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De EEUU a Corea del Norte: las potencias con mayor armamento nuclear del planeta
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De EEUU a Corea del Norte: las potencias con mayor armamento nuclear del planeta

Han pasado más de 70 años desde la explosión de la bombas de Hiroshima y Nagasaki, tiempo sobrado para que las grandes potencias hayan refinado sus arsenales

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A lo largo de la extensísima historia de matarnos los unos a los otros que ha acumulado la Humanidad, nadie hasta los años treinta del siglo XX había sido capaz de imaginar que, juntando dos piezas de cierto metal de cierta manera, se podía liberar de golpe una cantidad cósmica de energía. Y mucho menos que, añadiendo algunos otros elementos, esa cantidad inimaginable se podía multiplicar por centenares, hasta tal punto que una única bomba fuera capaz de destruir por completo una gran ciudad y matar a millones de personas.

[El obsoleto (pero letal) armamento de Corea del Norte que amenaza a Occidente]

La ciencia era clara, pero la ingeniería era (sigue siendo) muy complicada: un país en medio de una guerra devastadora realizó un esfuerzo titánico, y la dramática demostración del nuevo arma en Hiroshima y Nagasaki puso en marcha un desenfrenado esfuerzo de las mayores potencias por copiar la tecnología y la desesperada necesidad de controlar su difusión.

La perversa lógica de la Guerra Fría impulsó, durante décadas, la creación de armas nucleares hasta que en el mundo hubo decenas de miles; más que suficientes, sabemos ahora, como para dejar una buena porción del planeta inhabitable por la especie humana. La Guerra Fría terminó, y con ella la necesidad de exagerar en los arsenales atómicos; la economía se impuso y se procedió a recortar el número de las cabezas nucleares. Hoy, hay aproximadamente la cuarta parte de armas atómicas de las que llegó a haber en el pasado, y están en manos de un reducido número de países considerados más o menos responsables. Y Corea del Norte. Incluso hay unos pocos países que tuvieron bombas atómicas y renunciaron a ellas. Echemos un vistazo rápido a la situación actual del arsenal nuclear mundial.

Países con bombas, países sin bombas

Estados Unidos, Rusia (como heredera de la URSS), Francia, Reino Unido y China son los únicos países considerados como potencias nucleares legales, además de tener asientos permanentes y derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Es sabido que la India, Pakistán y Corea del Norte tienen armas nucleares, en principio fuera de la legalidad internacional, y han realizado pruebas para demostrarlo.

Se sospecha que Israel dispone de bombas atómicas pero no hay constancia: su gobierno ni confirma ni desmiente y no se conoce que haya efectuado alguna prueba (aunque el Incidente Vela podría ser una prueba de ello). Bielorrusia, Kazajstán y Ucrania heredaron cabezas nucleares de la URSS (miles en el caso de Ucrania), pero renunciaron a ellas y fueron desmanteladas. Sudáfrica es el único país que desarrolló armas nucleares y dispuso de media docena de ellas aunque se deshizo de las cabezas y del programa nuclear. Se considera que países como Japón, Brasil, Australia, Argentina o España (por no citar a Alemania) dispondrían del conocimiento científico y la capacidad industrial para desarrollar armamento nuclear en un periodo más o menos lejano (evaluado en meses en el caso de Japón), pero todos ellos son firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear y por tanto han renunciado a este tipo de armas.

Para que una bomba nuclear sea útil desde un punto de vista militar, es necesario disponer de medios para enviarlas hasta el blanco además de contar con las propias armas. Existen tres métodos principales: los misiles balísticos intercontinentales o ICBM, los aviones bombarderos (con o sin misiles) y los submarinos de misiles balísticos.

Ahora mismo, sólo Estados Unidos y Rusia disponen de la llamada tríada nuclear: los tres sistemas operativos. China está a punto de unirse a ese exclusivo club, con las primeras patrullas de sus submarinos clase Tipo 094 Jía, y la India desea desarrollar el componente submarino. Corea del Norte trabaja en misiles ICBM y de lanzamiento desde submarinos aunque con poco éxito. Además, es dudoso que sus dispositivos nucleares puedan ser montados en cabezas de combate.

