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El hombre que desenmascara las 'startups' españolas: "Nos han vendido una farsa"
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javier lópez menacho, autor de 'la faRsa de las startups'

El hombre que desenmascara las 'startups' españolas: "Nos han vendido una farsa"

Lo que dicen los políticos sobre emprender es falso: no puede cualquiera, hace falta (mucho) dinero y las 'startups' pagan poco y mal, pero casi nadie quiere reconocerlo. Así lo cree Javier López Menacho

Foto: Javier López Menacho es el autor del libro 'La farsa de las startups: la cara oculta del mito emprendedor'.
Javier López Menacho es el autor del libro 'La farsa de las startups: la cara oculta del mito emprendedor'.

El emprendimiento goza de muy buena imagen pública. Frente a la figura del empresario de toda la vida, que quizá ha quedado devaluada, la del emprendedor goza de todos los beneplácitos sociales y mediáticos: el joven creativo que, sin recursos pero con una idea brillante y todo su esfuerzo disponible, se empeña en sacar adelante su proyecto innovador cambiando el mundo e impactando de manera positiva en la economía y la sociedad de su país, convirtiéndose, de este modo, en un ejemplo para todos.

Sin embargo, en el relato emprendedor todo parece demasiado bonito como para que esté realmente ajustado a la realidad. Lo sabe bien Javier López Menacho, un escritor de 36 años que, a lo largo de su carrera profesional, ha trabajado en varias 'startups' tecnológicas españolas en las que ha visto demasiadas cosas que no solo no le han gustado, sino que además le han llevado a una conclusión: el discurso emprendedor es falso, edulcorado y muy poco crítico en comparación con lo que él ha vivido en primera persona, pero también con lo que ha investigado para escribir ' La farsa de las startups: la cara oculta del mito emprendedor', su segundo libro. Hemos hablado con él para conocer algunos de estos mitos que, en su opinión, hay que desterrar cuanto antes.

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La farsa de la meritocracia emprendedora

El auge del discurso emprendedor en España comenzó en los peores años de la crisis. Ante unos datos de paro desastrosos y la falta de certeza sobre el futuro, las empresas de internet crearon un nuevo relato: el nuevo empresario ya no tenía por qué ser un 'hijo de' ni alguien que nació acaudalado. Se estaba formando las bases de una industria que amenazaba con ser millonaria pero aún no tenía tantos jugadores como otros sectores, así que parecía haber un hueco, un pequeño escondrijo por el que cualquiera con talento podía colarse. El ascensor social por fin se hacía realidad.

No hacía falta mucho dinero ni muchos recursos: tan solo el talento y las ganas de poner todo el esfuerzo en el camino. Los políticos se volvieron locos con esta industria incipiente: en los mítines pasaron de besar bebés a besar emprendedores, que eran el objeto de deseo de todas las fotos. Las entidades de crédito también se subieron a esta bola, ya que las acciones en torno a los emprendedores podía mitigar su imagen, muy devaluada en plena crisis.

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Pero todo esto era falso, sostiene López Menacho: "Fue una farsa muy grande. Lo peor es que el discurso emprendedor atraía a gente sin formación ni conocimientos para montar una 'startup' con sus propios ingresos. Era una trampa: el ciudadano al que engañaban compraba el discurso y articulaba una maquinaria que, en época de crisis, les venía muy bien al Gobierno y a las entidades de crédito. Entras en una rueda de ficción en la que te venden que es un mundo maravilloso, de oportunidades, de éxito (entendiéndolo como ir a una ronda de financiación, coger capital y hacer un exit/venta)", nos cuenta.

Bajo este discurso había un lema imprescindible: "El de la meritocracia, el 'Si te esfuerzas, puedes'. Engañaron a muchos ilusos para salir de las listas del paro y emprender, a la suerte de la llamada del oro. Te vendían esa idea, muy dulcificada por Hollywood, de que tú trabajas en un garaje, se te enciende la bombilla, tienes una idea brillante y llegas a transformar el mundo, cuando para tener éxito necesitas mucha formación, mucho dinero, mucha innovación (y en España casi no se innova), mucha suerte... son muchas más herramientas".

El factor del que nadie habla: el dinero

Internet nunca ha sido un sector tan caro para emprender como otros de los más tradicionales, con lo que el discurso emprendedor de políticos y bancos caló entre los que ansiaban poder crear un proyecto escalable y millonario sin demasiados recursos. Solo hacía falta que un pequeño inversor ('business angel') se enamorase de su idea y decidiese apoyarla financieramente.

Huelga decir que esos tiempos ya han pasado. El sector tecnológico y digital ha crecido lo suficiente como para que emprender sin un buen montante de dinero sea literalmente imposible. Y en los últimos años la industria española ha crecido y la inversión se ha profesionalizado, pero, según López Menacho, hay que mirar los datos con lupa: "Se ha trasladado la idea de que se obtiene financiación de manera sencilla. Si te vas a un evento como el South Summit se dice que se ha batido el récord de financiación, pero luego ves que el 90% de ese dinero ha ido a muy pocas grandes 'startups' españolas, como Glovo o Wallapop. Es falso que haya mucha financiación, ya que la que hay no está diversificada".

