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Así es como la tecnología ha permitido encontrar un barco perdido durante 150 años
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En busca del Agnes E. Fry y su carga perdida

Así es como la tecnología ha permitido encontrar un barco perdido durante 150 años

El Agnes E. Fry participó en la Guerra de Secesión estadounidense y se hundió ante las costas de Carolina del Norte. Durante un siglo y medio, nadie supo dónde estaba

Foto: Imagen del sónar del Agnes E. Fry (Departamento de Recursos Naturales y Culturales de Carolina del Norte)
Imagen del sónar del Agnes E. Fry (Departamento de Recursos Naturales y Culturales de Carolina del Norte)

El puerto de Wilmington, en Carolina del Norte, fue el último bajo control del ejército confederado, uno de los dos combatientes durante la Guerra Civil estadounidense. Allí entraron y salieron muchos barcos pequeños y veloces que, en la oscuridad de la noche, llevaban provisiones y armas. Muchos de ellos no salieron airosos de las maniobras en la oscuridad y se hundieron. Ahora, un grupo de arqueólogos cree haber encontrado el Agnes E. Fry, uno de esos barcos, perdido desde hace ya un siglo y medio en Wilmington.

Al menos eso creen "con un 99% de seguridad", ha asegurado el arqueólogo Billy Ray Morris a 'Wired'. Hay que tener en cuenta que se trata de un barco muy, muy antiguo hundido en aguas muy, muy oscuras. El 1% de seguridad restante se resolverá la semana que viene cuando un equipo de buceadores descienda hasta el barco naufragado para realizar un mapeado tridimensional.

La búsqueda del Agnes E. Fry forma parte de un esfuerzo por dibujar un mapa de las batallas marinas de esta contienda. Cuando los expertos del estado de Carolina del Norte, junto a miembros del Instituto Internacional para la Investigación Marina sondearon las aguas en torno a Carolina del Norte, se encontraron con que los barcos allí hundidos estaban más expuestos a la vista que antes, seguramente debido a un cambio en las aguas del río que desemboca en el Atlántico cerca de Wilmington. Esto avivó su interés por buscar tres barcos aún sin localizar, que quizá también serían ahora más visibles.

Hay 'algo' ahí abajo

Así que pasearon con su bote de sondeo alrededor de Oak Island. A bordo llevaban un magnetómetro (un detector que puede captar distorsiones en el campo magnético terrestre causados por el casco de hierro de un barco, y también un sónar de barrido lateral, que flotaba detrás del barco emitiendo señales acústicas y midiendo su eco contra el suelo oceánico. Y entonces dieron con 'algo'.

Todo parece apuntar a que se trata del barco perdido, pero asegurarse es especialmente difícil puesto que las aguas en las que se encuentra son muy oscuras

Por investigaciones anteriores, Morris sabía que el único de los tres barcos perdidos que medía más de 200 pies (casi 61 metros) era el Agnes E. Fry. El que había encontrado medía unos 225 (unos 68'5). Además, debía faltarle la hélice y el motor (en estos barcos, estos componentes estaban especialmente optimizados y por tanto se habrían rescatado tras el naufragio). Ambas partes faltaban, pero por lo demás, los restos encontrados estaban en muy buen estado.

Todo parece apuntar a que se trata del barco perdido, pero asegurarse es especialmente difícil puesto que las aguas en las que se encuentra son muy oscuras a causa de los residuos que arrastra el río de árboles y plantas. La prueba definitiva llegará con el escáner tridimensional, que dará la oportunidad a cualquiera de ver el barco como si se encontrase ante él.

El enigma de la carga perdida

Los buceadores bajarán hasta el fondo e instalarán el escáner sobre un trípode plantado ante el barco. El dispositivo enviará ondas acústicas, y las que reboten y sean devueltas servirán para crear una imagen del fondo del océano, con el barco incluido. Mientras tanto, otro miembro del equipo que se quedará en la superficie irá comprobando las imágenes y dando indicaciones de dónde colocar el escáner para mejorar las tomas.

Quizá incluso puedan descubrir si la carga del Agnes E. Fry sigue a bordo. Según los registros de la época, el barco no tuvo tiempo de descargar todo lo que llevaba en su bodega en el puerto antes de tener que salir huyendo ante un ataque repentino, y se conservan cartas del comandante del puerto preguntando específicamente por su cargamento, aunque sin decir qué era. Quizá los arqueólogos puedan por fin descifrar el misterio.

El puerto de Wilmington, en Carolina del Norte, fue el último bajo control del ejército confederado, uno de los dos combatientes durante la Guerra Civil estadounidense. Allí entraron y salieron muchos barcos pequeños y veloces que, en la oscuridad de la noche, llevaban provisiones y armas. Muchos de ellos no salieron airosos de las maniobras en la oscuridad y se hundieron. Ahora, un grupo de arqueólogos cree haber encontrado el Agnes E. Fry, uno de esos barcos, perdido desde hace ya un siglo y medio en Wilmington.

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