Francia tuvo la tríada completa pero la perdió al renunciar a sus misiles terrestres de alcance intermedio. El Reino Unido nunca tuvo misiles con base en tierra y retiró sus bombarderos V, quedando tan sólo con SLBMs. Poco se sabe del armamento nuclear israelí, pero se sospecha que el país dispone de misiles de alcance intermedio, bombas lanzables desde aviones y de un componente de ‘contraataque nuclear’ en forma de misiles crucero que pueden ser lanzados desde algunos de sus submarinos clase Dolphin.

Cenizas bailarinas

Dos países encabezan el listado por número de cabezas nucleares disponibles y por ser los únicos del planeta con la capacidad de destruirlo, o al menos de hacerlo inhabitable por humanos: Rusia y Estados Unidos, con 1.790 y 1.750 armas nucleares a su disposición respectivamente. A estas cifras hay que añadir las cabezas en proceso de desmantelamiento, casi 4.500 en el caso ruso y 4.600 en el estadounidense, pero estas cifras son sólo los restos de lo que llegaron a tener en el apogeo de la Guerra Fría, cuando los estadounidenses construyeron hasta 70.000 armas nucleares (sí, setenta mil) y la extinta URSS 55.000.

Si tenemos en cuenta que hoy se considera que un intercambio nuclear global de menos de 4.000 cabezas nucleares podría acabar con la Tierra, podemos imaginar lo que habría sido una guerra atómica con 120.000 explosiones. O quizá sea inimaginable. Una vieja (y probablemente apócrifa) anécdota asegura que, cuando al general LeMay le preguntaron para qué quería más armas si las que tenía podían reducir el mundo a cenizas la respuesta fue ‘Quiero ver bailar las cenizas’.

Desarrollar, construir y mantener (las cabezas atómicas necesitan constante mantenimiento) semejantes arsenales nucleares era tremendamente caro de modo, que tras el fin de la Guerra Fría, ambos países tenían poderosos incentivos para reducir su número. Se ha estimado que entre 1940 y 1996, Estados Unidos gastó al menos 8,78 billones de dólares (de los de 12 ceros) en su arsenal atómico. Los análisis llevados a cabo sobre los posibles efectos de un intercambio atómico habían demostrado, además, que no eran necesarias tantas cabezas para garantizar una destrucción completa. Una serie de tratados redujeron el número de las cabezas con relativa rapidez. Y los números bajaron. Mucho. El objetivo marcado en la última ronda del tratado de desarme START, firmado en abril de 2010, es que ambos estados reduzcan sus arsenales a 1.550 cabezas activas.

Por el momento ambos países mantienen una tríada nuclear completa con armas disponibles para ser lanzadas desde misiles intercontinentales balísticos (ICBMs), misiles intercontinentales lanzados desde submarinos (SLBMs) y bombas lanzadas desde aviones bombarderos. Estados Unidos tenía, en 2014, 450 ICBMs con 470 cabezas nucleares, 288 SLBMs con 1.152 cabezas (son misiles tipo MIRV, con múltiples cabezas que alcanzan blancos independientes) y 113 bombarderos con 300 cabezas: una suma total de 1.922.

La potencia de estas armas, casi todas del tipo termonuclear (o de hidrógeno) varía entre los 100 kilotones de las W76 que llevan algunos SLBMs Trident y los 1,2 megatones que alcanza en su apogeo la bomba de aviación B83. Es interesante destacar que entre 150 y 200 armas nucleares estadounidenses están en suelo de otros países bajo sistemas de ‘préstamo’ dentro de la OTAN: Bélgica (10 a 20), Alemania (20), Italia (60 a 70), Holanda (10 a 20) y Turquía (60 a 70) albergan este arsenal.

Rusia tenía, en 2009, un total de 2.723 cabezas nucleares en sus fuerzas estratégicas; 367 ICBMs con 1.248 cabezas, 13 SSBNs con 591 cabezas y 76 bombarderos con 884 bombas a los que hay que sumar un número desconocido de armas tácticas. Las armas rusas tienden a ser más potentes que las estadounidenses para compensar una menor precisión y para aplicaciones especiales. Por ejemplo, hasta 2009, una decena de misiles R-36 Satan llevaban cabezas de 20 megatones para crear inmensos pulsos electromagnéticos. La mayoría de las armas desplegadas oscilan entre 550 kilotones y 2 megatones; los ICBMs Topol M tienen 800 kilotones y los nuevos SLBMs RSM-56 Bulava llevan varias cabezas de 150 kilotones.

