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Siete días con el móvil plegable de Samsung: ¿vale esto tanto como el iPhone más caro?
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Siete días con el móvil plegable de Samsung: ¿vale esto tanto como el iPhone más caro?

El Galaxy Flip mejora al anterior experimento de los coreanos en prácticamente todos los aspectos. Sin embargo, su precio y todo lo que le queda por demostrar lo dejan como un producto de nicho

Foto: Galaxy Z Flip. Foto: M. Mcloughlin.
Galaxy Z Flip. Foto: M. Mcloughlin.

Juzgar los teléfonos plegables se debe parecer mucho a ser jurado de Operación Triunfo. Donde unos ven una máquina de hacer gorgoritos, otros verán un talento cuasi gigantesco pendiente de moldear, al que solo falta encaminar hacia el estrellato. Con los 'smartphones' cuya pantalla se dobla pasa tres cuartas partes de lo mismo: donde unos ven un formato con muchísimas posibilidades y virtudes, otros ven innovación por innovación. Así que el veredicto que uno emita no va a gustar nunca a todos.

Foto: Lenovo ThinkPad X1. (M. Mcloughlin)

Además, de la misma manera que quien acostumbra a producir y trabajar con artistas consagrados puede encontrar carencias cuando pone nota a artistas noveles, los que probamos muchos terminales cada año podemos sacar peros más rápidamente. Después de siete días con el Samsung Galaxy Z Flip obviamente he encontrado cosas que se deben retocar. Pero, a pesar de ello, es el mejor móvil plegable del momento, a la espera de que se comercialice el nuevo Mate Xs de Huawei.

Perdonen la insistencia, pero hay que repetirlo: si salir como de OT como el ganador no te asegura una carrera más allá de los días iniciales de vino y rosas, ser el mejor aparato de una categoría de producto que no se sabe si será una gran tendencia del mercado o se quedará como una rareza tecnológica tampoco ayuda mucho a pronosticar su futuro. Aquí va lo mejor y lo peor de mi experiencia, de un producto aspiracional cuyo precio ya es un elemento que producirá rechazo a unos cuantos.

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Foto: M. Mcloughlin.

Una vuelta interesante

El Galaxy Z Flip poco se parece al primer terminal que Samsung puso en el mercado. Han dado la vuelta al concepto. Ahora se abre en vertical, como un teléfono tipo concha y no como un libro. Renuncia a esa alma de híbrido entre móvil y tableta que tenía el Fold y lo cambia por la idea de llevar una pantalla de 6,7 pulgadas en el espacio que ocuparía una cartera en el bolsillo. Plegado ocupa 87,4 milímetros de largo por 73,6 de ancho y tiene un grosor de 17. Desplegado se queda en 167.3 x 73.6 x 7.2 mm.

A mí personalmente me ha resultado más interesante. En el caso de la anterior generación lo que me ocurrió es que acabé utilizando el panel, bastante más pequeño, que había en el exterior porque no tenía oportunidades reales de sacarle provecho de forma cómoda.

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Foto: M. Mcloughlin.

Aquí tenemos una única pantalla, estrecha y alargada, que permite manejarse con una mano. Obviamente no podrás abarcar de esquina a esquina el panel pero se puede manejar perfectamente con izquierda o derecha. El pliegue de la pantalla, ahora cristal flexible, se sigue notando, pero bastante menos que en el Fold. Aun así, disimular eso sigue siendo uno de los grandes retos estéticos de la industria.

La bisagra se ha mejorado. El mecanismo se siente más firme y seguro. Se dobla hasta 180 grados. Si optas por un ángulo recto (o similar) tendrás algunas aplicaciones como la de cámara, que tiene un vista adaptada, con los controles en una mitad y la imagen en otra. La idea también sería interesante para plataformas de vídeo como YouTube o Gmail.

Aquí sí he notado una ventaja: puedo llevar 6,7 pulgadas en el espacio de una cartera

El diseño, en general, está mejor compactado y rematado. Además vuelven a incluir una funda rígida, compuesta de dos piezas, para proteger la parte exterior. La versión violeta luce francamente bonita. Mejor acabado no solo que su predecesor, sino también de otros como el Motorola Rarz, que ha optado por este formato. En la parte exterior, que cuenta con diseño de cristal templado, plástico y aluminio, contamos con una pantalla mínima. Y cuando digo mínima es reducida a la mínima expresión. Te da para ver si tienes notificaciones, la hora y comprobar el nivel de batería sin abrirlo y ya. Se trata de una Super AMOLED de 1,1 pulgadas de 112 x 300 píxeles.

Dudas existenciales

También, presionando el botón de desbloqueo -que hace las veces de lector de huellas- dos veces cuando está cerrado, sirve como referencia para tomar 'selfies'. La solución está bastante bien, aunque, teniendo ese espacio vacío en la tapa superior, quizás se agradecería una mayor superficie, que nos permitiese algunas interactuaciones y respuestas rápidas a un mensaje de WhatsApp o Twitter.

Pero esta mejora sustancial en el aspecto exterior no tapa el principal problema: a los teléfonos plegables les falta todavía resolver su gran duda existencial. Dar con una 'killer app'. Una ventaja sustancial frente a los terminales normales, más allá del aspecto estético o como es este caso de poder tener algo realmente compacto con un gran panel.

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Foto: M. Mcloughlin.

