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La Armada exhibe músculo en el Atlántico, pero su futuro sigue siendo muy incierto
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DEL GOLFO DE CÁDIZ A BARBATE

La Armada exhibe músculo en el Atlántico, pero su futuro sigue siendo muy incierto

En estos días, concluye el ejercicio más importante y complejo de los muchos que realiza la Armada, donde se exhiben las capacidades que tiene la fuerza naval española

Foto: Fragata Blas de Lezo y en primer plano un helicóptero Sea King. (Juanjo Fernández)
Fragata Blas de Lezo y en primer plano un helicóptero Sea King. (Juanjo Fernández)

En estos días finaliza Flotex 21, el ejercicio más importante y complejo de los muchos que realiza la Armada y donde se exhiben las capacidades que tiene la fuerza naval española. Son 12 días de fase de ejecución en que buques, aeronaves y personas han desplegado en el mar y han realizado diversas acciones sobre tierra. Pero también ponen de manifiesto algo de lo que venimos hablando desde hace tiempo: que esas capacidades tan importantes que se tienen hoy no se mantienen solas y que, de no ponerse remedio, podrían perderse incluso a corto plazo.

En el ámbito militar, lo normal es realizar este tipo de ejercicios, y para poder apreciarlo en su verdadera magnitud nos pudimos integrar en el ejercicio. Se trata siempre de diferentes tipos de adiestramiento que van desde lo individual a lo colectivo y desde lo sencillo a lo complejo. En Flotex, se culmina el ciclo de las unidades navales y tras otros ejercicios donde se practican diferentes acciones, desde el adiestramiento individual de los buques a diferentes fases de operaciones anfibias, aquí se reúne un gran número de efectivos y se pone todo en práctica como si de una operación real y compleja se tratara.

Foto: Salida del S-81 de la nave de construcción. (Navantia)

El ejercicio de este año ha culminado en el golfo de Cádiz, en aguas del Estrecho y en las playas próximas a Barbate. La implicación de efectivos ha sido muy importante, con más de 3.600 militares y 760 infantes de Marina, que fueron los encargados de las operaciones sobre tierra. Un total de 14 buques intervinieron, entre ellos, el Juan Carlos I y el Castilla, que llevaron el peso de las operaciones anfibias gracias a sus diques inundables y donde se instalaron los estados mayores, cinco fragatas de escolta de las que dos eran F-100 y 3 F-80, más una fuerza de medidas contraminas compuesta por dos cazaminas apoyados por el buque de acción marítima (BAM) Furor, que actuaba como buque de mando. El resto de navíos fueron unidades de apoyo como el Contramaestre Casado, para labores de inteligencia y de simulación de buques civiles, remolcadores y otros.

placeholder Elementos de reconocimiento de la Infantería de Marina. Son los primeros en llegar a la playa. (J. F.)
Elementos de reconocimiento de la Infantería de Marina. Son los primeros en llegar a la playa. (J. F.)

La parte aérea también fue importante. Desplegaron 12 aeronaves de las que seis eran Harrier de la Novena Escuadrilla basados en el Juan Carlos I, tres helicópteros de transporte Sea King de la Quinta Escuadrilla y helicópteros SH-60B, MH-60F y AB-212 que se utilizaron para transporte de tropas desde los buques principales y para apoyo en los escoltas. También muy relevante la siempre discreta participación de los drones ScanEagle, de la Undécima Escuadrilla y de un grupo de la Fuerza de Guerra Naval Especial, verdadera unidad de élite para operaciones especiales que desempeña tareas de inteligencia, reconocimiento y operaciones especiales.

A estas fuerzas se uniría la fragata italiana de la clase Fremm Luigi Rizzo y también se contó con la participación del Ejército del Aire con aviones C-101 y F-18 y del Ejército de Tierra con el Regimiento de Artillería de Costa nº4 y el Regimiento de Artillería Antiaérea nº74.