Reino Unido: un arsenal bajo el mar

El Reino Unido probó su primera bomba atómica en 1952, siendo el tercer país en desarrollarla; posteriormente creó sus propias armas termonucleares. Hasta 1998, dispuso de un elevado número de armas desplegables por medio de bombarderos (la famosa ‘Fuerza V’) en forma de bombas de caída libre y cargas nucleares de profundidad. Pero a partir de la entrada en servicio en 1999 del cuarto submarino de misiles balísticos de la clase Vanguard, el país retiró los demás vehículos de lanzamiento: estos cuatro navíos armados con misiles de construcción estadounidense Trident pero con cabezas nucleares británicas son el único vector que mantiene el Reino Unido, que trabaja ya en sus sucesores.

Este número garantiza que siempre hay, al menos, uno de ellos en patrulla (como ha mantenido la Royal Navy desde 1969), lo que garantiza una capacidad de represalia no vulnerable al ataque preventivo. Se calcula hay 120 cabezas operativas: cada submarino puede llevar hasta 16 misiles Trident II, cada uno de los cuales puede llevar hasta 12 cabezas nucleares tipo MIRV; desde 2010 en patrulla llevan 8 misiles para un máximo de 40 cabezas. El diseño de las armas británicas es similar a la W76 estadounidense, que tiene una potencia que ronda los 100 kilotones.

Se ha anunciado oficialmente que el programa Trident será reemplazado por nuevos submarinos y nuevos misiles; se espera que el primero entre en servicio en 2028. Una peculiaridad del sistema británico es la llamada Carta de Último Recurso: cada primer ministro, al tomar posesión, escribe cuatro copias manuscritas de una carta con órdenes para los capitanes de los cuatro submarinos, conteniendo las instrucciones a seguir en caso de pérdida de contacto con Londres.

Francia: cerca de 300 cabezas nucleares

Francia dispone hoy de unas 280 cabezas nucleares operativas y es potencia atómica desde 1960, habiendo desarrollado sus propias armas termonucleares. La llamada Force de Dissuasion está diseñada para la represalia o para convencer a un posible atacante de que no realice su ataque. Inicialmente fue concebida como una verdadera tríada nuclear con componentes aéreo, de IRBMs y SLBMs, pero los misiles terrestres fueron considerados obsoletos y desmantelados en los años noventa del pasado siglo.

La Force Oceaníque Stratégique es el componente submarino, compuesto de cuatro navíos de la clase Triomphant, capaces de llevar 16 SLBMs M45 o M51 cada uno de los cuales puede transportar 6 o 10 cabezas MIRV de alrededor de 100 kilotones de potencia. Uno de estos submarinos está en patrulla en todo momento. Además Francia dispone de misiles de crucero supersónicos ASMP-A lanzables desde aviones como los Mirages 2000 y los Rafales, tanto terrestres como embarcados. El ASMP-A tiene un alcance de 500 kilómetros y lleva una cabeza nuclear de 300 kilotones; se cree que hay unos 60 operativos.

China: un nuevo rico

La primera bomba atómica china estalló en 1964 y su primera termonuclear en 1967. Debido al intenso secreto que rodea a las fuerzas nucleares chinas es difícil estimar exactamente su tamaño y composición, con cifras muy variadas; desde apenas unas decenas de cabezas hasta más de 3.000, aunque éstas últimas han sido desacreditadas. Se cree que el país cuenta con entre 50 y 75 ICBMs y alrededor de 240 armas.

La política nuclear china es de absoluta e incondicional garantía de no uso contra estados no nucleares y de no primer uso bajo ninguna circunstancia; a este efecto se cree que las cabezas se almacenan separadas de los vectores de lanzamiento a no ser que haya una alerta. Los ICBMs son relativamente antiguos y llevan cabezas únicas de alta potencia (entre 1 y 4 megatones); los SLBMs del tipo JL-2 pueden llevar una cabeza única de entre 250 kilotones y un megatón o 3 o 4 cabezas tipo MIRV de unos 90 kilotones; los 4 submarinos Tipo 094 (clase Jin) llevan 12 de ellos cada uno. Está planeado construir 8 Jin; con el presente número de 4 se espera que este mismo año comiencen las patrullas permanentes.

El lugar más peligroso del mundo

La frontera entre Pakistán e India está considerada como la zona más caliente del planeta en lo que al temor de una guerra nuclear respecta. Ambos países son potencias nucleares, fuera de las convenciones de la ONU que regulan la posesión de este tipo de armas. Ambos son rivales feroces que se han enfrentando en reiteradas ocasiones en guerras desde su relativamente reciente independencia, y mantienen disputas abiertas que provocan constantes tensiones. Es por ello que el subcontinente indio es la región más peligrosa del mundo.

