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El 'Cabo Cañaveral' español se encuentra en Huelva y ha lanzado más de 500 cohetes
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Mariano Vázquez dirigió la base del 82 al 88

El 'Cabo Cañaveral' español se encuentra en Huelva y ha lanzado más de 500 cohetes

Un centro del INTA en Huelva ha sido escenario de todos los lanzamientos de cohetes desde suelo español. En 2016 se cumplen 50 años de la primera de esas maniobras

Foto: Un proyecto de la holandesa Universidad de Delft reanudó, en octubre de 2015, los lanzamientos desde la base de El Arenosillo. (INTA)
Un proyecto de la holandesa Universidad de Delft reanudó, en octubre de 2015, los lanzamientos desde la base de El Arenosillo. (INTA)

Mariano Vázquez Velasco puede presumir de tener un currículo impecable. Bajo su mando, la base española de El Arenosillo, en Huelva, tiene un registro impoluto de 558 lanzamientos de cohetes desde finales de los años sesenta hasta 1994. Hoy, ya retirado, repasa el 50º aniversario del equivalente español de Cabo Cañaveral, un lugar desde el que se han lanzado al espacio los primeros cohetes de fabricación nacional.

El Arenosillo ha cambiado de nombre y se ha convertido hoy en el CEDEA (Centro de Experimentación De El Arenosillo). En los últimos 21 años no ha tenido actividad espacial hasta hace unos meses. La base ha reanudado los lanzamientos en octubre de 2015, con un proyecto de unos estudiantes holandeses, aunque el encargado del diseño y fabricación de aquellos primeros cohetes, Vázquez, ya no tenga nada que ver.

"Los cohetes militares que hacíamos en España eran muy pequeñitos", explica Vázquez a Teknautas por teléfono. La base onubense fue el punto de partida de diferentes vehículos que han posibilitado el envío de tecnología española hacia el espacio. Los vehículos INTA-100, INTA-255, INTA-300 o INTA-300B se cuentan entre algunos de los cohetes con los que trabajó Vázquez.

Al poco de iniciar la charla, este ingeniero técnico aeronáutico que también ostenta el cargo de teniente coronel del Ejército del Aire, deja claro que las actividades llevadas a cabo en El Arenosillo poco tenían que ver con las que se realizaban en Cabo Cañaveral, Baikonur o la Guayana Francesa: "Nos dedicábamos, fundamentalmente, a lanzar cohetes de sondeo metereológico o para diferentes estudios científicos. Con ese fin, casi exclusivo, estuvimos hasta el 16 de abril de 1994".

Nos dedicamos a lanzar cohetes de sondeo metereológico o para diferentes estudios científicos

La actividad espacial en El Arenosillo comenzó a mediados de los años sesenta. En esa época se dieron dos hechos esenciales para que la base, que depende del INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial), iniciara el envío de vehículos fuera de nuestras fronteras: la creación de la Comisión Nacional de Investigación del Espacio en 1963 y un acuerdo firmado con la NASA.

"La NASA había creado una red de campos de lanzamiento en distintos lugares del mundo y se estableció este para hacer estudios, fundamentalmente metereológicos", explica Vázquez. El Arenosillo no fue una base para el lanzamiento exclusivo de cohetes sino que también sirvió de plataforma para enviar globos a las capas altas de la atmósfera. "Permitía conocer el estado de los cielos para saber si se podía lanzar un cohete", resume.

Vázquez, que ha recopilado su experiencia en un libro editado por el INTA, pasea con orgullo un pulcro currículo en el que se cuentan 558 lanzamientos —"no se cuentan pequeños cohetes de ayuda o los globos para medir el tiempo", puntualiza— entre los que no hay ni un solo error. "El despegue era el momento más problemático. Al dejar la vía o columna de lanzamiento, cuando el vehículo se encuentra con la atmósfera y los vientos", reconoce.

Las misiones de los cohetes lanzados desde Huelva cumplían con diferentes objetivos y se enviaban a diferentes alturas. Todos ellos tenían un elemento en común: eran vuelos suborbitales que, una vez alcanzada una velocidad máxima, regresaban a tierra. "Los estudios metereológicos se enviaban a 50 ó 60 kilómetros. Se soltaba la sonda en el apogeo, bajaba con un paracaídas desplegado y recogía datos, la temperatura, la densidad o la humedad, durante una hora".

"Se han llegado a lanzar cargas a 300 kilómetros de altura para estudios astrofísicos", prosigue Vázquez. El Arenosillo nunca ha lanzado un cohete que permitiera poner un objeto en órbita. Para ello, explica el antiguo responsable de la base, harían falta cohetes mucho más potentes que solo habrían permitido poner "pequeñas cargas" en el espacio.

