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Los ecologistas contra el 5G: no, tener un smartphone más rápido no te dará cáncer
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"ES UNA IRRESPONSABILIDAD"

Los ecologistas contra el 5G: no, tener un smartphone más rápido no te dará cáncer

Ecologistas en Acción denuncia que el despliegue de estas redes se hace sin analizar sus posibles daños para la salud. Una acusación recurrente de la que nunca hubo evidencias

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Foto: Reuters.

Del 5G llevamos tiempo oyendo hablar. Mucho. Es la llamada madre de todas las revoluciones. Sus virtudes en términos de ancho de banda, latencia o cobertura en zonas de alta concentración como conciertos o manifestaciones la convierten en imprescindible de cara a avances como el coche autónomo, las flotas de drones o el Internet de las Cosas. Aunque quedan todavía unas cuantas temporadas para que sea desplegado al cien por cien de sus capacidades, esta nueva generación de internet ya está haciendo acto de presencia en nuestro país después del lanzamiento de las primeras tarifas móviles, por parte de Vodafone, que ya permiten hacerse una de lo que está por venir. Una meta volante que ha reavivado los rescoldos del eterno debate de la contaminación electromagnética, las antenas de telefonía móviles y demás infraestructuras y su efecto nocivo sobre nuestra salud. Junto al del espionaje, este es su gran caballo de batalla.

Foto: Captura de las pruebas de velocidad hechas en un momento de la mañana. Fotos: Michael Mcloughlin.

La última voz que se ha alzado ha sido la de Ecologistas en Acción, una organización nacional, que ha enviado un comunicado en el que denuncia que "a pesar de los contundentes y llamados científicos", se han procedido a ejecutar el despliegue de estas redes sin "evaluar los posibles riesgos sanitarios y medioambientales" y sin aplicar el principio de "precaución". El texto, entre otras referencias, habla de una iniciativa respaldada, según sus palabras, por 100.000 investigadores, médicos, asociaciones y ciudadanas de 187 países pidiendo a la OMS y a la ONU que se detenga el despliegue hasta contar con "evidencias de inocuidad".

(Actualización 24/01/2020: Ecologistas en Acción lo han vuelto a hacer medio año después. En otro comunicado piden "paralizar el despliegue del 5". "Las empresas de telecomunicaciones mundiales, con el apoyo de los gobiernos, han comenzado el despliegue de la red inalámbrica de quinta generación (5G) sin garantías para la salud pública y el medio ambiente. La implantación del 5G incrementará masivamente la exposición a la radiación de radiofrecuencia (RF) de las telecomunicaciones acumulándose a la ya existente con las actuales redes 2G, 3G, 4G y wifi", aseguran).

La desconfianza de Bélgica o Suiza

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Foto: Efe.

Para reforzar sus tesis se apoyan además, entre otras cosas, en la decisión de algunos cantones suizos, como Ginebra, que 'congelaron' la instalación de los elementos necesarios para hacer funcionar esta tecnología, tras una iniciativa promovida por el Partido Demócrata Cristiano de Suiza, hasta que se demuestre su seguridad por parte de "estudios científicos independientes'. A pesar de ello, Swisscom, una de las tres operadoras que con licencia en el país, puso en marcha su servicio 5G tres días después.

Desde Ecologistas en Acción recuerdan también la decisión del Ejecutivo belga de detener la puesta en marcha del 5G en Bruselas (previsto para 2020) bajo el argumento de que sus habitantes "no eran conejillos de indias" ante la duda del aumento de la radiación.

La estadística dice no

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Foto: Reuters.

A lo largo de los últimos años ha habido grandes estudios realizados que se han resuelto con la conclusión de que no existen evidencias de que el uso del smartphone o el wifi produzca cáncer. El Instituto de Epidemeología danés estudió los datos de casos de tumores malignos correspondientes a tres décadas, separando los que tenían móviles de los que no antes del 95 y sus resultados, publicados en el Bristish Medical Journal, no encontraron relaciones estadísticas. Investigaciones de la Agencia Intenacional de Investigación del Cáncer llegaron al mismo escenario. Y así otros tantos de la UE o de otras autoridades nacionales, como se recogen en Maldita Ciencia, portal dedicado a desmentir bulos relacionados con la ciencia. La conclusión es clara: si hay algún caso de cáncer producido por estas radiaciones suponen un porcentaje tan bajo como para establecer una relación causa-efecto.

El tono de Ecologistas en Acción, sin embargo, es mucho más relajado del que empleó Russia Today America la pasada primavera. La cadena moscovita, al que las autoridades locales acusan de ser una maquinaria de propaganda de Putin, emitió una serie de piezas en las que se aseguraban que la señal del 5G podía producir cáncer de cerebro, la infertilidad, el autismo, los tumores del corazón y la enfermedad de Alzheimer, unas afirmaciones que carecen de cualquier apoyo científico, como denunció días después el New York Times en un extenso reportaje.

"De espaldas a la ciencia"

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Foto: Reuters.

