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La nueva fábrica de Intel (y Trump) en EEUU que en realidad destruirá empleos
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la construcción comenzó en 2011

La nueva fábrica de Intel (y Trump) en EEUU que en realidad destruirá empleos

Intel finalizará en Arizona la planta para manufacturar procesadores que creará hasta 10.000 puestos de trabajo. Pero la noticia también tiene un lado negativo para el empleo

Foto: El consejero de Intel, Brian Krzanich, se reúne con Donald Trump. (EFE)
El consejero de Intel, Brian Krzanich, se reúne con Donald Trump. (EFE)

Paradoja laboral y tecnológica en el último anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, junto al CEO de Intel, Brian Krzanich. La firma ha anunciado la finalización de una fábrica en Arizona que creará hasta 10.000 puestos de trabajo. El problema radica en los microprocesadores que saldrán de esa fábrica, que, tal y como ha reconocido el propio consejero delegado de Intel, servirán para automatizar procesos laborales y, en última instancia, destruir empleos en suelo estadounidense. Una irónica demostración de que la obsesión de Trump por llevar empleos a EEUU para estadounidenses tiene poco sentido tecnológico y económico.

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La fábrica de Intel tendrá un coste estimado de 7.000 millones de dólares, creará 3.000 puestos de empleo de manera directa y otros 7.000 adicionales para dar salida a los chips más avanzados que se utilizarán en drones, coches autónomos o wearables de todo tipo. La ironía del anuncio llega después de haberse conocido que la construcción de la fábrica se inició en 2011, bajo el gobierno de Obama (que incluso llegó a visitar las obras), y que el proyecto se paralizó en 2014 debido a la bajada en la demanda de estas piezas.

El presidente Trump aprovechó el anuncio de ayer para enmarcarlo dentro de su política de creación de empleo en Estados Unidos. Como señalan en Quartz, la medida viene acompañada de una cierta ironía: esa mano de obra que crea Intel está enfocada a la manufactura de productos que, a largo plazo, automatizarán otros puestos, lo que al final significará destrucción de trabajos. Crear empleo para destruir otro. En otras palabras: el efecto neto de la idea de Trump de llevar empleos a EEUU y reservarlos a los estadounidenses no es en realidad tan efectivo como él asegura.

La fábrica de Intel dará salida a los chips más avanzados de la firma, encargados de potenciar vehículos autónomos o inteligencias artificiales

Esos nuevos chips que se van a fabricar en la planta de Arizona tendrán una importante capacidad de procesado. Lo ha explicado el CEO de la firma, Krzanich, en un correo a sus empleados, en el que cita la inteligencia artificial o la conducción autónoma como dos áreas que se potenciarán gracias a los procesadores que salgan de ese espacio. La evolución de ambas áreas irá de la mano de la automatización de procesos que desembocarán en la pérdida de trabajos. También en la creación de nuevos trabajos especializados. La cuestión es cuál será el efecto neto. Y, según algunos informes, el ritmo de pérdida de empleo será mayor que el de creación.

Un estudio de McKinsey publicado el pasado mes de enero estimó que hasta el 51% de los trabajos en Estados Unidos se podrían automatizar, lo que tendría un impacto de 2,7 billones de dólares sólo en salarios y la Casa Blanca también publicó el pasado mes de diciembre que los empleos de 3,1 millones de conductores en Estados Unidos estaban amenazados ante el avance de la conducción autónoma.

Rebaja de impuestos

Según señala The Verge, que el anuncio se haya producido en el despacho Oval tiene un significado de cara a las aspiraciones de Intel. La compañía pretende así beneficiarse de algún tipo de rebaja impositiva, una medida que se puede leer entre líneas en la carta enviada por Krzanich a sus empleados: "Desde un punto de vista de regulación e impuestos hemos estado en desventaja con el resto del mundo".

El problema para Intel, como para tantas otras compañías tecnológicas, reside en la oposición frontal a algunas de las medidas anunciadas por el presidente Trump, en especial el veto migratorio a los ciudadanos de siete países.

Paradoja laboral y tecnológica en el último anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, junto al CEO de Intel, Brian Krzanich. La firma ha anunciado la finalización de una fábrica en Arizona que creará hasta 10.000 puestos de trabajo. El problema radica en los microprocesadores que saldrán de esa fábrica, que, tal y como ha reconocido el propio consejero delegado de Intel, servirán para automatizar procesos laborales y, en última instancia, destruir empleos en suelo estadounidense. Una irónica demostración de que la obsesión de Trump por llevar empleos a EEUU para estadounidenses tiene poco sentido tecnológico y económico.

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