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De la "falometría" a las pupilas: el secreto de la ciencia para medir tu excitación sexual
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¿Dónde se va la mirada?

De la "falometría" a las pupilas: el secreto de la ciencia para medir tu excitación sexual

Algunas investigaciones científicas necesitan monitorizar la excitación sexual, una cuestión compleja, sorprendente y muy diferente en cada sexo

Foto: Unas personas observan la obra "Sexo y muerte por asesinato y suicidio. 1985" del artista estadounidense Bruce Nauman. (EFE)
Unas personas observan la obra "Sexo y muerte por asesinato y suicidio. 1985" del artista estadounidense Bruce Nauman. (EFE)

La base de la ciencia es la medición. Sin tomar datos de forma rigurosa y fiable, ningún estudio puede considerarse serio, pero a veces obtener esos datos no es sencillo y los investigadores tienen que romperse la cabeza e incluso vencer tabús. ¿Cómo evaluar algo que parece tan íntimo y subjetivo como la excitación? Bienvenidos al complejo mundo de la ciencia, las cifras y el sexo.

En el caso de los hombres, la excitación sexual se manifiesta de forma más evidente por el aumento de volumen del pene, pero la cuestión es cómo se cuantifica. A la hora de medir volúmenes corporales, la ciencia ha recurrido a la pletismografía, que en principio nada tenía que ver con el sexo, sino con las enfermedades pulmonares, pero existe la pletismografía peneana, que tiene un nombre mucho más clarificador: falometría.

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Básicamente, consiste en medir el flujo sanguíneo del pene o el incremento en su circunferencia, que viene a ser equivalente. Lo habitual es colocar un manguito inflable cilíndrico en la base del miembro. A partir de esta idea, existen aparatos más o menos sofisticados que se emplean en los estudios sobre erección. Por ejemplo, un dispositivo denominado RigiScan realiza mediciones mediante dos anillos conectados al pene y registra su evolución cada 15 segundos.

La idea de medir la circunferencia del pene para comprobar el grado de excitación no es nueva. Habitualmente, se ha utilizado en estudios para “averiguar si la disfunción eréctil es psicológica o física”, explica a Teknautas la sexóloga Laura Morán. También sirve para analizar la efectividad de fármacos contra la impotencia.

placeholder Actrices porno en una feria erótica celebrada en Berlín. (Reuters)
Actrices porno en una feria erótica celebrada en Berlín. (Reuters)

Estudiar la orientación sexual es otra de las posibilidades de estos dispositivos y en este terreno hay ejemplos muy curiosos. Hace ya más de 20 años investigadores de la Universidad de Georgia utilizaron este método para descubrir que, paradójicamente, la homofobia está asociada a la excitación al contemplar sexo entre hombres. Los autores reunieron a un grupo de varones heterosexuales que admitían su odio hacia los homosexuales y a otro grupo que no tenía este sentimiento. Ambos grupos se excitaron al ver vídeos eróticos heterosexuales y lésbicos, y sólo los hombres homofóbicos mostraron también una erección ante las imágenes de sexo gay.

No obstante, según la experta, hay que ser cautos a la hora de relacionar excitación y orientación sexual. Por ejemplo, “hay casos de excitación sexual sin que haya atracción”. Ocurre en las mujeres, pero también la erección masculina puede ser involuntaria, como cuando se produce la tumescencia peneal nocturna, es decir, la erección durante el sueño. La ciencia ya le ha encontrado una explicación a este fenómeno: “Los tejidos de los cuerpos cavernosos del pene necesitan oxigenarse, que les llegue la sangre para mantenerse en buenas condiciones, no tiene nada que ver con estímulos ni sueños eróticos”.

En cualquier caso, quienes pretenden medir la excitación sexual se enfrentan a un problema fundamental, que “en las mujeres es menos obvia”. De hecho, el mayor signo externo es la erección de los pezones de las mamas, mientras que otras señales en realidad son poco fiables.

Iluminando la vagina

“La lubricación de la vagina es un signo de excitación, pero está sujeta a cambios hormonales, puede verse afectada por el momento del ciclo menstrual o por la ingesta de medicamentos”, comenta Laura Morán. “Por ejemplo, si tomas antihistamínicos para las alergias, te resecan todas las mucosas, no sólo las que te interesan, así que no sería muy inteligente usar la lubricación para estimar el grado de excitación femenina”, opina la sexóloga.

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(Reuters)

Así que la medición se realiza principalmente en la vagina, pero con un dispositivo que, al igual que el pletismógrafo peneano masculino, trata de medir la velocidad y la presión de la sangre, aunque con un funcionamiento distinto. Es el fotopletismógrafo vaginal y lo que hace es iluminar las paredes de la vagina y, en función del color de la luz reflejada, se determina cuál es su flujo sanguíneo.

