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Este hombre reinventó tu aspirador y ahora es el más odiado por el 'lobby' de las toallitas
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EL INVENTOR FAVORITO DE BUCKINGHAM

Este hombre reinventó tu aspirador y ahora es el más odiado por el 'lobby' de las toallitas

"La ley no protege suficiente a los creadores", afirma James Dyson, padre de las míticas aspiradoras. Hablamos con él a raíz de su última creación: las Dyson Corrale, planchas de pelo flexibles

Foto: James Dyson. (Efe)
James Dyson. (Efe)

James Dyson tiene a sus 72 años la misma capacidad para succionar ideas y convertirlas en patentes que los aspiradores que llevan su apellido para fagocitar la suciedad del suelo. Hace ya tres décadas largas que este ingeniero industrial vivió aquella histórica frustración por el mal desempeño del aparato con el que limpiaba su casa. Histórica porque fue la que le empujó a empezar a experimentar con el principio de la separación ciclónica, que se aplica en las refinerías de petróleo para separar el aceite de los gases o en las cocinas profesionales para separar la grasa en los extractores. Cinco años y más de 5.000 prototipos después, consiguió gracias a esta tecnología crear el primer aspirador sin bolsa de la historia.

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Aquella creación fue el punto de partida de una fortuna personal, la segunda del Reino Unido, que esta semana ascendía a 6.500 millones de dólares, según la lista Forbes, e ingresar como comendador en la real Orden Británica hace catorce años

En 2018, último dato que está disponible, su empresa cerca de 6.000 millones en ventas. El mayor grueso de estos ingresos y, por tanto, de los beneficios viene de su catálogo de aspiradoras pero también de otros inventos que han dado que hablar a lo largo de los últimos años por su extraño funcionamiento como ventiladores sin aspas, secadores de pelo que recalculan la temperatura de su chorro de calor al segundo o sus purificadores de aire. Lo último que se ha sacado de su particular chistera son las 'Dyson Corrale' unas pinzas de pelo con planchas flexibles, una tecnología que permite consumir menos calor y dañar menos el cabello al ajustarse a la forma en cada zona. "Los tribunales no protegen suficiente a los creadores", cuenta sir James Dyson en conversación con Teknautas cuando se le nombra el asunto de las copias chinas, que también han sufrido otros tantas marcas eléctronicas.

Manos secas a más de 600km/h

placeholder James Dyson, junto con la reina Isabel II. (Reuters)
James Dyson, junto con la reina Isabel II. (Reuters)

Pero más allá de esta batalla de la propiedad intelectual, en la que invierte millones en litigios y registros, sir James se ha visto en medio de otra refriega por uno de sus inventos: sus secadores de manos. Un negocio al que entró en 2006 -y en el que sigue cada vez más presente- con 'Airblade', un modelo que te pedía insertar las manos como si metieses las rebanas en una tostadora.

En el interior las "láminas de aire" circulan a más de 600 kilómetros por hora para eliminar los restos de agua. Esta nueva generación de secador, aunque no fuese el primero en apostar por esas tecnologías ultrarrápidas, sí que se hizo una de las más populares y a día de hoy se fabrican más de 21 millones de unidades anualmente. Y desató las iras de forma inesperada pero completamente lógica del gremio de los fabricantes de toallitas.

En 2006 lanzó su secador de manos ultrarrápido y desató una 'guerra sucia' por la hegemonía del WC

Este millonario negocio nunca se había sentido amenazado por esas máquinas de pared cuyo soplido te obligaba a estar un buen rato sacudiendo las manos o terminar de secarlas en el pantalón si la paciencia se te agotaba primero. Pero este aparato, capaz de llevar la tarea en 14 segundos y absorber hasta el 99,97% de las partículas, incluyendo bacterias, desató una guerra sucia, en la que el gremio del papel del baño financió estudios para que pusiesen en duda lo idóneo de utilizar los secadores de Dyson.

P: ¿Por qué atacaron su invento y no los secadores tradicionales?

R: Creo que nos atacan porque hemos demostrado que tenemos una buena alternativa. La fabricación de toallitas tienen una enorme huella de carbono. Muy grande.

