contenedores porque todavía se pensaba que aquello tenía futuro", recuerda. La historia es que esa enorme bolsa de bicicletas que no tenían dueño cobró vida propia y se convirtió en un mercado invisible.

En Valencia, justamente, hay varias tiendas y empresas de alquiler clásico (bicis para turistas que se alquilan para moverse por la ciudad y zonas aledañas) que se han hecho con lotes de estos vehículos. Y se pueden encontrar incluso en tiendas de Huelva o Murcia buscando un poco por internet. "Yo no te sé decir ahora a quién se las compré o cuándo, pero recuerdo que fuimos a Jaén a por ellas a un almacen que las intentaba colocar. Vimos que estaban a buen precio, me llevé la furgoneta y me traje las 30 que tengo ahora", comenta uno de los gestores de Cabanyal Bikes, en la ciudad del Turia. Ahora, se han convertido en el modelo más barato que ofrecen.

Casi es una seña de identidad de la casa, pero no es la única allí que hace negocio con los restos de OFO. Buscando por la red, es fácil dar con compañías que incluso las venden. "En Valencia puedes ver muchísimas, imagino que se quedarían los contenedores por aquí. Son duras y la gente incluso las compra para moverse por la ciudad. Pero el problema son los recambios, como se te rompa alguna pieza, es imposible dar con ella, claro. O te las ingenias tú para reparar la bici o tiene mala solución", añaden desde Cabanyal a este periódico.

Por su parte, en algunos lugares de Madrid también es posible ver alguna de ellas, bien amarradas con un candado a una valla. Los que firman estas líneas han visto algunas en Cuatro Caminos, Embajadores o Príncipe Pío. "Mira, la de Bravo Murillo no la tenía localizada. Yo veo una muy a menudo por Callao. Habrá unas 30 o 40 por Madrid", comenta el extrabajador de la empresa. Y si uno se da un paseo por Wallapop, también encuentra decenas.

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Anuncios de bici OFO. (Foto: Wallapop)

"Entre esas, hay mucha bici robada, sí. Pero también muchas de las que llevamos al desguace, que se arreglaron y se revendieron. Y bueno, por supuesto, muchas de las que estaban en los almacenes, que estaban completamente nuevas. Es lógico que les diesen salida porque todo el mundo se desentendió de aquello".

"La compró mi padre al terminar el confinamiento. La ha utilizado tres veces. La compró a un particular. Por eso no tiene tique", explica uno de los usuarios, que pide 130 euros por una de estas bicis. El desmadre y el abandono de las bicis hacen muy difícil saber de dónde salen exactamente. Especialmente en el caso de particulares. "Mira, en una tienda de aquí al lado de Sevilla te van a pedir 200 y pico y están usadas. La mía está como nueva, por 140", nos dice otro usuario. Cuando le preguntamos la procedencia, da largas. Insistimos y nos bloquea.

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Anuncios de bicis oBike. (Foto: Wallapop)

"Teníamos una tasa de robos y vandalismo altísima. Cada fin de semana teníamos que andar cogiendo por lo menos cinco bicis, en el mejor de los casos, del depósito. Casi siempre eran bicis que se habían tirado al Manzanares", narra un extrabajador de oBike, una compañía de Singapur, que también hizo sus pinitos en el 'bike sharing' madrileño, que define como "cachondeo" la forma de operar. ¿Por qué era tan fácil robarlas? "Básicamente, porque para localizarlas utilizábamos la posición del GPS del teléfono. La gente se la subía a casa, reventaba el cierre y a correr".

"Pasaron de todo"

"Pasaron de todo al irse. No me sorprende. Era un desastre todo aquello", insiste. Este exempleado describe una situación casi distópica. "Yo me acababa de licenciar. Y me escribió una chica asiática por LinkedIn. No le importó que no tuviese experiencia. Con esas, tuve que gestionar el equipo de Madrid". Este joven explica que estaba en situación completamente irregular. "Cobraba a través de transferencias que llegaban de un banco de Hong Kong. Era todo excesivamente cutre, de película". Recuerda que tenían dos almacenes, uno en Villaverde, al sur de Madrid, y otro en Navalcarnero.

"La nave del Marconi estaba bien. El otro, pues, bueno, era una nave bastante dejada. Pero querían ahorrar. Mira, para que te hagas una idea, en el de Villaverde no pagamos luz porque nos ahorrábamos 100 o 50 euros al mes", confiesa. Las descargas, que las realizaba él mismo con "dos colegas", había que hacerlas antes de que se hiciese de noche.

placeholder Las bicis de OFO, en un cementerio en China. (Reuters/Stringer)
Las bicis de OFO, en un cementerio en China. (Reuters/Stringer)

Uno de los proveedores que trabajaban con oBike era Galytrans, una empresa que les recogía las bicicletas y se las llevaba a sus almacenes. "Dos meses trabajamos con ellos y no vimos un duro, así que cortamos de golpe", cuenta el dueño de esta compañía situada en el barrio del Pilar (Madrid). "Nos dejaron a deber 8.000 euros. Obviamente, lo damos por perdido a estar alturas". En el almacén de Navalcarnero, la situación no era mejor. "Me llamó el propietario, hace un año. Poco antes del confinamiento. A ver qué hacía con todo lo que tenía allí. Que nadie le hacía caso", añade el exempleado de oBike. Cuando se le comenta el caso de OFO y las bicicletas abandonadas en Valencia, es rotundo: "Mi exempresa también dejó miles, usadas y nuevas, en almacenes. Se recogieron cuando dejamos de dar servicio, se las enviaron allí y se desentendieron".

