El invento español que busca desaparecidos y destapa misterios de la Guerra Civil

6 de septiembre de 2012. Un grupo de 42 trabajadores de Salvamento Marítimo se adentra en pleno Mar Mediterráneo, concretamente en una zona situada a 40 millas de Castellón y a 15 de las islas Columbretes. Sobre sus cabezas pesa el mensaje de un telegrama: "[El barco] ha sido torpedeado entre las islas Columbretes y la costa de España. El segundo maquinista ha resultado muerto y seis hombres de la tripulación sufren heridas. Las víctimas han sido desembarcadas en Benicarló".

En esta ocasión el equipo de salvamento no trata de rescatar a marineros ni un barco hundido en esas fechas. El telegrama fue enviado 75 años, concretamente la madrugada del 2 de septiembre de 1937, en plena Guerra Civil. El barco hundido es nada menos que el Woodford, un petrolero republicano de 130 metros de eslora que,en plena guerra, acababa de ser bombardeado por un submarino de Mussolini cuando iba camino de Constanza (Rumanía).

Salvamento Marítimo tiene una misión: rescatar cerca de 500 toneladas de fuel que aún permanecen a cerca de 80 metros de profundidad de las aguas de Castellón. Para ello va a recurrir al Clara Campoamor, uno de sus buques más afamados, pero no lo va a tener nada fácil: no solo hay que localizar con exactitud las capas de fuel, sino que además hay que limitarse a extraer aquellas alfombras que sean de más de 5 milímetros de altura. Para esta misión van a contar con la ayuda de un robot que, en los últimos 16 años, ha liderado gran parte de los salvamentos marítimos en España, llegando a donde el ser humano no puede llegar con facilidad.

El robot del que presume España

Se trata de ROV (Remote Operated Vehicle) Comanche, un robot submarino con el que Salvamento Marítimo cuenta desde 2004 y que dispone de unas condiciones idóneas para un rescate que exija una gran complejidad. Sus especificaciones así lo demuestran: puede descender hasta los 1.000 metros de profundidad y tiene un sónar de búsqueda con un alcance máximo de 300 metros, un sónar-altímetro con un alcance de 50 metros, un profundímetro y una baliza de destellos para su localización en superficie.

El robot, que pesa 3 toneladas, ha sido trasladado desde la base de Fene, en Galicia, donde suele estar de manera permanente. Para su transporte se ha habilitado dos trailers que lo llevan hasta el buque. En esta misión el ROV va acompañado de cuatro buceadores. Es sumergido dentro de una jaula que lo une al buque mediante un cable umbilical de 300 metros.

Desde el buque, Salvamento Marítimo guia su trayectoria y analiza todo el recorrido. Además, el robot dispone de tres cámaras de alta definición, con lo que los operarios pueden comprobar qué mantas de fuel pueden rescatarse y cuáles no. También cuenta con varios brazos manipuladores para ayudar en las tareas de localización y extracción. La coordinación entre el barco y el robot es esencial para que el trabajo culmine con éxito.

La misión se interrumpe el 13 de septiembre, ya que ha surgido un problema: las condiciones meteorológicas impiden que el robot pueda trabajar bien. El 20 de septiembre las labores se reanudan y unas semanas después, el 4 de octubre, la misión termina con éxito. El ROV Comanche ha conseguido que Salvamento Marítimo rescate nada menos que 500 toneladas de fuel.

Rescates, borrasca Gloria, naufragios...

El español medio no conoce el ROV Comanche, pero lo cierto es que ha estado presente en una gran parte de las operaciones de rescate marítimo que han tenido lugar en España en los últimos 16 años. El ROV estuvo en el rescate de dos pesqueros perdidos en Galicia en 2004, en el accidente y naufragio del Nuevo Pepita Aurora en 2007 o en la búsqueda de dos pescadores de El Fairell en 2017, entre otras situaciones.

Este robot submarino ha vuelto a cobrar protagonismo en las últimas semanas, sobre todo a raíz de la borrasca Gloria que ha azotado a toda la Península. Tras el naufragio del pesquero gaditano Rúa Mar a causa del temporal, el ROV fue el encargado de encontrar el cadáver de uno de sus tripulantes, así como de buscar el barco accidentado y descartar las localizaciones equivocadas.

Con todo, el robot no es perfecto y hay quien se pregunta si su tecnología no debería ser mejorada. En cualquier caso, para Germán Erostarbe, director de Operaciones de Salvamento Marítimo, el ROV Comanche es poco menos que una bendición: "Nos encontramos con una petición por parte de la sociedad civil de recuperar personas fallecidas o de saber cómo se ha producido un accidente o un naufragio", asegura. En ese sentido, "es muy importante contar con una tecnología como la del ROV: aunque no recuperemos un barco, lo podemos filmar de manera exacta para dictaminar la causa del accidente. Ese trabajo se ha hecho en varias ocasiones".

Y eso que "la labor del robot no consiste necesariamente en rescatar cadáveres, esa es una tarea de la Guardia Civil. Pero, con esta tecnología, lo que sí se puede hacer es encontrar y localizar los cuerpos, los buques o lo que se esté buscando. Es una tarea que los buzos no pueden hacer solos, y con este robot podemos hacer esos trabajos controlándolo todo desde la superficie", asegura.

En cualquier caso, la labor del ROV Comanche seguirá siendo eminentemente silenciosa, sin ser conocido prácticamente por nadie. Pero es bastante probable que, la próxima vez que veamos un gran rescate marítimo en el telediario, este robot esté asumiendo gran parte de la responsabilidad.