Escenario difícil y creíble

Como en cualquier ejercicio de este tipo, lo primero que se hace es generar un escenario ficticio que se recrea hasta el más mínimo detalle. En este caso, de trataba de dos países ficticios, por un lado 'Larnland', un Estado fallido con un territorio costero dentro de sus límites, 'Tarfiya', reclamado desde antiguo por otro país, y 'Turrike', donde operan una serie de grupos terroristas. Esta situación generó una serie de problemas humanitarios, con tráfico de migrantes y acciones hostiles, por lo que la ONU, ante la petición de ayuda de Larnland, decidió enviar una fuerza de cascos azules a la frontera entre estos dos territorios como fuerza de interposición.

El problema surge cuando la tensión y hostilidades en la zona crecen de forma alarmante y los elementos insurgentes, mejor armados, se muestran cada vez más agresivos, hasta el punto de atacar a las fuerzas internacionales, que ahora se encuentran en una situación crítica y necesitan apoyo con urgencia. La ONU, ante la situación existente, encarga a España enviar una fuerza que asegure la zona, mantenga un corredor abierto hasta la costa y permita sacar a las tropas de la ONU con seguridad.

placeholder Desembarco de infantería y vehículos. En primer plano, un Vamtac ST5 armado con misiles Spike. (J. F.)
Desembarco de infantería y vehículos. En primer plano, un Vamtac ST5 armado con misiles Spike. (J. F.)

El escenario es muy creíble y supone lanzar una operación de cierta envergadura sobre la costa, asegurar el terreno y preparar una operación de extracción. No es una acción en que se espere fuerte respuesta militar enemiga, por ello no se despliegan ni artillería ni vehículos pesados, pero precisa de un amplio despliegue de medios y, sobre todo, adecuada cobertura aérea ante la contingencia de que el enemigo reaccione con violencia o se haya dotado de armamento potencialmente peligroso, como misiles o medios blindados, facilitado por Turrike. También supone poner a prueba los medios contraminas, pues existe la sospecha de que los insurgentes hayan podido fondear algunos de estos mortíferos ingenios, muy fáciles de conseguir.

Objetivos ambiciosos

Al mando de todas las fuerzas se encuentra el vicealmirante José María Núñez Torrente, comandante del Cuartel General Marítimo de Alta Disponibilidad, cargo que compatibiliza en la actualidad con el mando de la Operación Atalanta de lucha contra la piratería en Somalia. En sus palabras, los objetivos principales de este ejercicio son perfeccionar las operaciones de 'personnel recovery' o extracción y recuperación de personas, misiones siempre muy complejas y delicadas que se pueden dar en cualquier momento y que se deben ejecutar de manera rápida y limpia.

Otro es perfeccionar el 'targeting' o designación de objetivos, una faceta muy importante que se debe realizar a la perfección, pues de ello depende el que se ataque a los verdaderos objetivos y no se produzcan los nada deseables efectos colaterales. En este tema, se ha trabajado en los aspectos legales para contar siempre con asesoramiento en este campo que evite posibles incidentes futuros. Por último, se ha trabajado también en un terreno muy actual, como es la ‘guerra de la información’, un verdadero nuevo campo de batalla donde se deben tener en cuenta los medios de comunicación, redes sociales, etc., tratando de contrarrestar las 'fake news' y gestionando el manejo de la información.

placeholder Buque de asalto anfibio Castilla. (J. F.)
Buque de asalto anfibio Castilla. (J. F.)

Dudas sobre el futuro de la Armada

El ejercicio Flotex 21 demuestra unas buenas capacidades de la Armada y una preparación que habilita nuestra marina de guerra para actuar de manera rápida y precisa en un escenario lejano. En definitiva, demuestra que la capacidad de proyectar una fuerza de entidad suficiente para llevar a cabo una operación de cierta envergadura, como la recreada en el escenario, existe en la actualidad, está desarrollada y su eficacia resulta creíble.

Todo lo anterior está muy bien, pero a la vez nos genera varias dudas de gran calado. Estas dudas surgen tanto por lo que pudimos ver en el ejercicio como por lo que no pudimos ver. Empecemos por esto último. Siempre ha sido habitual que en estos ejercicios se contara con la participación de un submarino. Lo normal para todas las marinas de guerra que disponen de esta capacidad. El problema, aparentemente, fue de incompatibilidad de fechas, al haberse retrasado la ejecución del Flotex, prevista para el primer semestre, por el tema del covid-19. Pero no es menos cierto, y el propio vicealmirante Núñez lo dijo en un sano ejercicio de realismo, que la situación de nuestra arma submarina no es muy boyante.

