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De ocupar remolques a ir en tu bolsillo: la increíble evolución de la tecnología portátil
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De ocupar remolques a ir en tu bolsillo: la increíble evolución de la tecnología portátil

Desde que el ejército estadounidense instaló un ordenador en un camión hace 60 años hasta el IBM Simon, el primer 'smartphone', los dispositivos portátiles han vivido una asombrosa transformación

Foto: Steve Jobs posa con el nuevo iBook en 1999 (Foto: Reuters)
Steve Jobs posa con el nuevo iBook en 1999 (Foto: Reuters)

Mucho antes de que los portátiles cupieran en un maletín y los smartphones conquistaran nuestros bolsillos, los ordenadores ya se transportaban de un lugar a otro. Eso sí, muchos no podían cogerse precisamente con una mano.

Uno de los primeros en desplazarse, el DYSEAC, ocupaba dos remolques de 12 metros de largo. Uno llevaba el ordenador y otro el sistema de refrigeración y el equipo eléctrico de esta máquina de 1954, construida por la Oficina Nacional de Estándares para el Cuerpo de Señales del ejército estadounidense.

El periodista Evan Koblentz ha rastreado la evolución de la informática desde aquel gigantesco aparato y ha reunido decenas de tesoros olvidados en su libro Del ábaco al smartphone: la evolución de los ordenadores móviles y portátiles. "En el libro utilicé los términos móvil y portátil como intercambiables. En mi opinión, ninguno de los términos tiene un significado específico", explica Koblentz a Teknautas.

En el siglo XXI damos por sentado que los portátiles han de ser pequeños y ligeros, pero en realidad el tamaño no importa. El DYSEAC pertenece a ese grupo porque fue concebido para ser trasladado.

Aunque demostró sus debilidades cuando la arena se infiltró en sus circuitos mientras viajaba, al ejército estadounidense le encantó aquel prototipo y continuó desarrollando ordenadores instalados en remolques durante las décadas de los 50 y 60. Desde entonces, muchos otros mamotretos portátiles han hecho historia.

Ordenadores portátiles... que pesaban 90 kilos

"El primer ordenador digital de propósito general que es tan ligero, compacto y robusto que puede viajar a cualquier parte... con una fuente de alimentación. Usa menos energía que una tostadora".

Así describía un optimista anuncio de 1958 publicado en Fortune el RECOMP, un acrónimo de Reliable Computer (“ordenador fiable” en castellano). Dos personas tenían que transportar esta máquina de 90 kilos desarrollada por la compañía North American Aviation.

El MICROPAC pesó 50 kilos menos que el RECOMP: era el ordenador de propósito general más pequeño de 1962 gracias a sus 1.462 micromódulos, unos componentes revolucionarios por aquel entonces. En honor a los walkie-talkies, al MICROPAC se le acabó denominando irónicamente Breakie-Backie (algo así como “rompespaldas”), porque llevarlo a cuestas debía conllevar un buen esfuerzo.

Aunque no se hizo demasiado famosa, esta máquina, diseñada para el control del guiado de misiles, supuso un primer paso hacia los ordenadores que cabían en un escritorio o en un maletín, que aún tardarían una década en llegar.

Un visionario ideó incluso una tablet cuarenta años antes de la llegada del iPad, aunque no llegaría a fabricarse. Alan Kay escribió Un ordenador personal para niños de todas las edades en 1972, cuando trabajaba en el Centro de Investigación de Xerox en Palo Alto, más conocido como Xerox PARC.

En el artículo, Kay preveía "la aparición de manipuladores de información portátiles y personales" y presentaba el Dynabook (libro dinámico), un ligero dispositivo que permitiría escuchar música durante horas y que mostraría gráficos y textos.

Aunque en la época fue imposible hacer realidad el sueño de Kay, su concepto de Dynabook influyó en los avances posteriores. En Xerox PARC dieron un primer paso con la creación de NoteTaker. Disponía de un software avanzado para la época, pero solo se fabricaron diez prototipos de este portátil.

Mientras Xerox se centraba en el software, el resto de la industria de los 70 fabricaba primitivos ordenadores portátiles con el sistema operativo exitoso en aquel momento, el CP/M. El desconocido The Small One de GM Research, con pantalla a color e incluso disco duro, o el IBM 5100, que se hacía llamar portátil aunque pesaba 25 kilos, fueron algunos de ellos.

La era del Osborne y los portátiles olvidados

En 1980, Adam Osborne, famoso editor en Silicon Valley por sus manuales sobre informática, compartió con el ingeniero Lee Felsenstein su plan para fabricar un ordenador portátil fácil de usar.

Pese a que Osborne siempre defendió que la bombilla se le había encendido a él, el propio Felsenstein señaló hace unos años que era "demasiada coincidencia" que el proyecto se le hubiera ocurrido espontáneamente. Según su testimonio, un consultor de Apple le explicó la idea a Steve Jobs en 1978. Este la rechazó, pero Osborne acabó enterándose.

El editor y el fundador de la firma de la manzana mordida nunca se llevaron bien. Osborne se atrevió a asegurar a varios miembros de Apple que su Osborne 1, con una apariencia similar al NoteTaker, se iba a vender más que el Apple II y el Macintosh juntos. Jobs acabó dejándole un mensaje telefónico llamándole estúpido.

