Palantir, la mayor maquinaria de espionaje de Silicon Valley, afronta su prueba de fuego
La compañía creada por el cofundador de PayPal, Peter Thiel, se estrena en Bolsa entre acusaciones de opacidad y operaciones al margen de la legalidad y la privacidad de los ciudadanos
¿Qué ocurre si mezclas a un megamillonario sin escrúpulos, capaz de financiar en secreto la bancarrota de un medio de comunicación, con tecnología de inteligencia artificial y contratos con algunas de las pricipales agencias de inteligencia, departamentos de defensa y gobiernos de medio mundo, desde la CIA al Pentágono pasando por el FBI o los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC)? El resultado es Palantir, una de las tecnológicas más opacas y con mayor poder del mundo que está a punto de estrenarse hoy en Bolsa. Su salida al parqué en Wall Street supondrá un antes y un después para comprobar cuán lejos se puede llegar en el uso de algoritmos para todo tipo de tareas: desde cazar a un terrorista a aceptar o denegar una hipoteca de forma discriminatoria.
La salida a Bolsa de Palantir es uno de los eventos tecno-financieros del año. La compañía lo hará de forma inusual, sin emitir nuevas acciones como ocurre en una OPV tradicional. En su lugar, saldrá directamente al parqué, como ya ocurrió con otras tecnológicas como Spotify o Slack. Y ahí empezará la fiesta... o el funeral. Varios analistas sitúan el valor de la compañía (que nunca ha dado beneficios) en 22.000 millones de dólares pero otros la sitúan en menos de la mitad. Pero esto es lo de menos. Las cifras son solo el reflejo del verdadero 'quid' del asunto: ¿tiene Palantir una tecnología de inteligencia artificial que valga tantos millones?
La compañía, creada por Peter Thiel, cofundador de PayPal, uno de los primeros inversores de Facebook y colega de Donald Trump, asegura que sí. Su nombre es una declaración de intenciones. El 'palantir' es la bola de cristal de 'El señor de los Anillos' que permite conectar con personas y momentos distantes en el tiempo y el espacio y espiarlo todo. Sauron la usa para ver el pasado, vigilar a sus enemigos y enloquecer a sus víctimas. Su producto es fácil de entender: un 'sofware' de inteligencia artificial capaz de ofrecer en tiempo real datos que, de forma sencilla, ayudan a tomar mejores decisiones sobre la marcha.
¿Dónde estan las zonas de conflicto más peligrosas que los soldados deben evitar? ¿A qué votantes hay que tocar para ganar unas elecciones? ¿Qué áreas tienen mayores tasas de contagio de covid-19? Son todos terrenos en los que Palantir ha estado ayudando especialmente al gobierno de EEUU durante los últimos años. El problema que señalan ingenieros y especialistas en inteligencia artificial es que su tecnología no es necesariamente mejor, puede fallar y, sobre todo, se usa con tal opacidad y secretismo que es imposible asegurarse de que no se producen graves ilegalidades en forma de discriminaciones o serios incumplimientos de privacidad.
"Salí de allí convencido que era más fácil de usar". Así lo explicó recientemente al New York Magazine Heidi Shyu, ex jefa de compras de armamento del ejército de EEUU. Shyu cuenta cómo en una reunión con altos directivos de Palantir estos mostraban cómo basta un par de clics para crear mapas de calor que señalan las zonas de combate más peligrosas. Es algo que hacía también el 'software' existente del ejército, pero tardaba mucho más tiempo. Y el de Palantir tampoco se quedaba colgado tantas veces como el de sus competidores.
Así es cómo desde el 2003, de forma agresiva y ofreciendo pruebas gratis a los soldados, Palantir comenzó a usarse en el seno del ejército estadounidense. Se hizo tan imprescindible que el Pentágono tuvo que tomar cartas en el asunto por negligencias en el proceso de contratación y excluyó a Palantir de la adjudicación para la compra de este sistema. Thiel se volvió loco: demandó al Ejército y ganó el pulso judicial en octubre de 2016. Pero eso no fue lo mejor. Solo unos días después, su amigo Donal Trump se convertía en presidente de los EEUU. Casualmente, cuatro meses después, Palantir ganó eso que tanto anhelaba: un contrato de 10 años por valor de más de 876 millones de dólares para desarrollar el 'software' de análisis de combate del ejército norteamericano. La US Army ya tenía uno en el que se había gastado más de 2.300 millones de dólares. Dinero tirado a la basura para sustituirlo por Palantir.
