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Vigilar el covid como el tráfico: el sistema de semáforos que usa hasta la UE y España no
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Recuerda, en el ámbar se frena, no se acelera

Vigilar el covid como el tráfico: el sistema de semáforos que usa hasta la UE y España no

Reino Unido, Alemania, México y hasta Cataluña. Tras meses de pandemia, medio mundo está pintando su segunda ola con los colores de estas señales de tráfico y el motivo es bastante simple

Foto: Foto: Reuters.
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Con esta nueva ola de coronavirus, muchos se han visto catapultados de nuevo a marzo, a esos momentos de incertidumbre, confinamiento y un solo tema ocupando toda la realidad. Es fácil encontrar paralelismos, pero lejos de ser una situación clavada, hay algunos cambios que nos hacen ver la situación de una manera diferente. Las luchas políticas, los nuevos medidores... y hasta nuevas formas de comunicar la situación. En el terreno de las alertas, se impone cada vez más un código diferente y que ahora pinta de rojo, ámbar y verde gran parte del planeta. ¿El motivo? Nos hemos rendido a los sistemas de semáforos para explicar la situación.

Estos nuevos formatos se utilizan para entender el riesgo en uno u otro territorio de una manera sencilla, siguiendo unos parámetros particulares que hacen que la situación vaya cambiando de color: rojo, este lugar está en alerta grave; ámbar, la situación es preocupante pero controlable, y verde, el problema del covid está controlado. Puede sonar incluso demasiado simple, pero medio planeta ya lo usa, y el otro medio, en el que está España, está en ello. ¿De dónde sale este éxito? Los expertos apuntan a dos aspectos esenciales que, vista la evolución de la pandemia, son clave para su control: comunicación clara y objetiva, y acercamiento al ciudadano.

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Los últimos en sumarse a esta tendencia han sido la propia Unión Europea, que acordó la pasada semana integrar uno de estos sistemas para alertar sobre la situación en cada región de la UE, y Reino Unido, que, siguiendo a sus vecinos, explicó que haría lo mismo con su propio código. Además, otros países como México llevan usando algo similar desde hace meses. En España, según palabras del propio Ministerio de Sanidad, se está trabajando en implantar uno para todo el territorio, por lo que seguimos esperando a su implantación general, pero sí hay zonas como Cataluña que ya tienen el suyo propio e incluso fueron pioneras en instaurarlos, espoleados por un grupo de investigadores.

En el caso catalán, la idea partió del equipo BIOCOMSC de la Universidad Politécnica de Cataluña, que llevaba tiempo usando un modelo similar para sus propios estudios y fue incluido por la Generalitat en sus informes diarios. ¿Qué indica su semáforo? Lo que han denominado como 'riesgo de rebrote'. "Lo que hace este punto es mostrar la situación que vive cada zona básica de salud o municipio. Para ello, utiliza el EPG, un parámetro que nosotros empezamos a utilizar y que multiplica la incidencia acumulada de 14 días y el número de reproducción R, pues creemos que así es mucho más realista y muestra el verdadero riesgo", apunta Sergio Alonso, uno de los investigadores del grupo, en conversación con Teknautas.

En concreto, se considera un riesgo bajo de rebrote una situación que tenga de 31 a 71 puntos EPG, si sube hasta los 100 se considera riesgo medio, de 100 a 200 riesgo alto y más de 200 riesgo muy alto. Cataluña está ahora mismo en 362 EPG y en cuanto a comarcas, solo bajan tres del color rojo.

Ellos empezaron a utilizar estos colores para pintar sus gráficos tras la desescalada, con la idea de que sirviera para que todo el mundo pudiera conocer de manera sencilla, y sin perderse en los datos, en qué situación se encontraba cada territorio y, sobre todo, hacia dónde evolucionaba, aunque ahora casi todo se encuentra inmerso en el rojo. "Creemos que es algo muy visual y ayuda a la ciudadanía a saber, sin tener que perderse en datos y parámetros que suben o bajan, cómo está su área y a qué situación se enfrenta y concienciarse", añade Alonso. Una idea que comparten en la mayoría de países que lo han adoptado, aunque aquí tampoco se libran de las guerras de datos, por mucho que lo intenten.

¿Qué datos elegir para cambiar de color?

