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El premio gordo que espera España y media Europa: dónde se instalarán las fábricas de Intel
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LEÓN SE HA OFRECIDO A ACOGERLA

El premio gordo que espera España y media Europa: dónde se instalarán las fábricas de Intel

El fabricante de circuitos integrados quiere recuperar el terreno perdido y la UE frenar la dependencia de otras regiones. La empresa quiere invertir en la próxima década 80.000 millones en el continente

Foto: Vista del exterior de una planta de Intel en Tel Aviv. (Reuters/Amir Cohen)
Vista del exterior de una planta de Intel en Tel Aviv. (Reuters/Amir Cohen)

Media Europa anda pendiente de cuándo y dónde cae uno de los premios gordos de este 2021. Intel, el mayor vendedor de circuitos integrados de todo el mundo, lleva meses hablando de un ambicioso plan para aumentar su músculo productivo abriendo nuevas plantas en el Viejo Continente, donde su presencia se limita a una instalación en Irlanda. Después de la pandemia y la crisis en el suministro global de componentes tecnológicos e industriales que ha traído consigo, este asunto se ha convertido en una suerte de Euromillón geopolítico, un premio que sirva para tapar algunos agujeros como es la dependencia del sudeste asiático cuando se habla de semiconductores. A día de hoy, apenas uno de cada diez chips que se comercializan ha tomado forma en suelo europeo y Bruselas pretende doblar esa cifra en los próximos 9 años.

Foto: Ilustración: Raquel Cano.

La iniciativa ha sido abanderada por el nuevo CEO de Intel, Pat Gelsinger. Fue el hombre más joven en acceder a una vicepresidencia de la compañía pero en 2009 dejó la empresa para unirse en primer lugar a EMC y posteriormente a VMWare. Su fichaje se anunció en enero de este mismo año. Gelsinger volvía de esta manera tras una década un tanto gris para la compañía californiana. Lo ha sido por varios motivos. El salto a los nodos de fabricación más reducidos (uno de los factores que influye en la potencia de los procesadores) se le ha atragantado y ha visto como Samsung y TSCM le han adelantado en esta carrera tan especializada.

Intel y la UE quieren más músculo

En los últimos años también han asistido a la consolidación de la arquitectura ARM, que ha saltado de los móviles a los portátiles, que podría socavar su arquitectura x86 en los ordenadores, una tecnología que ha sido la norma durante años. Las especulaciones sobre el futuro de la marca se han repetido y han apuntado en muchísimas direcciones. Incluso se llegó a plantear un cambio de negocio, apagar sus 'fundiciones' y transicionar a un modelo como el de Qualcomm, donde ellos solo diseñasen y externalizasen la producción. La principal ventaja de esto, librarse del enorme gasto que suponen las fábricas, unas instalaciones muy exigentes y muy intensivas en capital e inversiones. La desventaja, depender de proveedores externos para una parte crítica de tu negocio.

Con Gelsinger esto ha quedado completamente descartado. Ha mostrado un perfil muy ambicioso. Se ha propuesto hasta recuperar el favor de Apple, que se encuentra inmersa en cambiar los productos de Intel por los suyos propios en los MacBook Pro. Pretende desembolsar hasta 2030 un total de 80.000 millones de euros para levantar nuevas ubicaciones en Europa. No es que se haya juntado el hambre con las ganas de comer, pero ambas partes, la UE e Intel, necesitan dar un paso al frente para reafirmarse en la materia.

La primera fase de este plan pasa por levantar dos fábricas, aunque en principio parecía que iba a ser solo una. Esto no significa que ambas plantas se dediquen a hacer lo mismo. Una puede ser para trabajar la oblea de silicio y otra para empaquetar, montar o testar las creaciones. Se supone que a finales de este año se conocerá la decisión por parte de la compañía. También hay que mencionar que los planes de Intel no pasan por crear ubicaciones donde elaborar únicamente sus propios chips, sino que planea competir con Samsung y TSMC al fabricar también los diseños de terceros.

placeholder Pat Gelsinger habla en presencia de Angela Merkel. (EFE/Jan Hetfleisch)
Pat Gelsinger habla en presencia de Angela Merkel. (EFE/Jan Hetfleisch)

