La huelga del metro (y no los CDR) amenaza con sumir en el caos el arranque del Mobile

Sin metro en la hora punta y con casi 110.000 personas extra acudiendo en masa al arranque oficial del Mobile World Congress. Este es el gran dolor de cabeza logístico al que se va a enfrentar la feria de telefonía en su primer día. Los trabajadores del metro de Barcelona no han llegado a un acuerdo con la Generalitat ni con Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) e iniciarán mañana y hasta el jueves una huelga de seis horas diarias distribuidas en tres franjas a lo largo de cada jornada. Se temía al lío político de la cena de inauguración con el Rey y al boicot de los CDR, pero al final lo que realmente preocupa a los organizadores es lo de siempre: el caos de transporte.

Las negociaciones entre trabajadores del metro y la Generalitat para evitar una huelga se rompieron el domingo a última hora. Los empleados piden la retirada de los vagones en los que se ha encontrado amianto, una sustancia que afecta a los pulmones. Dos trabajadoras, agentes de atención al cliente y no dedicadas a tareas de mantenimiento, sufren afectaciones en la pleura por exposición al amianto, según han confirmado varios informes médicos. Estas dos mujeres se suman así a la veintena de afectados por alteraciones pleurales por haber estado expuestos al amianto, sustancia que se encuentra en los bajos de los vagones.

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Ante la falta de acuerdo entre los representantes de los empleados y TMB, la huelga sigue adelante y compromete seriamente el arranque del Mobile. La plantilla del suburbano realizará paros de dos horas del 25 al 28 de febrero entre las 7:00 y las 9:00 de la mañana, las 16:00 y las 18:00 horas y las 22:30 y las 24:30 horas. La GSMA ha asegurado que tiene preparado un plan de contingencia "integral" para garantizar que los asistentes al certamen puedan llegar a la feria sin problemas. El plan prevé la puesta en marcha de un servicio especial de autobuses, contratado a TMB, que conectará durante los cuatro días del Mobile de 7 a 21 horas el recinto ferial de Gran Via con el de Montjuïc, donde tendrá lugar el evento 4YFN y el Women4Tech. ¿Suficiente? Está por ver.

La huelga llega justo tras otro incidente que preocupaba a los organizadores, pero de otro calado: político. El domingo tuvo lugar la cena inaugural a la que asistió el rey Felipe VI y el presidente de la Generalitat, Quim Torra. A las puertas se temía el boicot de los Comités de Defensa de la República (CDR). Este se produjo, pero sin consecuencias para la organización del evento. La convocatoria pinchó en asistencia y se quedó en menos de un millar de personas que se dispersaron a las dos horas de arrancar la protesta.

Quema de fotos del Rey

"¡Fuera el Borbón, por fascista y por cabrón!". Fue el grito que unió a cerca de un millar de personas al pie del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), donde se celebró la cena inaugural del Mobile World Congress. La concentración, convocada por los Comités de Defensa de la República (CDR) y la organización juvenil antisistema Arran, cortó el tráfico en la Plaza de España durante dos horas entre pancartas de 'Stop Represión', 'Borbones podridos', '¿Por qué no te callas?' y 'Los reyes en los cuentos'.

"Toma una foto. Pero es para quemar, ¿eh?". Las imágenes fotocopiadas (en color) del Rey Felipe VI circularon como mercancía clandestina entre los casi 1.000 asistentes a la manifestación. De repente, al grito de "¡Muerte al Borbón!, una veintena de personas comenzó a prender fuego las fotos. "Esto es una forma de libertad de expresión. Un tribunal en Luxemburgo ya dijo que no era delito", señalaba un asistente a este diario.

La convocatoria arrancó a las 17:00 al pie del MNAC y, de forma improvisada, se fue moviendo arriba y abajo por la Avenida de la Reina María Cristina entre la Plaza de España y la Fuente Mágica de Montjuic para acabar cortando la carretera. "Vamos a estar aquí hasta que nos echen o se vaya el Borbón. Aquí no es bienvenido. Nosotros somos republicanos", decía otro manifestante que portaba la Bandera Negra en memoria de la que alzaron los defensores de Barcelona el 1 de agosto de 1714. "O lucha o muerte", añadía mientras marchaba con la vista perdida al frente.

La concentración era una amalgama de gente de todas las edades y condiciones: padres con hijos, abuelos, estudiantes, radicales encapuchados y hasta extranjeros como Robin, un informático holandés que lleva casi dos décadas viviendo en Barcelona y dice estar cansado de "un estado fascista que reprime a su pueblo". "Su país, Holanda, ya conoció la represión de Hitler, esto es parecido, no se puede permitir", apostillaba su mujer, catalana y profesora en un instituto de Barcelona. "¿Una foto? Igual me juego el trabajo, pero venga, dale", decía Robin mientras posaba sonriente con una bandera de "Libertad a los presos políticos".

Jeny, de 26 años, farmacéutica, nacida en Barcelona, fue otra de las asistentes a la movilización. Y no solo aseguraba estar en contra del Rey y lo que representa: también carga contra el propio Mobile World Congress. "Es un símbolo de la precariedad laboral, de unos pocos asistentes privilegiados y una ciudad rendida a ellos. Yo trabajé de azafata allí, sé lo que es. Refuerza esa imagen de Barcelona como ciudad ideal para estos eventos y el turismo masificado. No queremos esto. Estamos hartos".

"Su país, Holanda, ya conoció la represión de Hitler, esto es parecido, no se puede permitir"

Cincuenta metros más abajo, un grupo de estudiantes de entre 18 y 20 años también "odiaba" el Mobile. Ninguno quería dar su nombre, pero todos accedían a hablar. "¿Que si estas manifestaciones perjudican al Mobile? No es que lo perjudique, es que queremos que se vaya de Barcelona. Es por culpa de estos eventos que todo sube de precio. Los bares, la comida, los alquileres... todo. Es malo para la ciudad". Cerca de ellos, otro grupo, guitarra en mano, se montaba una canción sobre la marcha con el "lo llaman justicia y no lo es", en referencia al juicio del procés que arrancó esta semana en Madrid.

Nadie sabía cuál era el plan ni quién movía los hilos en la manifestación. "Los del CDR", y señalaban a un grupo de encapuchados, jóvenes que no superan los 20 y se sabían el foco de atención. Todo se improvisaba. De repente, el grupo se empezaba a mover desde las escaleras de acceso al MNAC, tomadas por los Mossos d'Esquadra, que impidieron el acceso a la entrada del museo, hacia la Plaza de España. Cogieron vallas y las lanzaron a la carretera. Cortaron el tráfico por la fuerza. Se montó un piterío de coches y autobuses. Varios motoristas intentaron escabullirse entre el gentío pero se lo impidieron.

Fue el caos, otro año más, a las puertas de la inauguración oficial de la mayor feria de telefonía del mundo. Un caos que, sin embargo, no afectó ni a la cena inaugural del Mobile ni va a afectar al arranque oficial el lunes. Lo realmente preocupante ahora es la huelga del metro. La quema de fotos del monarca es un acto casi folclórico que hasta los turistas y asistentes al MWC agradecen. Nada mejor que un 'selfie' aventurero con los 'indepes' locales antes de unas buenas tapas con sangría. Y así hasta el año que viene.