En Cataluña, han elegido tomar solo el EPG para mover su semáforo en cada zona, pero Alonso deja claro que es solo un acercamiento y que, obviamente, podría combinarse con otros parámetros. "Creo que es necesario incluir la presión hospitalaria y, sobre todo, la positividad de las PCR, pero, bueno, todo ayuda. En Alemania, por ejemplo, que es uno de los casos más conocidos, solo cogen la IA de siete días y según aumenta cambian de color", apunta Alonso. Al final, el motivo de su éxito es que funciona muy bien como arma comunicativa. "Creo que tanta gente sigue una idea similar porque todo el mundo tiene interiorizado el semáforo y lo que significan sus colores. Es algo que no hay que explicar para saber lo que significa".

Su misma idea la siguen también el físico y experto en análisis de epidemias Alex Arenas y el investigador del CNB-CSIC Saúl Ares. "Son sistemas útiles pero no definitivos, hay que conocer más detalles para poder usarlos en la toma de decisiones, pero como alertas son muy indicados. Los detalles extra son complejos: movilidad, estratos sociales, perimetro de infección, número de test y rastreos, y capacidad hospitalaria... entre otros", señala Arenas.

Por su parte, Ares señala otro aspecto esencial: buscar, con esto, salir del juego político. "Creo que de cara a la población es fundamental que haya un indicador fuera del juego político para saber cuándo hay que empezar a preocuparse, y este puede serlo. Al final, la percepción de la población es seguramente el elemento más importante de la respuesta a la epidemia".

A falta de un modelo español público (hace unas semanas, el periódico 'El País' publicó que el Ministerio de Sanidad utilizaba uno de estos sistemas desde julio para sus análisis internos), es posible fijarse en el acordado por la UE y que ya ha puesto toda España en rojo. Se basa en la incidencia y la positividad, y estos son los límites.

  • Verde. Un área donde la incidencia es inferior a 25 por 100.000 habitantes y la tasa de pruebas positivas es inferior al 4%.
  • Naranja. Un área donde la incidencia es inferior a 50 por 100.000 y la tasa de positivos es superior al 4%. O si la incidencia está entre 25 y 150, pero la tasa de positivos es inferior al 4%.
  • Rojo. Una área donde la incidencia es superior a 50 y la tasa de positivos es superior al 4%. O si la incidencia es superior a 150 por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.

La meteorología como ejemplo

Visto el éxito de este tipo de indicadores y sistemas, Ares sigue defendiendo una profundización en este tipo de iniciativas y pide seguir la estela de otras ramas de conocimiento como la meteorología. "Si algo debemos aprender como sociedad, es que todas las herramientas que hemos desarrollado para adelantarnos a los problemas meteorológicos debemos desarrollarlas también para las epidemias. En Asia, con el SARS y el MERS, algo han avanzado en esa dirección, y en esta crisis se ha notado", apunta este experto en sistemas biológicos complejos.

Su idea no es nueva sino que lleva tiempo comentándose. Ya en junio, se habló bastante de la vigilancia del coronavirus como predecir el tiempo, y este tipo de sistemas dan la razón a los expertos que lo propusieron. Aunque sea solo para predecir unos días un rebrote o evitar que ese problema vaya a más, estos sistemas pueden ser una gran ayuda. ¿El problema? Se necesitan datos fiables y sólidos, como ocurre con la meteorología.

"Yo planteo que deberíamos tener un Instituto Nacional de Epidemiología, al igual que lo tenemos de meteorología, que recoja todos los datos con la misma calidad que los del tiempo y los estándares muy claros para procesarlos junto con información de movilidad, edades, etc. a lo largo del año. Entonces sí podríamos usar modelos con todas las variables y conseguir predicciones muy ajustadas viendo incluso algunas semanas", apuntaba Ares en una entrevista con este periódico publicada en septiembre.

Con esta nueva ola de coronavirus, muchos se han visto catapultados de nuevo a marzo, a esos momentos de incertidumbre, confinamiento y un solo tema ocupando toda la realidad. Es fácil encontrar paralelismos, pero lejos de ser una situación clavada, hay algunos cambios que nos hacen ver la situación de una manera diferente. Las luchas políticas, los nuevos medidores... y hasta nuevas formas de comunicar la situación. En el terreno de las alertas, se impone cada vez más un código diferente y que ahora pinta de rojo, ámbar y verde gran parte del planeta. ¿El motivo? Nos hemos rendido a los sistemas de semáforos para explicar la situación.

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