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El fiasco WeWork en España: 500€ por mesa, WC atascados y 5.000 inquilinos en el aire
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Metro cuadrado de 'coworking' a precio de oro

El fiasco WeWork en España: 500€ por mesa, WC atascados y 5.000 inquilinos en el aire

Cuenta atrás para WeWork. Algunos analistas le dan solo 10 meses de vida si no logra reducir pérdidas y conseguir más financiación. ¿Qué ocurrirá con los miles de inquilinos en España?

Foto: El nuevo centro de WeWork en Francisco Silvela (Madrid) inaugurado esta semana. (Foto: M. Á. Méndez/Montaje: E. Villarino)
El nuevo centro de WeWork en Francisco Silvela (Madrid) inaugurado esta semana. (Foto: M. Á. Méndez/Montaje: E. Villarino)

"¿Quiebra? ¿Despidos? Créeme, aquí nadie está preocupado por esto". El empleado de WeWork, o 'space manager', como indica su tarjeta, termina la frase con un meneo de cabeza y señala un punto de la octava planta del flamante edificio que la compañía acaba de inaugurar este martes en el 106 de Francisco Silvela de Madrid. "Mira qué vistas". En los 'hotdesks' varias personas, muchos emprendedores, teclean en sus Macs y hablan con sus AirPods. En una esquina, un joven con camisa estampada bebe agua de frutas, otro sorbe un café recién "microtostado" junto a un cartel que reza "Welcome, Silvelos!". A su lado hay cuatro surtidores de cerveza. Todo gratis.

Si no fuera por las imponentes vistas de Madrid al fondo, este lugar bien podría estar en el mismísimo corazón de San Francisco. Es la burbuja particular de WeWork, el gigante del 'coworking' que esta semana ha cancelado su salida a Bolsa y juega peligrosamente con la bancarrota. Por dentro todo sigue igual, mejor que nunca, dicen sus propios empleados. Por fuera, las grietas del negocio comienzan a asomar en nuestro país donde más de 5.000 inquilinos entre Madrid y Barcelona tendrían que buscarse un nuevo lugar para trabajar si la burbuja del 'coworking cool' termina por reventar.

Foto: Foto: Reuters.
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El meteórico ascenso de WeWork y su caída aún más estrepitosa se ha convertido ya en historia en tiempo real de Silicon Valley. La compañía ha anunciado esta semana de forma oficial que cancela su salida a Bolsa. Días antes, su fundador, Adam Neumann, había sido despedido por el consejo de su propia empresa. Es el intento desesperado por enderezar el rumbo de un negocio que había llegado a valorarse en 47.000 millones de dólares y ahora los más optimistas sitúan solo en la mitad. Lo peor es que el tiempo corre en contra. Según analistas de la firma Bernstein, al ritmo actual de pérdidas WeWork solo puede sobrevivir hasta mediados de 2020. O consiguen antes 6.000 millones adicionales, o tendrán que anunciar la quiebra en 10 meses.

placeholder La octava planta del WeWork inaugurado esta semana en la calle Francisco Silvela, Madrid. (Foto: M.Á.M.)
La octava planta del WeWork inaugurado esta semana en la calle Francisco Silvela, Madrid. (Foto: M.Á.M.)

Los nuevos responsables de la compañía, los co-CEOs Artie Minson y Sebastian Gunningham, tienen como principal objetivo evitar el cierre, y no está claro que lo vayan a conseguir. Como primer paso, preparan una importante ronda de despidos que, según Bloomberg, se producirá este mismo mes y podría llegar al 16% de la plantilla (unas 2.000 personas de las 12.500 que emplean en todo el mundo). En España sus propios empleados aseguran que el negocio va como un cohete. "En el edificio de Castellana 77 hay lista de espera hasta 2020. Aquí acabamos de abrir y calculamos que estará todo lleno en noviembre", explica uno de los responsables del centro de Francisco Silvela en Madrid. Ya es el cuarto en la capital.

