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El próximo Netflix nacerá muerto si el gobierno de internet se sale con la suya
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impulsado por el world wide web consortium

El próximo Netflix nacerá muerto si el gobierno de internet se sale con la suya

El consorcio que establece las normas por las que se rige la red trabaja en un estándar que bloqueará cualquier intento innovador de entrar en el mercado que domina Netflix

Foto: (EFF)
(EFF)

En 1997, Reed Hastings y Marc Randolph crearon un videoclub a domicilio. Los clientes solicitaban el DVD de una película y, a través de correo ordinario, les llegaba a la misma puerta de su casa. El servicio fue bautizado como Netflix. Diez años después dio el salto al mundo del streaming para revolucionar el consumo de contenido audiovisual. Sin embargo, una innovación de semejante calado podría no volver a producirse: el próximo Netflix se enfrentará un obstáculo casi insalvable antes incluso de nacer.

Aquella compañía de finales de los 90 no hacía otra cosa que comprar copias de películas para luego venderles a sus clientes el derecho a reproducirlas en sus casas. A pesar de las dificultades y las trabas que les puso la propia industria debido a ese modelo de negocio, que consiguió reunir a más de cuatro millones de usuarios en 2005, los de Los Gatos alcanzaron un éxito global e incluso se dedican ya a crear producciones propias con las que marcan tendencia en el mundo de la televisión tradicional.

El próximo servicio que trate de llegar a la red con algo totalmente rupturista lo tendrá más difícil. Se topará con el bloqueo que teje, a día de hoy, el W3C

El próximo servicio que trate de llegar a la red con algo totalmente rupturista lo tendrá más difícil. Se encontrará con el bloqueo que teje, a día de hoy, el World Wide Web Consortium (W3C). Este consorcio compuesto por más de cuatrocientas compañías entre las que se encuentran gigantes de la talla de Apple, Google, Samsung o la propia Netflix se dedica a estandarizar las características de la web para “guiarla hacia su máximo potencial”, tal y como explican en su página. Ahora, además, se estaría utilizado para blindar los respectivos negocios de sus miembros.

Tal y como denuncian desde la Electronic Frontier Foundation (EFF), una organización creada para defender los derechos de los ciudadanos en el mundo digital, el W3C trabaja ya en el estándar de una suerte de “candados digitales” que podrán utilizar las compañías para bloquear sus contenidos y servicios de forma que las nuevas startups no puedan hacer uso de ellos ni siquiera para fines perfectamente lícitos.

El ‘copyright’ según Estados Unidos

En realidad, las compañías que conforman el consorcio están tratando de llevar a los estándares de internet lo que ya está en la normativa norteamericana de derechos de autor. Así, el origen de toda la polémica no es otro que la controvertida Digital Millennium Copyright Act (DMCA). Esta ley estadounidense, que entró en vigor en el año 2000, no solo penaliza a los que vulneran la propiedad intelectual, sino también a aquellos que hacen posible saltarse los mecanismos anticopia, los conocidos como Digital Rights Managments o DRM.

Uno de esos candados digitales en los que trabaja el W3C para poner en la picota a quienes que traten de sortear los DRM es el Encrypted Media Extensions (EME). Según explica el consorcio, este nuevo estándar “proporciona las API para controlar la reproducción de contenido protegido”.

Por explicarlo de forma sencilla, si a finales de la década de los 90 a aquel primigenio Netflix le bastaba con comprar un DVD para añadirlo a su catálogo, y con meterlo en un sobre para distribuirlo entre sus clientes, al Netflix del futuro le será imposible hacer lo propio porque el EME, un método de cifrado basado en HTML 5, protegerá y blindará los contenidos audiovisuales.

Los usuarios podrán ver las series y películas en sus navegadores, pero nadie podrá extraer el contenido para reutilizarlo o investigar una mejora del método de distribución que pueda dar origen a un nuevo negocio. Siguiendo el símil, se da la misma situación que hubiera sucedido si, hace veinte años, alguien le hubiera prohibido a Netflix comprar películas en DVD o empaquetarlas de manera diferente.

El gran problema de este candado digital es que se trata de 'software' propietario (lo opuesto a 'software' libre), lo que en principio bloquea cualquier posibilidad de que investigadores o emprendedores puedan acceder de forma gratuita para buscar fallos o trabajar en mejoras, respectivamente. El que quiera hacerlo deberá pasar por caja siempre y cuando a la compañía propietaria le interese permitir que toquetee su invento.

Nadie podrá extraer el contenido para reutilizarlo o investigar una mejora del método de distribución que pueda dar origen a un nuevo negocio

Precisamente ese detalle ha hecho que Firefox aceptara a regañadientes dar soporte a EME. No obstante, y a pesar de la polémica suscitada incluso en el seno de la organización, todo apunta a que dará el salto al mundo de los estándares y pronto dejará de ser tan solo una opción más.

Si bien en el pasado el W3C había conseguido que sus miembros se comprometiesen a dar licencias de sus patentes a aquellos que tratasen de crear una nueva tecnología web, en este caso el consorcio no solo no facilita los avances futuros, sino que levanta todo un muro que podría impedir que se produzcan. Las invenciones, y con ellas la competencia, están en peligro de extinción.

“Cuando las compañías se reúnen en el consorcio para establecer estándares, deberían comprometerse a no utilizar la legislación para detener la innovación tecnológica legal en la red”, denuncian desde EFF.

Machacando al pez pequeño

Más allá del caso concreto de este estándar aparentemente inevitable, EFF lleva años denunciando el riesgo que supone la DMCA. La ley creada para luchar contra la piratería, con una efectividad cuando menos dudosa, lleva más de una década siendo utilizada por las compañías con fines que van más allá de proteger su ‘copyright’.

Uno de los casos más sorprendentes fue el de Apple en 2009. Los de la manzana mordida se enfrentaron a la web Bluwiki después de que algunos de sus usuarios comentaran en la plataforma la posibilidad de manipular iPods, por medio de ingeniería inversa, para que funcionaran con un 'software' distinto a iTunes. En el debate no había siquiera intención de comercializar un servicio, sino tan solo de investigar las posibilidades del reproductor de música de los de Cupertino. Sin embargo, la simple amenaza con la DMCA cercenó cualquier conato de innovación.

Ahora, esa ley norteamericana que ya utilizaban las compañías para amedrentar a posibles competidores se convertirá en un estándar de la red. En el Netflix del presente pueden respirar tranquilos: si los que mandan en internet se salen con la suya, el Netflix del futuro jamás verá la luz.

En 1997, Reed Hastings y Marc Randolph crearon un videoclub a domicilio. Los clientes solicitaban el DVD de una película y, a través de correo ordinario, les llegaba a la misma puerta de su casa. El servicio fue bautizado como Netflix. Diez años después dio el salto al mundo del streaming para revolucionar el consumo de contenido audiovisual. Sin embargo, una innovación de semejante calado podría no volver a producirse: el próximo Netflix se enfrentará un obstáculo casi insalvable antes incluso de nacer.

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