Es solo uno de los innumerables contratos que ha firmado la compañía con empresas y órganos gubernamentales para colocar sus dos productos estrella: Palantir Gotham y Palantir Metropolis. Se llaman así por las ciudades de Batman y Superman. Teóricamente, Gotham está diseñada para vigilar objetivos terroristas y analiza las relaciones entre personas, lugares y objetos, mientras que Metropolis observa comportamientos a lo largo del tiempo para investigar transacciones ilegales vinculadas al fraude financiero pero también al tráfico de personas, sustancias, arte robado, etc. En la práctica, como publicó El Confidencial el año pasado en un extenso reportaje, las dos son herramientas para monitorizar personas y están diseñadas para tres industrias muy concretas: gobierno, sector financiero y sector legal. Las dos son tecnología predictiva. Su trabajo es usar datos sobre lo que ha pasado para señalar crímenes que no han sucedido aún.
En el sector gubernamental Palantir ha tenido más éxito, pero Palantir Metropolis ha sido un fiasco en el sector financiero. El propio Alex Karp, cofundador y CEO de la compañía, aseguró internamente que Metropolis era un "absoluto fracaso". Pese a tener el favor de Donald Trump y gastar millones en lobby en las más altas esferas políticas, la realidad es que Palantir sigue perdiendo dinero a paladas (580 millones el año pasado). Y el problema de fondo es su propia tecnología: hacer todo lo que Palantir promete y hacerlo de forma efectiva y, sobre todo, legal, es prácticamente imposible.
Como Cambridge Analytica (CA), Palantir usa datos públicos, datos comprados y datos de terceros. A diferencia de CA, tiene acceso a los archivos de los gobiernos federal, estatales y locales, y sus instituciones. Es decir, sus bases de datos están llenas de arrestos, denuncias, informes policiales, multas, matrículas registradas por los radares de carretera... Un 'leak' de 2015 habla de hasta 160 bases de datos distintas solo de la Policía de Los Ángeles, incluyendo zonas de calor en barrios difíciles.
Numerosos estudios desde su implementación en ciudades confirman su toxicidad y el peligro de sus algoritmos sesgados. La "lista estratégica de sospechosos" en Chicago ha demostrado en realidad generar más violencia de la que previene. Para colmo, Palantir tiene acceso a delicados datos personales, como las huellas y otros datos biométricos, los archivos médicos, el historial de compras de la tarjeta, los registros de viajes, comunicaciones, impuestos, historial de menores. Y se queda con todos los datos que procesa, para usarlos con otros clientes. Se lleva su sesgo algorítmico allí donde va. Gracias a varias filtraciones sabemos que tienen contratos con las agencias de inteligencia de Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda y Canadá.
¿Quién controla todo esto? Un solo hombre: Peter Thiel. Como revela Bloomberg, un cambio en el modelo de gobernanza de la compañía otorga a Thiel mayor poder en voz y voto que cualquier otro inversor de la compañía, y se lo otorga de forma perpetua. No es una rareza en Silicon Valley, otras compañías como Facebook y WeWork han usado un sistema similar para dar a sus fundadores pleno poder. Y son de sobra conocidos los baches que ha atrevesado (y atraviesa) Facebook y WeWork. La gran incógnita ahora es comprobar si Palantir opera bajo un estricto cumplimiento de la ley o estamos ante un nuevo escándalo al estilo Cambridge Analytica. La salida a Bolsa puede ser la aguja definitiva que pinche el balón de humo aunque, desgraciadamente, hasta que un nuevo Edward Snowden o un Christopher Wylie se atrevan a dar el paso, es probable que nunca lo sepamos.
¿Qué ocurre si mezclas a un megamillonario sin escrúpulos, capaz de financiar en secreto la bancarrota de un medio de comunicación, con tecnología de inteligencia artificial y contratos con algunas de las pricipales agencias de inteligencia, departamentos de defensa y gobiernos de medio mundo, desde la CIA al Pentágono pasando por el FBI o los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC)? El resultado es Palantir, una de las tecnológicas más opacas y con mayor poder del mundo que está a punto de estrenarse hoy en Bolsa. Su salida al parqué en Wall Street supondrá un antes y un después para comprobar cuán lejos se puede llegar en el uso de algoritmos para todo tipo de tareas: desde cazar a un terrorista a aceptar o denegar una hipoteca de forma discriminatoria.