Las fuentes consultadas coinciden en el diagnóstico. En esos términos, explican, el 'bike sharing' era un pozo de pérdidas. "Lo único que a la larga iba a quedar para hacer negocio eran los datos de los usuarios, con todo lo que ello implica", confiesa uno de estos extrabajadores, que habla abiertamente de "una máquina de perder dinero". "Si quieres que la gente las use masivamente en su día a día, tienen que ser bicicletas eléctricas. Una de paseo la quieren para eso, para dar un paseo", comentan estas voces.

Los empleados de BiciMad denuncian que las bicis sin base han tensionado el sistema

"Si optas por bicis con baterías y no tienes base fija, tienes que tener un operativo recurrente para recogerlas y recargarlas. Las tienes que tener bien localizadas, tener un equipo dimensionado para que el usuario siempre encuentre una cerca cuando la necesita... Además, o tienes un gran volumen de usuarios o no vas a ser rentable", explican estas mismas voces. Ese problema, por ejemplo, es el que lleva denunciando mucho tiempo la plantilla de BiciMAD como una de las grandes causas del deterioro del servicio.

El gran gatillazo de Madrid

Un buen ejemplo es lo sucedido en la capital española, donde en julio del pasado año el último operador privado que quedaba en la ciudad retiró sus bicicletas. El repliegue llevaba haciéndose discretamente durante meses. Mobi, una flota de la compañía china Mobike, había recogido los vehículos eléctricos de las calles, dejando BiciMAD y BiciMAD Go como única opción.

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

"Realmente esto no salía a cuenta", explican personas del entorno de esta compañía. "Se pensó que, al quedar pocos competidores, la iniciativa privada podía tener algo de espacio y volumen, pero ni por esas", remata. "Era un negocio sobredimensionado. Se levantó dinero muy rápidamente, pero cuando se vio que no había retorno a la misma velocidad, los inversores dejaron de inyectar financiación".

Esta era la crónica de una muerte anunciada, que se veía venir desde septiembre del pasado año, cuando el ayuntamiento trató de poner orden e impulsar esta opción de movilidad. Al contrario de lo que ocurrió con los patinetes, cuatro de las seis empresas (Goto Global, Ride On, Brikty y Movo, propiedad de Cabify) que habían solicitado permiso para operar en Madrid no llegaron a poner una bicicleta en circulación en la ciudad en el plazo previsto.

Solo dos de seis operadores autorizados desplegaron bicis. Hoy, solo queda BiciMad

Eso conllevó la retirada de la licencia de estos operadores. Los objetivos pasaban por tener, hace 12 meses, 3.900 sillines en la ciudad, muchos de ellos fuera de la M-30, adonde no llegaba el servicio municipal. No se cumplieron ni uno ni otro. El total de bicicletas sin base fija era de 791 y prácticamente la totalidad, las de BiciMAD Go y las de Mobi, estaba concentrada en la almendra central. Con la salida de esta última plataforma, son menos de 500 las que quedan rodando.

¿Y los patinetes? ¿Por qué no han sufrido algo similar? "Los patinetes también tuvieron una primera ola de vandalismo importante. Sin embargo, se ha reducido notablemente", explican empresas del sector. Entre otras cosas, cuentan, porque la gente tiene "más respeto" a elementos como las alarmas sonoras o el GPS integrado. "Eso era algo que las bicicletas no tenían en su momento". También, explican, que la operativa para recoger patinetes no es tampoco "la más sencilla del mundo", pero es mucho más asequible. "En una furgoneta entran muchos más. Te permite ser mucho más eficiente".

"Sí, señor. Seguimos teniendo esa promoción", cuenta una vendedora de un 'outlet' de sofás de Estepona al otro lado del teléfono. "Sí, es el 'chaise' de la imagen. De tres plazas. En varios colores... Sí, sí, se lleva la bici de regalo también", explica. "¿Bici de alquiler? No, no. Están nuevas. Estupendas", añade cuando se le pregunta por el origen. "¿De OFO? De algo me suena el nombre ese. No sé. Mire, si le soy sincera, a mí me la traen y me dicen que para la oferta", añade. A simple vista, la bici que regalan con esta compra no esconde mayor misterio. A ojo del común de los mortales, es un modelo de paseo.

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