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Un mes con la tele que todos querríamos en casa: prepara el salón (y la cartera, si puedes)
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la LCD más avanzada del mercado

Un mes con la tele que todos querríamos en casa: prepara el salón (y la cartera, si puedes)

La Samsung QLED 950 TS es una joya, tanto por la tecnología y el diseño, que hace que el 8K sea lo de menos, como por la factura, que la hace un producto excesivamente exclusivo

Foto: Foto: EC.
Foto: EC.

Vender una televisión 8K en 2020 no tiene que ser nada sencillo. Sigue siendo igual de complicado que cuando algunos fabricantes se atrevieron a poner las primeras en el mercado. Se debe parecer mucho a la papeleta que tendría que afrontar un comercial de Procubitos al que le encargan colocar a un grupo de esquimales un palé con 300 kilos de cubitos de hielo. Es algo que está aún en pañales. Ojo, que también los lleva puestos el 5G y, miren por dónde, tenemos el mercado lleno ya de terminales adaptados a la nueva generación de internet con precios que rondan los 250 euros. Pero que una tecnología esté tierna parece que no es impedimento suficiente para que haya varios dispositivos ya preparados para deglutir contenido en esta resolución que multiplica por cuatro las bondades del 4K. Un buen ejemplo es la nueva generación de consolas, compuesta por la PS5 y la Xbox Series X, que se estrenaron hace pocas semanas. Son compatibles, pero hasta que los estudios no saquen producciones que aprovechen esas capacidades, no se dejará notar.

Foto: De izquierda a derecha: POCO X3, Mi 10T Lite 5g, Moto G9 Plus, realme 7 5G

Aquí ocurre lo mismo. Estar preparado para lo que venga. De eso va la historia. No son cosas que se renuevan cada dos años. Quien se deja unos cuantos miles de euros en un equipo para casa quiere que sea de gama alta hoy, pero que también lo sea dentro de cinco inviernos. Ese es el espíritu de la QLED 950 TS de Samsung, la LCD más avanzada que se ha visto jamás en el mercado.

He podido pasar un mes con ella en mi salón, concretamente con el modelo de 65 pulgadas. También está disponible en 75 y 85. Es lo que se llama 'gran pulgada', un formato que se ha puesto muy de moda en nuestro país en los últimos años. Con el aumento de resolución que trajo el 4K se acabó lo de tener que estar a cuatro metros de la tele y ya puedes meter un pantallón en espacios más pequeños. Tras mi experiencia puedo decir que es una tele que todos (o casi todos) querríamos tener en casa. Aunque todos la deseásemos, pocos serían finalmente los que accederían a ellos.

Bienvenidos a '¿Me lo compro?'

Bienvenidos a ¿Me lo compro?, nuestros análisis a fondo de los 'gadgets' más deseados del momento. Cada semana analizaremos nuevos dispositivos y, sobre todo, los compararemos entre sí para que puedas responder al instante a esa pregunta que a veces nos quita el sueño: ¿qué móvil, TV, portátil, auriculares... me compro? Podrás preguntarnos lo que quieras sobre cada producto, la idea es ayudarte a tomar mejores decisiones y... de paso, ahorrarte tiempo y dinero. Si estás detrás de una QLED, una OLED o una nueva tele, puedes mandarnos tus dudas a teknautas@elconfidencial.com y te responderemos cuando sea posible.

Puedes ver el resto de nuestras pruebas en este enlace.

¿Por qué? Porque además de ser una joya en lo tecnológico también lo es en lo económico. Cinco mil y pico euros de partida por el modelo de 65 (en algunos sitios la puedes encontrar de oferta, a 3.700 euros). Ahí es nada. Una cifra que puede ser casi pornográfica para el común de los mortales. A los que no podemos pagar a tocateja la cuantía, nos queda la opción de financiarlo a tropecientos meses para hacerlo digerible. Eso si es que uno se puede permitir una letra de doscientos euros al mes.

Aunque pueda sonar parecido, QLED poco tiene que ver con OLED. Son las dos Españas en versión paneles de televisión. El primero de estos términos se lo sacó Samsung de la manga, para nombrar a su línea de televisiones 'pata negra' y básicamente son LCD hormonadas y mejor desarrolladas.

¿Cuáles son las ventajas de cada una? La diferencia básica es que las OLED, que son orgánicas, tienen la capacidad de encender y apagar cada píxel individualmente, mientras que sus rivales tienen, por así decirlo, que poner un filtro encima de la luz. Gracias a esa cualidad, las OLED pueden lograr negros más puros, mejores degradados, un 'lag' algo menor y mejores ángulos de visión. Pero las QLED también tienen sus fortalezas. Mayor brillo (hasta 3.000 nits en este caso), mayor volumen de color y un mejor control de la saturación de la imagen son algunas de las que podemos citar. La diferencia más importante quizás sea la de su supuesta capacidad de envejecer mejor. A las OLED, por eso de ser orgánicas, se les acusa de poder sufrir 'quemaduras' (pequeñas marcas) con el paso del tiempo al reproducir un mismo elemento mucho tiempo.

