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Los conductores VTC que también quieren echar a Uber y Cabify: "El taxi tiene razón"
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"uber y cabify dan servicio de taxi encubierto"

Los conductores VTC que también quieren echar a Uber y Cabify: "El taxi tiene razón"

¿Están todos los conductores de VTC en contra de los taxistas y a favor de Uber y Cabify? En absoluto: estos son los disidentes que no tienen protagonismo en los medios y cuya voz no se oye

Foto: Román Llort, conductor de VTC tradicional que está en contra de Uber y Cabify.
Román Llort, conductor de VTC tradicional que está en contra de Uber y Cabify.

Son cerca de las seis de la tarde y Alejandro López está saliendo de su oficina de Madrid. Tras poner la alarma, cierra la puerta, se sube a su coche y nos atiende. Va camino de recoger a un cliente, al que tiene que llevar a una cena. Alejandro es oficialmente conductor de VTC, pero no quiere oír hablar de Uber ni de Cabify. De hecho, por ser suaves, digamos que no le apenaría demasiado que ambas empresas se fueran definitivamente de España para no volver nunca más.

Alejandro es uno de los socios coperativistas de Autos Casa, una compañía en la que, en los años ochenta, cerca de una decena de conductores decidieron usar sus licencias VTC individuales para ofrecer servicios de transporte a grandes empresas. De hecho, Alejandro conduce un Mercedes V Class de alta gama y el cliente al que lleva a cenar es directivo de una multinacional.

Alejandro forma parte de un colectivo de perfil bajo y silencioso, tan silencioso que se siente totalmente ignorado y discriminado en la intensa lucha que taxistas, conductores VTC y empresas como Uber y Cabify están lidiando en las últimas semanas en toda España. Alejandro y sus compañeros son los conductores de VTC de toda la vida, no los surgidos a la sombra de las ‘apps’ y la reventa de licencias, y estas son sus historias.

Foto: Huelga en Madrid. (EFE)

“Nosotros siempre hemos cumplido la ley”

Alejandro comienza la conversación marcando las distancias: no se parece en nada a Uber y Cabify, de hecho, está totalmente en contra de su modelo. “No tenemos nada que ver: ni el tipo de cliente, ni el tipo de coche, ni los ingresos, ni la forma de captar clientes, ni la calidad del servicio ni las condiciones de trabajo de los conductores. A mí, la ley, que supuestamente perjudica a Uber y Cabify, no me afecta, no tengo nada que ver con esas dos empresas. Ahora se nos mete a todos en el saco de las VTC porque esa es nuestra licencia, sí, pero a nosotros siempre se nos ha llamado vehículos gran turismo. Nuestro modelo no tiene nada que ver”.

El conductor recuerda, de hecho, que cuando Cabify llegó a España en 2014 requirieron sus servicios, pero pronto les enseñó la puerta de salida: “Me dijeron que el precio de los trayectos lo ponían ellos, y ahí se acabó la conversación. ¿Qué es eso de que el precio lo fijen ellos? El precio de mi trabajo lo pongo yo. Ninguna empresa de VTC de las que existían entonces aceptamos sus condiciones”, asegura de manera rotunda.

Los VTC tradicionales siempre hemos funcionado con precontratación y todos hemos trabajado sin ningún problema

Lo cierto es que, si atendemos a la forma en que Uber y Cabify han trabajado desde que llegaron a España, podemos decir que su modelo ha pretendido ser un híbrido entre los taxis y los VTC tradicionales, ya que ambas ‘apps’ siempre han ejecutado sus transportes con licencia VTC, pero con algunas de las ventajas que las equiparan al servicio del taxi: los precios no los decide el conductor, sino la propia ‘app’ (en el caso de los taxistas, la Administración) y pueden aceptar pedidos de manera inmediata vía móvil. Y es precisamente esa contratación la que para Uber y Cabify supone un problema, mientras que para Alejandro es lo más normal del mundo.

Ambas empresas ya se han marchado de Barcelona, ya que consideran que exigir una precontratación con 15 minutos de antelación (ya conseguido en Barcelona y pendiente de ello en Madrid) supone destrozar su modelo de negocio. Para Alejandro, sin embargo, ese requisito nunca ha sido un problema: “Los VTC tradicionales siempre lo hemos hecho así: alguna vez puede surgir un imprevisto, pero por lo general si alguien quiere contratarte, tiene que hacerlo por anticipado, firmar un contrato y remitirlo a nuestra oficina. Así se ha hecho siempre y todos hemos trabajado sin ningún problema”, recuerda.

“Uber y Cabify son un taxi encubierto”

La visión de Alejandro es exacta a la de Román Llort, un conductor autónomo de 53 años que trabaja en Barcelona: “De media, a mí me suelen contratar con una antelación de dos semanas y llevo haciéndolo así más de 20 años, así que imagínate qué problema me supone a mí eso”, nos dice de manera irónica. Román compró su licencia por cerca de cuatro millones de pesetas y, desde entonces, asegura haberse ajustado sin problema a las normativas vigentes. Él también tiene un Mercedes V Class y sus clientes también son de clase alta: directivos de grandes empresas, turistas con poder adquisitivo, actores, músicos, turoperadores, etc.

placeholder Protestas de trabajadores de empresas de flotas VTC. (Reuters)
Protestas de trabajadores de empresas de flotas VTC. (Reuters)

Los servicios que dan conductores autónomos como Alejandro y Román son los que tradicionalmente hemos conocido como un chófer de lujo. Los de Uber y Cabify, sin embargo, son muy distintos: “Ellos dicen que no compiten con el taxi, pero claro que lo hacen. Quieren dar el mismo tipo de servicio, pero con conductores que aparentan lujo… y luego cobran mucho menos que un taxista o que un conductor de VTC de los de toda la vida”, cuenta Román.

