Sin vacunas propias contra la gripe: el punto débil de España para la próxima pandemia
Más tarde o más temprano habrá una gran epidemia mundial de gripe y estar en el club de los países productores de vacunas puede aportar ciertas ventajas, según los expertos
Hace un siglo la mal llamada “gripe española” daba sus últimos coletazos virulentos tras llevarse muchas vidas por delante en todo el mundo. No sabemos cuántas, pero los cálculos varían entre los 40 y los 100 millones. Cuando surgió, en 1918, no había vacunas ni tratamientos y se desconocía casi todo sobre esta terrible enfermedad, hasta el punto de que los científicos pensaban que estaba causada por una bacteria y no por un virus.
La última pandemia ocurrió tan solo hace una década, cuando la gripe A causó una gran alarma internacional, aunque finalmente sus efectos fueron mucho menos devastadores de lo que se temía. Entre estos dos episodios también está la gripe asiática (1957-1958), frente a la que ya había vacunas y aún así terminó con unos dos millones de fallecimientos; la gripe de Hong Kong (1968-1969), por la que también murieron miles de personas; y la gripe aviar, que comenzó a finales de los 90 y no pasó a mayores porque solo se contagia en contacto directo con las aves. La pregunta es clara: ¿estamos preparados para la siguiente que venga? Pues todo apunta a que España está al límite.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya cuenta con estrategias diseñadas para afrontar la próxima pandemia. “No sabemos cuándo ocurrirá, pero ocurrirá”, afirma en declaraciones a Teknautas José María Eiros Bouza, director del Centro Nacional de la Gripe de Valladolid. Para cuando suceda, cree que se puede confiar en la fortaleza de nuestro sistema de salud y que difícilmente volverá a repetirse una “gripe española” en ningún sentido, pero sí advierte sobre un punto débil: no tenemos ni una sola fábrica de vacunas contra la gripe.
En otros grandes países europeos, como Alemania, Francia o el Reino Unido, no faltan productores. “La OMS tiene mucho interés en que los planes nacionales de gripe se consoliden. Entre los pilares fundamentales está la prevención y, dentro de ella, las estrategias de desarrollo, producción y distribución de vacunas en el caso de pandemias”, asegura Eiros.
El último encuentro internacional, celebrado en Estambul el pasado mes de septiembre, sirvió para revisar protocolos y actuaciones. “La mitad de los países reconocen no tener resuelto el suministro en el caso de una pandemia. No tenemos que asustarnos, pero sí pensar en la disponibilidad de vacunas que va a existir”, comenta. Especialistas de todo el mundo se encargan de desarrollar la nueva estrategia internacional contra la gripe, que abarcará de 2019 a 2030, lanzada el pasado mes de marzo, que trata de hacer que todos los países avancen en la elaboración de planes para preparar una pandemia de gripe.
Un asunto "estratégico"
La experta en vacunas Raquel Carnero, farmacéutica y coautora del libro ‘Vacunando’, también considera que la producción de vacunas contra la gripe es un asunto “estratégico para el país”. De hecho, hace pocos años hubo planes serios para conseguirlo.
La compañía Rovi tenía un proyecto para instalar una planta en Granada. En 2009, precisamente el año de la gripe A, se anunció la iniciativa con un presupuesto de 60 millones de euros y el apoyo del Gobierno y la Junta de Andalucía, que iban a aportar una buena parte. Dos años más tarde se retomó la idea con una inversión mayor, 92 millones de euros. Sin embargo, la crisis económica hizo que las administraciones se lo pensaran mejor y la reducción de los precios del mercado de vacunas acabó por enterrar la idea en 2014. “Hubiera sido un gran proyecto, porque es un laboratorio 100% español”, lamenta Carnero.
El virus de la gripe muta constantemente, de manera que la vacunación de un año no sirve para el siguiente, la protección frente a la gripe caduca en apenas unos meses y los laboratorios tienen que empezar de cero en cada campaña. De ahí, la importancia de reaccionar con rapidez incluso en el caso de la gripe estacional, que llega con diferentes formas cada año.
Los Centros Nacionales de la Gripe –en España, además del vallisoletano, hay otros dos, en Madrid y Barcelona– se encargan de informar a la OMS con cierta periodicidad acerca de la circulación de los virus gripales. Los identifican, los caracterizan y remiten muestras para realizar estudios más profundos. Así, “en el hemisferio norte vemos qué formas del virus han circulado en el hemisferio sur durante sus meses de invierno y, de acuerdo con los estudios epidemiológicos y de evolución de la enfermedad, la OMS establece las recomendaciones con meses de antelación para que dé tiempo a fabricar las vacunas”.
A partir de ahí se emiten las recomendaciones y comienza el proceso. Cada laboratorio puede elegir tres o cuatro cepas (hay vacuna trivalente y vacuna tetravalente) de los tipos de virus de la gripe A y B.
En Europa, los laboratorios que tienen autorización para fabricar la vacuna deben presentar sus planes a la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que los revisa y aprueba lo antes posible. “Durante la fabricación de una vacuna hay muchísimos controles, así que en realidad los tiempos están muy ajustados para ponerla en el mercado, se hace en cinco o seis meses”, señala la experta.
