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¿Habrá vacunas para todos? Producirlas será un enorme reto y España no está preparada
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Es necesario mover ficha cuanto antes

¿Habrá vacunas para todos? Producirlas será un enorme reto y España no está preparada

España carece de instalaciones para la fabricación de la futura vacuna del covid-19. Su producción y distribución inquieta a todo el mundo

Foto: Martin Bachmann, jefe del departamento de Inmunología del Inselspital Universitaetsspital en Berna, Suiza, y uno de los cientos de investigadores que persiguen una vacuna contra el coronavirus. (Reuters)
Martin Bachmann, jefe del departamento de Inmunología del Inselspital Universitaetsspital en Berna, Suiza, y uno de los cientos de investigadores que persiguen una vacuna contra el coronavirus. (Reuters)

Cuando hablamos de la vacuna para el coronavirus, aparte de dar por supuesto que llegará, solemos hacer referencia al tiempo que tardarán los científicos en conseguirla. Aunque en un proceso normal llevaría varios años, esta vez hay muchas previsiones optimistas que hablan de año y medio, un año o tan solo unos meses. Incluso la ministra de Educación, Isabel Celaá, al hablar de la planificación del próximo curso, utilizaba esta semana la expresión “si no hay vacuna…”, dando a entender que es posible o incluso probable haber resuelto este desafío científico de aquí a septiembre. Sin embargo, casi nadie habla del proceso posterior al logro científico: la fabricación y distribución de los miles de millones de dosis de la vacuna que el mundo necesita.

Cada país tratará de priorizar el suministro a sus propios ciudadanos, así que la capacidad para producir vacunas será fundamental. Por eso, cada estado, la Organización Mundial de Salud y organismos como la Fundación Bill y Melinda Gates tratan de posicionarse. ¿Y España? “La realidad es diferente para unos países y para otros, nosotros no estaremos entre los peor posicionados, pero tampoco entre los más favorecidos”, explica a Teknautas Jaime Jesús Pérez Martín, médico especialista en medicina preventiva y salud pública y directivo de la Asociación Española de Vacunología (AEV). Este problema es preocupante sobre todo “para los países que no han apostado por la biotecnología y por tener fábricas de vacunas. España tiene de veterinaria, pero no de vacunas humanas”, advierte.

Foto: El Confidencial
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No obstante, el problema que se avecina es internacional: “A día de hoy no hay capacidad para producir esta vacuna sin dejar de fabricar el resto de las necesarias, harían falta plantas específicas”, asegura Raquel Carnero, farmacéutica experta en vacunas y coautora del libro ‘Vacunando’. La demanda de vacunas para la gripe, el sarampión, las paperas y la rubeola, entre otras enfermedades, seguirá ahí.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

De hecho, la industria tiene problemas para cubrir la demanda actual de vacunas para la gripe estacional, así que va a ser muy difícil que las infraestructuras actuales puedan hacer frente a lo que viene. El pasado mes de diciembre, José María Eiros Bouza, director del Centro Nacional de la Gripe de Valladolid, explicó en este periódico que España no estaba preparada para una posible pandemia, precisamente, por carecer de una producción propia de vacunas. Ahora ha llegado el momento de ver hasta qué punto esto es, en efecto, un problema serio.

Cada tipo de vacuna, una instalación

La Organización Mundial de la Salud (OMS) actualiza continuamente una lista de proyectos sobre vacunas para elcovid-19 que ya recoge más de 100 en todo el mundo, ocho de los cuales están en fase de ensayos clínicos. Entre ellos destacan uno de la Universidad de Oxford y otro del Instituto de Biotecnología de Pekín que ya cuentan con medio millar de personas para probar su eficacia (técnicamente, se encuentran en la fase 2 de las tres necesarias, tras haber probado su seguridad). En esa lista hay dos iniciativas españolas del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC): la que lideran Luis Enjuanes e Isabel Sola, que busca una versión atenuada del virus mediante herramientas de edición genética; y la de Mariano Esteban, que apuesta por una estrategia basada en una modificación de la vacuna que se utilizó para erradicar la viruela y que ya ensaya con animales su candidato a vacuna.

Esta variedad de estrategias en la investigación complica la planificación del siguiente paso. Aunque países y empresas traten de adelantarse y montar ya las infraestructuras necesarias para la fabricación, no sabrían muy bien qué hacer, porque uno de los grandes problemas es que las instalaciones pueden ser muy diferentes en función del tipo de vacuna que haya que producir y “ahora mismo hay tantos tipos de vacunas como proyectos”. Según explicaba la revista ‘Nature’ hace unos días, algunas de las metodologías no se habían utilizado nunca en el desarrollo de una vacuna y, a grandes rasgos, se podría decir que existen ocho vías diferentes.

placeholder Un hombre pasea a su perro en Madrid mientras lleva una pantalla protectora. (Reuters)
Un hombre pasea a su perro en Madrid mientras lleva una pantalla protectora. (Reuters)

Todas tienen en común que buscan exponer el cuerpo humano a un antígeno que no provoca la enfermedad, pero que activa la respuesta inmune para que, en caso de infección, el sistema inmunitario reconozca al virus y le haga frente. Para conseguirlo se puede apostar por crear una versión atenuada del SARS-CoV-2, trabajar con proteínas de la capa externa del coronavirus o usar su ARN, entre otras estrategias. Y la forma de producción de la vacuna también puede ser muy variada: incluso hay un proyecto que propone utilizar plantas de tabaco.

