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'Biohackers', o cómo pagar en una tienda sacudiendo la mano
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Se insertan chips bajo la piel

'Biohackers', o cómo pagar en una tienda sacudiendo la mano

Con un simple chip, un lector NFC y tecnología de código abierto, el ingeniero español Juanjo Tara y sus dos compañeros suecos son capaces de hacer transacciones con Bitcoin

Foto: Demostración de pago con Bitcoin y NFC en la mano (Captura: Biopay Dev)
Demostración de pago con Bitcoin y NFC en la mano (Captura: Biopay Dev)

Desde Suecia, el ingeniero español Juanjo Tara acerca su mano derecha a la webcam de su ordenador para mostrar a Teknautas una marca casi inapreciable, la que demuestra que hace escasos días se implantó un chip bajo la piel. No sangró durante el proceso, y tan solo 24 horas después apenas sentía molestias. Solo apreciaba una pequeña hinchazón.

Aunque lleva varios meses trabajando en el sector del biohacking, tuvo que esperar a una conferencia celebrada en Malmo (al sur del país), hace menos de una semana, para introducir en su cuerpo el pequeño dispositivo con la ayuda de un profesional (que, por ahora, son escasos).

En ese momento se convirtió en un biohacker en toda regla, aunque su compañero Patric Lanhed ya lo era. Se conocieron hace poco, cuando el español empezó a buscar aliados para materializar sus inquietudes sobre esta asunto.

Ahora él, Lanhed y el desarrollar sueco Hektor Wallin son los responsables del proyecto Biopay Dev, con el que quieren explotar el potencial del biohacking y la internet de las cosas. Con un simple chip bajo la piel, un lector NFC y algo de desarrollo, el equipo ha creado una tecnología de código abierto que permite hacer biopagos con Bitcoin.

Proyectos como el suyo harán que dejemos de depender de elementos externos para tantas cosas

Lo han demostrado a través de un vídeo en el que se ve cómo Lanhed realiza una transferencia desde su propio cuerpo hasta un monedero electrónico. Una placa de Arduino y un lector NFC conectados al ordenador se encargan de leer la información que envía su chip. En la pantalla de un portátil se muestra el monedero; en la de otro, el programa que han desarrollado para gestionar la transferencia.

La interfaz indica que debe acercar su mano al lector, mantenerla cerca unos segundos y..."Pago completado". El dinero ha llegado a la billetera. "Es el primero", afirma contento Lanhed, refiriéndose al primer pago real que se ha hecho con un chip implantado en el cuerpo. "Pero no el último", añade Tara. Aunque definen su proyecto como un "concepto" que está en pleno desarrollo, que casi no llega ni a ser prototipo, el biopago ya es real. De hecho, repitieron el proceso en directo durante la conferencia de Malmo, enviando los bitcoines a uno de los asistentes.

"¿De verdad te imaginas que en 20 años vamos a seguir llevando tarjetas de plástico en el bolsillo?", preguntan. Están seguros de que muy pronto será cosa del pasado. También de que proyectos como el suyo harán que dejemos de depender de elementos externos para tantas cosas. Su objetivo es que los chips devuelvan al cuerpo el poder que antes tenía, el que perdió cuando las herramientas tecnológicas le hicieron doblegarse. "Imagina no tener que preocuparte por tu cartera, simplemente salir contigo mismo, pues al final somos nosotros los que debemos ser el centro de todo", insiste Tara.

Información en un grano de arroz

Hasta el momento, estos chips del tamaño de un grano de arroz solo guardan información que puede utilizarse para una aplicación determinada (por ejemplo, para que alguien pueda abrir la puerta de su casa o, como ellos, pagar con bitcoines). Es una limitación muy grande. Por eso, Tara ha creado un software con el que será posible estructurar diferentes datos (contraseñas, números de cuenta, etc.) y darles diferentes usos desde un mismo chip. Así se podrán hacer pagos con tarjetas de crédito - a través de PayPal o Bitcoin -, se podrán guardar registros médicos, claves para acceder al hogar o poner en marcha el coche, documentos de viaje, DNI, pasaporte y otras muchas cosas.

¿Cuántas veces has perdido la cartera y cuántas veces has perdido la mano?

El modelo es de código abierto, por lo que cualquiera lo puede descargar, leer, modificar y repetir el proceso. Ante todo, los biohackers quieren dejar claro que este no es un nuevo método de pago, sino una herramienta con la que poder pagar por la vía que se prefiera y utilizando siempre el cuerpo humano.

Ahora trabajan para crear una terminal físico de biopago que pueda utilizarse y adaptarse a tiendas, cafeterías y cualquier otro establecimiento. También pretenden que, cuando alguien haga un pago sacudiendo su mano, le llegue un email con la transferencia gracias, también, a que su cuenta de correo electrónico estará grabada en el chip.

Todo eso está muy bien, pero ¿los biopagos serán seguros? El español y sus colegas nos explican que el lector debe estar como máximo a cinco centímetros de la mano, por lo que resulta difícil que otra persona intercepte o pueda leer su información. Aunque lo lograse, los creadores de esta tecnología aseguran que no podría modificar los datos.

A Lanhed le parece más fácil que se pierda un monedero que tener problemas con los biopagos. Al fin y al cabo, la información está dentro del propio cuerpo, que funciona como barrera protectora. "¿Cuántas veces has perdido la cartera y cuántas veces has perdido la mano?", se preguntan.

No obstante, Lanhed admite que han dado "el primer paso en biopagos digitales", que han demostrado que se puede hacer, pero que su producto todavía no está listo para salir al mercado. Por esa razón y porque todavía es muy joven, aún no han implementado medidas de seguridad adicionales e irán añadiendo capas de protección poco a poco.

Bienvenidos al futuro: Suecia

Tara lleva tiempo trabajando en la internet de las cosas y un día supo, cuando descubrió el biohacking, que los biosensores serían el futuro, el paso lógico que seguirá a los wearables. Dentro de poco, afirma, "vamos a tener todo tipo de sensores en nuestro cuerpo". Pero ese futuro ya ha llegado a Suecia, de donde salen gran parte de los hackers que experimentan con su cuerpo, entre ellos Hannes Sjoblad, uno de los principales culpables del éxito que esta tendencia está teniendo en el país escandinavo.

El equipo que impulsa Biopay Dev cree que lo que ocurre allí es que "siempre están mirando al futuro sin pretensiones, sin miedos", y por eso la innovación está a la orden del día. De hecho, de acuerdo con Lanhed, esta primavera ya había 200 personas con implantes en el país.

Parece que sus datos no van desencaminados. Según un reciente informe de la compañía Dangerous Things, impulsada por Amal Graafstra - que tiene un implante en cada mano y es uno de los pioneros del sector -, ya existen alrededor de 10.000 cíborgs en el mundo.

De que el biohacking pueda popularizarse en España a corto plazo no están tan seguros. Creen que llegará de un momento a otro, aunque, a su juicio, podría necesitar un par de años para evolucionar y convertirse en una corriente mainstream. Para que eso suceda, no obstante, los propios chips aún tienen mucho que mejorar. Esto solo es el comienzo del camino. Lo que separa a la gente corriente del futuro es un pinchazo indoloro y que termine la fase de experimentación.

Desde Suecia, el ingeniero español Juanjo Tara acerca su mano derecha a la webcam de su ordenador para mostrar a Teknautas una marca casi inapreciable, la que demuestra que hace escasos días se implantó un chip bajo la piel. No sangró durante el proceso, y tan solo 24 horas después apenas sentía molestias. Solo apreciaba una pequeña hinchazón.

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