Las profesiones técnicas más avanzadas (y desconocidas) que no tendrán paro
Con ideas multidisciplinares, los biofísicos o los bioinformáticos son algunos de los nuevos perfiles científicos que están haciendo avanzar la investigación puntera
Los químicos con bata blanca y probetas, los biólogos mirando placas de Petri al microscopio y los físicos con sus fórmulas en la pizarra. Esa es la idea más tosca y general que muchos tenemos del trabajo de los científicos, todos centrados en sus respectivas ramas, directamente representadas en los premios que Alfred Nobel creó hace más de cien años, en 1901.
Pero esa idea de las ramas de la ciencia perfectamente delimitadas no se corresponde con la realidad del trabajo científico actual, en el que la mayoría de los grandes avances se logran gracias a equipos multidisciplinares: investigadores de las distintas ramas trabajan juntos, surgiendo perfiles mixtos capaces de integrar los métodos de trabajo de una rama con los objetos de estudio de otra.
En los últimos años muchos de esos nuevos científicos han aparecido en el campo de las ciencias de la salud, precisamente por la participación en sus investigaciones de científicos con perfiles muy distintos: matemáticos, informáticos, físicos e ingenieros. De ahí han surgido perfiles profesionales menos conocidos por el público pero que tienen por delante un futuro prometedor.
Bioinformáticos
"La secuenciación del primer genoma humano llevó una década y participaron cientos de equipos de todo el mundo con financiación pública y privada. Hoy podría hacerlo cualquier laboratorio pequeño con los conocimientos suficientes", explica José Blanca, bioinformático de la Universidad Politécnica de Valencia. Eso supone ingentes cantidades de datos, "pero datos no es lo mismo que conocimiento". Por eso son necesarios los científicos de datos, expertos en almacenarlos y analizarlos para sacar de ellos conclusiones útiles. En el caso de los bioinformáticos, aplican esas habilidades para responder a problemas concretos de la biología.
Biólogo de formación, Blanca explica que la unión de la biología con la informática suele ser más sencilla para los que estudiaron la primera que para los de la segunda. "Hay muchos recursos disponibles para los biólogos que quieren aprender informática, mientras que el lenguaje, los procesos y las cuestiones que manejan los biólogos son mucho más inaccesibles para un informático que aterriza de pronto en un laboratorio". La clave es la interdisciplinariedad, unir en un equipo perfiles con puntos de vista diferente para que trabajen juntos.
La propia ciencia puede ser un factor limitante: a alguien que sabe mucho de biología no se le pueden exigir los mismos conocimientos en informática
Y para eso, hace falta humildad y un lenguaje común que todos puedan entender. "La propia ciencia puede ser un factor limitante: a alguien que sabe muchísimo de biología no se le pueden exigir los mismos conocimientos en informática. Por eso lo primero es reconocer que siempre habrá alguien que sepa mucho más que tú sobre cualquier cosa, y que colaborando con esa gente, y encontrando un idioma común que todos entendamos, es como se convierten los datos en conocimiento".
Biofísicos
Tal y cómo lo explica la web de la Sociedad de Biofísica de España, "la biología estudia la vida en toda su complejidad y sus fromas. Describe cómo los organismos se manejan en temas como el alimento, la comunicación, la sensibilidad del entorno y la reproducción. Por otro lado, la física busca leyes matemáticas en la naturaleza y hace predicciones detalladas de cómo las fuerzas que la mueven se comportan en sistemas ideales. La biofísica es por tanto un puente entre ambas". De esta forma, ambas ramas de la ciencia ganan: la biología amplía sus conocimientos al aplicar los enfoques de la física, mientras que ésta crece en evidencias experimentales al corroborar sus teorías gracias a los fenómenos biológicos.
Para Jesús Salgado, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Valencia y editor de la revista Biofísica, la clave de esta especialización es que se encuentra entre las dos ramas de la ciencia más interesantes (con perdón de los químicos), porque "la física es la base de todo, y la biología es lo que somos". Enfocar los desafíos de una de ellas con los procesos de la otra supone aprovechar lo mejor de ambas.