Probablemente, más de uno de estos proyectos llegará a buen puerto. De hecho, “estaría bien que finalmente hubiese distintos tipos de vacunas según el perfil de las personas que vayamos a vacunar”, opina Raquel Carnero, “nos interesa que lleguen varias y que sean diferentes: a los niños se les podría vacunar con una y a las personas inmunodeprimidas, con otra”. También desde el punto de vista del mercado sería importante evitar monopolios.

El caso es que cada modo de producción requiere unas instalaciones específicas. Si salen adelante algunos de los proyectos planteados, harían falta instalaciones de nivel 3 de bioseguridad (hay cuatro niveles) y superar una serie de acreditaciones y procesos que, por mucho que se quieran agilizar los procesos, retardarían la producción final, según el análisis que han realizado algunos expertos para ‘Nature’.

"Nos interesa que lleguen varios tipos y que sean diferentes: a los niños se les podría vacunar con una y a las personas inmunodeprimidas, con otra"

Algunos de los proyectos emplean tecnologías ya empleadas anteriormente, con lo cual, se podrían utilizar las instalaciones de compañías farmacéuticas ya existentes, reconvirtiendo la producción de otras vacunas a la del covid-19. En el caso de que exista esa compatibilidad, probablemente “llegará un momento en el que prime la vacunación frente al coronavirus y eso generará falta de suministro de otras vacunas”, señala Pérez Martín. No obstante, “hay otras que utilizan plataformas y estrategias tan novedosas que no hay instalaciones” y ese problema es aún mayor.

Así se posiciona el mundo

Entonces, ¿cómo preparar la futura fabricación sin saber qué proyecto ganará la carrera por la vacuna del covid-19? La Fundación Bill y Melinda Gates ha decidido apostar por varias cartas: su idea es construir hasta siete instalaciones diferentes en el mundo para anticiparse, aunque por el momento no se conocen detalles acerca de su ubicación o características. Fijándose en los proyectos que tienen más posibilidades de tener éxito, tratarán de fabricar las vacunas cuanto antes, almacenarlas y, una vez que lleguen las autorizaciones, tener las primeras vacunas disponibles y las instalaciones listas para una producción masiva.

Foto: Fernando Valladares. (TED)

El Serum Institute of India va a jugar una baza parecida, pero apostándolo todo a una sola carta, ya que ha llegado a un acuerdo con los investigadores que dirigen el proyecto de la Universidad de Oxford. La iniciativa es impresionante, porque van a intentar producir este mismo año 60 millones de dosis de la vacuna basándose en un proyecto que, aunque avanzado, aún está en investigación. “Estamos iniciando la producción simultáneamente al ensayo clínico, con la esperanza de que cuando los ensayos tengan éxito, tengamos el primer lote de dosis listo para usar en septiembre u octubre", comentó Adar Poonawala, CEO de esta entidad privada que se ha convertido en el mayor fabricante mundial de vacunas. Es posible que salga mal, pero si sale bien, la India tendrá mucho ganado.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

¿Estamos ante un 'sálvese quien pueda' en la carrera por obtener las vacunas que protejan a cada país? GAVI, la Alianza para la Vacunación —una asociación del sector público y privado que trata de mejorar el acceso a las vacunas en los países menos desarrollados y que también está impulsada por Bill Gates—, ha advertido de que estamos ante una pandemia, de manera que, si la vacuna no se distribuye equitativamente en el mundo, la enfermedad seguirá con nosotros durante mucho tiempo. Según Seth Berkley, máximo responsable de esta organización, no solo habría que evitar que haya una brecha entre los países ricos y pobres, sino también alcanzar consensos internacionales sobre la política de vacunación. Por ejemplo, “la primera prioridad podría ser vacunar a todos los trabajadores de la salud en el mundo”, ha propuesto.

La OMS es consciente del problema que se avecina, así que ha creado una plataforma que pretende contribuir al desarrollo de la vacuna, pero también garantizar una producción y una distribución justas, tratando de no dejar atrás a los países con menos recursos. La Comisión Europea también busca el acceso universal a las vacunas a través de un proyecto que busca recaudar los fondos necesarios para hacerlo posible.

