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Faltan tres minutos para la medianoche en el reloj que avanza hacia el fin del mundo
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se queda igual que el año pasado

Faltan tres minutos para la medianoche en el reloj que avanza hacia el fin del mundo

El armamento nuclear, el cambio climático y las amenazas bacteriológicas son algunos factores que amenazan la supervivencia humana. El Reloj del Fin del Mundo marca cada año lo cerca que estamos

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En la Universidad de Chicago, en una sala a pocos metros del laboratorio "donde se apreció por primera vez el poder del átomo" cuelga un gran reloj que no da la hora. Es el Reloj del Fin del Mundo, y lo que señala no es el tiempo que pasa, sino el que falta para la destrucción total de nuestro planeta.

Se trata, claro, de una metáfora, una imagen que los editores de la revista Bulletin of the Atomic Scientists utilizan para alertar de los peligros que amenazan nuestra supervivencia: el armamento nuclear, el cambio climático, o armas biológicas más eficaces y letales y la proliferación de nuevas tecnologías potencialmente dañinas, entre otras.

Este martes, como ocurre cada año, tocaba poner el reloj en hora. Y la hora resultó ser la misma que ya marcaba en 2015: 3 minutos para el fin del mundo. Algo que, han remarcado los científicos, no es una buena noticia.

It is still 3 minutes to midnight. Read the Doomsday Clock Statement: https://t.co/U34P85k0Mb pic.twitter.com/3YSEI6Gai7

Para tomar esa decisión, los científicos que analizan la situación del mundo tienen en cuenta datos como el número de cabezas nucleares en el mundo, el aumento del nivel del mar, la expansión de epidemias como el ébola o el "problema de los robots asesinos".

El año más peligroso y el más seguro

El Reloj del Fin del Mundo comenzó a funcionar en 1945, cuando los científicos del Proyecto Manhattan decidieron que no podían mantenerse al margen de las consecuencias de su trabajo. El objetivo era crear una forma sencilla y directa de alertar a la humanidad de los peligros a los que se enfrenta, y fomentar así el debate para encontrar una forma de hacer el mundo un lugar más seguro. Desde entonces la aguja se ha ido acercando y alejando de la medianoche, el momento considerado fatal para nuestra supervivencia.

El año 1953 fue hasta la fecha el más peligroso según los editores del Bulletin. Ese año, el reloj se quedó a dos minutos de la medianoche. En plena Guerra Fría, con la tensión entre EEUU y la URSS en plena escalada, el desencadenamiento de un conflicto nuclear entre ambas superpotencias parecía casi inevitable y la idea tenía a todo el mundo aterrorizado.

En el lado opuesto, 1991 fue el año más seguro para los científicos que ponen en hora el reloj: 17 largos minutos separaban a la humanidad de su destrucción. Ese año cayó el muro de Berlín y desaparecía uno de los bloques de la Guerra Fría. La amenaza de una guerra nuclear inminente se desvanecía y todos podíamos vivir más aliviados.

Desde 2010, sin embargo, el tiempo apremia cada vez más:"Las tensiones entre Estados Unidos y Rusia que continúan desde el final de la Guerra Fría, el peligro que supone el cambio climático y la preocupación por la proliferación de armas nucleares, incluyendo las últimas pruebas realizadas en Corea del Norte son los principales factores que influyen en la decisión de hacer ajustes sobre el Reloj del Fun del Mundo", se leía en el Bulletin este mismo mes.

En enero de 2015, la aguja se movió dos posiciones, quedando a 3 minutos del final. "El avance no controlado del cambio climático, la modernización del armamento nuclear junto a los arsenales olvidados y anticuados que aún quedan como reliquias de la Guerra Fría son amenazas extraordinarias e innegables para la existencia humana, y los líderes mundiales no han conseguido actuar con la velocidad y el alcance necesarios para proteger a los ciudadanos de una catástrofe potencial".

En la Universidad de Chicago, en una sala a pocos metros del laboratorio "donde se apreció por primera vez el poder del átomo" cuelga un gran reloj que no da la hora. Es el Reloj del Fin del Mundo, y lo que señala no es el tiempo que pasa, sino el que falta para la destrucción total de nuestro planeta.

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