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Descubren por qué la Luna está inclinada
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los planetesimales son los posibles culpables

Descubren por qué la Luna está inclinada

La órbita lunar presenta un ángulo de 5º respecto al plano de la Tierra, un extraño desplazamiento que no debería existir. Ahora, un par de astrónomos ofrecen una posible solución a este enigma

Foto: Luna llena sobre Hamburgo. (EFE)
Luna llena sobre Hamburgo. (EFE)

Como un cuadro mal colocado, la órbita de la Luna presenta una inclinación de 5º respecto al plano orbital de la Tierra. Los modelos científicos predicen que esta anomalía no debería existir, por lo que la situación ha desconcertado a los investigadores durante años. Hoy, la revista Nature propone una posible solución al enigma.

La teoría más extendida sobre la formación de nuestro satélite asegura que esta surgió por el impacto de un gran objeto sobre la superficie terrestre, pero todos los modelos matemáticos aseguran que la órbita lunar debería haberse mantenido en el plano ecuatorial de la Tierra.

La órbita lunar está inclinada unos 5º, diez veces más de lo esperado, sin que nadie sepa exactamente por qué

Así fue, al menos al principio. Pero algo pasó después que inclinó la órbita de la Luna unos 5º, diez veces más de lo esperado. Esta diferencia entre teoría y realidad se conoce con el original nombre de problema de la inclinación lunar. Durante años los investigadores han intentado descubrir qué es ese algo, ese dedo que descolocó el cuadro.

Los astrónomos del Observatorio de la Costa Azul (Francia) Kaveh Pahlevan y Alessandro Morbidelli presentan su solución al enigma en la revista Nature. Los culpables son planetesimales, pequeños cuerpos planetarios cuyo efecto gravitacional bastó para inclinar la órbita de la Luna.

Según explican los investigadores, la interacción de una cantidad muy pequeña de materia sería suficiente para explicar la órbita lunar actual. Planetesimales con una masa de entre 0,0075 y 0,015 veces la de la Tierra podría excitar la órbita y desplazarla 5º. La siguiente imagen aclara cómo debería estar colocada la Luna, y cómo un objeto pudo haberla desviado:

La Luna se formó hace unos 4.527 millones de años, poco después de que surgiera nuestro planeta. Decenas de millones de años después del nacimiento del satélite, la acumulación de unos pocos cuerpos planetarios, que posteriormente quizá se unieron a la Tierra, inclinó a la Luna recién nacida.

El efecto gravitacional de pequeños cuerpos planetarios habría bastado para inclinar la órbita de la Luna

Pahlevan y Morbidelli consideran que su teoría, apoyada por simulaciones por ordenador, servirá para comprender mejor cómo se creó y evolucionó el sistema formado por nuestro planeta y su luna. No sólo eso, porque la inclinación pudo cambiar la historia humana.

La teoría más sencilla

La Tierra y la Luna tienen una relación muy especial: nuestro satélite afecta a las mareas, la duración del día e incluso los ritmos biológicos del ser humano. Por este motivo esos 5º de diferencia podrían haber provocado que el planeta en el que vivimos fuera algo distinto. La inclinación, por ejemplo, es responsable de que los eclipses lunares tengan lugar aproximadamente cada seis meses, en vez de cada mes.

Además, los pequeños cuerpos planetarios que se unieron a nuestro planeta traían consigo oro y platino, dos metales preciosos que tuvieron una gran influencia en nuestra cultura. El coste para contar con ellos sobre la Tierra fue inclinar la Luna... y convertir los eclipses en un fenómenos nada habitual.

La astrofísica Robin Canup del Southwest Research Institute (EEUU), elogia en otro artículo publicado en Nature la sencillez de la propuesta. Como recuerda el principio de la navaja de Ockham, en ocasiones la explicación más simple es la correcta. “Los modelos anteriores sobre el origen de la inclinación se basan en procesos complejos con bastantes limitaciones”.

Como un cuadro mal colocado, la órbita de la Luna presenta una inclinación de 5º respecto al plano orbital de la Tierra. Los modelos científicos predicen que esta anomalía no debería existir, por lo que la situación ha desconcertado a los investigadores durante años. Hoy, la revista Nature propone una posible solución al enigma.

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