India comenzó a desarrollar su programa nuclear tras la Segunda Guerra Mundial, pero su primera prueba la hizo en 1974: ’Smiling Buddha’ (buda sonriente) fue una ‘detonación pacífica’ de un arma de plutonio obtenido de un reactor civil. En 1998, el país realizó nuevas pruebas que le granjearon sanciones internacionales, ya retiradas. La política nacional india es de ‘no primer uso’, aunque recientemente ha añadido el calificativo ‘contra estados no nucleares’; su doctrina se basa en la ‘disuasión mínima creíble’ y el potencial de represalia masiva.

Se calcula que India posee entre 110 y 120 cabezas nucleares. Se desconoce el tamaño del arsenal pakistaní aunque se sospecha que tiene 120

Se calcula que India posee entre 110 y 120 cabezas nucleares y, como vectores de lanzamiento, dispone de misiles intercontinentales de alcance intermedio y de SLBMs, aunque éstos son de muy corto alcance; también tiene aviones capaces de lanzar armas nucleares. El país está desarrollando la tercera pata de la tríada nuclear con los submarinos clase Arihant, que pueden ir armados con 12 misiles K-15 Sagarika o 4 de los futuros K-4. Hay un clase Arihant en servicio y tres en construcción; se trata del primer submarino de misiles balísticos construido por un país que no está entre los miembros permanentes del consejo de seguridad de la ONU, y ha sido desarrollado con ayuda rusa.

Pakistán comenzó a desarrollar su programa nuclear en 1972 en respuesta al programa indio, que considera una amenaza para su propia supervivencia como estado. Se desarrolló de modo clandestino e ilegal, y los primeros tests se realizaron en 1998, poco después de la segunda prueba de su vecino. La sexta y última prueba nuclear realizada por Pakistán correspondía a un diseño compacto de implosión potencialmente utilizable en misiles. Del análisis de los test se concluye que el país dispone de cabezas nucleares con un rango de potencias entre 20 y 500 kilotones; las más pequeñas probablemente usadas en bombas de gravedad de aviación y las más grandes en misiles de alcance corto e intermedio.

El tamaño completo del arsenal no es conocido, pero se estima en alrededor de 120 cabezas de combate. Se cree que se han desarrollado diversos métodos para garantizar una capacidad de contraataque o represalia por medio de lanzadores móviles y silos secretos reforzados. Se ha acusado a China de ayudar al desarrollo del programa nuclear pakistaní, que ayudado por su naturaleza clandestina, ha cooperado con esfuerzos ilegales de otros países (Corea del Norte, Irán, Siria) en este campo. La existencia de tensiones graves con India, como la disputada región de Cachemira, y recientes cambios en las políticas de uso que podrían facilitar el uso de armas nucleares tácticas en caso de ataque convencional de su vecino convierten este arsenal en muy peligroso. Pakistán ha rechazado abiertamente el establecimiento de una política de ‘no primer uso’ y es el único país de mayoría musulmana con armas nucleares.

Israel: muchos interrogantes y pocas certezas

El arsenal nuclear israelí no está declarado ni ha sido puesto a prueba, por lo que mucho de lo que se conoce es especulativo y proviene de filtraciones y estimaciones. El país mantiene una política de ‘ambigüedad nuclear’ por la que se niega a confirmar o desmentir ningún aspecto de su armamento atómico y, al mismo tiempo, se ha asegurado de que otros países de la región no pudiesen desarrollar sus propios programas nucleares mediante presión diplomática, política e incluso militar. Así destruyó mediante ataques aéreos el reactor civil de Osirak en Irak en 1981 y el presunto reactor sirio de Dair al Zawr en 2007, y mantiene una fuerte presión para detener el programa nuclear iraní.

Se ha publicado que Israel construyó su primer arma nuclear en 1966, y las estimaciones sobre su arsenal varían entre 75 y 400 armas. Según el centro de análisis IPRI, el país dispone de 80 cabezas nucleares, 50 en misiles balísticos Jericho y 30 en forma de bombas de gravedad para aviones. Según el semanario alemán Der Spiegel, los nuevos submarinos convencionales clase Dolphin II recibidos por Israel cuentan con misiles de crucero con capacidad nuclear y alcance superior a los 1.500 kilómetros.