Es un perfil poco representado en las opciones académicas, ya que los estudios universitarios actuales se organizan generalmente en torno a las ramas clásicas de la ciencia, donde las especialidades interdisciplinares son escasas. Aparte de algunos másteres y doctorados, los biofísicos suelen convertirse en ello a medida que avanzan en sus carreras investigadoras. Algo que Salgado recomienda a cualquier joven aspirante a científico: "Cualquier área multidisciplinar es más creativa, más innovadora, más interesante. En este caso estás en el cruce de las dos ramas que dieron pie a los grandes avances del siglo pasado, y que seguirán dándolos en este que comienza".
Biotecnólogos
Es difícil delimitar todos estos perfiles científicos con exactitud puesto que unos empastan con otros. El de biotecnólogo sería el más amplio de todos: su labor es aplicar principios y sistemas tecnológicos a sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados y, al revés, aprovechar las propiedades de los organismos para procesos tecnológicos. Es habitual dividir sus aplicaciones en distintos campos identificados por colores: la biotecnología roja está relacionada con la medicina; la blanca, con los procesos industriales; la verde, con los procesos agrícolas; la gris, con el medio ambiente y la biodiversidad.
Sus aplicaciones se dividen en campos identificados por colores: la biotecnología roja está relacionada con la medicina; la verde, con los procesos agrícolas
"Se trata de utilizar el poder de la naturaleza", explica Pablo Ortiz, de la Federación Española de Biotecnólogos, para mejorar la vida de las personas y el medio ambiente. "Organismos transgénicos, nuevos medicamentos, procesos industriales inocuos con el medio ambiente o más eficientes... La biotecnología está creciendo por su utilidad". Cuenta Ortiz que hasta hace muy poco, el único de los sectores profesionales en los que la biotecnología no había encontrado su encaje era el de la construcción. Todo lo demás, desde la ropa que usamos hasta la energía que nos da luz podía beneficiarse de avances biotecnológicos. "Hace poco lograron fabricar un cemento que mejora gracias a la incorporación de bacterias". La biotecnología, por tanto, ya tiene el potencial de estar por todas partes.
Los biotecnólogos se caracterizan, continúa Ortiz, por su visión general: deben tener en cuenta todos los elementos que intervienen en un proceso biotecnológico, incluyendo la aplicación final de sus desarrollos. "Al fin y al cabo se trata de generar aplicaciones técnicas".
Bioestadísticos
Las tasas de contagio de una enfermedad infecciosa, la eficacia de un nuevo medicamento frente al grupo de control en un ensayo clínico o cómo aumenta o disminuye la presencia de determinada proteína en el cuerpo ante una modificación genética concreta... Las matemáticas son una herramienta muy útil para médicos y biólogos, y ahí es donde entran en juego los bioestadísticos, especializados en aplicar los métodos estadísticos a las ciencias de la vida.
Fue el médico francés Pierre Charles-Alexandre Louis el primero que en el siglo XIX aplicó el Método numérico (así denominó a su obra) en su estudio sobre la tuberculosis. Discípulos suyos reforzaron ese método, y de ahí surgieron los primeros mapas epidemiológicos que utilizaban métodos cuantitativos y análisis epidemiológicos. Desde entonces la bioestadística ha ido ganando espacio, y sus aportaciones a las ciencias de la salud son imprescindibles, desde el desarrollo de nuevos tratamientos y métodos de diagnóstico hasta las políticas de prevención y detección de epidemias.
Los químicos con bata blanca y probetas, los biólogos mirando placas de Petri al microscopio y los físicos con sus fórmulas en la pizarra. Esa es la idea más tosca y general que muchos tenemos del trabajo de los científicos, todos centrados en sus respectivas ramas, directamente representadas en los premios que Alfred Nobel creó hace más de cien años, en 1901.