"Al límite"
En todo el proceso influye la capacidad de producción de cada fábrica y las previsiones de venta, pero “actualmente, la demanda crece y la producción no es infinita, probablemente estemos al límite”, comenta.
Aunque es un sector privado, cuenta con mucha colaboración por parte de los gobiernos, porque se considera un sector industrial prioritario, sobre todo para Europa, que fabrica el 80% de las vacunas que se distribuyen en el mundo. “No es una cuestión de que el Gobierno comience a fabricar vacunas, eso no se hace en ningún país de Europa”, señala Carnero en referencia a la posibilidad de que España trate de sumarse a los productores, “pero sería un área estratégica porque la demanda es creciente, estamos al límite y probablemente no podamos hacer frente a un crecimiento de la demanda en el futuro”.
En el caso de la gripe estacional, “el problema es que solo pensamos en la población de riesgo, como las personas que tienen alguna enfermedad o los mayores de 65 años, pero no vacunamos a toda la población, no existe una producción a ese nivel. Además hay que decidir cuánto se fabrica con meses de antelación y hay mucha competencia, cada dosis que se produce ya está vendida y, si tuviéramos que vacunarnos todos, no habría producción suficiente”.
Por eso, “cuando una cepa se constituya como emergente en el contexto de una pandemia quizá la estrategia más interesante sería diseñar vacunas monovalentes que sirvan de complemento”, opina Eiros. No obstante, “estamos hablando de un escenario teórico, no hay que ser alarmistas, pero el mundo tiene que estar preparado para poder fabricar vacunas monovalentes en periodos de tiempo cortos y que sean seguras y eficientes”.
En ese contexto aparece el hándicap de no estar entre el club de fabricantes. “En el mundo, los países productores de vacunas tienen acuerdos entre ellos para servir preferentemente a otros que también produzcan. A España le interesaría alinearse con ellos para que, en caso de tener que atender una emergencia, pudiéramos hacer frente con mayor holgura o preparación a lo que pueda venir”, destaca el director del Centro Nacional de la Gripe de Valladolid. “Si realmente somos un país del primer mundo, deberíamos serlo también en este aspecto. Incluso para ser solidarios, porque cuando tienes, puedes dar”, apunta.
En opinión de Carnero, habría que fijar una estrategia internacional, “que un consorcio fabricase las vacunas para todos los países de Europa, todos participásemos en las mismas condiciones y el precio fuera único”. Sin embargo, “a día de hoy esto no existe, cada país negocia su precio y su número de dosis, no actuamos como un bloque y es una pena”.
Más rapidez y mayor producción
El proceso de fabricación de las vacunas de la gripe es complejo. Habitualmente se desarrollaban en cultivos de huevo embrionado y, más recientemente, en cultivos celulares. A partir de ahora, “también habrá vacunas de diseño génico, es decir, desarrolladas por ingeniería genética, pero lo importante es conseguir avanzar hacia sistemas de producción más rápidos y capaces de aumentar la producción”, reclama Eiros.
Desde el Centro Nacional y en plena temporada gripal –aunque de momento la actividad es baja, la llegada del frío hace que la enfermedad sea “imprevisible” – los expertos están encargados de realizar informes semanales a partir de los diagnósticos de los llamados “médicos centinelas”.
Según su director, la gripe A de 2009 dejó muchas lecciones de cara al futuro. “Nos ha enseñado que hay que colaborar entre distintas especialidades, que hay que diseñar estrategias de comunicación eficientes y veraces y que cuando se toman las medidas a nivel global hay que tener cuidado, porque puedes marcar significativamente y de manera negativa la economía de un país, como le ocurrió a México”, afirma.
Además, hay que tener en cuenta que desde entonces “se han desarrollado fármacos con actividad antiviral específica frente al virus de la gripe. Ya tenemos un arsenal terapéutico más robusto que hace una década y la tecnología diagnóstica también ha avanzado”. No obstante, “ahora también sabemos que un paciente puede coger un avión en Pekín y estar aquí en unas horas y eso tensa mucho los sistemas de vigilancia.
En definitiva, para bien y para mal, “hoy en día el mundo no es como el de pandemias precedentes”. En el lado más optimista hay que sumar la disponibilidad de antivíricos y otros fármacos o los sistemas de ventilación mecánica de los hospitales.
“En general, la dotación del sistema sanitario es más potente y robusta. Los países con una buena posición sanitaria, como el nuestro, que es de los mejores del mundo, no deberían tener problemas, pero nadie puede predecir con exactitud las reacciones que se pueden producir en el contexto de una enfermedad de transmisión respiratoria”, así que también es importante “educar y enviar mensajes adecuados”, añade.
Hace un siglo la mal llamada “gripe española” daba sus últimos coletazos virulentos tras llevarse muchas vidas por delante en todo el mundo. No sabemos cuántas, pero los cálculos varían entre los 40 y los 100 millones. Cuando surgió, en 1918, no había vacunas ni tratamientos y se desconocía casi todo sobre esta terrible enfermedad, hasta el punto de que los científicos pensaban que estaba causada por una bacteria y no por un virus.
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