No hay constancia de que el país disponga de armas termonucleares, aunque fotografías de las filtraciones de Mordejái Vanunu en 1986 indicaban trabajos de investigación en esa dirección. En ausencia de pruebas específicas, parece razonable concluir que las armas israelíes sean de fisión, y por tanto en el rango de decenas a centenares de kilotones de potencia. Israel no ha realizado ninguna prueba nuclear, aunque se sospecha que el Incidente Vela (la detección de un posible flash nuclear en el Índico Sur en 1979) pudo ser una prueba clandestina llevada a cabo entre Israel y Sudáfrica.

Corea del Norte: la amenaza díscola

El último país del que consta que posee dispositivos nucleares (no es seguro que armas) es Corea del Norte, que ha realizado varias pruebas e incluso alega disponer de armas termonucleares. El análisis de los datos sugiere que los norcoreanos podrían disponer de hasta una decena de dispositivos nucleares, si bien de escasa potencia. Las pruebas indican potencias de no más de 6 a 9 kilotones que no encajan con ningún tipo de dispositivo termonuclear. En cuanto al tipo de cabezas y su configuración no se conocen detalles pero, aunque es probable que los técnicos norcoreanos hayan conseguido el grado de miniaturización necesario para colocar un dispositivo nuclear en un misil, aún no disponen de escudos térmicos para protegerlo en la reentrada.

Se cree que los dispositivos norcoreanos son de plutonio. El reactor sirio de Dair al Zawr, destruido por Israel, era un diseño de Corea del Norte para fabricar este material fisible. El país dispone de misiles balísticos de alcance intermedio y trata de desarrollar tecnología intercontinental, así como capacidad de lanzamiento desde submarinos, pero con poco éxito: las pruebas realizadas hasta ahora no han sido satisfactorias.

Sudáfrica: la potencia nuclear que se retiró

Sudáfrica es un caso especial; el único país que desarrolló armamento nuclear y después se deshizo de sus armas y renunció a fabricarlas. El plan comenzó en 1948 y, al principio, contó con la ayuda de los Estados Unidos. En 1971, Sudáfrica se unió al programa Peaceful Nuclear Explosions (PNE, explosiones nucleares pacíficas) con la excusa de la minería, aunque en un momento no revelado optó por enriquecer uranio para armas. Finalmente, se acabaron construyendo seis dispositivos de uranio del tipo de ‘cañón’ con una potencia estimada en el rango de la decena de kilotones y capacidad para ser lanzados desde algunos de los aviones de la fuerza aérea sudafricana, más uno en proceso de montaje.

En 1977, la comunidad internacional detectó los preparativos para una prueba nuclear, y presionó fuertemente al país hasta conseguir su cancelación. El programa fue desmantelado a partir de 1989, y en 1996 Sudáfrica fue la fuerza motora tras el Tratado de Pelindaba, que creó una zona africana libre de armas nucleares.

Sudáfrica construyó un arsenal en los años setenta que le granjeó enemistades internacionales. En 1996 impulsó una zona libre de armas nucleares en África

Tan sólo algunos países nacidos de las cenizas de la URSS renunciaron también a las armas nucleares, como Ucrania, Bielorrusia y Kazajstán. Muchos otros, en cambio, han sentido la tentación de esta fruta prohibida internacional en algún momento u otro. La presión internacional o factores históricos han conseguido impedirlo en ocasiones; otras veces, los ingentes gastos y complicaciones que supone la posesión de este tipo de armamento han actuado con factor disuasorio, por no citar los movimientos políticos en contra que hay en muchos países. Aun con la fuerte reducción en los números que se ha producido desde los aterradores máximos de la Guerra Fría, existen todavía demasiadas armas atómicas en el planeta. Esperemos que las tendencias hacia su reducción y control se sigan manteniendo, y que jamás caigan en manos (aún más) irresponsables que las actuales.

A lo largo de la extensísima historia de matarnos los unos a los otros que ha acumulado la Humanidad, nadie hasta los años treinta del siglo XX había sido capaz de imaginar que, juntando dos piezas de cierto metal de cierta manera, se podía liberar de golpe una cantidad cósmica de energía. Y mucho menos que, añadiendo algunos otros elementos, esa cantidad inimaginable se podía multiplicar por centenares, hasta tal punto que una única bomba fuera capaz de destruir por completo una gran ciudad y matar a millones de personas.

Bomba atómica Unión Soviética (URSS)
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