Me dan pena muchos conductores de Uber y Cabify, pero la culpa no es de la ley, sino de las empresas y especuladores que los engañaron

Son esos conductores los que, tras la entrada de la nueva normativa en Barcelona y la marcha de Uber y Cabify, se van a ir al paro: varias empresas de VTC presentaron la semana pasada un ERE para despedir a 2.800 personas. “A mí me dan mucha pena”, reconoce Román, “porque mucha de esa gente son personas de 50 años que se han gastado mucho dinero o que se van a ir a la calle. Pero la culpa no es de la ley, sino de las empresas que los engañaron y de los especuladores que les vendieron las licencias, que todos sabemos quiénes son”.

De manera disimulada, apunta hacia los grandes amos de las VTC, empresarios como Rosauro Varo, Zaryn Dentzel, Félix Ruiz, Bernardo Hernández, Hugo Arévalo y muchos más, que invirtieron de manera masiva en licencias que revender y crearon empresas ‘ad hoc’ para trabajar con Uber y Cabify, ya que “las empresas de toda la vida, que rechazamos trabajar con ellos, les dijimos que lo que estaban ofreciendo era un servicio de taxi encubierto”, recuerda Alejandro. Son precisamente esos inversores los que ahora van a recurrir a la vía judicial para reclamar una indemnización.

Y mientras ellos recurren a los tribunales, la mayoría de sus conductores, asegura Alejandro, se quedan con una mano delante y otra detrás: “Encima tienen unas condiciones de trabajo que no son normales. Muchos dicen que cobran 1.200 euros al mes y están contentos, pero porque es lo que les han vendido. Y los que son autónomos, encima, han tenido que pagar su licencia, su coche, sus trajes, su móvil… y ahora se quedan sin nada”.

“¿Sabes qué condiciones tiene un conductor que trabaje en una empresa VTC de las tradicionales?”, nos pregunta. “Ninguno baja de los 2.000 euros al mes, el coche se lo da la empresa, el móvil se lo da la empresa, los trajes se los paga la empresa, si tiene que acompañar a un cliente a comer y esperarle, la empresa le paga las dietas de la comida… Es que no tiene nada que ver, vamos”.

placeholder Román Llort lleva más de 20 años trabajando con licencia VTC y apoya las reivindicaciones de los taxistas.
Román Llort lleva más de 20 años trabajando con licencia VTC y apoya las reivindicaciones de los taxistas.

“Los taxistas tienen razón”

Preguntamos a ambos conductores qué piensan de las reclamaciones de los taxistas, que han conseguido su objetivo en Barcelona y siguen pendientes de ello en Madrid: “Quitando los actos violentos, con los que nadie puede estar de acuerdo, los taxistas tienen toda la razón”, asegura Román. “Uber y Cabify han venido a competir con los taxistas desde las VTC, y eso no se puede hacer, somos modelos totalmente distintos”.

De hecho, Román y Alejandro nunca se han considerado competencia del taxi: “La división que se ha creado es falsa, con los taxistas siempre ha habido una relación perfecta: ellos tienen su negocio y su clientela y nosotros los nuestros, nunca ha habido ningún problema”. Nunca… hasta ahora, recuerda Alejandro: “Hay compañeros a los que les han roto las lunas porque se pensaban que eran conductores de Uber o de Cabify. Eso es lo que han conseguido esas empresas, que la gente se piense que todos los VTC trabajamos para ellos, cuando los que llevamos aquí toda la vida nunca hemos causado ni un solo problema y siempre hemos cumplido la ley”.

Entre taxis y VTC de toda la vida, nunca ha habido ningún problema: nos respetamos, cada uno tiene su trabajo y cumplimos la ley

Román y Alejandro, aseguran, son la imagen de los miles de conductores que desde hace décadas trabajan en las empresas de VTC tradicionales en España, las que no nacieron a raís de las aplicaciones, sino de los servicios de chófer que todos conocemos. De hecho, varias compañías de este tipo han constituido en enero de este año la asociación Unatur VTC, que pretende agrupar a ese tipo de empresas para reclamar su papel en un debate en el que se sienten totalmente ignoradas. Con esta asociación, Alejandro pretende recuperar el papel perdido: “Esto tendría que llegar a Fomento y que tome cartas en el asunto. Al final, por culpa de unos pocos, estamos pagando todos los demás, que nunca hemos dado ningún problema”, asegura.

Mientras tanto, la lucha entre taxistas, conductores VTC y empresas como Uber y Cabify continúa, aunque cada vez con más elementos. En este caso, el de los chóferes tradicionales, que rechazan equipararse con las empresas tecnológicas, ya que su modelo es completamente distinto. De hecho, estos conductores apoyan a los taxistas y están totalmente de acuerdo con ellos: no quieren ver a Uber y Cabify ni en pintura.

Son cerca de las seis de la tarde y Alejandro López está saliendo de su oficina de Madrid. Tras poner la alarma, cierra la puerta, se sube a su coche y nos atiende. Va camino de recoger a un cliente, al que tiene que llevar a una cena. Alejandro es oficialmente conductor de VTC, pero no quiere oír hablar de Uber ni de Cabify. De hecho, por ser suaves, digamos que no le apenaría demasiado que ambas empresas se fueran definitivamente de España para no volver nunca más.

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