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Foto: M. Mcloughlin.

Un menú completo

Hecho este repaso teórico, vayamos a ver cómo es el desempeño de esta QLED 950TS. Es un panel 8K de 65 pulgadas con 33 millones de píxeles, que puede manejar contenidos con HDR10, HLG y HDR10+ (diferentes versiones de 'High Dinamic Range', una tecnología, 'grosso modo', que ayuda al color y la luminosidad de las series). El gran 'pero' en este sentido es que no hay Dolby Vision incluido. Es otro tipo más de HDR, un estándar que mejora la la imagen y que utilizan ya algunas plataformas como Netflix o Amazon Prime Video. Teniendo en cuenta el dineral que cuesta sería lógico que estuviese en la carta de servicios. Tampoco es un drama no tenerlo. Ni mucho menos.

Uno de los grandes atractivos es su brillo máximo. Es capaz de servir picos hasta de 3.000 nits. Por hacernos una idea, esto es un tercio más de lo que alcanzan las 4K prémium. Un guarismo bárbaro. También es cierto que en el mundo del cine se viene a decir que con una media de 1.000 nits estamos ya manejando un buen nivel para ver una película en buenas condiciones. ¿Dónde se nota? Especialmente a la hora de reproducir contenidos con HDR. Le permite ofrecer un rango dinámico mucho más amplio, recuperando muchos más matices de zonas subexpuestas y sobreexpuestas. Algo que una OLED, que también hace un buen papel, no llega.

El poco contenido que he podido ver en 8K nativo es espectacular. La primera vez que lo ves te sobrepasa visualmente. Es extraña la sensación que uno tiene cuando ve imágenes con tanta información. Pero son vídeos de muestra o algunos, pocos, resultados de YouTube. Se cuentan con los dedos de la mano. Harina cayendo sobre mesa, algún paisaje, flores y poco más. Hubo un debate que se emitió en 8K a través de Vimeo. Muy bien para un minuto y ya. A saber qué habrá dentro de dos años. Hay que tener en cuenta que a día de hoy ya hemos asimilado el 4K como una realidad gracias al Blue-ray y plataformas como Netflix, HBO, Prime o Apple TV... Pero, durante mucho tiempo, era la excepción. Obviamente, está de más decirlo, pero si lo que quieres es una 'smart TV' para ver la TDT no necesitas ni 8K ni probablemente 4K. ¿Qué narices? No necesitas ni 'smart TV'.

Que haya poco contenido en 8K no significa que actúe como una 4K. La clave está en el reescalado

Se supone que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020* (retrasados a 2021 por el covid) se retransmitirán en esta calidad. Pero de ahí a que sea la norma, a pesar de que hay películas y series que ya se ruedan así, queda un trecho. ¡Ah! Se me olvidaba mencionar que ya hay 'smartphones' que graban en 8K. ¡Qué buena idea! Comprarse una tele de 65 pulgadas y tres nóminas para ver vídeos del móvil. Es ironía, por si no ha quedado claro.

La conclusión es la de la primera línea del artículo. Comprar una tele 8K solo por el 8K en 2020 es complicado de defender. Pero que no haya mucho contenido nativo no significa que vayas a ver la imagen en 4K. Aquí entra en juego el 'reescalado'. Convertir un contenido de una calidad inferior a una mayor. Ya nos pasó con el salto del Full HD al 4K. La evolución al 8K supone una imagen con 4 veces más de información que con el UHD. Vamos, que al sistema le toca inventarse 3 de 4 píxeles para lograrlo. Y ese reto multiplica exponencialmente si el contenido es todavía de menor calidad.

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Foto: M. Mcloughlin.

Este trabajo recae en el procesador Quantumm 8K, el procesador de fabricación propia de Samsung. Es uno de esos chips dotado con Inteligencia Artificial que estudia miles de fuentes para aprender cómo tratar texturas, degradar colores... ¿Lo consigue? Si. Pero no siempre igual. El resultado es diferente si la fuente es HD, Full HD o 4K. Cuando coge un contenido en UHD, no llega a imitar el 8K nativo, pero sí supone un avance notable frente al 4K. Se ve todo más definido, con más detalle.

