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El plan B de Lime: desplegar patinetes en otras veinte ciudades a la espera de Madrid
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El plan B de Lime: desplegar patinetes en otras veinte ciudades a la espera de Madrid

La empresa de patinetes elétricos compartidos se estrena en Zaragoza y Málaga y negocia con las principales capitales de provincia a la espera de resolver sus problemas en Valencia o Madrid

Foto: Un usuario de patinete compartido en Madrid. (Reuters)
Un usuario de patinete compartido en Madrid. (Reuters)

Las empresas de patinetes eléctricos compartidos siguen topándose con la maquinaria burocrática de los grandes ayuntamientos a la hora de desplegar su servicio. En Madrid, las tres compañías que operaban en la ciudad, Lime, VOY y Wind, han tenido que retirar sus máquinas de las calles a la espera de que el consistorio de Manuela Carmena tramite las correspondientes licencias administrativas y marque el límite de vehículos que podrán circular, unos 2.500 dentro de la almendra central y otros 7.500 más allá de la M-30 y la M-40. En Valencia, la situación es similar, de bloqueo. El Ayuntamiento que comanda Joan Ribó tiene en fase de tramitación la ordenanza de movilidad y las áreas de Hacienda y Actividades buscan la fórmula para regular la oferta de 'sharing' en patinetes, probablemente mediante el cobro de una tasa por ocupación de espacio público. En Barcelona, donde la ordenanza obliga a acompañar al usuario de patinetes, muchas empresas ni se plantean entrar.

Mientras esto ocurrre, algunas compañías han comenzado a explorar mercados alternativos a las tres ciudades más pobladas. Lime Bike, la enseña participada por Google que ha tratado de entrar en España con más fuerza, ha abierto contactos con numerosos ayuntamientos para desplegar sus patinetes. Tras iniciar el reparto en Alcobendas, el pasado mes de septiembre comenzó a operar en Zaragoza.

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La capital aragonesa no cuenta con una normativa específica, pero tras los contactos pertinentes ha dado luz verde a los patinetes compartidos sin demasiadas pegas, más allá de marcar limitaciones en fechas señaladas para evitar conflictos, como en las Fiestas del Pilar, cuando la afluencia de visitantes y peatones es mucho mayor. El consistorio, en manos de Pedro Santiesteve (Zaragoza en Común-Podemos), no ha cerrado el paso a los patinetes mientras prepara su propia regulacion, que pasará seguramente por licitar el servicio, restringir el número de operadores y cobrar una tasa.

placeholder Patinetes de Lime. (EFE)
Patinetes de Lime. (EFE)

"Muchas ciudades están interesadas, pero también hay una incertidumbre por la regulación que prepara la DGT. Nuestro ritmo es distinto al de las administraciones y cada ayuntamiento tiene sus peculiaridades, pero el objetivo es operar en veinte ciudades españolas", señala a El Confidencial Álvaro Salvat, General Manager de Lime en España, sobre los planes de expansión de cara a 2019 y 2020.

El potencial del negocio es evidente: en cuatro meses Lime ha captado 150.000 usuarios registrados en Madrid

Salvat esgrime un estudio de opinión pública encargado por su compañía sobre una muestra de 1.350 personas usuarias de patinetes de todo el país que revela la demanda potencial del servicio y su carácter sustitutivo del vehículo privado. "El 50% de los usuarios señala que optarían por utilizar el vehículo propio en sus desplazamientos por la ciudad en caso de que no existiesen los patinetes compartidos. El 44% consideró que suponen además una forma de contribuir a la mejora medioambiental", afirma Salvat en referencia a proyectos de control de la contaminación en las grandes ciudades como Madrid Central. Lo cierto es que, el potencial como negocio es evidente. Solo en los cuatro meses en los que Lime se lanzó a comercializar su productos en la capital de España, logró registrar a 150.000 usuarios que realizaron 550.000 viajes, según sus números oficiales. Proporcionalmente, la respuesta fue similar en Valencia, donde apenas circularon unos días hasta que el consistorio se incautó de las máquinas.

En materia de seguridad, ante accidentes que ya se producen en algunas ciudades, como el que este miércoles costó la vida al usuario de un patinete particular en Córdoba, la muestra refleja división de opiniones. Solamente el 5% los considera demasiado peligrosos como para circular por las calles, pero el porcentajes que ve estos vehículos muy o bastante seguros no llega a la mitad, un 48%.

placeholder Koko también ha desplegado 200 patinetes en Zaragoza. (EFE)
Koko también ha desplegado 200 patinetes en Zaragoza. (EFE)

Firmas de patinetes eléctricos compartidos como Koko, Bird o VOI se han lanzado a ocupar las calles españolas con modelos parecidos pero no necesariamente idénticos. La valenciana Bbhuo, por ejemplo, prevé comenzar a operar en breve tras haber alcanzado acuerdos con 'partners' privados (principalmente hoteles) para repartir puntos de carga y aparcamientos para estas máquinas. Es el mismo modelo que Lime ha tenido que negociar con el consistorio de Málaga para desplegar sus vehículos de movilidad personal. "No es nuestro modelo, pero estamos siendo flexibles y nos adaptamos", dice Salvat.

Un ejercito de 400 'juicers' en Madrid

Sobre la figura de los 'juicers' o colaboradores que se encargan de recargar por las noches los patinetes, Salvat no cree que su modelo de relación mercantil, como autónomos, pueda desembocar en un conflicto laboral como el que están teniendo Glovo o Deliveroo por no firmar contratos laborales. Tiene ya registrado en Madrid un ejercito de 400 'juicers' dispuestos a recoger, cargar y devolver patinentes a la calle a primera hora de la mañana.

"Creemos que puede ser un complemento de ingresos y pagamos importes altos", afirma. Según el mismo trabajo demoscópico, el 65% de los entrevistados consideraron que es una forma de contribuir a la mejora ecológica y de ganar un ingreso extra. También hay quien cree que es una oportunidad de ganar más dinero que con los salarios tradicionales (el 15%). Un 24% sin embargo, considera que es o bien otro ejemplo de precariedad laboral (16%) o una pérdida de tiempo sin garantías de ganancias (el 8%) adicionales.

Las empresas de patinetes eléctricos compartidos siguen topándose con la maquinaria burocrática de los grandes ayuntamientos a la hora de desplegar su servicio. En Madrid, las tres compañías que operaban en la ciudad, Lime, VOY y Wind, han tenido que retirar sus máquinas de las calles a la espera de que el consistorio de Manuela Carmena tramite las correspondientes licencias administrativas y marque el límite de vehículos que podrán circular, unos 2.500 dentro de la almendra central y otros 7.500 más allá de la M-30 y la M-40. En Valencia, la situación es similar, de bloqueo. El Ayuntamiento que comanda Joan Ribó tiene en fase de tramitación la ordenanza de movilidad y las áreas de Hacienda y Actividades buscan la fórmula para regular la oferta de 'sharing' en patinetes, probablemente mediante el cobro de una tasa por ocupación de espacio público. En Barcelona, donde la ordenanza obliga a acompañar al usuario de patinetes, muchas empresas ni se plantean entrar.

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