Un paseo por su interior engaña. El lugar es un hervidero de gente: obreros que dan los últimos retoques, futuros inquilinos que entran y salen para recibir un tour, autónomos que trabajan absortos en sus portátiles... WeWork ha alquilado el edificio al completo, ocho plantas, lo ha reformado y lo ha transformado en una especie de oasis hipster en mitad de la ciudad. La octava planta cuenta con una imponente terraza, "el primer WeWork que tiene una en Madrid", asegura ogulloso uno de sus empleados. La decoración (luces y carteles por doquier, sofás y cojines de colores, barras americanas...) hace que uno se sienta en mitad de una cafetería 'guay' en lugar de trabajando en una oficina. ¿Cómo es posible que un negocio así, con listas de espera y fachada 'cool', esté al borde del colapso? Y, sobre todo, ¿qué va a ocurrir con los miles de trabajadores que se alojan en los 8 WeWork de España (4 en Madrid y 4 en Barcelona) si la empresa finalmente revienta?

placeholder Esta oficina privada en WeWrok de unos 18 metros cuadrados para seis personas tiene un coste de 3.000 euros al mes (sin IVA). (Foto: M.Á.M.)
Esta oficina privada en WeWrok de unos 18 metros cuadrados para seis personas tiene un coste de 3.000 euros al mes (sin IVA). (Foto: M.Á.M.)

La respuesta a la primera pregunta se ha venido desgranando en las dos últimas semanas y es una mezcla de millonarios conflictos de intereses de Neumann con su empresa, pérdidas insostenibles (por cada dólar que ingresa, la firma pierde dos) y una lista interminable de riesgos adicionales que en el documento de salida a Bolsa ocupaban casi 30 paginas. Esa es la foto global. Un vistazo al funcionamiento del negocio a nivel local en sus cuatro centros de Madrid confirma que la compañía, lejos de ser la balsa que pintan sus empleados, es una bomba de relojería.

Sin agua, sin baños y sin AC

"Hemos notado una fuerte caída en la calidad del servicio durante el último año, sobre todo los seis últimos meses. Los baños están inservibles a media mañana. Antes había varios turnos de limpieza durante el día, ahora solo a primera hora y a la noche. Imagínate: tienes a 80-100 personas por planta usando WCs minúsculos. A mitad del día no puedes ni entrar. Es inaceptable para el precio que cobran", explica a Teknautas un trabajador de una multinacional sueca ubicada en el WeWork de Castellana 43. "Ocurre con todo: hace poco nos quedamos hora y media sin agua. El aire acondicionado no ha funcionado bien durante todo un mes, el ascensor se averió ayer todo el día... Pinta que están recortando costes de subcontratas para reducir pérdidas".

Este diario ha consultado a una docena de empleados de diferentes empresas ubicadas en los centros de Madrid y hay unanimidad casi al completo. Solo los que llevan unos pocos meses creen que el servicio es correcto, pero quienes han pasado al menos seis meses en un WeWork coinciden: el servicio ha empeorado. "Lo notas en muchos pequeños detalles. El otro día pedimos un armario extra y tardaron semanas en respondernos. El wifi falla y han recortado hasta en la cerveza. Antes tenías marcas premium de IPA. Ahora las han sustituido por marcas baratas y vino tinto peleón".

placeholder Un sitio en los 'hotdesks' (primer término en la imagen) vale desde 250 euros/mes. Una mesa fija en la oficina compartida del fondo sube a los 500 euros/mes. (Foto: M.Á.M.)
Un sitio en los 'hotdesks' (primer término en la imagen) vale desde 250 euros/mes. Una mesa fija en la oficina compartida del fondo sube a los 500 euros/mes. (Foto: M.Á.M.)

