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Sexo en realidad virtual: los jóvenes que quieren dar el próximo pelotazo del porno
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vr bangers ya es rentable con dos meses de vida

Sexo en realidad virtual: los jóvenes que quieren dar el próximo pelotazo del porno

Daniel Abramovich no tiene oficina pero es capaz de gastarse 20.000 dólares en rodar una escena para su productora de cine porno. Hacerlo en realidad virtual sale caro

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“El porno consume todo mi tiempo libre. No puedo ni ver a mi familia”. La frase es de Daniel Abramovich, uno de los cocreadores y CEO de VR Bangers, una 'startup' afincada en Los Angeles que quiere subirse al carro del porno en realidad virtual: “Es el futuro”.

A pesar de contar con un par de meses de vida —la firma se puso en marcha el 19 de enero— y de gastarse “entre 15.000 y 20.000 dólares” por rodaje —"alquilar una mansión es caro", argumenta—, Abramovich cita a Teknautas en un Starbucks en la zona de Sherman Oaks, conocida por albergar a un buen número de productoras de cine para adultos. Su aspecto desaliñado se aleja del estereotipo del habitual productor de porno que ronda el barrio de Los Angeles de San Fernando, rebautizado como 'Porn Fernando'. La explicación es más que obvia.

Los responsables de VR Bangers deben examinar cuidadosamente la edad de los actores. Contratar a un menor les puede costar 10 años de cárcel

“Todavía no tenemos una oficina. Mi socio, Boris Smirnoff, y yo hemos financiado la productora y estamos a la caza de inversores”, explica Abramovich. VR Bangers es la enésima prueba de que el porno es uno de los primeros sectores en abrazar cualquier novedad tecnológica. Esa novedad, en 2016, se llama realidad virtual.

“Oculus Rift ha vendido unas 175.000 unidades, más o menos el mismo número que Samsung Gear VR. Suma Google Cardboard y tienes a cerca de 500.000 personas que ya tienen unas gafas. Estoy seguro de que la mitad son entusiastas del porno y que lo consumen a todas horas. Así que tenemos 250.000 usuarios potenciales", enumera.

placeholder Daniel Abramovich, en la feria de porno AVN, que se celebra en Las Vegas.
Daniel Abramovich, en la feria de porno AVN, que se celebra en Las Vegas.

Según Abramovich, lo que diferencia a su productora de la competencia es el cuidado por el acabado del producto. El material de VR Bangers puede incluso verse en 4K, otra de esas tecnologías a las que el porno ha llegado antes que nadie: “La posproducción es muy complicada. Editar un vídeo lo puede hacer cualquiera, y hay ‘software’ que lo hace de manera automática, pero queda mal: se cortan las cabezas y la imagen da problemas”.

La solución, para este dúo angelino, ha sido optar por una opción alternativa. “Tenemos un ‘software’ que nos permite que quede perfecto, pero nos lleva mucho tiempo. Para editar un vídeo suele bastar con una jornada de trabajo mientras que a nosotros nos cuesta una semana”, explica. Entre los retos técnicos que se han encontrado destaca el peso del archivo final, más grande de lo habitual: tener que emitir dos imágenes en pantalla (una para cada ojo) explica la diferencia de tamaño respecto a un archivo tradicional.

Un rodaje normal dura entre una y dos horas. En realidad virtual se dispara hasta las ocho o diez

Los retos no finalizan en la vertiente técnica sino que también se trasladan al plató de rodaje. El habitual set con cámaras, trípodes y focos ha dejado paso a un escenario limpio en el que el actor de turno representa al espectador.

“La técnica es completamente diferente, pero a los actores no les acaba de gustar”, admite. Esa ‘molestia’ la explica el hecho de que la cámara debe estar colocada en la parte superior del torso del intérprete, lo que le obliga a rodar con la cabeza hacia atrás.

“Un rodaje normal dura entre una y dos horas. En realidad virtual se dispara hasta las ocho o diez”, explica Abramovich. El compromiso de VR Bangers con el acabado final les ha llevado hasta el extremo de desechar las cámaras GoPro: “Los colores no se ven tan bien en pantalla y la imagen tiene mucho grano”.