Y entramos al meollo del asunto: dentro del amplio abanico de perfiles sociales que pueden rodear a los emprendedores españoles, ¿son mayoría los que ya venían con dinero suficiente de casa? "El target del emprendedor español es un hombre de entre 30 y 45 años, ingeniero, con muchos estudios superiores y pagados en centros privados", afirma el autor.

"Se cree que se puede tener éxito de la nada, pero tienen estudios superiores e inversión. El emprendedor exitoso es el proto­tipo de nuevo rico"

Y es que "en el imaginario popular se cree que se puede llegar de la nada y montar una 'startup' de éxito", pero "no es casualidad que los exitosos son las personas que han tenido acceso a estudios superiores, riqueza y posibilidades de inversión. El prototipo de emprendedor exitoso es el proto­tipo de nuevo rico. En medio siglo apenas ha variado su perfil, si acaso se ha hecho un poco más joven. Y ojo, que no estoy en contra de que cada uno aproveche sus recursos familiares, sino de que nos vendan un relato hollywoodiense que hay que desmontar".

En el otro lado de la balanza, por tanto, quedarían los que creyeron que emprender sin demasiados recursos era posible. Los que no podían pedir dinero a sus familiares, los que no tenían acceso a grandes inversores o los que no arrastraban una prolongada carrera en grandes compañías, cuyos sueldos les perrmitirían aventurarse a emprender sin necesitar un sueldo fijo durante, por ejemplo, un par de años, hasta ver si su proyecto funcionaba o no.

Son los que el autor denomina 'emprendeudores': "Las personas que emprenden con su propio dinero muchas veces se ven envueltas en auténticos dramas humanos y familiares. Gente que no ha tenido financiación, que pone sus ahorros y pide dinero a su familia y, a los 2-3 años, no tienen ahorros ni casi familia", lamenta.

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El 'precariado geek' y los sueldos en 'startups'

El primer libro de Javier López Menacho, 'Yo, precario' (2013), parecía una avanzadilla de un nuevo concepto que ahora ha añadido a su glosario: el del 'precariado geek', una suerte de emprendedor-a-la-fuerza que es emprendedor porque así lo dice la Seguridad Social, que lo enmarca como autónomo, pero que en absoluto se siente de esa manera ni con esa aura de gran imagen social.

En esta figura se acuerda de los 'riders' de compañías como Glovo o Deliveroo, que viven en una eterna lucha judicial que debe decidir si son trabajadores de pleno derecho o autónomos. Pero no solo estos autónomos encajan en la figura del 'precariado geek', ya que el autor también pone el foco en un asunto del que casi nadie quiere hablar aunque en realidad afecte a la mayoría de empresas tecnológicas españolas, sobre todo aquellas que no gozan de rondas de financiación millonarias: los sueldos y condiciones laborales de los trabajadores de 'startups' españolas.

"Becarios que trabajan como cualquier otro miembro de la plantilla, pro­gramadores, desarrolladores, creadores de contenido, marketeros y personal de oficina con sueldos raquíticos y una dedicación plena. Falsos autónomos yendo día sí y día tam­bién a la oficina", cuenta el autor en su libro. "Los sueldos medios de las 'startups' no se acercan, ni de lejos, a los que perciben los profesionales de las pymes o las grandes empresas. Pese a las numerosas escalas que se pueden encontrar en internet luego la realidad es bien dife­rente. Las startups pagan poco y mal. No es raro encontrar ofertas con 900 euros brutos por una jornada completa en diferentes sectores profesionales".

"Las 'startups' pagan poco y mal. No es raro encontrar ofertas con 900 euros brutos por una jornada completa"

Y es aquí donde entra en juego un concepto reciente, iniciado por muchas 'startups' incipientes pero que, poco a poco, va entrando en muchos otros sectores: el salario emocional. "Hay una narrativa en las ofertas laborales fascinante, es casi un nuevo género literario: en la oferta te cuentan que tienes agua y café, o una mesa de ping pong, o máquinas recreativas, o una oficina céntrica con luz natural... Ofrecen puestos de trabajo rayando el sueldo mínimo profesional pero con un gran am­biente de trabajo. Los entornos confortables también escon­den detrás una realidad, la de las jornadas maratonianas, trabajadores que se dejan la vida en la sede empresarial".

El autor, de hecho, nos cuenta una anécdota vivida en primera persona: "Trabajé en LetsBonus y, cuando anunciaron el ERE, la gente estaba en la inopia. Se organizaron tarde, aceptaron la primera oferta sindical... No estaba preparados para ese fracasado, ya que en todos los 'company meetings' había un discurso totalmente alejado de la realidad".

