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'Boom' de cámaras térmicas en empresas y tiendas, y muchas no servirán para nada
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¿CÓMO FIABLES SON?

'Boom' de cámaras térmicas en empresas y tiendas, y muchas no servirán para nada

Uitlizadas para vigilancia y entornos industriales, estas soluciones se disparan por el covid. Las empresas del sector avalan su utilidad pero avisan de la necesidad de combinarlas con otras medidas

Foto: Acceso a la empresa Condis en Barcelona. Foto: Efe.
Acceso a la empresa Condis en Barcelona. Foto: Efe.

La nueva normalidad está, como quien dice, a la vuelta de la esquina. Una nueva forma de relacionarnos por culpa del covid-19 que ha pillado a pie cambiado prácticamente a todo el planeta que intenta digerir cómo será su día a día rodeado de mascarillas o mamparas -un gremio que avisa ya del desabastecimiento de materiales- con el único fin de mantener a raya el coronavirus hasta que llegue el fármaco, la vacuna o la inmunidad de rebaño. Controles para ver si tenemos unas décimas de fiebre serán estampas también habituales a las puertas de grandes establecimientos, oficinas, fábricas y almacenes de trabajo. Y es que, como ha ocurrido con otras tantas cosas, las empresas del sector ya afrontan un incremento notable de pedidos.

Foto: Foto: EFE.

Son varias las grandes empresas que han movido ficha en España con este asunto. Cadenas como el Corte Inglés, Bon Área en Lleida, la factoría de Opel en Figueruelas o instituciones regionales como las de Aragón o Canarias ya han anunciado su intención de instalar cámaras termográficas en sus accesos. Existe un consenso más o menos generalizado de las virtudes de estos aparatos, ya utilizados en el gremio de la seguridad para tareas de vigilancia nocturna, permiten controlar la febrícula de varias personas al mismo tiempo, uno de los posibles síntomas que pueden mostrar los infectados por covid-19. Además, importante señalarlo, permiten hacerlo remotamente, sin la necesidad de que exista un contacto físico entre los vigilantes y los clientes o empleados, algo crucial en la llamada nueva normalidad.

La Agencia Española de Protección de Datos incluyó estos sistemas en su análisis de privacidad de las diferentes tecnologías planteadas contra el coronavirus. Una de las principales objeciones que ponen a este respecto es que las autoridades sanitarias no han expresado su criterio y ya hay muchas empresas que han empezado a instalarlas. "También hay que considerar que el porcentaje de infectados asintomáticos es elevado y que la temperatura alta puede estar asociada a otras patologías", afirma el estudio. El texto pone también el acento en que su uso sin un criterio establecido sobre qué niveles de fiebre son significativos, que otras comprobaciones hay que realizar y una manipulación que puede carecer de la eficiencia suficiente en manos no cualificadas "pueden crear una falsa sensación de seguridad".

¿Cómo funcionan?

¿Cómo funcionan estos sistemas? Estos ofrecen una imagen en la que se puede controlar en tiempo real las radiaciones de calor que emanan de un cuerpo. Por lo general, cuanto más elevada sea la temperatura, más radiación emite. Esa radiación se conoce como radiación infrarroja, tiene una longitud de onda que está a caballo entre las que emite un microondas y la del espectro visible, siendo menor que la primera y mayor que la segunda. Cualquier objeto por encima del cero absoluto (-273,15 grados Celsius) emite esta radiación.

Estas cámaras tienen que ser combinadas con protocolos médicos y el uso de mascarillas

Las cámaras termográficas se ocupan de 'pintar' una imagen con esa radiación, invisible al ojo humano. La práctica mayoría trabajan con un abanico que va desde los menos veinte grados hasta los 350. Cada software se puede configurar al gusto, pero lo normal es asignar colores como el azul a las temperaturas más bajas y amarillos, rojos, naranjas -cálidos- a las más altas. Los aparatos reciben esa radiación que impacta sobre una pieza llamada 'micro' bolómetro, que está hecho de un material que al calentarse por las ondas, cambia su resistencia eléctrica.

Al monitorizar esas variaciones y adjudicarles una referencia de temperatura, el sistema va dibujando esas imágenes. Se utilizaba para soluciones de vigilancia, pero también en entornos industriales en procesos como fundiciones donde una variación mínima de temperatura puede ser clave.

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

"Es una elemento interesante. Nosotros ya llevamos un tiempo utilizando sistemas termográficas, donde se combina una de estas cámaras con una de espectro visible que trabajan en común y tienen la capacidad de minimizar mucho las falsas alarmas", explica el director de tecnología de Prosegur Seguridad, Manuel Rodríguez. "Con el tema del covid-19 se han disparado las ventas, los pedidos y las consultas. Estamos en una fase en la que la toma de temperatura puede ser clave para que no se te cuele alguien contagiado en un recinto cerrado", añade.

Rodríguez explica que se puede optar por dos vías de implementarlo. Por una parte, una cámara portátil que permitiría a un vigilante tomar la temperatura en tiempo real en una zona de acceso no masivo, como puede ser la puerta de una oficina o una tienda y que puede actuar a metro y medio de distancia, respetando la distancia de seguridad. "La oscilación marcada por los fabricantes es de 0,5 grados en estos sistemas móviles. Aunque sobre el terreno, estas variaciones suelen ser menores".

