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El programador ciego español que denuncia las miserias del sector: "Nadie te contrata"
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"Las empresas aún no se fían de nosotros"

El programador ciego español que denuncia las miserias del sector: "Nadie te contrata"

Juanjo Montiel es programador desde hace 12 años. Como cualquier otro compañero, desarrolla todo tipo de algoritmos y programas, pero él con la particularidad de que es invidente

Foto: Juanjo Montiel, con su perro guía. (Foto: Pasiona)
Juanjo Montiel, con su perro guía. (Foto: Pasiona)

Juan José Montiel es malagueño, tiene 34 años, un niño y es un apasionado de la programación y la tecnología en general. Empezó en el mundo de la informática, toqueteando, como muchos otros, ordenadores a finales de los noventa, y lleva desde 2007 dedicándose profesionalmente a ello, especializándose en 'backend', .NET y accesibilidad. La suya sería la historia de un desarrollador más que consigue vivir de lo que le gusta, pero su caso tiene una particularidad, y es que se ha sabido hacer un hueco en el sector, y triunfar, con una discapacidad visual total. Y no ha cejado en su trabajo para conseguir que en unos años su historia deje de ser una excepción.

Este informático andaluz sufre una ceguera total de nacimiento, pero eso no le ha privado de convertirse en uno de los pocos programadores que trabajan con una discapacidad como la suya, al menos en España, y ganar premios internacionales por su labor (el último, el MVP que entrega Microsoft a desarrolladores que usan sus sistemas y además son 'líderes' que ayudan a la comunidad). Eso sí, olvida eso de las historias de superación típicas de gente que lucha contra viento y marea para llegar a su meta, pues Montiel no cree que su excepcionalidad sea por una mala relación entre la tecnología y las personas con discapacidad visual, ni porque él tenga algo demasiado especial, sino todo lo contrario.

Foto: Escenas de un vídeo explicativo sobre el aprendizaje y expresión con emojis para personas con afasia. (Wemogee)

"Mi historia es una excepción porque, obviamente, somos muy pocos los ciegos que trabajamos en este mundo, pero es que no creo que haya hecho algo demasiado especial para estar aquí, sino que he tenido una oportunidad, que muchos no han conseguido, para demostrar mi valía. Ahí está la clave, ya que aquí es muy difícil que alguien contrate a un programador invidente", explica Montiel en conversación con Teknautas.

Él empezó a programar con 16 años, hizo un grado superior de Informática para profundizar e incluso se fue a Madrid desde Málaga para continuar sus estudios hasta encontrar trabajo. Una historia típica, pero que podría haber cambiado mucho si no hubiese insistido o no hubiera dado con una empresa que le diese su primera oportunidad. "Me han llegado a decir que un cliente no quería un desarrollador ciego en su equipo, hay mucha ignorancia".

placeholder Juanjo Montiel, con su premio MVP de Microsoft. (Foto: Pasiona)
Juanjo Montiel, con su premio MVP de Microsoft. (Foto: Pasiona)

Crítico con la forma en que se sigue tratando a la gente con discapacidades visuales en esta industria, si por algo se caracteriza (y se ha hecho famoso en las redes sociales) es por intentar normalizar al máximo su situación y visibilizarla. Pelea por la integración real de las personas con discapacidad y ayuda desde su posición a otras personas con problemas similares a llegar a trabajos como el suyo a través de la accesibilidad. "Estoy seguro de que hay gente invidente que es incluso mejor que yo en esto, pero que no puede entrar en el sector porque nadie la contrata. Yo intento visibilizar estas situaciones y demostrar que las capacidades están en la mente, que la programación es un lenguaje que se puede entender y afrontar viendo o sin ver".

Con ese objetivo, ha dado charlas, cursos y lanzado proyectos como Accesibites, una web en la que desde hace unos meses publica diferentes 'podcasts' sobre el desarrollo accesible, la unión entre tecnología y discapacidad o cómo ser ciego y moverse por una ciudad llena de tecnología. Incluso ha empezado a subir vídeos mostrando cómo tiene que 'hackear' webs para poder realizar procesos que los que ven hacen con total normalidad. "Las herramientas para que podamos trabajar y movernos por la red como cualquier otro programador o usuario existen, el problema es la ignorancia, la poca formación y los prejuicios", apunta el informático, que ahora trabaja en una compañía barcelonesa llamada Pasiona como líder de equipo especializado en 'backend' (la parte de 'apps' y webs que no se ve) y en consultoría de accesibilidad.

Montiel es muy claro a la hora de hablar de sus capacidades, al igual que no se corta a la hora de señalar a los que, cree él, deben cambiar para mejorar la convivencia de las personas discapacitadas con la tecnología. "Yo trabajo con herramientas como Azure o Visual Estudio que son completamente accesibles y que me permiten poder trabajar con mis posibilidades. Obviamente, si no existiesen yo me tendría que buscar otro trabajo, pero es que las opciones existen, al igual que existe internet o los ordenadores, lo que pasa es que las empresas lo rechazan desde el principio sin pensar en ello. Y lo mismo pasa con los desarrollos que te encuentras por ahí. Todas las webs podrían ser accesibles para cualquier usuario, pero, claro, para eso hay que tener esa perspectiva interiorizada", apunta.