Para contrarrestar las mentiras del discurso y las malas condiciones favorables, en el mejor de los casos "muchas 'startups' prometen acciones a sus trabajadores, una forma de comprar fidelidad y compromiso con bienes intan­gibles. Mientras el CEO de la startup se ha puesto un sueldo más que decente tras la última ronda de financiación, los trabajadores tendrán que esperar una ocasión que quizás nunca llegue". Además, en cualquier caso "el sala­rio emocional no paga la factura de la luz, el teléfono, el transporte o la comida".

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El 'CEO' encantado de haberse conocido

De todos modos, el nuevo universo social del emprendedor en España le ha proyectado una imagen pública insuperable: la de la mente creativa que, hastiada de su tradicional trabajo por cuenta ajena, decide salir de su 'zona de confort' (expresión típica y tópica dentro del nuevo discurso) y cambiar el mundo con su proyecto.

Bajo ese foco público de adoración, los sueldos de sus empleados o los errores cometidos por el camino quedan exculpados, según López Menacho: "La coartada moral del exitoso CEO es que la innovación que procura su empresa digital es un beneficio puesto a disposición de la sociedad. Eso le absuelve de cualquier treta que haya utilizado para llegar a la cúspide: lo hacía por el bien común".

Y es que "se han ido estableciendo en la psicología colectiva enormes mitos alrededor de la figura del empren­dedor de 'startups', a veces emparentados con lo más elemen­tal de la psicología emocional, la autoayuda y el 'coaching'. Es un mundo de mensajes sencillos a la vez que grandilocuen­tes. Frases inspiradoras que coinciden con el discurso de los 'speakers' más populares del gremio emprendedor: “El éxito está dentro de ti”, “Un emprendedor ve oportunidades don­ de otros solo ven problemas”, “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo” o “Piensa como un millonario, trabaja como si estuvieras en la quiebra”. Pero luego no es todo tan sencillo, el mundo emprendedor está lleno de grises, de fi­guras poliédricas, de historias rocambolescas".

"La coartada moral del CEO es que su innovación es un beneficio social, eso le absuelve de cualquier treta usada para llegar a la cúspide"

En su opinión, todo está supeditado a una imagen social que, pase lo que pase, quedará impoluta. "Emprender es una manera de realzar algunos egos", asegura. "Hay yonkis del emprendimiento, porque ahora te da una proyección social que antes a lo mejor no tenías. También te da un entorno para que parezca que tú has cambiado el mundo con tu idea. Te da una imagen social y laboral muy placentera. Además, es una manera de vivir, de existir y de entender la vida".

Solo así entiende el autor que sonadas estafas emprendedoras como Gowex o el 'Bellota gate' (el iPhone que en realidad era un móvil chino) no despertasen la más mínima crítica ni sospecha. También se explicaría así que fracasos totales como el de LetsBonus o parciales como el de Job&Talent no fuesen vistos con escepticismo hasta que fue demasiado tarde. Y los medios también tenemos nuestra gran parte de culpa: "Le dan bastante más cancha al éxito que al fracaso, porque además los medios económicos comparten ese discurso emprendedor y esa forma de ver la vida. No creo que haya casi medios críticos. Si el rey va desnudo nadie lo dice, porque parece que estás traicionando al universo 'startup', es casi una cuestión patriótica".

Un momento, ¿por qué hasta ahora no hemos hablado de mujeres? Porque si siempre han sido casi invisibles en el mundo empresarial en general, el universo 'startup' no es muy distinto: "En España el perfil del emprendedor español también tiene rostro de hombre (82%), aunque el emprendimiento femenino tiene un porcentaje de éxito mayor. La presencia de la mujer tanto en puestos directivos como en los equipos de las 'startups' españolas es mucho menor que la del hombre: solo 1 de cada 4 en puestos directi­vos es mujer".

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Para López Menacho, en definitiva, el discurso en torno a las 'startups' no solo es una farsa, sino también una burbuja: "Si no lo es en términos económicamente cuantitativos, sí socialmente y de proyección pública, de decir que en España hay muchas empresas innovadoras que están cambiando el mundo, cuando no es así. Ese relato no se corresponde con la realidad, pero estamos sosteniendo e inflando un globo".

En definitiva, "España debe reflexionar sobre el discurso y el modelo de éxito que está vendiendo con las 'startups'. Hay que contar la verdad: que la mayoría no sobreviven, que es muy difícil tener financiación, que es un sistema muy endogámico donde el circuito de inversores es muy cerrado y que el dinero casi siempre lo consiguen los mismos". Todo lo demás será humo.

El emprendimiento goza de muy buena imagen pública. Frente a la figura del empresario de toda la vida, que quizá ha quedado devaluada, la del emprendedor goza de todos los beneplácitos sociales y mediáticos: el joven creativo que, sin recursos pero con una idea brillante y todo su esfuerzo disponible, se empeña en sacar adelante su proyecto innovador cambiando el mundo e impactando de manera positiva en la economía y la sociedad de su país, convirtiéndose, de este modo, en un ejemplo para todos.

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