El 'cuerpo oscuro' se ocupa de mantener estable la temperatura para aumentar la efectividad

En caso de que se tenga que controlar una zona con mayor afluencia -la entrada a una fábrica con varios tornos de acceso-, se puede optar por una instalación fija, donde el encargado de seguridad estaría en un centro de control situado en otro lugar. "Estos sistemas fijos, que se basan en un doble 'streaming' de cámara termográfica y cámara de espectro visible, tienen un menor rango de error, que puede llegar a ser de 0,3 grados. Eso sí, requieren mayor inversión", explica. "Te permite estar al tanto de los accesos en una zona donde hay tres tornos en tiempo real", añade.

Estos sistemas se apoyan en un elemento, explica Rodríguez, conocido como 'cuerpo oscuro'. Se trata de un calibrador que genera una temperatura ambiente de referencia que se mantiene constante para evitar 'falsos positivos'. "Genera un entorno estable para que no haya irregularidades a la hora de detectar la temperatura de las personas (a través del lagrimal del ojo, no la frente) que aparecen en la imagen".

Eslabón en una cadena

Insiste este experto en otro punto fundamental: el protocolo. La fiebre puede ser un indicio, pero en absoluto es concluyente. Puede ser que sea achacable a otra dolencia o infección. Y luego están los asintomáticos. Así que estas soluciones son un eslabón más de la cadena. "Es fundamental el proceder. Además de las protecciones para los empleados, hay que establecer cómo se le deriva al servicio médico para que se hagan cargo", remata.

Estos sistemas también se pueden combinar con otras tecnologías como reconocimiento facial o aprendizaje profundo. "Los clientes demandan cada vez más soluciones más completas, por ejemplo, para evitar la utilización de tarjetas, por el peligro de trasmisión del coronavirus", explica. Una de las posibilidades que están ofreciendo son cámaras, que además de medir la temperatura, reconocen al empleado y si lleva mascarilla, en caso de que sea obligatorio en el recinto. Estos desarrollos también serían capaces de avisar de que en una cola no se está respetando la distancia social o que se ha producido una aglomeración.

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Foto: EFE.

No todas son iguales

Pese al 'boom' que se espera en el uso de cámaras térmicas para detectar clientes con fiebre al entrar a un centro comercial o un restaurante, hay un detalle importante: no todas las cámaras son iguales. Su precisión varía enormemente dependiendo del 'software' de inteligencia artificial que utilicen, de cómo se configuren o de las condiciones de luz y temperatura de cada enclave. Un ejemplo que se viralizó en toda España fue el del reportero de Telecinco que, al demostrar el funcionamiento de las cámaras térmicas instaladas en IFEMA, resultó tener fiebre. El periodista lo atribuyó a los nervios, pero la realidad es que la precisión del sistema y su configuración pudo estar detrás de ese falso positivo.

Algunas empresas alertan de máquinas que no cumplen los estándares necesarios


"Muchas de estas cámaras tienen una resolución muy pobre, de solo 160x120 píxeles o aún menor. Carecen además de las certificaciones necesarias, no vale con pegarles el logo CE, que en muchos casos significa China Export, deben regirse por estándares de medición de temperatura en personas, como la norma IEC 80601-2-59: 2019. No miden la temperatura analizando el lagrimal del ojo con píxeles infrarrojos, como exige la norma, miden la frente. Y el software de detección suele usar algoritmos matemáticos muy pobres. Venden que el margen de error es de solo tres décimas, cuando en realidad es muy superior a 0,5", explica a Teknautas Alejandro Mocho, CEO de EcoCombustión. Tener un rango de error de +- 0,5 décimas supone una tasa altísima de falsos positivos y negativos, algo que hace prácticamente inútiles estos aparatos.

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Foto: EFE.

Esta empresa, una 'spin-off' de la Universidad Carlos III de Madrid y con sede en Leganés, es una de las muchas que ha reorientado parte de su actividad para cubrir algún hueco de mercado relativo al brote del coronavirus. Sus cámaras térmicas las usan empresas energéticas como Repsol para detectar escapes de gases en plantas industriales. La precisión tiene que ser máxima. Ahora han adaptado su tecnología, fabricada y desarrollada en España, para crear cámaras de precio asequible, "inferior al de muchas firmas Chinas", asegura Mocho, capaces de mantenerse en los +- 0,3 décimas de margen de error.

La configuración de las cámaras también es clave para que sirvan de algo y se debe hacer teniendo en cuenta las condiciones de cada emplazamiento. El sol, la temperatura por encima de los 24ºC, la humedad superior al 70%, los elementos reflectantes en el entorno, una mayor o menor distancia de la cámara al punto de paso de los clientes... son todos elementos que hacen variar las lecturas del sistema. Si no se tienen en cuenta en la calibración, los aparatos estarán constantemente dando falsos positivos o negativos. "Muchas de las cámaras térmicas que se empiezan a ver en las calles no dejan de ser una burda adaptación doméstica de los sistemas para medir febrícula. No van a servir de mucho. Los sistemas precisos ya han llegado a un punto muy competitivo en precio, pueden ser igual de caros, o incluso más baratos, que cámaras menos fiables", señala Mocho.

La nueva normalidad está, como quien dice, a la vuelta de la esquina. Una nueva forma de relacionarnos por culpa del covid-19 que ha pillado a pie cambiado prácticamente a todo el planeta que intenta digerir cómo será su día a día rodeado de mascarillas o mamparas -un gremio que avisa ya del desabastecimiento de materiales- con el único fin de mantener a raya el coronavirus hasta que llegue el fármaco, la vacuna o la inmunidad de rebaño. Controles para ver si tenemos unas décimas de fiebre serán estampas también habituales a las puertas de grandes establecimientos, oficinas, fábricas y almacenes de trabajo. Y es que, como ha ocurrido con otras tantas cosas, las empresas del sector ya afrontan un incremento notable de pedidos.