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La (absurda) alarma en torno a los ftalatos y qué dice la ciencia al respecto
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se añaden a los plásticos para hacerlos blandos

La (absurda) alarma en torno a los ftalatos y qué dice la ciencia al respecto

Son otro de los caballos de batalla de los combatientes antiquímica, que últimamente han rescatado el tema a partir de una denuncia de la Fundación Vivo Sano

Foto: Los ftalatos están especialmente regulados en los productos infantiles (Foto: Corbis)
Los ftalatos están especialmente regulados en los productos infantiles (Foto: Corbis)

Los ftalatos son otro de los caballos de batalla de los combatientes antiquímica, una familia de compuestos químicos en torno a los que se mezclan la ciencia y la pseudociencia en un batiburrillo perfecto para crear una alarma injustificada a causa de sus supuestos efectos para la salud, la supuesta falta de regulación y el supuesto desinterés de las grandes compañías.

Vuelven a estar de actualidad gracias a la Fundación Vivo Sano, que protagonizó una rueda de prensa el pasado miércoles en la que presentó un informe y pidió a la UE una regulación más estricta y a España que prohíba "la puesta en el mercado de productos que contengan ftalatos, además de gravar a las empresas que fabriquen productos con estas sustancias químicas".

Que los ftalatos son “contaminantes universales”, que están presentes en juguetes, cosméticos, productos de limpieza, cosméticos y alimentos, que muchos estudios demuestran las alteraciones que provocan en el organismo, que las autoridades se niegan a regularlas… Son algunas de las críticas habituales al uso de estos compuestos, en las que hay un poco de verdad envuelta otras verdades a medias, 'malentendidos' y manipulaciones.

¿Qué son los ftalatos?

Empecemos explicando qué son los ftalatos, o ésteres de ácido ftálico. “Son una familia de compuestos químicos que se utilizan en muchas industrias como plastificadores: se añaden a los polímeros rígidos para hacerlos más elásticos, flexibles y maleables”, explica a Teknautas Deborah García, química y divulgadora.

Se utilizan por ejemplo en la industria de la moda “para que los estampados plásticos de las prendas no las dejen rígidas y se puedan llevar con comodidad”. Algunos de los más comunes con los que se añaden al PVC para convertirlo en un plástico flexible y versátil, y se utilizan para hacer envases de comida, tintes, detergentes y algunos productos de uso médico, como las bolsas de diálisis.

El problema es que los ftalatos no se integran con los polímeros a los que son añadidos, por lo que pueden terminar desprendiéndose de él y llegando hasta nosotros, especialmente cuando se encuentran en envases de alimentos o bebidas. De hecho, un reciente estudio ha demostrado que las personas que comen comida rápida tienen niveles más altos de ftalatos en su cuerpo. Este riesgo aumenta en el caso de los productos infantiles, debido a que los niños tienden a meterse en la boca cualquier cosa que cae en sus manos. Los ftalatos no son tóxicos, pero cuando entran en nuestro cuerpo ingeridas o aspiradas, se descomponen en el hígado o los pulmones en otro tipo de moléculas.

Algunos estudios han demostrado que los ftalatos tienen efectos perjudiciales para la salud, pero de momento solo en ratones. Eso concluía una investigación de 2012: que estos compuestos generan “huellas de desregulación génica en varios genes involucrados en la reproducción”, tal y como explicaba Ainhoa Iriberri en El Mundo. Lo que los científicos encontraron era que los ftalatos podían generar en los animales problemas en el desarrollo testicular y la generación del esperma.

Actualmente, ningún estudio ha demostrado toxicidad con respecto al desarrollo de órganos reproductores en humanos

“Actualmente, ningún estudio ha demostrado toxicidad con respecto al desarrollo de órganos reproductores en humanos, que es la toxicidad que se le atribuye”, explica García. Por eso la normativa vigente en torno al uso de los ftalatos solo atañe a juguetes y productos de cuidado infantil. Sin embargo, los estudios al respecto siguen desarrollándose.

Regulación en España y en Europa

Efectivamente, su uso está regulado en España en todo tipo de productos infantiles: según el real decreto 1114/2006 juguetes, pañales, cubiertos, ropas o cualquier otro producto de puericultura no pueden llevar ftalatos en cantidades que superen el 0,1% del peso del producto, “lo que significa que muy pocos llevan, ya que en esa cantidad sus propiedades no se pueden aprovechar”, explica García. Además, la Unión Europea prohibió en 1999 el uso de algunos de ellos en la totalidad de los artículos infantiles por ser su potencial tóxico mayor, mientras que otros solo lo están en aquellos productos que los niños se llevan habitualmente a la boca.

