Perdidos en los túneles de la M-30: por qué tu GPS te engaña en el subsuelo de Madrid
La señal de los satélites no llega bajo tierra y ninguna solución es óptima, aunque tu navegador usa trucos para fingir que te tiene localizado y seguir guiándote
Hay que admitirlo: cuando no realizamos un trayecto habitual, muchos conductores dependemos del móvil y el GPS. Y todo el mundo sabe que la señal solo funciona en exteriores. Pero la cosa se complica cuando llegamos a la mayor red de túneles urbanos de Europa: la M-30. Con sus 43 kilómetros de longitud y su maraña de carriles, incorporaciones y salidas, lo de no contar con nuestro guía de bolsillo es una gran faena. La cosa debe ser grave porque cientos de personas se quejan hasta en Forocoches.
"Es una reclamación frecuente de los ciudadanos y les tenemos que contestar que a día de hoy es técnicamente imposible, pero que estamos pendientes de tecnologías experimentales que se están estudiando", explica a Teknautas Samuel Romero, consejero delegado de Madrid Calle 30, empresa que gestiona esta infraestructura.
Pese a ser algo muy reiterativo, el único intento de solución son los 99 repetidores que están instalados a lo largo del recorrido desde que se inauguraron los túneles en 2007, pero son muy poco eficientes. Captan la señal GPS por medio de una antena en el exterior y la repiten en el túnel, pero esto ya implica una gran pérdida de precisión, así que en realidad no sirven para nada: "Tendría que haber uno cada 10 metros, lo cual supondría realizar una obra gigantesca, inviable técnicamente y con un coste brutal; además, probablemente esto se quedaría obsoleto muy pronto".
En este sentido, "se está investigando una nueva tecnología que consiste en instalar balizas dentro del túnel con coordenadas GPS preprogramadas, pero por el momento no tenemos noticias de su eficacia, ni del coste", comenta Javier Berges Redondo, responsable de instalaciones de la misma empresa pública.
El hecho es que hoy por hoy no hay señal de GPS. Y cuando la pillas por algún resquicio puede ser peor aún, porque el sistema interpreta que vas por fuera y se vuelve loco. Sin embargo, algunos usuarios creen que les funciona. "Yo tuve problemas, pero hace tiempo", dice Rodrigo a Teknautas, uno de los miles de conductores que usa los túneles a diario. "Creo que instalaron algo, pero no sé fijo", apunta Sonia, otra de las usuarias de estos túneles.
El "truco" de tu navegador
Pues no, no han instalado nada nuevo. Lo que ocurre es que los navegadores han evolucionado y ahora nos engañan a través de lo que se conoce como "sensores inerciales", explica Benito Úbeda Miñarro, ingeniero en Telecomunicaciones y doctor en Informática de la Universidad de Murcia. "En los mapas digitales, el sistema ya sabe que estás atravesando un túnel y, en función de la velocidad que llevabas al entrar, un algoritmo va estimando la trayectoria que deberías estar recorriendo", comenta. Un pequeño "truco" de la tecnología para aparentar que no pasa nada.
Por eso, el navegador nos indica que tiene localizado nuestro coche dentro del túnel, pero en realidad no tiene ni idea de dónde está el vehículo hasta que vuelve a salir. Es decir, que si aceleramos o sufrimos un atasco en el interior, la diferencia entre lo que aparece en la pantalla y la realidad puede ser notable. En un túnel normal de una carretera de montaña no tendremos ningún problema, pero si estamos siguiendo una ruta y tenemos que coger una salida concreta en la red de la M-30, es mejor que no nos fiemos demasiado.
Nada que ver con la cobertura móvil
Hay muchos que comparan la existencia de GPS con el hecho de que en los túneles haya cobertura móvil, pero una cosa no tiene que ver con la otra, ya que, de hecho, en los últimos años las operadoras han llevado la tecnología 4G a algunos túneles y al metro. En el caso de la M-30, disponen de todas las infraestructuras para hacerlo y las compañías tienen un acuerdo para compartir redes y reducir costes.
Sin embargo, "el GPS es una señal procedente de satélites, pero es tan débil que no es capaz de atravesar muros, así que funciona poco o nada en edificios, garajes, minas y espacios cerrados en general", explica Gabriel Villarrubia, investigador de la Universidad de Salamanca. Nuestros dispositivos son capaces de ubicarnos en un mapa gracias a que reciben la señal de tres de los satélites que forman parte del sistema GPS, calculando la distancia hasta cada uno de ellos, lo que se conoce como trilateración. Por eso, es posible que en una calle estrecha con edificios muy altos la señal no sea muy buena.
Falta de estandarización
No obstante, la localización en interiores también está muy desarrollada y, aunque en apariencia nos aporte una información similar, se trata de una tecnología muy diferente. Está basada en la instalación de balizas que pueden funcionar con sistemas wifi, Bluetooth o RFID.
El problema es que "no hay nada estandarizado", comenta Úbeda, así que cualquier iniciativa requiere de la colaboración del receptor. Dicho de otro modo, "para que te llegue la señal GPS no tienes que instalar nada", se recibe en cualquier parte del mundo de la misma manera, es universal. Sin embargo, si un coche viene siguiendo una ruta en su navegador y se mete en los túneles de la M-30, es imposible que ningún sistema le indique su posición si el propio vehículo no emite algún tipo de señal para comunicarse, por ejemplo, con una serie de balizas que pudieran estar instaladas.