Nada de esto importaría si no fuera por los precios y el espacio disponible. Trabajar y sentirse hipster en un WeWork cuesta en Madrid, como mínimo, 250 euros al mes por un 'hotdesk', un espacio en las áreas comunes donde, básicamente, puedes apoyar un portátil. No tienes garantizado el espacio. Si está lleno, toca esperar. Si quieres una mesa fija, los precios varían según el centro, pero en el recién inaugurado de Francisco Silvela lo mínimo son 500 euros. Una oficina privada para cuatro saldría por 2.000 euros al mes (IVA y fianza de mes y medio aparte). Todos los precios están por encima de la media de mercado y de sus rivales. Más aún si se tiene en cuenta el espacio que te corresponde: 2 metros cuadrados por mesa individual, entre 5 y 6 metros cuadrados en oficina privada.

"La política de recursos humanos de nuestra empresa en toda Europa es que, como mínimo, cada empleado tiene que tener un espacio de 12 metros cuadrados. Aquí estamos con unos 5-6, se nos queda muy pequeño. Estás, literalmente, trabajando codo con codo con tu compañero", explica otro empleado de una multinacional que ocupa media planta en Castellana 43. Los datos los publicó WeWork en su polémico documento de salida a Bolsa: estimaban la disponibilidad de 3,7 millones de metros cuadrados de espacio usable de oficina en los que "podrían encajar 724.000 mesas de trabajo". En otras palabras: 5,1 metros cuadrados por persona.

Este problema de calidad-precio se observa lejos de las plantas nobles. Los espacios comunes son amplios, luminosos y de estética moderna. Pero las zonas de trabajo ubicadas en el resto de plantas son, en esencia, los 'coworking' de toda la vida: cubículos y mesas más o menos apelotonadas, la mayoría en salas sin ventanas. Aunque todo depende del cliente.

placeholder El fundador de WeWork, Adam Neumann, fue despedido recientemente de su puesto de CEO. (Reuters)
El fundador de WeWork, Adam Neumann, fue despedido recientemente de su puesto de CEO. (Reuters)

"Su modelo es tener el 60% de empresas que les alquilan espacio en muchas ciudades en Europa. Les dicen: "Si te vienes conmigo en cinco, seis ciudades o más, te hago un descuento que no podrás rechazar". Con esos ingresos apenas tienen margen, solo cubren gastos. El 40% restante se lo alquilan a pardillos como yo, hipsters y 'startups' con pocos empleados, entre 3 y 10, a los que cobran el metro cuadrado a precio de oro. De ahí sacan la pasta", señala un antiguo cliente de WeWork.

Empresas como Accenture, Everis u Openbank tienen alquiladas plantas al completo en los WeWork de Madrid. Junto a ellas conviven emprendedores, autónomos y 'startups' de todos los sectores y tamaños. Lo que pagan unos y otros por el mismo metro cuadrado es muy, muy diferente.

"Nosotros cerramos con ellos un acuerdo de dos años a finales de 2017 y nos hicieron un precio de derribo por quedarnos en Londres, Barcelona y Madrid, un descuento del 60%. Estaba claro que iban a por todas, a convertirse en el número uno lo antes posible", explica Pepe Borrell, director en España de la firma CrowdCube. "Eso sí, las penalizaciones que nos imponían si incumplíamos eran igual de fuertes". Borrell, cuya empresa decidió no renovar el contrato, señala una de las claves que están haciendo hundirse a WeWork. "Ellos insisten mucho en que son más que una empresa de alquiler de oficinas, que lo que importa es la comunidad que generan, los eventos, los 'afterwork' y su 'app' para conocer gente. En realidad, la mayoría va allí a trabajar y ni siquiera usa la 'app'. Sí, disfrutas un poco de los lugares comunes, pero nada más. Es simple y llanamente una empresa de realquiler".

