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Así han acabado los 'entrepreneurs' españoles siendo los nuevos funcionarios
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Así han acabado los 'entrepreneurs' españoles siendo los nuevos funcionarios

La inversión en 'startups' se mantiene estable y el número de operaciones sube. A pesar de ello, la imagen de los que se definen como emprendedores se cuestiona. ¿Qué ha ocurrido?

Foto: Foto: Unsplash.
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Saquemos a la clase política de la clasificación por motivos evidentes. Obviándolos a ellos, si existe un gremio afectado por los prejuicios en este país es el de los funcionarios. Da igual que bajo esta denominación se aglutinen sanitarios, policías, bomberos, investigadores, maestros... La imagen que esta palabra invoca para muchos españoles de a pie es la de un señor entradito en años, cuarentón camino de cincuentón, que se sacó una oposición porque en casa le metieron hasta el tuétano que eso era el sueño patrio, un trabajo para toda la vida que daba para vivir estupendamente sin sudar mucho.

Rozando la parodia más disparatada, no pocos han fabulado con imágenes como trabajadores públicos que no perdonan el segundo desayuno aunque la cola para hacer trámites dé la vuelta a la esquina, administrativos que son capaces de decir que salen cinco 'minutitos' para volver hora y media después con las bolsas de la compra goteando, pescadilla incluida, o a los que se les cae el boli dos horas después de entrar y se pasan poniendo excusas el resto de su ya reducida jornada para que llegue el momento de bajar la persiana, lo único para lo que tienen iniciativa. En definitiva, que cualquiera que se identifique con esa palabra es relacionado con conceptos como nula productividad y vidorra.

Foto: Sanders, en uno de sus vídeos

Pero hay ahora un colectivo que está empezando a ser víctima de estas exageraciones patrias: el de los 'entrepreneurs'. Otrora cualquiera que se definiese así era considerado una especie pseudohéroe empresarial, un tipo hecho a sí mismo, que había salido de su zona de confort, que aprendía de sus errores y había tenido la habilidad y el ingenio para convertir una idea peregrina en un modelo de negocio rompedor o que era capaz de usar tecnología revolucionaria para resolver problemas de la sociedad, el trabajo o nuestro día a día.

Ahora esta palabra evoca a ojos de no pocos a un charlatán que menciona cada vez que puede cosas como el discurso de Steve Jobs en Standford, que no deja de trufar las conversaciones con expresiones en inglés, atascándose cada vez que intenta encontrar su equivalente en castellano y que tiene entre manos una idea 'amazing' que va a generar millones pero que no sabe explicar su modelo de negocio porque en realidad todo es excesivamente vaporoso. Físicamente encajan con la descripción que te viene a la cabeza cuando se escucha la canción 'Cayetanos', de Carolina Durante. Gente que es incapaz de dejar de atusarse su pelazo mientras te repite que emprender es fácil, que si quieres puedes, que el truco para conseguir financiación es este y aquel, aunque él en realidad no lo haya necesitado porque ha tenido el capital familiar a su disposición.

Pero ¿qué hay de cierto en toda esta caricatura? ¿Hay algo, por mínimo que sea, que haya dado pie a esta sarta de hipérboles? ¿Hay tanto 'vendehumo' en el mundillo de las 'startups'? ¿Estamos creando un 'meme' sin fundamento? ¿Están pagando una gran mayoría de justos por una minúscula porción de pecadores? Podríamos divagar durante artículos viéndolo desde la barrera, pero en Teknautas hemos querido preguntar a algunos de ellos, personas de referencia en esta industria, para que nos den su punto de vista.

"Esa palabra ahora no significa nada"

"Yo jamás o muy rara vez me he definido con la palabra emprendedor. Ahora no significa nada. O tienes un proyecto o no lo tienes", explica Eduardo Manchón, fundador de Panoramio y primer español que vendió una compañía a Google. "El problema es que antes el que se presentaba así venía con algo tangible detrás, con un proyecto sólido. Ahora no lo sabes, puede ser un proyecto sólido, algo que empieza, una idea que puede acabar siendo algo o la voluntad de encontrar una idea para solucionar algo. Por eso la gente hace bien en desconfiar", remata el actual CEO de Mailtrack.