"No me sorprenden lo más mínimo. Llevan desde los 90 con la misma cantinela. Primero el 2G, luego el 3G, el 4G... A día de hoy no hay evidencias de que a los niveles habituales sea perjudicial", asegura a Teknautas Alberto Nájera, profesor de Medicina Física y Radiología de la Universidad de Castilla-La Mancha. "Solo meten miedo y alimentan bulos que circulan por internet. Es una auténtica irresponsabilidad", afirma tajantemente sobre el comunicado de Ecologistas en Acción, a quien afea "haber dado la espalda a la ciencia desde hace años". "Tienen un profundo desconocimiento sobre cómo funcionan la investigación científica. La inocuidad no se puede demostrar", remata, partiendo de que el riesgo cero no existe.

Nájera, también miembro de la junta directiva de APURF (que aglutina a los docentes de esta especialidad), insiste en que los organismos responsables de velar por esto no ha encontrado motivo para la alerta. Hace mención a las últimas publicaciones de la ICNIRP (Comisión Internacional sobre Protección Frente a Radiaciones No Ionizantes), entidad de referencia a la hora de fijar los estándares de peligrosidad, que "recientemente ha revisado sus niveles sin ningún cambio sustancial" en línea con lo ya expresado por otros organismos como BEMS y EBEA de naturaleza global y europea, respectivamente.

Una historia de bandas y antenas

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Foto: Efe.

Una de las cosas a tener en cuenta, explica este experto, son las bandas de frecuencia que utiliza el 5G para funcionar. La primera de ellas, la de 700 Ghz (aún pendiente de subasta pública en nuestro país), está ya ocupada, desde hace un tiempo, por la TDT, algo que obligará a un segundo dividendo digital para liberarla. La siguiente, sobre la que actual el 5G que ha puesto en marcha Vodafone, es la de la banda de 3,7 Ghz. "Es muy similar a la que ya se ha utilizado con otras teconologías como el WiMax o el Wifi de 5Ghz". La que más dudas puede generar a día de hoy es la de 26 Ghz, que todavía está lejos de ser habilitada. "Creo que no está ni en proyecto. No se le espera a corto plazo. Pero hay que tener en cuenta que la capacidad de penetración en el cuerpo, a partir de los 6 Ghz, decae muchísimo. Pasa de centímetros a milímetros".

Actualmente la cobertura funciona como "un gran paragüas". La antena lanza la cobertura en todas las direcciones y si están dentro de su 'ratio' de influencia puedes conectarte. Esto cambia completamente con el 5G. Se pasan de esas instalaciones mastodónticas que coronan los tejados en muchas ciudades y zonas industriales a antenas (conocidas como MiMo) mucho más numerosas pero mucho más concentradas y pequeñas. Unas instalaciones que serán capaces de dirigir la señal de manera mucho más precisa al dispositivo "evitando la irradiación indiscriminada". "Es como en una conversación si estás lejos la tendrás que hacer a gritos. Si estás cerca la podrás hacer a un menor volumen", resume Nájera. "Se reduce la latencia, los tiempos de trasmisión pero también los de emisión y, por tanto, la radiación".

"Nos encontramos con conexiones que se realizan desde dispositivos más pequeños y de menor potencia, la mayoría alimentados con batería, pero mucho más numerosas", explica José Antonio Morán, director de la Ingeniería de Tecnologías y Servicios de Telecomunicación en la UOC. "Hay que verlo como una balanza. Las emisiones son más concentradas pero más numerosas".

"Conforme a las normas"

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Foto: Reuters.

"La responsabilidad no hay que depositarla sobre la tecnología ni sobre los tecnólogos. Hay que hacerlo sobre las autoridades sanitarias de cada país. ", añade. "Pero de la misma forma, nosotros tampoco debemos ser los que reafirmen o desmientan la seguridad de las ondas porque no es nuestra competencia. Nosotros nos dedicamos a desarrollar las redes en base a los límites, estándares y recomendaciones que establecen los diferentes organismos", remata.

Morán lo compara con el mercado automovilístico. Un fabricante crea un vehículo que alcanza los 300 kilómetros por hora. "Si el Gobierno considera que, a partir de 120 hora, es peligroso, lo limitará. Pues aquí ocurre lo mismo", razona. ¿Hay motivos para la preocupación a día de hoy? "Todo lo que está desarrollando e instalando en España se está haciendo en base a la normativa y la legislación", asegura con bastante firmeza, al referirse a las actuales bandas que se están ocupando a día de hoy, aunque se declara "partidario" de investigaciones que descarten riesgos en el futuro. Morán también pone sobre la mesa la necesidad de unificar criterios a nivel internacional. "Los umbrales que se manejan en Suiza o Bélgica son más restrictivos que en otros países como España. Y la ausencia de ese consenso también da pie a estas discusiones".

Del 5G llevamos tiempo oyendo hablar. Mucho. Es la llamada madre de todas las revoluciones. Sus virtudes en términos de ancho de banda, latencia o cobertura en zonas de alta concentración como conciertos o manifestaciones la convierten en imprescindible de cara a avances como el coche autónomo, las flotas de drones o el Internet de las Cosas. Aunque quedan todavía unas cuantas temporadas para que sea desplegado al cien por cien de sus capacidades, esta nueva generación de internet ya está haciendo acto de presencia en nuestro país después del lanzamiento de las primeras tarifas móviles, por parte de Vodafone, que ya permiten hacerse una de lo que está por venir. Una meta volante que ha reavivado los rescoldos del eterno debate de la contaminación electromagnética, las antenas de telefonía móviles y demás infraestructuras y su efecto nocivo sobre nuestra salud. Junto al del espionaje, este es su gran caballo de batalla.

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