La Unión Europea prohibió en 1999 el uso de algunos de ellos en la totalidad de los artículos infantiles por ser su potencial tóxico mayor

En el resto de productos, los ftalatos se utilizan siguiendo las cantidades máximas que indica la legislación de la Unión Europea según los estudios que demuestran su seguridad, equilibrando los beneficios que aportan con los riesgos que puedan suponer. El 1 de junio de 2007 entraba en vigor la directiva REACH ('Registration, Evaluation and Authorization of Chemicals' o Registro, evaluación y autorización de productos químicos), que exige analizar tanto las sustancias químicas de introducción reciente como las que ya están en uso y obliga a los fabricantes a demostrar que se utilizan con seguridad. Esto quiere decir que aunque los ftalatos no estén prohibidos ahora, pueden prohibirse en el momento en que se compruebe que su uso no es seguro.

Algunos países de la Unión Europea han tomado medidas más estrictas respecto a los ftalatos. Suecia, por ejemplo, propuso incluir uno de estos compuestos en la lista de "sustancias muy preocupantes" y regularla para evitar que fuese sustituido por otros de forma inapropiada, y Dinamarca se planteó la posibilidad de prohibir cuatro sustancias del grupo de los ftalatos, si bien al final decidió no hacerlo.

Se trata de una decisión que los legisladores toman valorando las ventajas que aportan y los riesgos que suponen. En el caso de los ftalatos se considera generalmente que las propiedades que aportan a los productos en que se incorporan superan unos riesgos que, de momento, ningún estudio ha podido confirmar, así que se permiten con restricciones, como la de alejarlos de los niños. Esto no significa que no vayan a prohibirse en un futuro, si se formulan nuevos compuestos o los existentes se utilizan de formas distintas. “Si solamente nos guiásemos por el principio de precaución, no podríamos ni salir de casa, no fuese a pillarnos un coche”.

Anteriores polémicas con los ftalatos

La polémica en torno a los ftalatos no es nueva. En 2012 protagonizaron una agresiva campaña de Greenpeace, que acusaba a 20 marcas de moda, entre ellas Zara de utilizar “productos químicos peligrosos” y “sustancias que producen trastornos hormonales y cáncer” para confeccionar sus prendas. Los ftalatos eran una de esas sustancias señaladas por el grupo ecologista.

Greenpeace elaboró un informe a partir de los resultados de sus propios análisis en el laboratorio y lo utilizó para realizar una denuncia a las marcas en los medios de comunicación, en las redes sociales y ante las mismas tiendas. El impacto fue enorme y la reacción de la compañía muy rápida: Inditex anunció en pocos días que dejaría de utilizar tanto los ftalatos como otros compuestos señalados por el grupo ecologista.

Pero un vistazo crítico a las cifras que aportaba Greenpeace demostraban que la denuncia se basaba en un análisis más que sesgado y muy lejos de criterios científicos. Para empezar, explica García, que estudió el caso a fondo, analizaron solo 10 prendas diferentes entre sí, buscando los valores de concentración de cada químico en cada una de ellas, sin incluir margen de error alguno (imprescindible en este tipo de estudios).

Según ese mismo análisis, solo una de las diez prendas fue analizada para ftalatos, y se halló una concentración que rozaba el límite de detección, es decir, la concentración mínima de una sustancia que puede ser detectada con fiabilidad.

Eso no evitó que se extendiese la idea de que los ftalatos están “en todas partes” y que son “peligrosos”. Si a esto añadimos la idea de que los gobiernos no quieren por algún motivo regular su uso, y que las empresas los añaden a sus productos para perjudicarnos, tenemos el germen perfecto para crear una alarma generalizada sin motivo ninguno. "Vivimos más sanos que nunca y sin embargo hay quien se empeña en que todo a nuestro alrededor lo hacen para dañarnos".

Los ftalatos son otro de los caballos de batalla de los combatientes antiquímica, una familia de compuestos químicos en torno a los que se mezclan la ciencia y la pseudociencia en un batiburrillo perfecto para crear una alarma injustificada a causa de sus supuestos efectos para la salud, la supuesta falta de regulación y el supuesto desinterés de las grandes compañías.

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