Muchos dirán que la posibilidad de tener una pantalla más propia de una tableta que de un 'smartphone' como el Galaxy Fold o el Mate X de Huawei. Y en parte llevan razón, pero falta adaptarlo correctamente y que un usuario pueda disfrutar la experiencia independientemente de si lo utiliza abierto, cerrado, en el metro o en el salón de casa.

Un buen teléfono

Si se valora pieza a pieza el Galaxy Z Flip, la respuesta es inequívoca: es un buen teléfono. Empezamos por la pantalla principal. Obviando el detalle del pliegue, que se ha mejorado, es una buena pantalla. Cuenta con una resolución de 1080x2636, 425 píxeles por pulgada de densidad, compatible con HDR 10+. Cumple en todos los aspectos tanto en ángulos de visión, como color y brillo. Tiene más marcos de lo que estamos acostumbrados pero en absoluto afea la composición. La cámara delantera se coloca en un agujero en la parte superior del panel Dynamic AMOLED y la principal, un sensor doble, se coloca en la misma parte que la pantalla externa.

En los bordes cuenta con un botón de desbloqueo que incluye un sensor dactilar, los controles de volumen, la ranura para la SIM, puerto USB tipo C y un único altavoz. No hay jack para auriculares, ni se le esperaba. Tampoco resistencia a líquidos. La cuota de ausencia técnicas destacadas es que no haya posibilidad de ampliar por microSD. La memoria interna es de 256GB y ahí se acabó. No hay posibilidad de aumentarla.

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Foto: M. Mcloughlin.

El motor de este terminal es un Snapdragon 855+, un procesador de ocho núcleos de primera línea y 8 GB de RAM. La combinación hace que el teléfono se mueva fluidamente, soporta bien las transiciones y mueve prácticamente cualquier aplicación disponible en Google Play. Donde se nota también la buena mano es en la optimización de la batería. 3.300 mAh puede parecer una cifra con poco tirón: Sin embargo, he pasado sin ningún problema los días, dándome para pasar toda la jornada. Trae cargador de 15W y también está equipado con carga inalámbrica.

Menos cámaras

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Foto: Carmen Castellón.

Con el Galaxy Fold Samsung decidió hacer un despliegue de cámaras. Metió un total de seis. Un sensor triple en la parte trasera. Uno doble para los selfies para cuando estuviese el teléfono completamente abierto. Y una cámara simple frontal para cuando estuviese cerrado. Un cacao fotográfico para cubrir todos los casos de uso. Aquí no se han complicado tanto la vida y ha conseguido resolver la ecuación tan solo con tres sensores.

Por una parte tenemos la cámara principal, con un gran angular como único acompañante del sensor RGB. Esta última pieza (27mm) cuenta con 12 megapíxeles, apertura de f/1.8, pixeles de 1,4 micras de tamaño y estabilizador óptico. El gran angular también maneja 12 megapíxeles, f/2.2 y píxeles de 1,12 micras. Las capacidades de vídeo de esta cámara llegan hasta el 4K a 30 o 60 frames por segundo, 1080p hasta 240 fps y 720p (HD) a 960fps. También es compatible con HDR 10+.

El rendimiento de esta cámara, como podéis observar en las diferentes imágenes, está en línea con lo que acostumbran los terminales de alta gama de Samsung. Eso sí, hay una pega muy clara. Por 1.500 euros se podía haber integrado una tercera lente, para dar un zoom óptico de dos o tres aumentos. Obviamente se puede suplir con el zoom digital, pero cuando hablamos de una inversión así es de ley exigir estos detalles. La cámara frontal (en realidad, interior) cuenta con un único sensor de 10 megapíxeles y f/2.4 capaz de grabar en 4K a 30fps.

Una nómina, al fin y al cabo

1.500 euros es una inversión mayúscula cuando hablamos de un móvil. Algunos verán pagar esto como una locura. Lo verán así independientemente de que se trate de un terminal plegable o el último iPhone 11 Pro Max con 256 o 512 gigas (1469 y 1629 euros, respectivamente) de memoria interna. Aunque este Galaxy Z Flip se ha alejado de la frontera psicológica de los 2.000 euros, una barrera que Samsung y Huawei pulverizaron en el último Mobile World Congress, cuando pusieron en el tapete dos móviles a precios más propios de teles.

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Foto: M. Mcloughlin.

Su coste ya hace que sea un producto de nicho. Suele ocurrir con todas las tecnologías nuevas. Con el paso de los años se va abarantado y alguien tiene que dar el primer paso. Que actualmente lo compres depende básicamente de que seas un 'early adopter' y tengas cierta profundidad en la cuenta corriente. El coste así como seguir avanzando en funciones que aprovechen las virtudes de tener un panel flexible es clave para que esta tecnología se convierta en algo cotidiano y no se quede como algo residual.

Juzgar los teléfonos plegables se debe parecer mucho a ser jurado de Operación Triunfo. Donde unos ven una máquina de hacer gorgoritos, otros verán un talento cuasi gigantesco pendiente de moldear, al que solo falta encaminar hacia el estrellato. Con los 'smartphones' cuya pantalla se dobla pasa tres cuartas partes de lo mismo: donde unos ven un formato con muchísimas posibilidades y virtudes, otros ven innovación por innovación. Así que el veredicto que uno emita no va a gustar nunca a todos.

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