La burbuja del 'coworking' cool

A menos de 5 minutos a pie del nuevo WeWork de Fransico Silvela en Madrid hay otro 'coworking', un Utopicus, propiedad de la inmobiliaria Colonial. Diez minutos más allá un Spaces, propiedad de Regus, la firma líder en España del alquiler de oficinas. Estos espacios han surgido como setas en Madrid y Barcelona durante los dos últimos años al calor de WeWork que, a base de marketing, ha sabido reinventar el negocio, al menos en apariencia.

placeholder Un 'coworking' de Utopicus en Madrid, propiedad de Colonial, a escasos 5 minutos de WeWork. (Foto: M.Á.M)
Un 'coworking' de Utopicus en Madrid, propiedad de Colonial, a escasos 5 minutos de WeWork. (Foto: M.Á.M)

"No nos engañemos, los de WeWork son unos genios del marketing y han despertado el sector. Han hecho mucho bien. Pero no ofrecen nada, absolutamente nada, que no ofrezca la competencia, solo que ellos más caro", explica un directivo de Regus. Un paseo por Utopicus lo confirma. "Tenemos espacios comunes con cerveza y café gratis, 'hotdesks', oficinas privadas y lo más importante: nos preocupamos mucho de la comunidad. Hacemos 'afterworks', desayunos gratis todos los martes y comidas una vez al mes", explica sonriente un empleado de Utopicus. El argumentario es clavado al de WeWork. La diferencia: una mesa fija puede llegar a ser hasta 100 euros más barata al mes.

"No hay espacio para todos. Se ha sobredimensionado el mercado. Madrid ya parece Palo Alto con estos 'coworkings' modernos que son todo fachada. Es el alquiler de espacios de toda la vida, pero ahora estamos ante una burbuja de oficinas 'cool'", señala un directivo del sector competencia de WeWork que pide el anonimato. Son precisamente sus rivales, Regus, Colonial, Lexington o Aticco, los que se frotan las manos ante una posible caída de su enemigo estadounidense. Porque esa es la pregunta que se hacen muchos de los 5.000 inquilinos de WeWork en España. ¿A dónde nos vamos si la empresa cierra en 10 meses?

"Los de WeWork son unos genios del marketing. Pero no ofrecen absolutamente nada que no ofrezca la competencia, solo que ellos más caro"

"Si eso ocurre serán buenas noticias para los inquilinos. Colonial, por ejemplo, es dueña del edificio de WeWork en Castellana 43. Todos esos clientes pasarían a serlo de Utopicus y pagarían bastante menos. Y en el resto, los dueños del edificio podrían ofrecer esos mismos servicios de alquiler o ceder el negocio en bloque a Regus u otro", señalan fuentes del sector. De cumplirse este escenario, sería la confirmación más cruel de que WeWork era el negocio más bonito por fuera pero el más prescindible por dentro.

De momento, los tres nuevos centros que WeWork tenía planificado abrir en Madrid (en las calles María de Molina, Goya y Fernando el Santo) siguen con el cartel de "próxima apertura" y sin fecha definida. "Uf, eso va para largo, muy largo", dice el 'space manager' de WeWork a la vez que gira los ojos y estira el brazo como señalando el infinito. A juzgar por el gesto, la terraza de Francisco Silvela puede que acabe siendo la primera y la última de la era WeWork en la capital.

"¿Quiebra? ¿Despidos? Créeme, aquí nadie está preocupado por esto". El empleado de WeWork, o 'space manager', como indica su tarjeta, termina la frase con un meneo de cabeza y señala un punto de la octava planta del flamante edificio que la compañía acaba de inaugurar este martes en el 106 de Francisco Silvela de Madrid. "Mira qué vistas". En los 'hotdesks' varias personas, muchos emprendedores, teclean en sus Macs y hablan con sus AirPods. En una esquina, un joven con camisa estampada bebe agua de frutas, otro sorbe un café recién "microtostado" junto a un cartel que reza "Welcome, Silvelos!". A su lado hay cuatro surtidores de cerveza. Todo gratis.

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