También existe el perineómetro, que mide específicamente la firmeza de los músculos vaginales. Este instrumento, desarrollado por Arnold Henry Kegel, es un indicador de presión que mide las contracciones de los músculos vaginales y, por lo tanto, se relaciona con la excitación, pero que también estaba pensado como elemento de entrenamiento para dichos músculos. Incluso existe un tercer dispositivo vaginal, que mezcla éste y el fotopletismógrafo.

Medir la excitación sexual a través de los genitales es de una lógica aplastante, pero no es la única opción. Aspectos como la temperatura corporal o el ritmo cardiaco también varían, pero es difícil establecer una relación directa con el fenómeno que se trata de estudiar.

Sin embargo, investigadores de la Universidad Cornell de Ithaca, en el estado de Nueva York, publicaron en 2012 un amplio estudio en PLOS ONE con hombres y mujeres de diversas orientaciones sexuales en el que se demostraba cómo la dilatación de sus pupilas sí era un efecto claro de la excitación sexual.

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Una vez comprobada su validez, esta metodología ofrece muchas ventajas, según los autores. Para empezar, no hace distinción entre sexos, con lo cual se pueden comparar los resultados entre hombres y mujeres: mientras que las técnicas que se basan en medir la respuesta de los genitales masculinos y femeninos son distintas y, por lo tanto, no permiten equiparar los resultados, este método es universal.

Además, comprobar la respuesta sexual mediante la dilatación de las pupilas resulta mucho menos invasivo. Por razones culturales o sociales, algunos colectivos se quedan fuera de los estudios sobre sexualidad que implicaban monitorizar los genitales, pero con esta técnica es probable que muchos participantes potenciales tengan menos reparos a la hora de ser incluidos en una investigación de este tipo.

Quitarle el miedo

No obstante, “sería interesante que nos fueran educando a todos en que no pasa nada porque nos investiguen los genitales. Cuando nos hacen pruebas cardiacas, a nadie le preocupa, así que habría que quitarle el miedo a los estudios relacionados con la sexología”, afirma Laura Morán.

La dilatación pupilar ante estímulos externos está relacionada con el sistema nervioso y no es un acto consciente, sino una respuesta automática, como la transpiración o la frecuencia cardiaca, con lo cual parece un indicador fiable. En este tipo de estudios, los investigadores monitorizan la mirada con un pupilómetro, un dispositivo que se utiliza principalmente en oftalmología.

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(iStock)

Eso sí, hay que tener en cuenta que la dilatación de las pupilas puede producirse por otros motivos, desde algunas sustancias tóxicas a ciertas enfermedades, de manera que no sirve para registrar exclusivamente la excitación. En cualquier caso, lo interesante de este método es que revela que la respuesta fisiológica a la excitación “no tiene que ser necesariamente genital”, opina la sexóloga, sino que otros órganos y partes del cuerpo también reaccionan ante los estímulos.

Pero, ¿el hecho de que la mirada delate excitación significa que a simple vista somos capaces de percibir si una persona se siente atraída por nosotros? Algunos expertos en lenguaje no verbal consideran que sí, aunque no seamos conscientes de ello.

¿Dónde se va la mirada?

Sin que sea exactamente una forma de medir la excitación, pero muy relacionada con este tema, existe también una línea de investigación que trata de averiguar hacia dónde se nos van los ojos cuando presenciamos imágenes eróticas. Exactamente, ¿qué nos excita de las imágenes excitantes?

Una investigación publicada el pasado mes de julio en Archives of Sexual Behavior con hombres y mujeres heterosexuales reveló que ellos fijaban su mirada en los atributos sexuales y en los genitales, tanto femeninos como masculinos, mientras que ellas disfrutaban de las escenas eróticas en su conjunto.

De hecho, a la hora de provocar la excitación sexual, “hay estudios que dicen que en el caso de los hombres el sentido más importante es la vista, pero que en el caso de las mujeres sería el oído y que incluso el olfato jugaría un papel importante”, apunta la sexóloga. En su opinión, “el olor es muy excitante, pero nos educan para taparlo, por ejemplo, con desodorantes”, agrega.

Por eso, quizá haya un error de base en la gran mayoría de estos estudios o al menos un punto de partida que mejorar, puesto que el principal recurso que utilizan (o el único) para provocar la excitación en los participantes son las imágenes de contenido sexual.

La base de la ciencia es la medición. Sin tomar datos de forma rigurosa y fiable, ningún estudio puede considerarse serio, pero a veces obtener esos datos no es sencillo y los investigadores tienen que romperse la cabeza e incluso vencer tabús. ¿Cómo evaluar algo que parece tan íntimo y subjetivo como la excitación? Bienvenidos al complejo mundo de la ciencia, las cifras y el sexo.

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