El primer equipo, formado en la NASA

Para poder realizar con éxito esos más de 500 lanzamientos, la base de El Arenosillo tuvo que equiparse con el personal cualificado necesario para ejecutar una maniobra nada habitual en la década de los sesenta. "El cohete con un sentido similar al de hoy aparece en la Segunda Guerra Mundial", recuerda Vázquez.

Con pocos años de vida, y sin experiencia alguna en el campo, el INTA envió a un grupo de personas a Estados Unidos para que se formaran en una de las instituciones más destacadas en la materia: la NASA. "Hubo un grupo de ocho personas que estuvo seis meses mientras que otras tres personas tuvieron una estancia más corta. Fueron pioneros", rememora Vázquez. Cada uno de ellos se especializó en un área determinada: uno se encargaba de temas metereológicos, un par estudiaron sobre radares para seguir los cohetes, mientras que otro par se encargaron de la telemetría para recoger todos los datos que se enviaban por radio.

De igual importancia era la persona encargada de los propulsantes, el elemento también conocido como combustible, fuera de la jerga espacial. "Todos los que se lanzaron desde aquí tenían propulsantes sólidos. No llegamos a utilizar propulsantes líquidos porque no hacía falta y porque era más difícil conseguirlos", explica el ingeniero aeronáutico.

De vuelta al equipo que trabajó en la base onubense, Vázquez resalta el hecho de que se trataba de un conjunto de gente único en el país en aquel momento: "Era el primer equipo con capacidad para operar en un campo de este tipo. Eran prácticamente todos civiles salvo tres suboficiales del ejército del aire".

De todos los vehículos que despegaron de la base -se contaban algunos de origen estadounidense o francés, "como el 'Centauro"-, se lanzaron un puñado diseñados por el INTA y ensamblados en suelo español. "El primero que se fabricó íntegro en España fue el INTA-100. El 300 tenía bastantes partes hechas en España, aunque parte del equipamiento de estos vehículos se adquiría en el extranjero", explica Vázquez.

Los números de fabricación de esos cohetes fueron escasos. "Eran poco más que prototipos y se hacían en talleres propios", aclara Vázquez. El ingeniero recuerda que no existía en España "la capacidad para investigar ni en los setenta ni en los ochenta". Una lástima, en palabras del que fue responsable de la base de 1982 a 1988, porque los vehículos "demostraron su capacidad y funcionaron bien".

El INTA-255, fabricado a finales de los sesenta, voló hasta en tres ocasiones. Podía lanzar una carga de 30 kilos a 150 kilómetros. La versión posterior, el INTA-300, solo voló una vez. Fue en 1981 y se construyó para elevar la carga hasta los 50 kilos y la altura hasta los 250 kilómetros. El INTA-100 se estrenó en 1984 y su nombre respondía a los 100 milímetros de diámetro del cuerpo. Estaba pensado para lanzar una carga de cinco kilos a unos 75 kilómetros.

Vuelta a la rampa

El pasado mes de octubre, un grupo de estudiantes de la Universidad de Delft, en Holanda, lanzaron desde la base de El Arenosillo, el STRATOS II+, un cohete de 6,56 metros de longitud que tenía más de 100 kilos de propulsante sólido y pensado para lanzar cargas de carácter científico a 50 kilómetros.

El evento fue el primero, tras más de 20 años de inactividad, en una base que ahora apoya el entrenamiento del ejército español con cohetes de nuevo desarrollo, globos o aeronaves no tripuladas, así como otras actividades relacionadas con la I+D.

La empresa PLD Space, con sede en Alicante, tiene previsto lanzar el primer cohete privado español desde El Arenosillo en 2018

Mucho ha llovido desde que el equipo de Vázquez comenzara a trabajar "con unos radares cedidos por la NASA que venían de la guerra de Corea". Con el tiempo, se sustituyeron por "equipos americanos y europeos" y ahora que la base ha reanudado los lanzamientos, tiene en el horizonte una nueva fecha señalada: en día en el que despegue el primer cohete de fabricación privada español.

La empresa PLD Space tiene previsto hacerlo en 2018. En un primer momento, con un vehículo pensado para vuelos suborbitales, los mismos que tantas veces supervisó Vázquez en el pasado. El primer vehículo con la potencia suficiente como para colocar una carga en órbita no se lanzaría hasta 2021. Será en ese momento cuando España pueda colocarse, a pequeña escala, a la altura de otras potencias espaciales.

Mariano Vázquez Velasco puede presumir de tener un currículo impecable. Bajo su mando, la base española de El Arenosillo, en Huelva, tiene un registro impoluto de 558 lanzamientos de cohetes desde finales de los años sesenta hasta 1994. Hoy, ya retirado, repasa el 50º aniversario del equivalente español de Cabo Cañaveral, un lugar desde el que se han lanzado al espacio los primeros cohetes de fabricación nacional.

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