Según la calidad de la fuente es menor, obviamente el resultado final es menos fino. Con Full HD también hace un trabajo notable. Pero no es lo mismo hacer el milagro de los panes y los peces teniendo que alimentar cuatro bocas que cuarenta, como quien dice. Donde se notan ciertos problemas se notan ciertos problemas es con la imagen de la TDT en directo. Hay veces que si no estás lo suficientemente lejos se puede notar algo de ruido y pérdida de definición. Como si se le hubiese metido un filtro belleza de algún móvil 'chinorri' a algunos tertulianos para quitar arrugas y alisar el rostro. Los milagros a Lourdes. Pero vamos, eso pasa aquí y en otras tantas teles. Salvo este detalle, no hay nada que reprochar a uno de los sistemas de reescalado más solventes, sino él más, que hay a día de hoy en el mercado.

Siguen sin ser los negros del OLED, pero esta QLED, la mejor LCD del mercado, reduce mucho la brecha

¿Qué ocurre con los negros? ¿Cómo cumple esta QLED? Es imposible decir que igualan a los de una OLED, que sigue llevando ventaja en los negros y en cosas como los degradados o las sombras. Eso quizás lo logren con una microled, cuando esa tecnología se adapte a formatos más pequeños. Sin embargo, hay un avance importante y la brecha se reduce de manera considerable. Obviamente si reproduces un logo brillante sobre un fondo completamente negro verás unos halos llamativos. Sin embargo, no son muchas las circunstancias que te enfrentas a un escenario así. En el día a día, se detectan algunos, pero menos que en la QLED 8K del año pasado y, por supuesto, menos que en la mayoría de LCD del mercado. ¿Cómo han conseguido esta mejora? La retroiluminación de esta pantalla está dividida en cerca de 480 zonas que funcionan independientemente (el doble que una 4K convencional).

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Foto: M. Mcloughlin.

Esto les da, por ejemplo, la capacidad de manejar independientemente varias zonas de una misma imagen, aunque una esté súper iluminada y otra no. Para esto se apoya en un sistema que es capaz de escrutar la escena para llevar más energía a las áreas más iluminadas, quitándola de las zonas más atenuadas. Este invento les permite alcanzar esos picos de brillo de hasta 3.000 nits. Este análisis también lo hace con la luz ambiental y se ajusta automáticamente en función de si es de noche o entra luz natural por la ventana. Hablando de esto, cuenta con un acabado antirreflectante que funciona francamente bien, evitando que los reflejos de un rayo de sol o de una lámpara se conviertan en algo molesto.

Para ir terminando con todo este bloque de la imagen, solo puedo comentar que los ángulos de visión también me han parecido lo suficientemente amplios, sin que eso suponga una gran pérdida de calidad. A la hora de utilizarlo con una consola (yo hice aquí las pruebas de la PS5 y la Xbox Series X) se desactivan estos ajustes generales y se activa un modo juego, que nos ofrece una latencia de unos 10ms y suaviza el movimiento de una manera que lo hace muy agradable. O sea, si eres jugón y estás pensando en eso, esta televisión se ve genial en este sentido. En honor a la verdad, también hay que decir que no se podía esperar otra cosa a este precio.

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Foto: M. Mcloughlin.

Obviamente hay muchas razones objetivas para decir que no a una tele 8K e irte a una 4K. Por eso Samsung se ha preocupado de que la resolución no sea su único gran argumento. Su aspecto exterior es otra de sus grandes bazas. A mí particularmente me pareció sorprendente cuando la vi en el CES de Las Vegas y las impresiones se han confirmado en mi modesto salón, que dista mucho de los recintos donde suelen presentarse estas grandes apuestas tecnológicas. Los bordes son de apenas un par de milímetros. Invisibles una vez te alejas un metro y pico, quizás dos, de donde esté colocada. Son casi imperceptibles. Lleva la expresión pantalla sin marcos a un nuevo nivel. Es una televisión magníficamente rematada, con un borde metálico con múltiples agujeros de donde brota gran parte del sonido, sirviendo también para disipar calor.

Samsung da en el clavo con este diseño. Le da una identidad única. Sobre sus dimensiones cabe mencionar que es una tele pesada, que conviene montar entre dos personas. En menos de 15 minutos ya la teníamos fuera de la caja, montada y lista para configurar. Una de las cosas que más sorprende cuando la ves por primera vez es su grosor. Solo 1,5 centímetros. 15 milímetros. A las OLED se les presupone más margen para conseguir diseños finos porque no necesitan ese panel para retroiluminarlo, pero esta QLED 950TS es la excepción que destruye la regla.

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Foto: M. Mcloughlin.

¿Cómo lo consigue? Con One Connect, la caja donde tiene todas las conexiones indicadas en la ficha. Solo un cable sale de la televisión para absolutamente todo. Y todo es alimentación eléctrica, señal de antena y aquello que conectemos al mencionado apéndice, que podemos colocar en un lugar discreto y alejado de la pantalla. Este es probablemente uno de los mayores aportes que ha salido de las cocinas de la marca coreana en los últimos años en lo que se refiere al mercado de televisiones. Sobre esa caja solo hay un apunte. De los cuatro puertos HDMI, solo uno es 2.1 (permite transmitir imagen a mayor resolución y mayor refresco). Es una crítica que se oyó desde su presentación. Es algo rácano, teniendo en cuenta el dinero que hay que invertir para meterla en casa.