La realidad, tristemente, está muy lejos de llegar a este punto. "Los coches no vienen preparados de serie, no mandan datos a ningún sitio. ¿Por qué? Pues porque las marcas no quieren perder el control de sus navegadores, te venden un sistema propio que incrementa el precio en 3.000 o 4.000 euros y cada año te cobran otros 100 por una nueva cartografía. Así pagas y Google Maps no les quita cuota de mercado", apunta Villarrubia.
En definitiva, en el caso de un túnel habría que instalar un sistema de balizas y preparar a los vehículos para que se comuniquen con ellas, pero sería necesario un sistema estándar que hoy en día es impensable en el sector, porque cada compañía ha desarrollado su propio software.
Sistemas inteligentes
De hecho, "uno de los retos de las 'smart cities' y del transporte inteligente es que los vehículos estén conectados y se comuniquen entre sí y con las infraestructuras", añade el experto. En realidad, podría lograrse con varias tecnologías, lo difícil es integrarlas.
Por ahí va un proyecto europeo en el que participa Madrid Calle 30, llamado C-Roads. Básicamente, consiste en desarrollar sistemas inteligentes de transporte que permitan la comunicación de los vehículos entre sí y de estos con las infraestructuras de su alrededor. "Los automóviles emitirían señales que nos dirían dónde están posicionados, podrían mandar mensajes que serían captados por balizas y estarían equipados con sensores que transmitirían de forma automática informaciones muy diversas, desde las condiciones meteorológicas hasta la existencia de baches", afirma Samuel Romero.
Todo está en fase experimental y, en cualquier caso, requiere que los vehículos estén equipados con todo ese hardware y software específicos, así que no supliría la falta de señal GPS en lugares cerrados.
Combinar localización en interiores y GPS
En general existe una brecha entre la localización en exteriores, mejorable pero bastante eficaz con el sistema GPS, y de carácter universal; y en interiores, que tiene múltiples soluciones, pero siempre muy específicas para cada caso. Por ejemplo, se puede fijar una posición por la técnica 'fingerprint', que calcula la distancia que hay desde un dispositivo hasta los puntos de conexión wifi que detecte en función de la intensidad con la que se reciben —parecido a lo que ocurre con los satélites en el caso del GPS—, para lo que basta bajarse una 'app' para el móvil.
La mayoría de las soluciones pasan por instalar balizas, porque todo sistema de localización de interiores necesita referencias. El tipo de tecnología que empleen ya depende de la precisión y del uso que se le quiera dar. El Bluetooth, por ejemplo, es muy habitual en sus múltiples formas, como el sistema iBeacon que se usa en centros comerciales para enviar información a los consumidores que pasan cerca de una tienda.
La localización de personas en interiores resulta útil para algunas empresas. Gracias a ella pueden saber en todo momento dónde están sus trabajadores dentro de las instalaciones, e incluso tener controlada maquinaria o cualquier tipo de objeto.
Pero en una sociedad tan dependiente de la tecnología como la nuestra, el salto entre la localización exterior e interior puede generar problemas inesperados. "Cuando un maltratador tiene una orden de alejamiento, se le colca un brazalete que lleva un dispositivo GPS, pero cuando se desplaza en metro se pierde la localización y podría estar acercándose a la víctima", señala Villarrubia. Desde luego, el sistema es mejorable.
¿Opciones intermedias?
En definitiva, combinar el GPS y los sistemas de interiores no es fácil, porque son dos mundos diferentes. Aunque hay soluciones intermedias, tampoco son muy satisfactorias. Por ejemplo, "tres antenas de telefonía —otra vez tres— también sirven para localizar un móvil por trilateración, gracias a la tecnología GSM, pero la máxima precisión que pueden dar está entre 200 y 300 metros".
La llegada del sistema Galileo, alternativa europea al GPS que dispone de un mayor número de satélites, también promete mejorar la precisión y es posible que incluso pudiera aportar algo a localización en espacios cerrados, porque su señal será diferente. No obstante, "los proyectos que había sobre este tema están parados".
Por último, también está la opción de la ultra banda-ancha o UWB (Ultra Wide-Band), una tecnología de radiofrecuencia que se ha desarrollado en el campo militar y que en los últimos años comienza a abrirse a usos civiles con algunas ventajas, como la precisión, el alcance o la capacidad para transmitir datos. Sin embargo, de momento no está siendo muy utilizada.
El caso es que —volviendo al problema inicial— hasta que llegue una solución eficaz es mejor que al entrar en los túneles de la M-30 te fijes en los carteles. Ah, y que te llenes de paciencia y temples los nervios.
Hay que admitirlo: cuando no realizamos un trayecto habitual, muchos conductores dependemos del móvil y el GPS. Y todo el mundo sabe que la señal solo funciona en exteriores. Pero la cosa se complica cuando llegamos a la mayor red de túneles urbanos de Europa: la M-30. Con sus 43 kilómetros de longitud y su maraña de carriles, incorporaciones y salidas, lo de no contar con nuestro guía de bolsillo es una gran faena. La cosa debe ser grave porque cientos de personas se quejan hasta en Forocoches.
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