Pero...¿realmente hay tanto dinero en juego? Según la firma de investigación de mercado Technavio el gremio de toallitas moverá este curso más de 3.500 millones de euros. No sería de extrañar que este cálculo se disparase viendo la locura disparada por comprar papel higiénico por el miedo al coronavirus. Esa misma fuente calcula que los secadores moverían más de 800 millones ese curso, un gran porcentaje absorbido de su competencia.

Guerra sucia de 'papers'

El principal campo de juego y de batalla ha sido el de la higiene y la salud. Sus detractores acusan a estos secadores de chorro de ser una máquina para esparcir bacterias. Hace un par de años, una estudiante de microbiología tuvo la idea de meter una placa de Petri durante dos días en uno de ellos. Publicó una foto en su Facebook que se hizo rápidamente viral por los hongos y otros organismos que habían anidado. La compañía criticó la evidente laxitud de esa metodología pero es de sobra conocida la afición de las redes por devorar polémica sin hacer más preguntas.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

"Hemos vivdo prácticas desagradables, pero particularmente en este caso", confiesa el millonario británico. "Cada uno conduce su negocio como quiere. A mi no me gusta, pero yo no puedo hacer nada para evitarlo". Se refiere a casos como el estudio de la Universidad de Westminster, publicado hace cuatro años, que dio mucho que hablar. Señalaban que un secador Dyson esparcía los microorganismos hasta tres metros, frente a los 0,75 de los tradicionales y los 0,25 del papel de mano.

Irse con las manos húmedas y no secas aumenta la dispersión de bacterías por 1.000

El informe fue encargado por el 'lobby' de la toallita y la firma británica no tardó en salir a desmentirlo, criticando que "no era realista" por su 'modus operandi'. Los investigadores utilizaron guantes que habían llenado con una cantidad ingente de bacterias (10 millones/ml). "Se secaron esas muestran sin ser lavadas previamente con agua", explicó entonces la compañía. Y es que ni los estudios científicos se han puesto de acuerdo, ya que ambos bandos cuentan con 'papers' que apoyan sus tesis.

Un estudio de la 'Society for applied microbiology' afirmó en 2010 que estas máquinas eran el sistema más adecuado y efectivo ya que era un ciclo muy corto y no obligaba a mover ni frotar las manos durante el secado. La Universidad de Florida también publicó un estudio en esta línea.

placeholder Los secamanos de la polémica. (Dyson)
Los secamanos de la polémica. (Dyson)

El propio Dyson defiende lo idóneo de su invento. "Irse con las manos húmedas puede repartir 1.000 veces más bacterias que las manos secas. Además las toallitas no limpian entre las uñas, donde hay mucha suciedad". Lanza un bofetón dialéctico a la otra mejilla de su rival: la carga medioambiental. "Estamos acabando también con esa cultura del papel, de consumir árboles, que ellos también representan.".

Un informe de Environmental Resources Management, encargado por otro fabricante, venía a decir que aunque el coste eléctrico directo achacable a estas máquinas era mayor, la fabricación de las toallitas de papel (que a pesar de hacerse de papel reciclado acaban en la basura) suponía un lastre mayor. Este caballero de la Orden Británica lanza un último pero elegante dardo y pregunta: "¿Cuántas veces te has encontrado sin papel cuando te vas a secar las manos? ¿Qué haces entonces? Nosotros no tenemos el problema de que el dispensador se quede vacío".

Un obseso de la prueba-error

James Dyson, quien por cierto sigue siendo el propietario del 100% de la compañía, es conocido por ser un obseso del 'prueba-error'. Es algo que se refleja, por ejemplo, en el número de prototipos que ha construido hasta llegar a algunos de sus productos comerciales. El famoso aspirador ciclónico le llevó un lustro y 5.000 'maquetas'. El robot 360 Eye supuso un millar de probaturas y 17 años de experimentación.