Con su pequeña pantalla, su memoria de 60 kilobytes y sus 10 kilos, es cierto que el Osborne 1 conquistó a los ejecutivos. Por fin podían llevar su ordenador a casi cualquier parte, o al menos así lo pregonaba la publicidad de la época: la pesada maleta blanca parecía tan ligera como un libro a juzgar por la sonrisa de su dueño.

Osborne se embolsó solo durante el mes de septiembre de 1981 un millón de dólares y otras compañías se sumaron a la moda de fabricar sus propios modelos. Compaq, Dynalogic y Kapyro se convirtieron en competidores del considerado primer portátil de éxito comercial de la historia.

Sin embargo, el Osborne 1 no era un portátil tal y como lo conocemos ahora, sino más bien una máquina que podía transportarse gracias a un asa. Según destaca Evan Koblentz, no cumplía las tres características básicas que exigimos a los portátiles en la actualidad: su tamaño no era pequeño, carecía de una pantalla plegable y no podía utilizarse con baterías.

Dos ordenadores a los que la historia no ha hecho justicia fueron en realidad los que innovaron para que ahora teclees cómodamente en el lugar que desees. En 1981, veía la luz el británico DVW Husky, un ordenador autónomo gracias a sus pilas alcalinas que le permitían mantenerse despierto entre 20 y 30 horas.

Al año siguiente, Grid Systems Corporation, una compañía que contaba con dos exingenieros de Xerox PARC, presentaba el Grid Compass 1100, un dispositivo con una pantalla plegable y más amplia que la de sus antepasados. La empresa también vendía discos duros, lectores de disquetes, impresora o escáneres, por lo que se hizo un hueco en el mercado.

En 1983, el mismo año en el que Osborne, incapaz de adaptarse al mundo de los nuevos portátiles, se declaraba en quiebra, apareció un ordenador que llamaría la atención del gran público. El Radio Shack TRS-80 Model 100, un asequible portátil que funcionaba con baterías, se hizo especialmente popular entre los periodistas. Bill Gates afirmaría años más tarde que aquel portátil fue su favorito. "Parte de mi nostalgia por esa máquina se debe a que era la última en la que escribí un porcentaje muy alto de código en el producto", aseguró.

De las primitivas PDA a un ladrillo llamado Simon

Mientras los portátiles evolucionaban, también lo hacían los dispositivos más pequeños. En los años 90, comenzaron a aparecer las primitivas PDA, entendiendo como tales las que tenían una pantalla táctil y la posibilidad de instalar programas. Una de las primeras fue la Sony PTC-300 Palmtop en 1991, ideada por el ingeniero japonés Tomoshi Hirayama cuando viajaba en un avión. Hirayama necesitaba un "cerebro auxiliar" en esos momentos, así que pensó que sería útil que un dispositivo fuera capaz de entender su propia letra.

Si bien muy pocos Sony PTC-300 llegaron al mercado occidental, inauguró la competición de las agendas digitales personales. A los dos años llegaría el Apple Newton, con el que se podían tomar notas, guardar contactos o enviar faxes.

A pesar de que durante los tres primeros meses Apple vendió 50.000 unidades, en 1998 se dejaron de fabricar estos dispositivos. La firma de la manzana mordida ofrecía menos de lo que prometía. El pésimo funcionamiento del sistema de reconocimiento de escritura de Newton, que hasta Los Simpson parodiaron, fue una de las principales críticas a esta PDA que quiso adelantarse a su tiempo.

La gran vencedora de la carrera fue la startup Palm, que lanzó al mercado su mítica PalmPilot en 1996. Su batería duradera, su efectivo reconocimiento de escritura, su adecuado tamaño para el bolsillo, su rápida capacidad de respuesta y su precio (299 dólares) fueron algunos de los motivos del éxito de esta PDA. En 18 meses, la compañía había vendido más de un millón de PalmPilots.

Lógicamente, los smartphones acabaron por enterrar a las PDA, aunque el primero no fue precisamente el que se impuso. En 1992, a un ingeniero de IBM, Frank Canova, se le ocurrió combinar dispositivos. Dos años más tarde, nacía IBM Simon, un teléfono que permitía, además de llamar, mandar faxes o recibir correos. Con su medio kilo y una batería que tan solo duraba una hora, el invento de Canova fue un rotundo fracaso.

El IBM Simon no vivió demasiado, pero su legado aún permanece en tu bolsillo, como el de tantos otros dispositivos que, desde hace 60 años, no han querido echar raíces en un lugar concreto.

"Durante mis doce años de investigación, he visto a mucha gente asignando definiciones muy específicas a cada término imaginable: móvil, portátil, laptop, notebook, subnotebook, handheld, ordenador de bolsillo, agenda, PDA y otros. Pienso que es ridículo", defiende Evan Koblentz. Por eso, él ha estudiado todos aquellos que supusieron un paso evolutivo desde los orígenes hasta ese smartphone que llevas a todas partes.

Mucho antes de que los portátiles cupieran en un maletín y los smartphones conquistaran nuestros bolsillos, los ordenadores ya se transportaban de un lugar a otro. Eso sí, muchos no podían cogerse precisamente con una mano.

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