Ese, el de ser proveedor para terceros, puede suponer para 2025 un mercado de 100.000 millones anuales. Obviamente en estos planes cobra una importancia extrema ASML, una firma holandesa, que es la única capaz de crear las máquinas de litografía extrema ultravioleta (EUV) para crear los chips por debajo de los 10 nanómetros. El problema, una vez más, es que al ser una única compañía la que puede proveer estos equipos se corre el riesgo de generar otro tapón que retrase la puesta en marcha de nuevas plantas, una tarea que se puede demorar, fácilmente, dos o tres años. La cercanía geográfica a este proveedor también es clave en la decisión de Intel: una máquina que pesa 180 toneladas, ocupa lo que un autobús urbano y tiene tantas piezas que se necesitan decenas de contenedores de carga, una veintena de camiones y hasta tres aviones para transportarla.

Foto: Empleados de ASML, finalizando el montaje de una de las máquinas de litografía extrema ultravioleta. (Reuters)

El mandamás de Intel, que ha sido bastante reservado en dar nombres concretos, desveló hace unos días en una entrevista con la BBC que hay 70 potenciales ubicaciones en lista. No desveló ni una. Dijo también que una decena de países habían presentado propuestas. Entre ellos está España.

El ofrecimiento de León

El último en lanzar este guante a la multinacional ha sido la ciudad de León, que hace unos días aprobó una iniciativa de Unión del Pueblo Leonés (UPL) para postularse como sede para albergar uno de estos complejos. La ciudad española sigue así con su intención de reconvertirse en un 'hub' tecnológico, después del chasco sufrido tras perder el concurso por albergar la Agencia Europea de Ciberseguridad, una candidatura que llegó espoleada por la presencia del INCIBE (Instituto de Ciberseguridad) en aquel municipio. De momento, los leoneses han tenido un premio de consolación. HP decidió relocalizar una división de software para impresoras de gran formato que la histórica firma tenía en la India.

placeholder Construcción de una fábrica de Intel en Arizona. (Intel)
Construcción de una fábrica de Intel en Arizona. (Intel)

Intel sigue manteniendo el silencio y da pocas o ninguna pista adicional, pero las quinielas han ido cobrando fuerza. No ha confirmado ningún candidato oficialmente, aunque ha hecho diferentes guiños. Desde el principio se daba por supuesto que tanto Alemania, Italia como Francia estarían entre los candidatos. Gelsinger ha realizado varias visitas y ha mantenido contactos al más alto nivel.

Se ha dejado ver en público con el presidente galo, Emmanuel Macron, uno de los más implicados a sabiendas de que la candidatura germana partía con bastantes papeletas, especialmente las regiones de Sajonia y Baviera. Posteriormente, trascendió que tanto Bélgica, como Polonia y Países Bajos también habían puesto propuestas sobre la mesa. Aunque no ha confirmado a nadie, la empresa sí que ha hecho un descarte: Reino Unido. El mercado podría haber sido perfectamente elegible, pero después del Brexit la empresa decidió tacharla de la lista.

Pero esto no se trata únicamente de que Intel escoja un lugar del mapa y se plante allí. El mutismo del Gelsinger tiene una razón de ser. Como en una partida de póker no quiere enseñar su mano antes de tiempo, para que el resto de jugadores arriesguen al máximo. ¿Arriesgar con qué? Con los subsidios y exenciones fiscales. Esta industria, como otras tantas, migró a Asia en su momento por varias razones. El precio de la mano de obra, una política medioambiental más laxa para una actividad que, entre otras cosas, conlleva un altísimo consumo de recursos hídricos. "La desventaja es de entre un 30 y un 40% respecto a Asia", deslizó en su momento el responsable de asuntos regulatorios de Intel, Greg Slater, que apuntó sin dudarlo a las ayudas que recibían en esos mercados por parte de las autoridades.

El reto de los subsidios

Este es probablemente el mayor problema al que se enfrenta la UE para conseguir que la industria de los microchips se consolide en su territorio. La proclama, desde hace mucho tiempo, ha sido mantener las ayudas estatales al mínimo siempre que sea posible. Bruegel, un 'think tank' con sede en Bruselas, emitió un estudio en el que recogía que de toda la inversión en la industria de microchips, la cuota europea no llega al 5%.