Este cambio en la percepción de esta palabra viene producido, desde su experiencia, porque los ecosistemas de emprendimiento se han vuelto altamente especulativos de un tiempo hasta hoy. "Lo de invertir y crear empresas tiene una naturaleza especulativa de por sí, desde el punto de vista de que estás apostando a que una tecnología o una empresa acabe siendo la bomba y puede no serlo. Pero realmente esto se ha disparado mucho en los últimos años".

"No son una mayoría, ni mucho menos. Pero hacen daño a la imagen en general. El que está dentro del mundillo rasca y sabe diferenciar rápido lo que vale de lo que no. Pero con el público general no es tan fácil", añade. Manchón plantea otro punto flaco en España: lo "verde" que está el tejido tecnológico. "Hemos mejorado un poco, pero aun así estamos a años luz de otros países como Estados Unidos", argumenta.

¿Qué ocurre entonces? "Pues que la mayoría de personas que toman las riendas de las 'startups' y se lanzan a ellas son gente de 'marketing', vienen de un MBA y son muy buenos vendiendo la idea y el negocio", analiza. "Pero luego muchos no son capaces de transformarlo en algo concreto y darle cuerpo. Entonces, lo que pasa es que el negocio queda principalmente marcado por esa visión del fundador y no tanto por la tecnológica".

La rueda del emprendedor

"Es gente que si se dedicase a construir chalés no tendría ningún problema, le iría muy bien, porque lo que hay que inventar está inventado", sentencia el fundador de Panoramio. "Esto es lo que da pie a vivir del 'hype', lo de pulirse la pasta sin dirección concreta y otros problemas que suelen surgir".

José Almansa, cofundador de LOOM y del Impact Hub Madrid, señala cómo los "ecosistemas de emprendendimiento se han vuelto una industria como otra más". "En los ochenta, todo el ideal era ser funcionario, porque suponía que tu nómina dependía del Estado y eso te daba una seguridad. Luego, en los noventa, se giró a lo de conseguir entrar en una gran corporación, tener un trabajo para toda la vida.... Pero sobre 2005 hay un cambio importante en esta rueda y aparecen los emprendedores", resume el autor del libro 'El fin de la innovación. La era del innovador'. "En un principio era gente que, aunque no tuviese ese colchón de seguridad detrás, detectaba un problema y creaba un proyecto en base a solucionarlo y no exclusivamente en base a ganar dinero. Supone un cambio frente al empresario tradicional. Se convierten en figuras carismátiscas, que se vuelcan en su compañía con energía y pasión y se les reconoce socialmente".

Pero este experto apunta dos hechos que cambian significativamente el mundo del emprendimiento: la "ola" de emprendedores "por necesidad" que surge a partir del año 2008 por la crisis y el problema de la financiación. "Ahí es donde se buscan nuevas maneras de encontrar inversores. Y aparecen, entre otras vías, los fondos de capital riesgo, un sistema que nosotros 'copiamos' de Estados Unidos", añade.

Señala Almansa que la fórmula funciona desde el punto de vista de que se inyecta dinero en estos circuítos. Dinero que venía de moverse en otros sectores y que con la crisis ve un gran filón en esto de las 'start ups'. "Ellos lo que buscan es la rentabilidad. Pero eso no es malo. Están haciendo su trabajo y lo hacen bien. Pero supone un cambio en la filosofía de muchas empresas, donde ellos empiezan a imponer su 'know how' y su criterio. Van llevando la empresa hacia donde ellos consideran mejor para su interés", expone. "Eso hace que se diluya la figura del emprendedor que en otro momento teníamos en la cabeza. Todo es 'bussiness intelegence', todo financiero, todo muy frío".