Muchos de sus experimentos no llegan al mercado pero acumula miles de patentes y prototipos

Su secador de pelo Supersonic apareció tras 600 prototipos y cuatro años de trabajo. Recientemente lo intentaron con un coche eléctrico que aspiraba a seguir la estela de Tesla y que debía llegar al mercado el próximo año. Finalmente no lo hará, tras haber comprobado lo complicado y lo competitivo que resulta esta industria. Su último ingenio son las 'Dyson Corrale', unas planchas de pelo flexibles. Las placas se adaptan al pelo, ejerciendo diferentes niveles de presión, consumiendo menos calor y dañando menos el cabello y preservando el color y el tinte. "Están hechas de cobre y magnesio y son flexibles. Ha sido el mayor reto de este creación".

placeholder Aspirador Dyson. EC
Aspirador Dyson. EC

"Todo esto demuestra que no ponemos límites a nuestros negocios. Intentamos siempre crear un producto que pueda convertirse en algo interesante frente a lo que hay porque tenemos la tecnología detrás y queremos darle salida", responde. Fruto de estos esfuerzos y esas pruebas ha nacido una amplia cartera de patentes, algo en lo que invierte mucho capital (tanto en los registros como en los pleitos) pero cree que la legislación debería proteger más a "los inventores". Se han dado casos, como el ventilador sin aspas que aparece en la fotografía principal de este artículo, que en apenas tres semanas ya había 'clones' en las tiendas españolas.

Uno de sus productos que más sufre las imitaciones son sus aspiradores. "No solo copian los fabricantes chinos, hay muchos en otros países más cercanos", explica. "Se ha impuesto esa práctica de que en lugar de crear tu propia tecnología, modelos y diseños esperar, ver lo que tiene éxito y entonces copiarlo", remata. En multitud de ocasiones ha dicho que estas prácticas pueden acabar desincentivando la inversión en I+D. De momento, no es su caso. "Nosotros seguimos inventando y creando para seguir a la cabeza".

P: ¿Qué estrategia de precios llevan ahora en pleno auge de la tecnología 'low cost' para que no le ocurra lo mismo que a marcas como Roomba o GoPro?

R: No tenemos estrategia de precios. Nosotros no diseñamos pensando en el precio. Diseñamos pensando en que sea el mejor producto para el usuario. Ese es nuetro criterio. Otros crean pensando en el coste, nosotros no queremos fabricar así.

placeholder James Dyson, en el centro de la imagen, con su último producto. (Dyson)
James Dyson, en el centro de la imagen, con su último producto. (Dyson)

Dyson no es uno de esos millonarios de perfil discreto. Director del 'Royal Colleg of Art' su sucesor en el cargo fue Jonathan Ive, el genio del diseño de Apple que recientemente se desvinculó de la multinacional. No ha dudado el padre de este imperio tecnológico en mojarse en debates públicos como el del 'Brexit', siendo uno de sus más férreos defensores, a pesar de que otrora era uno de los integrantes del frente empresarial que pedía al Gobierno británico entrar en el euro.

Férreo defensor del Brexit, llevarse su base a Singapur le costó acusiones de traición en su país

El año pasado, cuando el proceso de abandonar la UE estaba más vivo que nunca, se conoció la decisión de llevar la sede de su empresa a Singapur. Una decisión que le valió la calificación de "traidor" por gran parte de la clase política y mediática del país. La plana mayor de la compañía tuvo que salir en tromba a aclarar que seguiría tributando en su mercado natal y que el traslado era para blindar su "futuro". "Asía es un emplazamiento clave para nosotros, porque muchos de nuestros proveedores están allí y porque tenemos grandes ventas en esa zona. Segumos teniendo parte de nuestro negocio en UK pero queríamos estar basados en otros lugares", explica. "No creo que el Brexit nos afecte. Somos una empresa global. Creemos en el libre mercado y no en el proteccionismo", remata.

James Dyson tiene a sus 72 años la misma capacidad para succionar ideas y convertirlas en patentes que los aspiradores que llevan su apellido para fagocitar la suciedad del suelo. Hace ya tres décadas largas que este ingeniero industrial vivió aquella histórica frustración por el mal desempeño del aparato con el que limpiaba su casa. Histórica porque fue la que le empujó a empezar a experimentar con el principio de la separación ciclónica, que se aplica en las refinerías de petróleo para separar el aceite de los gases o en las cocinas profesionales para separar la grasa en los extractores. Cinco años y más de 5.000 prototipos después, consiguió gracias a esta tecnología crear el primer aspirador sin bolsa de la historia.

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