Ser el protagonista

La realidad virtual se asienta sobre una idea: que el consumidor sea el protagonista de aquello que está viendo. Ya sea en un videojuego, uno de los hábitats con mayor potencial, o en el porno, este incipiente sector de la industria parece hecho a la medida del consumidor masculino: “La gente siempre ha soñado con tener a las mujeres delante suyo”.

Pero, ¿qué sucede con el público femenino? ¿Es un nicho al que no se hace caso o es una oportunidad de expandir el mercado? “Ahora mismo tenemos un 80% de usuarios masculinos y un 20% femeninos”, explica Abramovich.

En VR Bangers conviven un 80% de usuarios masculinos con un 20% de mujeres

¿Significa esa cifra que van a producir contenidos con un enfoque diferente para esa quinta parte de su público? “Estuvimos en la feria AVN —la mayor del porno— en Las Vegas y mucha gente nos pidió contenido femenino. Así que vamos a grabar escenas lésbicas”, asegura el cocreador de VR Bangers, que no parece haber comprendido del todo el concepto del porno para chicas. Abramovich asegura que han sido las propias consumidoras las que se lo han pedido. “Esta semana vamos a rodar la primera escena”, certifica.

Gafas para todos

Conscientes de que el éxito de su negocio no se entiende sin la adquisición previa de un ‘hardware’, en VR Bangers ofrecen gafas de realidad virtual para los suscriptores que opten por pagar una cuota de tres o de doce meses. La primera cuesta 39,99 dólares y da acceso a un Google Cardboard, la segunda es algo más cara, cien dólares, pero ofrece unas gafas con un acabado de mayor calidad, como si se tratara de una versión de ‘baratillo’ de las Gear VR. La cuota mensual, la más básica de todas, se queda en 14,99 dólares.

El negocio del porno va sobre ruedas por el momento. Los dos socios de VR Bangers han recuperado la inversión inicial y cuentan con un editor y una persona encargada de la atención al cliente. El negocio ya tiene beneficios a pesar de su corta vida. “Cada día tenemos entre 30 y 50 nuevas altas y esa cifra aumenta los fines de semana”, enumera Abramovich. Daniel y Boris se compenetraron para dar forma a un dúo que cubriera todas las necesidades que tenía la recién nacida empresa: el primero se encarga de toda la vertiente empresarial mientras que sobre el segundo recae la responsabilidad tecnológica.

Los socios fundadores tardaron un año hasta dar con la fórmula adecuada para sacar adelante su proyecto. Por el camino se toparon con los citados problemas técnicos pero también con otros legales: “Tienes que ser muy cuidadoso con los actores y asegurarte de que sean mayores de edad". El riesgo de contratar a un menor de edad implica una pena de cárcel "de hasta diez años". Por ello, en la productora tienen que poner en práctica medidas adicionales para verificar la edad de los actores.

El ingrediente secreto

No todo es inmersión en la realidad virtual. Para el cocreador de VR Bangers también es necesario colocar algún elemento extra en la ecuación para darle un toque distintivo y que el espectador no se aburra.

“Tratamos de hacer cada escena interesante, intentamos que haya un par de chicas en cada una, que no esté sólo una actriz. También intentamos que haya mujeres a ambos lados de la pantalla para que el espectador pueda mirar alrededor”.

Tratamos de hacer cada escena interesante, intentamos que haya un par de chicas, que no esté una actriz sola

VR Bangers no necesita reinventar la rueda porque forma parte de una de las mayores industrias del planeta, si no la mayor. “Todo el mundo consume porno a diario. Es un negocio de miles de millones de dólares, como los videojuegos o la NFL”, zanja Abramovich.

Segundos antes de cerrar la entrevista, aparece en la cafetería Michael Cudlitz, actor de 'The Walking Dead'. Una de esas situaciones que sólo se dan en Los Angeles pero que a Abramovich no le podrían importar menos. “No tengo tiempo para ver la televisión”, afirma. El porno es el principal responsable de que no disponga de ocio para mantenerse al día de sus series favoritas.

“El porno consume todo mi tiempo libre. No puedo ni ver a mi familia”. La frase es de Daniel Abramovich, uno de los cocreadores y CEO de VR Bangers, una 'startup' afincada en Los Angeles que quiere subirse al carro del porno en realidad virtual: “Es el futuro”.

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