El submarino es una potentísima arma que sirve tanto para obtener información en favor de la fuerza naval como para defenderla de otros submarinos, y en este ejercicio se eliminó de la ecuación del escenario una amenaza submarina. Es verdad que no siempre existen, pero no lo es menos que cada vez es más fácil hacerse con un submarino y cada vez hay más países que lo tienen.

Esto engancha con otro tema: adecuados medios antisubmarinos. Hacen falta con urgencia helicópteros dedicados a esta tarea y hace falta que el modelo sea capaz de colaborar con los buques al menos con las mismas capacidades de los cada vez más antiguos SH-60B. Volvemos a la polémica de que el esperado NH-90 naval táctico para España, que no es el Nato Frigate Helicopter (NFH) alemán, se va a seguir esperando por mucho tiempo pues es una versión que aún ni existe. ¿Se va a seguir esperando el modelo americano MH-60R (el famoso Romeo), que es el que la Armada quiere? La respuesta es compleja, pero la realidad es muy simple: no se puede estar muchos años sin helicópteros antisubmarinos.

Luego está lo que pudimos ver y que dejaremos de ver, los aviones Harrier. El año 2030, fecha límite para ellos, se acerca de manera inexorable y el futuro del ala fija pende de un hilo, pues es sabido que su único reemplazo posible es el F-35B, el ‘modelo maldito’ por el hecho de ser americano. Ver los Harrier despegar del Juan Carlos I es un verdadero espectáculo, pero más allá de eso, significa que las tropas que se proyectan sobre tierra van a contar con protección y esto hoy, en Flotex 21, lo puede hacer la Armada española de manera independiente y en un escenario lejano.

placeholder Un AV8 B Plus de la Novena Escuadrilla a punto de tomar tierra sobre la cubierta del Juan Carlos I. (J. F.)
Un AV8 B Plus de la Novena Escuadrilla a punto de tomar tierra sobre la cubierta del Juan Carlos I. (J. F.)

Todo esto causa una mayor preocupación aun tras escuchar las palabras de la secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro, cuando afirmaba en su comparecencia en la Comisión de Defensa del Congreso que la situación económica y los compromisos de programas en curso “dificultarán enormemente adquirir grandes capacidades que demanden pagos antes de 2028″. Unos programas comprometidos en que, por cierto, no hay nada de lo anterior, salvo el submarino S-80, que se espera como agua de mayo.

El problema es la paradoja que se produce, pues 2028 llegará pronto, pero será demasiado tarde. Los plazos para adquirir sistemas como el F-35B son rígidos y requieren unos 6-8 años desde que se toma la decisión hasta que las primeras unidades están operativas. Pensar en términos de 2028 dejaría un hueco demasiado grande en capacidades antisubmarinas, que tampoco podrán ser paliadas con las F-110, que llegarán después. Del ala fija ya ni hablamos, porque aun en el caso de que se tomara la decisión en 2028, no se dispondría de aviones hasta 2036, más o menos. ¿Y mientras tanto?

El futuro siempre es incierto, pero el de la Armada española lo es aún más si cabe. Demasiadas necesidades tan solo para mantener unas capacidades que hoy parecen necesarias. Pensemos que en el futuro, de seguir esto así, sin reemplazo para helicópteros antisubmarinos, con la llegada de helicópteros de transporte con cuentagotas, sin renovación clara de blindados de la Infantería de Marina, sin soluciones de defensa óptimas para los buques y, sobre todo, sin aviones embarcados, una operación como la planteada en Flotex 21 no se podría realizar.

En estos días finaliza Flotex 21, el ejercicio más importante y complejo de los muchos que realiza la Armada y donde se exhiben las capacidades que tiene la fuerza naval española. Son 12 días de fase de ejecución en que buques, aeronaves y personas han desplegado en el mar y han realizado diversas acciones sobre tierra. Pero también ponen de manifiesto algo de lo que venimos hablando desde hace tiempo: que esas capacidades tan importantes que se tienen hoy no se mantienen solas y que, de no ponerse remedio, podrían perderse incluso a corto plazo.

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