Esta situación ha derivado en un claro problema en su opinión: "Todo está orientado a crear un unicornio". "Casi todo es crecer muy rápido, ganar mucho volumen de negocio, reutilizar fórmulas de éxito e incluso simplemente limitarse a crear un competidor de algo que ya existe con ingentes cantidades de financiación". Señala que para estos actores a veces ya no es cuestión de "entrar" a una 'startup' ya creada en un sector estratégico sino que la crean ellos mismos.

"Hay casos en los que se fijan en medicina preventiva o 'e-learning' porque es donde ahora hay oportunidad. Lo que se hace es fichar a tres perfiles 'senior', ponerles el cargo de 'co-founder' y ya tienen creada la compañía. Así de fácil, así de frío". Por eso este español considera que hace falta "romper esta rueda" y dar pie a una figura del "innovador", que vuelva a recuperar ese papel que los actuales emprendedores han dejado atrás en muchos casos.

"Nunca me he sentido personalmente muy señalado. Son minorías, que las hay, pero la mayoría de gente hace su trabajo", explica Ignacio Arriaga, cofundador de Acumba Mail. Se trata de una solución de 'e-mail marketing' montada por cuatro socios en Ciudad Real que en 2018 fue adquirida por la italiana MailUp, una firma cotizada en el país transalpino. "Siempre hay gente que va a rebufo de ese movimiento y éxito emprendedor e intenta lucrarse", añade este joven manchego.

"No es tan fácil como lo pintan"

Arriaga es especialmente crítico con aquellos que predican abusivamente con el mensaje "de que emprender es facilísimo, de que todo está en la mano de uno y que todo va de trabajárselo". Se muestra muy de acuerdo con las críticas de Eduardo Manchón a la "cultura del esfuerzo" que realizó en esta entrevista con Teknautas. "Hay excepciones, pero el primer requisito para tener éxito y triunfar es tener dinero. Todo es mucho más sencillo. Hay que pensar que muchos de los que montan una empresa pueden estar dos años sin cobrar y eso no todo el mundo puede permitírselo. No es tan fácil como te lo pintan".

placeholder Foto: Unsplash (Creative Commons).
Foto: Unsplash (Creative Commons).

En este sentido, el cofundador de AcumbaMail es especialmente crítico con los que montan en internet formaciones exprés para ayudar a montar una 'startup', un fenómeno similar al que ocurre con los gurús del 'dropshipping'. "Es peligroso, el 'target' de estos cursos en particular es gente que está un poco desesperada. Te convencen de que es extremadamente sencillo y al final el único que gana algo ahí es el que monta esa formación", remata. "El principal problema de todo esto no es la brevedad, es la universalidad de la solución. Da igual el tipo de empresa que quieras montar, que ellos tienen la clave para que tengas éxito. Y te están vendiendo humo, con el consiguiente daño que supone".

En otro orden de cosas, cree que las 'startups' deberían quitarse ciertos tabús para "ser más corpóreas", para reducir desconfianza hacia ellas. "Existe muy poca transparencia, por ejemplo, con la facturación o el número de usuarios. Se cree que si uno lo hace público es malo para su ventaja competitiva", cuenta. También matiza que no todo depende de lo que ingreses o lo que ganes. Que una empresa no consiga generar grandes facturaciones o beneficios en unos cuantos años no tiene que significar algo negativo. "Hay modelos muy intensivos en capital, que necesitan mucho dinero y levantar una ronda y otra y que están generando valor en el plano tecnológico sin ganar dinero. Un claro ejemplo es Wallapop, que le costó mucho dar con el modelo de negocio", comenta. "Eso sí, esto no es aplicable a todo el mundo".

Saquemos a la clase política de la clasificación por motivos evidentes. Obviándolos a ellos, si existe un gremio afectado por los prejuicios en este país es el de los funcionarios. Da igual que bajo esta denominación se aglutinen sanitarios, policías, bomberos, investigadores, maestros... La imagen que esta palabra invoca para muchos españoles de a pie es la de un señor entradito en años, cuarentón camino de cincuentón, que se sacó una oposición porque en casa le metieron hasta el tuétano que eso era el sueño patrio, un trabajo para toda la vida que daba para vivir estupendamente sin sudar mucho.

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