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El mundo al revés: cómo Occidente está plagiando a China los famosos 'hoverboards'
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puestos en duda por sus riesgos

El mundo al revés: cómo Occidente está plagiando a China los famosos 'hoverboards'

Las patentes originales de los monopatines de dos ruedas están registradas en China. Convertidos en un producto viral, se han transformado en el objetivo de todos los plagios

Foto: Ben Larvey (Flickr | Licencia Creative Commons 2.0)
Ben Larvey (Flickr | Licencia Creative Commons 2.0)

Si quieres comprar un 'hoverboard' –seguro que ya has visto por la calle alguno de estos monopatines motorizados de dos ruedas–, no busques en Amazon. El gigante de las ventas 'online' ya no distribuye los vehículos, solo accesorios como pegatinas, protectores o mochilas para transportarlos.

Los ha retirado después de que la Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo estadounidense los calificara oficialmente como peligrosos en febrero, asegurando que representaban un “riesgo de incendio inadmisible”. Debido a la cantidad de explosiones y accidentes registrados, la organización solo permite la venta de aquellos que cumplen ciertos estándares de seguridad.

#hoverboard update: We're now up to 12 fire investigations. We opened a case into an incident in the #SF area today. https://t.co/qFWdMEPlVq

Las empresas afectadas por la instancia no son pocas: IO Hawk, PhunkeeDuck, Oxboard, Freego, Esway, Airwheel, iEZWay, Overoad, Segway y otros tantos nombres que figuran en la lista de distribuidores estadounidenses, cuyos productos varían poco más que en pequeños detalles de diseño. Al menú hay que sumarle además las firmas chinas que pretendan llevar sus vehículos al otro lado del Pacífico, cada uno con un calificativo distinto, que deben pasar el control de calidad de las autoridades.

Pero más difícil aún que aprenderse el catálogo completo o encontrar las siete diferencias entre los modelos es dar con el inventor original del vehículo, popularizado con una denominación que no concuerda con sus características. Porque hoverboard es el calificativo que utilizó por primera vez Marty McFly en Regreso al Futuro (1989) para referirse a su monopatín volador; y los actuales, por suerte o por desgracia, solo ruedan.

Pese al galimatías de distribuidores, todo apunta a que la idea original proviene de China, donde unos quinientos fabricantes se han unido para formar la Alianza de la industria del hoverboard, según informan medios estadounidenses, para hacer frente tanto a las agencias que verifican la seguridad de los vehículos como a los posibles conflictos en torno a las patentes.

¿El ‘hoverboard’ original?

Shane Chen, un inventor del país asiático, tiene desde 2014 la patente en Estados Unidos de un “vehículo de dos ruedas autoequilibrado”. En 2013, Inventist, la empresa fundada por Chen, lanzó una campaña en Kickstarter para financiar el desarrollo del Hovertrax, su modelo de patinete eléctrico.

El inventor tuvo la idea en 2011, y un año después, tras registrar una patente provisional, presentó un primer prototipo que funcionaba con dos motores de sillas de ruedas en la Feria del Juguete neoyorkina.

Más tarde, gracias a la iniciativa de 'crowfunding' consiguió reunir 80.000 dólares en solo dos meses, superando con creces sus objetivos, lo que le permitió producir los vehículos en una fábrica de Yuyao, una ciudad al norte de Shanghai. En octubre de 2014 el Hovertrax comenzó a venderse en Asia y en diciembre llegó a los Estados Unidos.

Mientras que en el país norteamericano las guerras de patentes pueden acabar en desgracia para el denunciado, las leyes de propiedad industrial e intelectual son más laxas en la república asiática, una de las razones por las que Chen fundó Inventist en Washington.

Pero casi al mismo tiempo que el inventor lanzaba su Hovertrax en 2014, una empresa china, Chic Robotics, también conocida como Hangzhou Chic Intelligent Technology (o simplemente Chic), anunciaba su nuevo producto: el Smart S1. Se trataba de un “vehículo giratorio eléctrico” con cuerpo “longitudinal” y dos ruedas. Un primo hermano del Hovertrax cuya patente había sido registrada en China unos meses después que la de Chen (que tiene una estadounidense y otra asiática, publicada en 2013).

De China, al resto del mundo

Lejos de quedarse en Asia, el choque de derechos de propiedad industrial se extendió cuando Chic se prestó a fabricar un monopatín que otra empresa, la actual IO Hawk, distribuiría en Estados Unidos. Actualmente, son cientos las que producen las piezas de estos vehículos que luego se venden en Norteamérica y Europa, la mayoría ubicadas en la ciudad china de Shenzhen, un paraíso para los fabricantes de electrónica.

El año pasado, el propio Chen llegó a un acuerdo con la firma estadounidense Razor para que pudiera comercializar el Hovertrax, pese a haber denunciado anteriormente a IO Hawk por infringir sus derechos de propiedad intelectual (solo en Estados Unidos).

En China, la cultura industrial no sigue las mismas pautas que la de los países occidentales: la ventaja competitiva de los fabricantes de tecnología se basa en producir un dispositivo lo más barato y rápido posible, aunque se trate del invento de otro. Así es como un mismo producto puede salir de los almacenes de cientos de compañías que incluso comercian entre ellas.

En el caso de los hoverboards, la idea original salió de la potencia asiática por varios caminos para colarse en el Instagram de Justin Bieber o la gala de los premios de la MTV y, como en un mundo al revés, volver a casa convertida en el objeto de plagio por excelencia, tanto en China como en el resto del mundo.

Si quieres comprar un 'hoverboard' –seguro que ya has visto por la calle alguno de estos monopatines motorizados de dos ruedas–, no busques en Amazon. El gigante de las ventas 'online' ya no distribuye los vehículos, solo accesorios como pegatinas, protectores o mochilas para transportarlos.

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