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La máquina japonesa de las ilusiones ópticas (casi) imposibles
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La máquina japonesa de las ilusiones ópticas (casi) imposibles

Los objetos creados por el profesor japonés Kokichi Sugihara engañan al cerebro humano gracias a un 'software' desarrollado por él mismo

Foto: (Kokichi Sugihara)
(Kokichi Sugihara)

El cerebro tiene sus limitaciones y él lo aprovecha: sus obras desafían a la lógica con unos trucos que engañan a nuestra mente cual trilero. Bolas que parecen rodar cuesta arriba por la mágica e incomprensible influencia de la gravedad más disparatada, objetos que desaparecen ante un espejo, ángulos que poco tienen que ver con los de la realidad... Así son las ilusiones ópticas de Kokichi Sugihara.

Este doctor en Matemáticas en la Universidad Meiji de Tokio asegura haber creado en los últimos 35 años cerca de 300 objetos que no son lo que parecen, muchos de ellos auténticas obras maestras. Con uno de sus artilugios, de hecho, Sugihara ganó en 2010 el concurso en el que se decide cuál es la mejor ilusión óptica del año.

Mis principales métodos son las matemáticas (especialmente la geometría) y la programación

En ella, cuatro carriles con una obvia pendiente sirven para que unas bolas se deslicen hacia arriba como si nada. Sin necesidad de recibir impulso alguno, las pequeñas esferas ruedan por sí solas a pesar de lo empinado de la estructura. A pesar de que los ojos la aprecian con total claridad, la inclinación no es, ni mucho menos, lo que parece:

Por suerte, este profesor japonés no es uno de esos magos que deja a su público boquiabierto y con las ganas de saber cómo ha logrado lo imposible. Como se puede apreciar en el vídeo, Sugihara explica siempre dónde está el truco. En su caso, no hay más que dos: “Mis principales métodos son las matemáticas (especialmente la geometría) y la programación”, explica Sugihara a Teknautas.

Si la informática es uno de esos ases que tiene bajo la manga es porque primero desarrolló un 'software' capaz de diseñar algunas de las ilusiones ópticas más asombrosas del mundo. Es la máquina que utiliza para fabricar sus obras y hacer posible lo imposible.

“Escribí el programa original yo mismo, utilizando lenguaje de programación Fortran”, nos cuenta el profesor. Por suerte para aquellos que estén deseando desafiar el sistema visual del pobre y confuso ser humano, Sugihara pone en su página web a disposición de todo aquel que lo desee el software con el que él ha creado sus asombrosas ilusiones.

A pesar de las facilidades del código abierto, llegar a su nivel no está al alcance de cualquiera. De hecho, él mismo lo confiesa con algo de ironía: “Cualquiera puede crear una ilusión similar, solo hace falta tener suficiente conocimiento sobre geometría y saber cómo aplicarlo a la escritura en un programa de ordenador”.

Tanto es así que, a pesar de la innegable ayuda que el profesor tiene en su propio 'software', él asegura poder predecir los efectos de la ilusión que va a crear antes de construirla, algo que está al alcance de pocos (a menos que se conozcan a fondo los modelos matemáticos vinculados a la vista humana, claro).

¿Ángulos rectos?

Todo empieza con la libertad que da el hecho de que una imagen en dos dimensiones no dé información alguna sobre la profundidad, lo que permite crear objetos tridimensionales que tengan la misma representación que la imagen pero con otros ángulos.

Si mostramos un objeto hecho sin ángulos rectos con el mismo aspecto que uno que sí los tenga, el cerebro humano lo interpreta mal

Tal y como explica Sugihara, nuestro cerebro parece preferir ver ángulos rectos por todas partes antes que de cualquier otro tipo. “Así que, si mostramos un objeto hecho sin ángulos rectos pero que tiene el mismo aspecto que uno que sí los tenga, el cerebro humano lo interpretará de la manera errónea”.

En la década de los 80, cuando Sugihara era un joven interesado en la robótica, creó este 'software'. Lo probó con dibujos de apariencia imposible y contrarios a toda lógica, como la famosa escalera infinita de Penrose. Lejos de rechazar imágenes como estas, el programa proponía un objeto tridimensional parecido al dibujo. Había nacido la máquina de las ilusiones ópticas.

A partir de ahí, el matemático comenzó a imaginar otras imágenes imposibles que pudieran ser transportadas al mundo tridimensional desafiando a la vista humana. Así, primero crea y dibuja la ilusión en dos dimensiones y luego le pide a su programa una forma de hacer de la estructura una engañifa. Aunque pueda sonar sencillo, sin los conocimientos de matemáticas y geometría propios de un genio, la magia de la informática no produciría su efecto.

Cualquiera puede crear una ilusión similar, solo hace falta saber geometría y aplicarlo a la escritura en un programa de ordenador

En todo este tiempo, Sugihara ha creado ilusiones ópticas que él mismo clasifica en cuatro generaciones: en primer lugar, engaños estáticos; desde 1995, creó estructuras en las que incluyó movimientos imposibles, como el de las bolas de la ilusión con las que ganó el concurso de 2010; a partir de 2014, objetos que cambian su apariencia al estar reflejados en un espejo; y, por último, desde el pasado año, Sugihara se dedica a crear estructuras con las que logra que algunas partes desaparezcan al estar ante un espejo:

A este matemático que reconoce tener ya lista la ilusión para el concurso de 2016 aún le quedan muchas estructuras por crear. Con ellas pretende poner a prueba más aspectos de nuestro sistema visual.

Según él, nuestro cerebro tiende a buscar siempre la imagen más simétrica posible. Además, suele interpretar las imágenes oscuras como zonas con pendiente negativa y las que están iluminadas como objetos que están cuesta arriba. La máquina de las ilusiones ópticas de Sugihara tiene aún muchos engaños que urdir para burlarse de nuestros confusos cerebros.

El cerebro tiene sus limitaciones y él lo aprovecha: sus obras desafían a la lógica con unos trucos que engañan a nuestra mente cual trilero. Bolas que parecen rodar cuesta arriba por la mágica e incomprensible influencia de la gravedad más disparatada, objetos que desaparecen ante un espejo, ángulos que poco tienen que ver con los de la realidad... Así son las ilusiones ópticas de Kokichi Sugihara.

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