Thierry Breton, el comisario de mercado interior, prometió que Bruselas no se quedaría atrás en esta carrera y que movilizaría una inversión similar a la que Estados Unidos y otras potencias han aprobado para atraer a los gigantes de los microchips. Washington está ultimando un paquete de ayudas de más de 50.000 millones de dólares. Parte de ese dinero irá a Intel, empresa con la bandera de barras y estrellas, pero también a gigantes extranjeros como Samsung o TSMC, que se han comprometido a abrir plantas en sus territorio.

Corea del Sur ha conseguido todavía una cifra más impactante: 420.000 millones. La diferencia es que lo ha hecho a través de fondos privados, con exenciones fiscales. 'Politico' ha realizado una concienzuda revisión de lo que han 'aprovisionado' cada Estado miembro con este fin. A la cabeza el eje Berlín-París-Italia. Alemania, según recoge la publicación, ha reservado el 50% de una partida de 3.000 millones de euros.

Francia tiene un plan de 6.000 millones de reindustrialización, en el que destaca la importancia de invertir en los fabricantes de chips pero no le asigna una partida concreta. Italia, que tiene una partida de 1.500 millones, habla de 340 millones dedicados a esta actividad. Las cuentas parecen todavía muy lejanas a las que manejan al otro lado del Atlántico. Los números que maneja Intel, al menos los que trascendieron cuando los planes apuntaban a una sola fábrica, era conseguir 8.000 millones con ese cometido. Ahora que todo ha escalado esa cuantía a buen seguro se ha multiplicado.

placeholder Foto: Reuters/Kham.
Foto: Reuters/Kham.

Gelsinger está demostrando ser un hábil negociador. Además de esconder bien sus cartas, también sabe cómo y dónde hacer sus declaraciones para conseguir el mayor impacto posible. Una de sus últimas comparecencias fue en Múnich. Concretamente, en la IAA Mobility, la feria de referencia de transporte, movilidad y logística. Pronunció una charla ante un auditorio sembrado de representantes de la industria del automóvil. Un público ávido de buenas nuevas, que por algo han sido una de las empresas más afectadas por esta crisis, teniendo que poner al ralentí factorías o deteniéndolas por completo por la ausencia de semiconductores. No hay que olvidar, en este sentido, la importancia para muchos países como España que tiene este gremio en términos de empleo. En ese marco es donde hizo el anuncio de que quería invertir la friolera de 85.000 millones en los próximos años en la región.

Foto: Vista de la costa canaria. (EFE)

Apelar a los automóviles

El directivo dio un dato demoledor: en la próxima década aumentará un 20% el número de chips que incorporan los vehículos, debido a la irrupción de coches eléctricos o coches conectados. Este sector ha visto cómo las casas de fabricación les dejaban de lado en los últimos meses. Una de las razones para ello es que los productos que ellos demandan (chips de nodos más antiguos) dejan menos margen de beneficio, por lo que los proveedores se centran en productos de última generación, más rentables, como pueden ser los motores del último iPhone.

En este sentido, Intel también va a maniobrar. Consciente de la importancia del automóvil en Europa y de la cartera de clientes que puede generar, anunció que va a reconvertir parte de sus instalaciones irlandesas para producir chips para fabricantes de coches. En esa instalación ha invertido 15.000 millones, de los que casi la mitad, 7.000, ha sido en los cursos más recientes, con el fin de adaptar la línea de producción al nodo de los 7 nanómetros.

Media Europa anda pendiente de cuándo y dónde cae uno de los premios gordos de este 2021. Intel, el mayor vendedor de circuitos integrados de todo el mundo, lleva meses hablando de un ambicioso plan para aumentar su músculo productivo abriendo nuevas plantas en el Viejo Continente, donde su presencia se limita a una instalación en Irlanda. Después de la pandemia y la crisis en el suministro global de componentes tecnológicos e industriales que ha traído consigo, este asunto se ha convertido en una suerte de Euromillón geopolítico, un premio que sirva para tapar algunos agujeros como es la dependencia del sudeste asiático cuando se habla de semiconductores. A día de hoy, apenas uno de cada diez chips que se comercializan ha tomado forma en suelo europeo y Bruselas pretende doblar esa cifra en los próximos 9 años.

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