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Por qué las bacterias superresistentes a antibióticos son la próxima gran amenaza
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se están haciendo inmunes a varios fármacos

Por qué las bacterias superresistentes a antibióticos son la próxima gran amenaza

Una mujer fallecía la semana pasada por una infección resistente a 26 antibióticos. La lucha contra las bacterias se pone fea para los humanos

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Hace unos días, una mujer fallecía en Nevada, Estados Unidos, a causa de una infección resistente a 26 antibióticos distintos, todos los disponibles en el país. La mujer, de 70 años, había contraído la infección tras ser hospitalizada en la India por una fractura de pierna, y ninguno de esos antibióticos accesibles, ni siquiera los que se utilizan cuando todos los demás fallan, pudieron salvarla. Tras su muerte, los médicos analizaron las bacterias responsables de la infección y descubrieron que sí eran sensibles a la fosfomicina, un antibiótico no aprobado en ese país para este tipo de infecciones.

La mujer fue aislada en el hospital para evitar la infección de otros pacientes, y no se han detectado más casos a su alrededor, así que es de suponer que la superbacteria que acabó con su vida ha desaparecido. Pero será un alivio temporal en el mejor de los casos. La guerra por controlar a las bacterias que nos enferman está a punto de vivir una de sus batallas más duras desde el descubrimiento de los antibióticos que nos dieron por fin algo de ventaja.

El 18 de noviembre de 2015, científicos chinos daban la voz de alarma en un artículo en 'The Lancet': habían encontrado en cerdos vivos de granja y en carne a la venta en supermercados un gen, un gen solitario y fácilmente transmisible, que hace a las bacterias resistentes a la colistina. El gen se llama mcr-1 y hay varios motivos por los que esto es preocupante.

El peligro de la resistencia a la colistina

Empecemos por la colistina, un antibiótico de último recurso utilizado en muchos casos en los que otros antibióticos se han mostrado ineficaces ante la infección a tratar. "La colistina tiene un efecto neurotóxico y nefrotóxico, por eso solo se emplea como última opción", explica María Ugarte, investigadora del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria. En cambio, su uso es habitual en las granjas de cerdos chinas, donde se suministran a los animales en grandes cantidades. El problema es que las bacterias han evolucionado para hacer frente a muchos de los antibióticos habituales y la colistina vuelve a plantearse como un medicamento crítico para la salud humana.

La resistencia a la colistina tampoco es nueva, pero en el estudio publicado en 'The Lancet' se explicaba por qué este caso resultaba especialmente inquietante: en casos anteriores, los genes que daban a las bacterias resistencia a la colistina se encontraban en partes del ADN que no son fácilmente compartidas entre ellas, y por tanto esas resistencias no se extendían con facilidad. "En este caso, el gen mcr-1 se encuentra en los plásmidos [estructuras circulares flotantes de ADN], estructuras que las bacterias intercambian habitualmente, lo que permite una transmisión horizontal del gen y con ello de la resistencia", dice Ugarte.

De hecho, una misma bacteria puede recoger varios plásmidos con varios genes que aporten resistencias a distintos antibióticos. Todavía no hay noticia de que se haya detectado un microbio con el gen mcr-1 que sea resistente a otros antibióticos, pero se trata de una cuestión de tiempo. Mientras tanto, el gen se está expandiendo por el mundo. El artículo de 'The Lancet' puso a trabajar a microbiólogos de todo el mundo, y pronto comenzaron a surgir nuevos casos, entre ellos uno en España, del que Ugarte es coautora. "Cuando los chinos publicaron el descubrimiento de nuestro gen, buscamos en nuestros archivos de muestras y vimos que estaba", explica.

"Siempre van un paso por delante"

El panorama es preocupante porque los antibióticos que utilizamos habitualmente están dejando de hacer efecto, mientras que las bacterias no parecen tener motivos para preocuparse. "Da igual el antibiótico que desarrolles, las bacterias terminarán siendo resistentes a él", asegura Ugarte. Puesto que las bacterias se multiplican con mucha frecuencia, las mutaciones que surgen se expanden con rapidez. "Los antibióticos actúan sobre ellas como presión selectiva: solo las que los resisten sobreviven. Como resultado, las bacterias siempre van un paso por delante de nosotros".

Da igual el antibiótico que desarrolles, las bacterias terminarán siendo resistentes a él

Por eso, explica Ugarte, es importante no solo encontrar nuevos antibióticos, sino también utilizar con mucho cuidado los que ya tenemos. "Hay que combinar la investigación de nuevos fármacos con la vigilancia y el control de las infecciones para determinar cuál es más preciso en cada ocasión, y utilizarlos con prudencia tanto en seres humanos como en animales". Son nuestras armas en esta guerra, y tenemos por delante una dura batalla.

Hace unos días, una mujer fallecía en Nevada, Estados Unidos, a causa de una infección resistente a 26 antibióticos distintos, todos los disponibles en el país. La mujer, de 70 años, había contraído la infección tras ser hospitalizada en la India por una fractura de pierna, y ninguno de esos antibióticos accesibles, ni siquiera los que se utilizan cuando todos los demás fallan, pudieron salvarla. Tras su muerte, los médicos analizaron las bacterias responsables de la infección y descubrieron que sí eran sensibles a la fosfomicina, un antibiótico no aprobado en ese país para este tipo de infecciones.

Antibióticos The Lancet
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