Sin embargo, estas buenas intenciones no despejan las dudas sobre cómo organizar la producción y distribución cuando llegue el momento. Probablemente, “habrá varias plantas grandes que fabriquen a granel”, vaticina Raquel Carnero, y después cada país se encargará del acondicionado”, es decir, de introducir las dosis en los viales o en las jeringuillas, ya listos para su distribución definitiva. Sería “más sencillo en términos de logística” y permitiría a los países participar en la producción, tener un cierto control de la misma y abaratar los gastos. De hecho, en España hay plantas que lo hacen para compañías internacionales, pero no es lo habitual.

En cualquier caso, el reto es formidable por la cantidad de vacunas que se van a necesitar —mientras que para la gripe solo se suelen vacunar los grupos de riesgo, probablemente, en este caso habría una demanda casi universal— y porque “tenemos que asegurarnos de que el precio será razonable, no nos vale que cada dosis nos salga tan cara que el país no se lo pueda permitir”. Además, resultará imposible vacunar a toda la población en un periodo breve de tiempo, con lo cual, será necesario garantizar la continuidad del suministro.

Desde el punto de vista económico, en otras situaciones similares se ha barajado la compra de opciones, por ejemplo, en la pandemia de gripe A de 2009. La idea era que “cuando la vacuna estuviera disponible, ya tuvieras las dosis compradas”, pero “en este caso es extraordinariamente complejo”, comenta el experto de la AEV. “No sabes qué proyecto va a triunfar, pero además hay que tener en cuenta que las instalaciones de las empresas fabricantes están en un determinado territorio. Aunque esas empresas lleguen a un acuerdo con un país, en el último momento si el estado donde está la producción decide que no permite la exportación, esa compra anticipada no servirá para nada”, como ha ocurrido ya en esta crisis con los respiradores y otros materiales sanitarios.

¿Qué debe hacer España?

La ventaja de España, a pesar de no contar con fábricas de vacunas preparadas para el reto, es que está dentro de la Unión Europea y varios países (Italia, Alemania, Francia o Bélgica, entre otros). “No seremos los primeros, pero sí estaremos entre los siguientes”, opina Pérez Martín. No obstante, considera que es necesario mover ficha cuanto antes.

Las políticas relacionadas con la vacunación deben pasar por la Ponencia de Vacunas del Ministerio de Sanidad. Sin embargo, este organismo no dispone por el momento de información sobre posibles acciones del Gobierno con respecto a la obtención de vacunas para covid-19. Según los expertos, es posible que se esté llevando a cabo este trabajo de forma discreta, aunque en otros países este tipo de iniciativas se han dado a conocer. “Estamos en un momento muy preliminar, con problemas más acuciantes, pero deberíamos ir posicionándonos al menos dentro de la Unión Europea”, opina el representante de la AEV.

placeholder Luis Enjuanes, del laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB). (EFE)
Luis Enjuanes, del laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB). (EFE)

Además, los poderes públicos tienen en su mano tomar otro tipo de medidas mucho más directas. “La Fundación Bill y Melinda Gates lo ha hecho. Es cierto que es una apuesta, pero el Estado podría impulsar unas instalaciones que, cuando esto pase, podrían reconvertirse en una fábrica de vacunas para otros temas. No creo que sea un proyecto estrambótico si se hace, por ejemplo, llegando a un acuerdo con GSK y Sanofi”, apunta, en referencia a dos compañías farmacéuticas que tiene un proyecto conjunto en relación al covid-19.

No sería la primera vez que España impulsa una iniciativa con capital tanto público como privado para la producción de vacunas. En 2009, con la gripe A en el centro de la preocupación sanitaria mundial, la compañía Rovi inició un proyecto para instalar una planta en Granada. Tenía un presupuesto de 60 millones de euros y el apoyo del Gobierno y la Junta de Andalucía. Dos años más tarde se anunció una inversión aún mayor, de hasta 92 millones de euros. Sin embargo, la crisis económica hizo que las administraciones públicas recularan y la reducción de precios en el mercado de las vacunas acabó por enterrar la idea en 2014.

Cuando hablamos de la vacuna para el coronavirus, aparte de dar por supuesto que llegará, solemos hacer referencia al tiempo que tardarán los científicos en conseguirla. Aunque en un proceso normal llevaría varios años, esta vez hay muchas previsiones optimistas que hablan de año y medio, un año o tan solo unos meses. Incluso la ministra de Educación, Isabel Celaá, al hablar de la planificación del próximo curso, utilizaba esta semana la expresión “si no hay vacuna…”, dando a entender que es posible o incluso probable haber resuelto este desafío científico de aquí a septiembre. Sin embargo, casi nadie habla del proceso posterior al logro científico: la fabricación y distribución de los miles de millones de dosis de la vacuna que el mundo necesita.

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