Esa figura tan fina de 1,5 cm hace que se una buena candidata si estás buscando algo que se cuelgue de la pared y quede disimuladamente bien. En mi caso opté por ponerla en la peana, que incluye cinco kilos a la composición. Lo más curioso es que cuenta con una pequeña angulación, nada exagerada, pero que sin embargo no es regulable. Lo que se consigue con esto que la tele no esté completamente vertical, sino que se incline un poco para apuntar a los ojos en caso de que esté en una posición más baja que nuestro sofá.

Meter seis altavoces en 1,5cm

Cualquiera podría pensar que el gran sacrificado en una tele significativamente más fina que sus rivales y que sus predecesoras sería el audio. Pero no. Consiguen meter ocho altavoces en ese espacio. Cuatro controladores de rango medio, dos 'woofers' y dos 'tweeters'. Obviamente si eres un exquisito del sonido o tienes un oído de notable alto vas a querer una barra de sonido (si te gastas este dineral, afloja un poco más y cómprate un buen complemento). Pero el audio, para ser el que ofrece un televisor, es bueno. Obviamente no podemos hablar de graves, pero si podemos señalar que el audio es natural. Respetando el espacio de las voces y la música. En casi ningún momento hace nada que se sienta antinatural. De las funciones que incluye en este sentido cabe destacar Amplify, una función que le da más potencia a lo que suena, sin provocar ninguna distorsión notable. Yo lo he agradecido cuando he querido darle a la consola, más que a la hora de ver series.

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Foto: M. Mcloughlin.

Para ir cerrando esta prueba, caben despachar otros asuntos como el mando. Nos encontramos con un mando metálico, francamente elegante, que sigue la línea de anteriores versiones, pero ahora incluye botones directos para Netflix, Amazon Prime Video y Rakuten. Soy poco amigo de estas configuraciones fijas y prefiero que se me permita asignar lo que yo quiero, pero lo que no entiendo es la selección de Rakuten. Creo que un botón de YouTube o HBO sería más lógico.

Lo que le da vida a la televisión es Tizen, el sistema operativo que ha permitido a Samsung crear una propuesta fiable y una interfaz muy usable. En este caso se siente todo ligero. Si lo que te preocupa es si tu servicio de 'streaming' estará presente, debes saber que cuenta hasta con app de Apple TV+. O utilizas algo muy raro o tendrás app oficial. Ahora, además de Bixby, podremos tener como asistente de voz Alexa y Assistant. Un acierto total de cara a convertir la tele en un 'hub' de los aparatos conectados que tengamos, que al final Bixby ha tenido un alcance muy limitado entre los usuarios.

¿Merece la pena? Si buscas un producto de lujo, sí. Si eres un fan acérrimo del OLED, quizás se te pueda hacer raro, pero cabe decir que los negros ya no están tan lejos como antes. Obviamente si buscas una tele de batalla o un chollo esto no es para tí. Si lo que quieres es un equipo solvente, preparado para lo que venga en los próximos años, es probablemente una de las mejores televisiones a las que puedes acceder a día de hoy y que envejecerá muy bien. La vida no te va a cambiar. Si usas una 4K o una 8K de la misma forma que tus WhatsApps se envían y El Confidencial se carga en tu móvil de manera más que satisfactoria estés enchufado al 4G o al 5G. Son necesidades del metaprimer mundo. Es decir, del primer mundo dentro del primer mundo. Caprichos que muchos disfrutaríamos.

Vender una televisión 8K en 2020 no tiene que ser nada sencillo. Sigue siendo igual de complicado que cuando algunos fabricantes se atrevieron a poner las primeras en el mercado. Se debe parecer mucho a la papeleta que tendría que afrontar un comercial de Procubitos al que le encargan colocar a un grupo de esquimales un palé con 300 kilos de cubitos de hielo. Es algo que está aún en pañales. Ojo, que también los lleva puestos el 5G y, miren por dónde, tenemos el mercado lleno ya de terminales adaptados a la nueva generación de internet con precios que rondan los 250 euros. Pero que una tecnología esté tierna parece que no es impedimento suficiente para que haya varios dispositivos ya preparados para deglutir contenido en esta resolución que multiplica por cuatro las bondades del 4K. Un buen ejemplo es la nueva generación de consolas, compuesta por la PS5 y la Xbox Series X, que se estrenaron hace pocas semanas. Son compatibles, pero hasta que los estudios no saquen producciones que aprovechen esas capacidades, no se dejará notar.

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