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¿AirPods? Los primeros auriculares sin cables se inventaron hace casi 100 años
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¿AirPods? Los primeros auriculares sin cables se inventaron hace casi 100 años

Lo último de Apple está cerca de llegar al mercado, pero esta vez la manzana mordida tampoco hace historia: ya en 1924 existían unos auriculares sin cables

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“Sin cables. Sin líos. Como por arte de magia”. Así anuncia Apple sus inminentes AirPods (o deberían serlo, pues cada vez hay más indicios de que serán lanzados el próximo mes de diciembre, aunque todavía no hay confirmación oficial), unos auriculares inalámbricos que cuestan 180 euros y que los de Cupertino promocionan como si hubieran sido creados por un buen imitador de Merlín.

Foto: Lobot, personaje de 'Star Wars'

Sin embargo, de lo que nunca podrá presumir la compañía es de haber creado los primeros auriculares inalámbricos del mundo. De hecho, para haber conseguido tamaño hito, Apple tendría que haber diseñado sus AirPods hace casi un siglo.

Si bien el Bluetooth no fue una realidad hasta 1994 y no gozó de la categoría de estándar hasta el año 2000 –cuando ya era una tecnología más estable-, un viejo artículo de la revista tecnológica estadounidense Popular Mechanics recogía, ya en marzo de 1924, la existencia de los más antiguos predecesores del flamante producto de Apple.

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Popular Mechanics

A simple vista, el diseño de estos primitivos auriculares inalámbricos no era su punto fuerte, aunque, eso sí, el usuario no corría peligro de perderlos, algo con lo que los futuros propietarios de los AirPods tendrán que lidiar a diario. Más allá de los auriculares propiamente dichos, en la parte central de la diadema el dispositivo tenía una bobina enrollada en torno a un tubo de baquelita que lo convertía en un artefacto de considerables dimensiones.

No obstante, esta hazaña en la dilatada historia de los auriculares pasó prácticamente inadvertida, tal y como ha permanecido después de casi un siglo. Al fin y al cabo, tras ella no se encontraba ninguna compañía relevante ni su objetivo era vender millones de unidades en todo el mundo. Habían sido inventados por Nathaniel Baldwin en la segunda década del S.XX, antes incluso de que el tocadiscos hiciera acto de presencia. ¿Para qué diantres iba a querer alguien en aquel momento unos auriculares sin cables?

En realidad, fue un invento utilizado por la WDAP, una radio de la ciudad estadounidense de Chicago. Esta emisora, propiedad del mercado de valores de la ciudad (Chicago Board of Trade), y que desaparecería solo un año más tarde tras ser comprada por el Chicago Tribune, los usaba para comprobar desde cualquier punto del estudio la calidad de la emisión, evitando así líos de cables.

Ese rocambolesco mecanismo que el usuario debía portar sobre la cabeza era, en realidad, la antena y el receptor de la radio. En concreto, se trata del sistema de una antigua radio a galena: la bobina hacía las veces de antena y un pequeño cristal al que estaba unido era el que recibía la señal, sin requerir de fuente de energía alguna: las propias ondas de radio proporcionaban la potencia necesaria para el funcionamiento de los auriculares. A pesar de su apariencia, se trataba de un dispositivo sencillo basado en una tecnología desarrollada solo dos décadas antes. “Las conexiones son simples”, sentenciaba el artículo de 1924.

¿Y en las tiendas?

El invento radiofónico de la WDAP no pasó a los anales de los auriculares, pero Apple tampoco hubiera podido presumir de crear los primeros inalámbricos si el olvido hubiera perdurado. Si bien es cierto que pasó más de medio siglo, otra compañía se adelantó a la de la manzana mordida (que, esta vez sí, ya había nacido): en 1986, la estadounidense Koss lanzaba al mercado sus JCK/200, los primeros auriculares sin cables comercializados en todo el mundo, que funcionaban gracias a sus infrarrojos.

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Brochure World

Si uno de los principales inconvenientes de los AirPods es su elevado precio, los JCK/200 tampoco eran baratos precisamente: a esas alturas de la década de los 80, el producto de Koss costaba 160 dólares que, al cambio actual y teniendo en cuenta la inflación, equivaldrían a unos 330 euros. No obstante, a día de hoy, estos auriculares pueden comprarse en eBay por solo 55 dólares, poco más de 50 euros. Aunque ya haya opciones mejores, hacerse con un artículo ‘vintage’ que hizo historia no es algo para todos los bolsillos.

En su época, tampoco se contaron entre los más caros. De hecho, solo dos años después, los Sennheiser SI/HDI 234 llegaron a costar la friolera de 570 dólares, que vendrían a ser cerca de 1.100 euros de hoy en día. Estos altos precios estaban relativamente justificados: tal y como explicaban también en la Popular Mechanics de noviembre del 88, estos eran los principales auriculares sin cables disponibles a la venta en todo el mundo por aquel entonces.

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Manual OWL

El funcionamiento de estos y otros modelos era el mismo: un transmisor con un ‘jack’ (similar a ese que quiere matar ahora Apple), para enchufarlo al equipo de música o a la televisión correspondiente, y que enviaba la señal directamente, por infrarrojos, al auricular en sí.

Fue el uso de esta tecnología lo que permitió que hicieran historia. Según Popular Mechanic, los inalámbricos con infrarrojos fueron los primeros auriculares sin cables permitidos sin cortapisas en Estados Unidos: otros modelos anteriores (que pululaban por Europa y Japón) funcionaban con ondas de radio, algo desaprobado por la Comisión Federal de Comunicaciones norteamericana para su uso doméstico.

Inventados en la década de los años 20 del pasado siglo, comercializados en la década de los 80 y abaratados con el paso del tiempo, los auriculares sin cables están a punto de recibir a un nuevo miembro en la familia: los minúsculos AirPods de Apple. “Como por arte de magia”.

“Sin cables. Sin líos. Como por arte de magia”. Así anuncia Apple sus inminentes AirPods (o deberían serlo, pues cada vez hay más indicios de que serán lanzados el próximo mes de diciembre, aunque todavía no hay confirmación oficial), unos auriculares inalámbricos que cuestan 180 euros y que los de Cupertino promocionan como si hubieran sido creados por un buen imitador de Merlín.

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