La pelea con las empresas, y las leyes

Montiel habla de que queda mucho por hacer en todo el terreno de la informática, y señala que nuestro país, y en concreto nuestras instituciones, es un malísimo ejemplo en este sentido. "Las compañías estadounidenses, sobre todo las grandes como Microsoft, Apple o Google, van adaptándose cada vez más y entienden lo que es la accesibilidad. Por ejemplo, todos los sistemas de Apple vienen con lectores de pantalla de serie, Microsoft crea todos sus programas con esta perspectiva y Google se ha trabajado hasta su paquete Office para que pueda ser utilizado por cualquier persona. Todo eso, en España no pasa".

En nuestro país, el informático asegura que no recuerda ninguna gran empresa que tenga su web o 'app' adaptada al 100% y que mantenga esa accesibilidad a lo largo del tiempo, y eso, asegura, es bastante penoso y frustrante. "Yo soy bastante pesimista con todo esto, la verdad. Veo más intención de integrar y ayudar en la accesibilidad a pequeños desarrolladores que a grandes empresas, que son las que tienen dinero de sobra para invertir en crear sitios accesibles para todos. Y, además, falta mucha formación, tanto en centros de trabajo como en escuelas y universidades, en relación con todo esto", apunta.

Montiel cree que ahí está el gran problema, en que se toma la accesibilidad solo como un requisito momentáneo para cumplir una ley, y ya está. "Cuando una empresa hace una consultoría, en realidad lo que pide es que su web, a día de hoy, sea accesible, y ellos hacen los cambios necesarios para que eso ocurra. Pero luego no integran en sus equipos la accesibilidad como requisito indispensable, ni tienen a personas que certifiquen que los cambios que introducen siguen siendo accesibles... Y, sobre todo, no forman a sus desarrolladores para que cuando hagan esos cambios estén seguros de que no la están liando", apunta.

Lo cierto es que en España existe, desde 2007, una legislación que obliga a instituciones públicas, a empresas y entidades que gestionan servicios públicos y a grandes empresas a hacer accesibles sus sitios, pero, según denuncia Montiel, se cumple muy poco y generalmente no hay castigo para quien se la salta. "La propia Renfe fue denunciada por varias asociaciones por no tener su web adaptada correctamente. Pues ahora el juzgado ha dado la razón a la empresa y obliga a las asociaciones a pagar 4.000 euros de costas pese a que los informes técnicos decían que realmente la web no estaba hecha correctamente".

Su peor experiencia, explica, es con Hacienda y sus programas para presentar declaraciones. "Es muy frustrante necesitar ayuda cada vez que relleno una de las declaraciones, como la liquidación trimestral del IVA. Vamos, hace poco me pusieron una multa porque me pasé un plazo, pero me la tuvieron que quitar porque alegué que me estaban discriminando al no tener la web adaptada", explica. "La gente me dice a veces que soy demasiado 'hater', pero imagina que estás rellenando un formulario y al clicar en continuar el sistema te dice que tienes que corregir los campos que están en color naranja".

Necesitamos un cambio cultural

En cuanto a cómo mejorar en el futuro, Montiel lo tiene bastante claro: o cambiamos nuestra cultura de la programación y el desarrollo o se irá a peor. "Tenemos un problema de base, y es que no se enseña nada sobre accesibilidad en las escuelas, los centros de trabajo no lo tienen en cuenta, y por tanto los trabajadores ni siquiera caen en que esto sea importante. Para poder modificar estos comportamientos hay que hacerlo de raíz, si no se entiende y se empatiza con todo esto es imposible cambiar".

Él da charlas, cursos y realiza todo tipo de proyectos para visibilizar la situación del sector, pero es evidente que él solo no puede con todo. "Necesitamos enseñar a la gente que se dedica a esto que deben pensar en que su trabajo va dirigido a todo tipo de personas. La informática cada vez es más importante y, a medida que se complican los desarrollos para hacerlos más completos, podemos terminar por aislar a una parte de la población si no lo hacemos correctamente, y eso también te afecta a ti, aunque no tengas ninguna discapacidad permanente".

Juan José Montiel es malagueño, tiene 34 años, un niño y es un apasionado de la programación y la tecnología en general. Empezó en el mundo de la informática, toqueteando, como muchos otros, ordenadores a finales de los noventa, y lleva desde 2007 dedicándose profesionalmente a ello, especializándose en 'backend', .NET y accesibilidad. La suya sería la historia de un desarrollador más que consigue vivir de lo que le gusta, pero su caso tiene una particularidad, y es que se ha sabido hacer un hueco en el sector, y triunfar, con una discapacidad visual total. Y no ha cejado en su trabajo para conseguir que en unos años su historia deje de ser una excepción.

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